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Flor de Almendro por Zils

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Notas del capitulo:

¡Hola! Siento mucho el retraso. La verdad es que este capítulo lo he escrito unas 5 veces, no me gustaba como terminaba quedando y me frustre mucho, además de que enferme TT^TT No fueron unas lindas semanas.

¡Disfruten la lectura!

Los personajes de VK pertenecen a Matsuri Hino.

Los sueños de Kaname estarán escritos de esta forma.

VI Humano

 

Se despertó por los molestos rayos de sol que pegaban en su cara. No estaba acostumbrado a despertar así –en su habitación  gruesas cortinas color vino tinto  cubrían cualquier rastro de luz– y debía admitir que era desagradable. Rodó entre las sábanas, gruñendo en protesta ¡Quería seguir durmiendo! ¡Sol fuera!

–Deja de hacerte rollito y levántate bello durmiente.

Se levantó de golpe, envuelto en mantas sacándole una escandalosa risa al peli plateado. ¡Que vergüenza! 

Bajó la mirada avergonzado mientras desenvolvía las sábanas de su cuerpo. Y se levantaba de la cama, se sonrojó al ver que estaba a medio vestir.

–Hay ropa y toallas en el baño. –aviso el peli plata una vez se calmó de la risa.

El cazador estaba con una toalla en la cintura, bastante larga, y una en su cabello. Recién había tomado una ducha al parecer. Cuando paso por su lado revolvió su cabello, como si de un niño se tratara, y él sonrió; ese gesto se estaba volviendo costumbre entre ambos.

Entró al baño y se dio una ducha. Tal cual le había dicho el cazador, había ropa limpia junto a toallas en un mueble al lado del lavabo, además de una bolsita con útiles de aseo básico. La ropa era misteriosamente de su talla. De hecho ¿No era parte de la ropa que Mitsuki le dio?

 

 

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En la cama, se dedicó a limpiar con cuidado a Bloody Rose, ésta vibraba de forma agradable a su tacto. Esa arma tenía más personalidad que las demás, sólo Arthemis se le comparaba. Y pelear con ambas fue un placer que sólo tuvo una vez. Lamentablemente Arthemis no se acoplaba 100% a él, y ahora estaba en manos de Mitsuki, feliz junto a la castaña.

Una vez lista su preciada arma, se puso la chaqueta. No le gustaba pedirle a Annie -una vampiresa noble parte de la servidumbre Kuran, a quien consideraba una amiga- algún favor o  molestarla de su trabajo, pero esta vez era necesario. Kaname y él no tenían ropa, y tampoco podía dejar solo al castaño para comprar algunas prendas; sin contar con que no tenía idea de la talla del oji borgoña o sus gustos.

Aunque apostaba que a su hija poco o nada le importaba el gusto del castaño, en cuanto a moda se trataba.

–Estoy listo. –anunció Kaname.

Alzo la vista y apreció al mayor. Debía admitir que su hija hizo un buen trabajo con la ropa, aunque seguramente con cualquier prenda se vería perfecto; ventajas de haber sido un sangre pura.

–Iremos a desayunar primero. Luego a casa.

Con el asentimiento del mayor, ordenaron sus cosas y partieron rumbo al restaurante italiano al lado del hotel.

El desayuno fue ameno. Charlaron de cosas triviales, Kaname desconocía muchísimas cosas del mundo en el que ahora vivía y Zero se dedicó a responder todas sus preguntas, en su mayoría generadas por el noticiero matutino,  lo más claro posible.

Él se sentía cómodo en la compañía del castaño.  En las últimas horas se había propuesto algo que hace años le hubiera parecido una aberración: proteger a Kaname. Protegería al niño que tenía frente a él; haría todo lo que estuviera en sus manos para darle una vida normal como humano.  

Jugueteo con el papelito en el bolsillo de su chaqueta. El primer paso sería que hiciera amigos, y aquella peli morada parecía sincera. De ser lo contrario, se encargaría de hacerle saber a la chica que con su protegido no se jugaba. Ugh, ya sonaba como Kuran sobreprotegiendo a Yuuki. 

 –Esto lo dejó una chica peli morada, estaba contigo en el parque. –le tendió el papelito con el número y el castaño lo tomó sorprendido –Te pasare un móvil cuando lleguemos a casa...No es nuevo ni de último modelo, pero te servirá por ahora.

–Gracias. – murmuró ensimismado. El gesto de la chica lo tenía sorprendido, de hecho, y se sentía mal por ello, había olvidado por completo a Neith.

 

 

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Apenas cruzó la puerta se vio envuelto en un apretado abrazo. Fue tan sorpresivo que por un momento se asustó –el recuerdo de esos niveles E estaba muy presente en su memoria–, pero el aroma a vainilla y hierbabuena de Mitsuki lo tranquilizo de inmediato.

– ¿Estas bien? ¿No tienes heridas? ¿Tuviste pesadillas? ¡Sabía que tenía que espiarlos!

¿Espiarnos?

La castaña apenas se apartó un poco de su abrazo, inspeccionaba con la mirada a su padre como una madre buscando alguna herida en su pequeño hijo.

