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Flor de Almendro por Zils

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Notas del capitulo:

¡Hola! Volví…al menos por hoy.

¡Disfruten el capítulo! Y nos leemos en las notitas de abajo.

Los personajes de V.K pertenecen a Matsuri Hino.

VII Bloody Rose

 

Su mirada se paseaba con curiosidad por el escaparate del local. Estaba un poco nervioso rodeado por tanta gente, sus manos sudorosas eran una clara señal.

Al final fue Ren el encargado de llevarlo a la ciudad, y la segunda vez que viajaba en motocicleta. El menor lo había dejado frente al café donde se vería con Neith, dio una mirada analítica al local y se despidió con un simple "vuelvo por ti a las 7".

Le hubiera agradado que el chico se quedara a su lado un poco más, pero al mismo tiempo le agrada la sensación de libertad que tenía el estar solo. Mitsuki cada que podía estaba a su lado y, aunque disfrutaba de su compañía, quería dejar de tener miedo, superar el episodio por sí mismo; esa era la oportunidad perfecta.

Tomó una bocanada de aire y entró. El fuerte aroma a café lo golpeo de lleno. El lugar era acogedor, no muy grande ni tampoco muy pequeño, en una forma de L que le daba privacidad al espacio más apartado; las paredes color crema eran adornadas con hermosos cuadros de diferentes conceptos, y numerosas estanterías con libros y objetos curiosos que no sabía cómo describir. Le gustaba, más aun por la poca cantidad de personas. Pudo notar a 5 jóvenes con uniforme que caminaban de un lado a otro con bandejas tanto vacías como llenas; ni uno de ellos era Neith.

—Bienvenido a Rêve. Pase por aquí por favor.

Su vista se centró en el joven camarero frente a él. Había permanecido mucho rato para mirando a su alrededor, no se percató que llamaba bastante la atención.

—Eh...Yo...En realidad buscaba a alguien.—explicó al joven moreno que ya se había volteado dispuesto a llevarlo a una mesa.

—¿Disculpa?—el muchacho pareció entender algo que él no, pues se volteó con una mueca sorprendida. Después de escanearlo con la mirada, se cruzó de brazos y preguntó—¿Buscas a Neith?

—Sí.

—¡Wow! Cuando dijo que le avisáramos si alguien preguntaba por ella, reamente no creí que fuera un chico. ¿Eres su novio?

—¿Qué?—la pregunta lo tomó por sorpresa pero ni siquiera alcanzó a responder cuando el chico se abalanzó sobre el mostrador y gritó.

—¡Neith, tu novio llegó!

Decir que quedó aturdido fue poco. El grito llamó la atención de varios de los comensales y las miradas se posaron directamente en él. ¡Qué vergüenza! Sentía las mejillas arder del bochorno, y eso que él no había hecho nada malo.

—¡Jean! —La voz enojada de su amiga hizo acto de presencia— ¡Deja de ser tan gritón! ¡Incomodas a los clientes!

La peli morada apareció entre las puertas de madera tras el mostrador con el ceño fruncido, mientras terminaba de arreglar su bufanda.

—Kaname, disculpa a este idiota. Aun no aprende a ser educado.—Comentó la chica mientras se posicionaba al lado del castaño, ganándose un bufido por parte del moreno.

— ¿Y él es tu novio? No me lo creo. Eres muy rarita para salir con un modelo.— comentó burlón.

—Idiota—Gruño.— Vamos Kaname, hay un lugar que quiero mostrarte.— sonrió mientras se abrazaba al brazo de Kaname y le sacaba la lengua, en un gesto infantil, al otro joven.

Kaname, aún algo confundido por el intercambio de palabras de esos dos, se dejó guiar por la chica por las calles no muy concurridas de la ciudad.

—Lo siento por eso.—dijo después de un rato.— El chico gritón es mi hermano ¡Y es un odioso! ¡Siempre me molesta por todo!

Si alguien le preguntaba si entendía algo, la respuesta sería "ni una sola palabra". Pero como su pequeña y enojada amiga parecía muy molesta con su hermano, dejó que se desahogara tranquilamente. Para cuando llegaron a un parque comprendió que, como venganza contra su sobreprotector y molesto hermano, le dejaría comerse la cabeza pensando cómo lo consiguió de "novio".

—Y ¿Cómo has estado?—preguntó una vez se sentaron en unos columpios.

Ella había notado como el castaño miraba de vez en cuando a su alrededor, nervioso, por ello se pasó hablando de molesto hermanito, logrando, en algunas ocasiones, sacarle risas al mayor.

—Bien...Mitsuki no se ha separado de mí en ningún momento.

—¿Mitsuki? ¿Mitsuki y Ren son los hijos de Mr. Canas, no?

—¿Mr. Canas?-apenas podía respirar por la risa. ¿Qué diría Zero si supiera que Neith le decía Mr. Canas? —Sí...son sus hijos.—respondió cuando se hubo calmado un poco.

—Humm...Se veía muy joven para ser padre...Las apariencias engañan.

—Bueno...No sé cuántos años tiene exactamente.—respondió dudoso. Zero era un vampiro así que por más que lo mirara jamás adivinaría su verdadera edad.

—Espera, espera, espera. Aunque vives con él ¿no sabes qué edad tiene?...Entiendo lo de tus recuerdos, por cómo me lo explicaste por teléfono es algo muy jodido, pero imaginé que sabrías más sobre Mr. Canas.

—Bueno, no llevamos mucho tiempo viviendo juntos exactamente. Además él trabaja y no nos vemos muy seguido. Así que no sé casi nada de él.

—Bueno, tiene sentido.

Se columpiaron por un largo rato, viendo a los niños jugar de un lado a otro, mientras la peli morada le contaba sobre su serie favorita. Mientras veía a los niños, su corazón se apretó en su pecho. ¿Nostalgia? ¿Ternura? Le parecía casi absurdo no poder identificar sus propios sentimientos.

—Confía en él, Kaname.—Neith había dejado de balancearse y miraba maternal al castaño, que había posado su mirada en ella.—Tengo un buen instinto para las personas, y algo me dice que ese chico es tu caballero de la fortuna.

—¿Caballero de la fortuna?—la miró extrañado.

—Sip.—sonrió volviendo a balancearse.—Son iguales.

Su teléfono comenzó a sonar insistente, sacó el aparatito de su bolsillo el nombre "Ren" ocupaba gran parte de la pantalla. ¡Se había olvidado por completo de la hora!

—Debo volver al café. Ren me pasaría a buscar a las 7 y lo olvidé.

—Queda un poco lejos. Dame —Alzo la mano.—Le diré como llegar cerca de aquí.

Le paso el teléfono a la peli morada. Mientras ella daba indicaciones y caminaban fuera del parque, le pareció sentir una mirada a su espalda. Cuando se volteó solo pudo distinguir un reflejo rubio entre los árboles.

 

 

*

*

*

 

 

Se levantó perezoso y miró la hora en el reloj de la mesita de noche; 4:30 am. Se revolvió entre las mantas frustrado y finalmente se dirigió al baño. Una ducha no le sentaría mal.

Ya era la sexta vez en la semana que despertaba en la madrugada sin razón aparente. Una vez sus ojos se abrían ya no había forma de volver a cerrarlos. No le tomaría mayor importancia sino fuera porque se aburría muchísimo esperando que dieran las 8:00 am para desayunar.

Habían pasado tres semanas y media desde el incidente en el parque de diversiones, momento que ahora parecía lejano; durante ese tiempo mantuvo contacto frecuente con Neith, y comenzaron sus clases de defensa personal. Zero se había empeñado en enseñarle una mezcla de estilos de pelea para prevenir cualquier futuro ataque, ya sea humano o vampírico. Aprendía rápido y el ejercicio le servía para mantenerse ocupado.

Sus pesadillas habían mermado, permitiéndole descansar mejor; pero sus sueños, aunque ahora tranquilos, le dejaban una opresión en el pecho.

Su día comenzaba a las 4:30 am por su repentina alarma natural; a las 8:00 am desayunaba y a las 8:45 am estaba en la sala de entrenamiento junto a Zero; a las 12:00 am terminaba sus clases y a las 12:30 pm el almuerzo era servido. Almorzaba en compañía del cazador, y a veces Mitsuki o Ren se les unían; luego Zero se marchaba y él tenía la tarde libre para zambullirse de lleno entre las pilas de libros de la biblioteca, o salir con Neith.