– Estoy bien, no te preocupes – sonrió tomando la mano de la chica, dándole un suave apretón.

Se sostuvieron la mirada por unos largos segundos. Entre ambos se entendían mucho mejor de esa forma que con palabras. En los ojos de la chica había preocupación y una clara petición: “no te lances al peligro”; en los del castaño había gratitud y miedo, no hacía ella ni a su familia, sino a los nivel E.

Zero observaba en silencio la interacción de ambos castaños. Se preguntaba si el antiguo Kuran tendría la misma conexión con su hija, si esa aura de familiaridad y cariño se formaría de igual forma entre ellos. Probablemente sí.

 

 

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Después de pasarle el móvil, Zero, se marchó. Tenía una reunión con un tal Kaito – o eso alcanzó a oír–. Se quedó unas horas en compañía de Mitsuki, almorzaron juntos y ella le enseño a usar el complejo aparatito. No fue tan difícil como imaginó.

No hablaron del incidente, ni tampoco de la salida. Seguramente ella había notado los involuntarios saltitos que daba con cada ruido fuerte, o como su vista se perdía en algún punto oscuro del salón.

– ¿Seguro estarás bien tu solo? –preguntó ella en tono maternal cuando dieron las 5. Tenía una reunión con la Corte, nombre del actual consejo de vampiros, y aunque deseara quedarse con el mayor, no podía.

– Estaré bien y no causaré problemas, mamá. –sonrió, dejándose abrazar/asfixiar por la chica.

– Más te vale. Sé buen niño, no tardo.

La castaña besó su frente y se marchó.

Se dejó caer entre las mantas color blanco; acarició la superficie con la yema de los dedos, disfrutando la aterciopelada textura. Comenzaba a atardecer, y el cansancio se hizo presente en su cuerpo y cerró los ojos relajándose por completo. Tenía la mente en blanco, totalmente despejada.

Hasta que un nombre pasó por su mente.

– ¡Neith! –se levantó de golpe. Tenía que llamarla.

Buscó en su chaqueta el número y marcó. Después de tres tonos una voz se hizo presente.

– ¿Hola?

– ¿Neith?

– Sí, ¿Kaname? ¡Dios! ¿Eres Kaname, cierto?

– Sí…Bueno yo… Recibí tu número. –respondió un poco nervioso. ¿A su yo pasado se le hacía tan difícil sociabilizar?

– ¿Estas bien? ¡Estaba tan preocupada!...Saliste corriendo de un momento a otro. –su voz sonó con un ligero tono de reproche y él estaba totalmente de acuerdo con eso, después de todo, la dejó tirada a media charla sin explicación alguna.

– Estoy bien...Lo siento, por haber salido corriendo…no pude evitarlo. – murmuro apenado.

Me alegra. – suspiro aliviada. – ¿Qué fue exactamente lo que ocurrió?

– ¿Eh?...Oh, bueno…– ¿y ahora qué se suponía que tenía que decir? No podía decirle que unos vampiros lo atacaron por intentar salvar a un niño, eso era claro, pero tampoco quería mentirle. Entonces ¿qué le diría? – Un niño estaba persiguiendo a su perro y unos hombres comenzaron a seguirlo por un callejón… No parecían ser buenas personas y yo, bueno, no pude evitar hacer algo.

¿Un niño? Pero… ¡ah! Vale, lo entiendo pero para la próxima llamaremos a la policía. ¡Fue muy peligroso! Podrían, incluso, estar armados… ¡Promete que para la próxima pedirás ayuda!

– Lo prometo. –un escalofrío recorrió su columna, realmente rogaba que aquello no volviera a ocurrir.

Hablaron durante 20 minutos más. Neith tenía la habilidad de sacarle una risa con pocas palabras, con esa forma tan directa y animada de hablar. Quedaron en verse en  dos días en la cafetería donde ella trabajaba; ya le preguntaría a Mitsuki o a Zero como llegar –según la castaña, Ren estaba ocupado con algunos asuntos de la Corte y no sabía cuándo regresaría, así que no era una opción.–

Sentía un calorcito agradable en el pecho. Había hecho una amiga.

 

 

*

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Sus ojos estaban fijos en el paisaje tras el cristal. A pesar de estar dentro de la cabaña el ligero aroma a sangre, permanente en el aire, inundaba la estancia y le repugnaba. El caos estaba solo a 12 kilómetros de distancia.

Tres toquecitos en la gruesa puerta de madera anunciaron formalmente la llegada de su invitado, que ingresó sin esperar respuesta acompañado por una joven evidentemente nerviosa por la actitud de aquel a quien había tenido que escoltar.

– Un gusto verlo Señor Rawson. – Saludó mientras rodeaba el escritorio hasta llegar frente al joven rubio.

– El gusto mío joven Lawler.

Con un movimiento de cabeza la joven se retiró y el ambiente de formalidad desapareció. El castaño se recargó en el escritorio mientras el rubio permaneció de pie, sin apartar la mirada del castaño frente a él.

– Ya somos 36. – hablo Rawson. El cansancio se filtraba en su voz. – ¿Será suficiente?