Terminó por hacerse amigo del personal; tres agradables vampiresas que siempre estaban cuidándolo. Annie tenía una personalidad fuerte y animada, le recordaba un poco a Mitsuki; Margaret era tímida pero muy amable; y Tsubaki era reservaba y seria, pero no por ello menos agradable. Si bien las chicas lo trataban como su señor —cosa que le desagradaba—había cierto aire informal rodeándolos. En un principio le sorprendió que sólo ellas se encargaran de la enorme mansión y sus habitantes, pero después de que las chicas le explicaran su raza y sus capacidades, todo estuvo claro.

Su relación con Zero había mejorado muchísimo desde su primer encuentro. El cazador además de ser buen maestro, tenía un gusto particular por la lectura, así que pasaban horas en amenas discusiones sobre libros y autores. No tardó en darse cuenta de los gestos cariñosos del cazador para con él: las palmaditas amistosas, el revolver su cabello y esas cortas pero agradables sonrisas que removían un no sé qué en su pecho; el cazador lo había aceptado y a él le alegraba tener en el peli plata un amigo.

Una vez terminada la ducha secó su cabello, se vistió con un pantalón deportivo gris, zapatillas del mismo estilo, camiseta blanca simple y una sudadera negra; y salió sigilosamente de su habitación. Hace tres días había descubierto un pedacito de edén en el jardín trasero, y esperaba recostado en el pasto el amanecer.

No tardó mucho en salir de la mansión. Luego de caminar por cinco minutos, a unos metros del invernadero, se alzaba un pequeño claro rodeado de Hortensias e Ilusiones. Era un espacio pequeño donde, a duras penas, caerían tres personas recostadas; pero le hacía sentirse seguro. Su parte favorita eran las pequeñas luciérnagas que iluminaban con su mágico brillo el lugar, cosa rara teniendo en cuenta que no había un río cerca.

Se recostó en la hierba, relajándose entre las flores e insectos, dejándose llevar por el aroma a tierra húmeda y noche. La luna menguante se alzaba sobre su cabeza, y rodeada de estrellas parecía acogerle con cariño.

Cerró los ojos y suspiró.

Tenía sentimientos encontrados en ese lugar. Nostalgia y paz; a veces se colaba un pedacito de ansiedad. Pero por descabellado que sonara, tal vez por su yo pasado, no quería dejar de sentir aquello. Se aferraba a un pasado que no recordaba ni quería recordar.

Esos sentimientos lo hacían sentir Kaname.

 

 

*

*

*

 

 

Se tronó el cuello, estiró los músculos de los brazos y soltó despacio el aire retenido. Miro de rojo al castaño a su lado, verificando si hacia correctamente los estiramientos.

Hace poco más de dos semanas que había empezado a entrenar a Kaname y se llevó una grata sorpresa al comprobar que sus habilidades de pelea seguían intactas; el corazón puede olvidar pero el cuerpo siempre recuerda. Era la explicación del porqué pudo con tres niveles E, armado solo con un fierro oxidado.

Se dedicó a reforzar lo básico y poco a poco subían de nivel. Calculaba que en dos meses su musculatura se fortalecería lo suficiente como para protegerse por sí mismo. Al menos de humanos.

—Repasemos lo de ayer.

Dicho eso se sumergieron en otra jornada de enteramientos. A pesar de ser humano, Kaname, era muy ágil; daba golpes certeros en lugares precisos. Le enseñaba a aprovecharse de la fuerza del oponente a su favor, y el castaño dominaba por completo aquello. Parecía chiste que no se diera cuenta de su propio potencial, de sus verdaderas habilidades.

Lo que lo llevó a darse cuenta de algo: las técnicas que a veces ocupaba el castaño no eran normales. Muchas veces le tomó desprevenido con técnicas que sólo había visto en los Sarkans, una rama de la mafia rusa, una familia de sicarios a quienes la palabra "profesional" quedaba corta; eran los únicos humanos capaces de hacerles frente a un nivel D sin mayor problema; su forma de entrenamiento podía definirse como brutal. Si Kaname hubiese tenido un arma anti-vampiros mientras lo atacaba podría haberlo matado.

¿Por qué Kuran conocía esas técnicas? ¿Por qué un sangre pura debería aprender a asesinar, pudiendo sólo con su aura eliminar a quien quisiese?

Una curiosidad creciente se asentaba en su pecho. Kuran jamás había mostrado todo su poder. ¿Por qué no hacerlo? ¿Qué se lo impedía?

Miles de preguntas se formulaba en su mente y el único que tenía respuestas no recordaba quién era. Y tampoco quería que lo recordara.

—Papá.

Su mente volvió a la realidad de golpe. Ren estaba de pie en el marco de la puerta.

—Continuaremos mañana. —Sentenció revolviendo con suavidad el cabello castaño. Kaname solo asintió, con sus mejillas rojas y una ligera capa de sudor por el esfuerzo. La imagen le causaba ternura, era como volver en el tiempo a esa época donde sus hijos eran pequeños e inofensivos.

Ren ladeo ligeramente la cabeza, pensativo. Su padre actuaba extraño, pero prefería eso a que fuera borde con el castaño.

—¿Ocurrió algo?

El menor desvió la mirada a Kaname y la posó nuevamente en su padre, pareció dudar por unos segundos.

—Kaito llamó. Los informes que esperabas llegaron.

 

 

*

*

*

 

 

Dejó los últimos reportes a un lado. Para su mala o buena suerte, diversos ataques misteriosos se habían presentado. Solo fueron tres, pero en un rango de dos semanas era demasiado. Lo que más le perturbaba era el hecho de que no fueron detectados a 50 metros de la asociación; las barreras debieron haber alertado de vampiros, el propio metal madre debería haber reaccionado, pero nada. Algo hacia que esos niveles E fueran invisibles para sus sentidos.

Le dio un vistazo a su reloj de muñeca; las 6:00 am. El sol aún no se dignaba a salir, tenía la libertad de dejar la ventana abierta permitiendo el libre paso a la brisa matutina, sin ser molestado por el sol.

Se levantó, inquieto. Había algo que lo molestaba. Tenía una opresión molesta en el pecho, esa que sientes cuando sabes que algo malo pasará. Un mal presentimiento.

Tomó instintivamente a Bloody Rose y quitó el seguro. Algo andaba mal.

En guardia y a paso lento, de acercó a la ventana. Con todos los sentidos alerta comprobó el perímetro. Con una mano deslizó el cristal corredero de la ventana, observó, y de un saltó cayó en la hierba. Retomó la postura defensiva.

Su cuerpo vibró cuando la sintió; una presencia fuerte, avasalladora y aterradora. Muy aterradora. Los vellos del cuerpo se le erizaron y por un momento se paralizó. Todo duró apenas un segundo. Sólo por un segundo sintió apenas un susurro de aquella presencia.

Y desapareció.

Desapareció la presencia y la desagradable sensación de sentirse observado. Su corazón latía desenfrenado y, sin siquiera detenerse a pensar en sus acciones, se levantó de un saltó y corrió dentro de la mansión.

Tenía que ver a Kaname.

En 3 segundos estaba en la habitación del castaño. El miedo que hace 4 segundo había sentido se quedó cortó comparado con el que sentía en ese momento. No veía el cuerpo del castaño por ninguna parte.

—Tranquilízate...Cálmate...

Respiró a bocanadas, y haciendo un esfuerzo titánico por controlar el pánico se concentró en la presencia del castaño.

Después de varios intentos lo consiguió. La sintió no muy lejos. Corriendo, nuevamente se dirigió a donde había sentido al castaño.

Con el corazón en la garganta y la pistola lista para ser usada llegó al muro de hortensias; se abrió paso entres las ramas sin importar las cortaduras de sus brazos o el dañar su preciado jardín.

Y ahí lo vio. Recostado en el pasto, rodeado de puntitos amarillo flúor.

—¿Zero?

El oxígeno ingresó a sus pulmones.

Jadeo, recuperando de apoco el ritmo normal de su corazón. Bajó el arma y se dejó caer al lado del castaño, aliviado.

— ¿Estas bien?— la voz preocupada del castaño lo hizo volver a la realidad.