– Lo dudo. Mínimo debemos ser 50 si queremos lograr sellarla.

–Será difícil, hay unos cuantos más que podrían apoyarnos pero están al otro lado… ¿Ya sabes cómo sellarla?

– Tengo una idea.

Tras esa afirmación quedaron en silencio. Se dedicó a mirar el jarrón lleno de hermosas Ilusiones. Si querían terminar con Ma, perecerían al menos 30 de ellos, siendo positivos.

– Si no la sellamos ni destruimos la piedra, terminaremos siendo sus esclavos. No sólo los humanos desaparecerán, nosotros también lo haremos. – Había cierto tono de resignación en la voz del joven rubio.

 – Aled, aún es muy pronto para morir.

 – Solo quiero dormir un rato. Aprecio mucho mis horas de sueño. – Comento juguetón mientras se dejaba caer en un cómodo sofá. – Pero quédate tranquilo hermano, tengo una misión que cumplir. Nada de holgazanear hasta terminar el trabajo.

Sabía que tras esa actitud relajada y juguetona se escondía el temor, no el temor a morir, sino el temor a vivir en la miseria viendo como perecían aquellas personas que tanto se esforzó en proteger. Lo comprendía, también tenía miedo…miedo a que su plan fallara.

Pero había una guerra que terminar, un régimen que combatir, y no había cabida al miedo o las dudas.

Es todo o nada.

 

*

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*

 

 

Tuvo que esperar más tiempo del presupuestado, tres horas para ser exactos; suerte que la paciencia es una cualidad que adquirió con los años. Durante esas tres horas se dedicó a reunir información, leer expedientes, buscar anomalías. No había nada anormal, nada que sugiriera una posible revolución o conflicto por parte de los vampiros.

Todo estaba en orden. ¿Habría sido sólo coincidencia?

– ¿Problemas con Kuran? –La voz de Kaito se hizo presente en su oficina.

Era bien sabida la confianza que existía entre ambos. Kaito era la primera persona a quien recurría cuando tenía problemas, más aun después de la muerte de Yagari Toga, su maestro; y el único que sabía del despertar del ex sangre pura, además de sus hijos.

Takamiya se sentó en la silla frente al escritorio lleno de papeles, sus alarmas se encendieron de inmediato, Zero solía tener un exagerado sentido del orden en su oficina. ¿Qué había pasado?

– No realmente. – Hizo una pausa, poniendo en orden sus ideas. – Ayer tres niveles E aparecieron en Yagiyama Benyland…no pude sentir su presencia. Era como si no existiesen.

– Crees que un vampiro está tras esto. – afirmó adelantándose a los pensamientos del peli plata. 

–  Puede ser una nueva forma de control sobre los nivel E… O tal vez eran demasiado débiles.

– Contactaré con Hirakawa y Oshima, están encargados de los clanes Toma y Ouri, son los últimos informes que faltan…Si te preocupa es mejor prevenir.

No le quedaría otra que esperar. Si era un posible movimiento de los vampiros, no tardaría en presentarse un nuevo ataque; si fue, en cambio, un error de percepción de su parte nada debería cambiar.

– ¿Cómo van las cosas con Kuran?

Se recargo en la silla, dándole vueltas a la pregunta.

– Es como tener a un niño perdido… Totalmente diferente al Kuran vampiro. Voy a seguir el plan de Yuuki. – una casi imperceptible sonrisa cruzó su rostro, pero se borró de inmediato. – Necesitará un guardián, no puedo estar todo el día con él, Mitsuki y Ren tienen sus asuntos, y no puede estar todo el día enclaustrado en casa.

– ¿Y la vampira que no se despegaba de Kuran?... Seiren creo que se llamaba.

– Kaname le dio una orden antes de entrar en letargo y no se ha sabido de ella desde entonces. De todas formas no quiero que los vampiros se enteren de su despertar…Al menos por ahora.

– Jun volvió ayer. Podrías hablar con él.

Asintió sopesando la idea. Kaito había llegado con Jun a la asociación luego de una misión cuando el joven apenas tenía 2 años, sus padres habían muerto a manos de unos niveles E y no tenía más familia que una tía que se negaba a su custodia; el cazador se había dedicado a cuidarlo y entrenarlo como si de su hijo se tratase, y él había ayudado en ello. Jun era, sin dudas, el más indicado para la terea.

Lo siguiente sería enseñarle a Kaname a defenderse.

 

 

 

Notas finales:

Sinceramente no me ha terminado de agradar como quedó este capítulo, pero bueno, los siguientes serán mejores.

Para los que se preguntan “¡¿Por qué Yagari está muerto?!”, pues era necesario…ya en unos capítulos más lo comprenderán.

Les pediré paciencia (mucha paciencia), no tengo pensado abandonar la historia pero no puedo asegurarles una fecha concreta para publicar. Así que puede que tarde un poco (o mucho) en publicar, pero no duden que lo haré.

¡Muchas gracias por leer! Un abrazo de oso especial para Zaphire y Princess Nemesis por sus lindos comentarios.

Nos leemos luego, abrazos de oso y que tengan un lindo día <3


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