—Sí. —Su voz salió un poco ahogada.—Solo, no sentí tu presencia en la mansión. Pensé que te había pasado algo.

—Lo siento, no podía dormir—Kaname lo miró avergonzado. No había sido su intención preocuparlo.

Lo miró fijamente; el mayor tenía la mirada puesta en sus nerviosas manos y estaba muy tenso, no más que él mismo. Sin siquiera meditarlo, paseo su mano por los castaños cabellos. Una ráfaga de tranquilidad aún más grande que cuando lo vio a salvo le lleno por completo, destensando cada uno de sus músculos de paso.

Inevitablemente un suspiro escapó de sus labios.

—Para la próxima, avísame. No puedo protegerte si no sé dónde estás.

—¿Protegerme? ¿H-Hay niveles E por aquí?—el castaño alzó la mirada temeroso, mirando de reojo a todas partes.

Se golpeó mentalmente por su estupidez.

—No. —Pasó una mano por su cabello, despeinándolo.—El trabajo me tiene paranoico. No te preocupes.

Un largo silencio se expandió entre ambos.

Se acomodó al lado del castaño, sentándose a lo indio, disfrutando del aroma de las flores. Debía admitir que ese pequeño espacio daba la sensación de seguridad.

Con la mente en frío analizó lo ocurrido. Había sentido una presencia extraña, poderosa, en los jardines. Y en vez de correr donde sus hijos, salió disparado a buscar al castaño. Estaba claro que Kaname era el más débil de todos, necesitaba protección...pero eso no explicaba el hecho de que en tal situación debería velar primero por sus hijos, comprobar si ellos estaban a salvo.

Tal vez fue su instinto paternal. Sí, seguramente fue eso. Kaname tenía muchas similitudes con Ren y Mitsuki, ahora que era consciente de la condición actual del mayor y que había comenzado a verlo como un niño, lo más lógico sería que inconscientemente lo viera como uno de sus hijos.

Él, Kiryuu Zero viendo a Kuran Kaname como un hijo. Que bizarro.

Ni en sus más locos sueños lo imaginaría.

Kaname, ajeno al debate mental del cazador, no pudo evitar mirar con curiosidad el arma que descansaba en la mano de Zero. No había tenido tiempo para mirarla detenidamente. Le parecía simplemente hermosa. Quien fuera que haya fabricado esa pistola, le tiene que haber tomado mucho tiempo y dedicación.

—Es un arma anti-vampiros.

—¿Puedo tomarla?—la pregunta salió en automático. Sentía una extraña necesidad de tocarla, de tenerla al menos una vez en sus manos. No se explicaba el por qué. Una fuerza misteriosa, quizás su yo pasado, le gritaba que la tomara.

El cazador lo miró fijamente, analizando sus intenciones. Había un brillo de curiosidad en la mirada del castaño. Apretó el mango entre sus dedos y finalmente, contra todo pronóstico y luego de ponerle el seguro, le tendió a Bloody Rose.

Él jamás le daría su arma a cualquiera que la pidiese, pero de alguna forma sabía que el oji borgoña no le dispararía. Confiaba en él, aunque ni el mismo entendiera de donde venía tal confianza.

Kaname la tomó con sumo cuidado, estremeciéndose en cuanto la tuvo en sus manos. Era como estar en casa, como abrazar a un viejo amigo que no has visto en años. Acarició con la punta de los dedos cada parte del arma. La conocía. Reconocía el peso y la textura del metal. Había estado en sus manos antes.

—Se llama Bloody Rose.

Bloody Rose, serás las cadenas que me aten eternamente a mi misión.

—Las cadenas que me atan a mi misión.— murmuró sintiendo un destello de comprensión. Era su arma. Bloody Rose fue su arma.—Yo la cree.—no sabía cómo pero estaba seguro de ello.

—¿La creaste?—no había perdido detalle de Kuran desde que tomó la pistola. Menos aún las palabras que había susurrado, o el aparente estado de trance en el que se encontraba. Apretó su hombro con una mano, llamando la atención del mayor.— ¿Reconoces a Bloody Rose?

—Creo que en algún momento fue mía.-miró fijamente a Zero.—No, estoy seguro que fue mía. De hecho...yo la forje.

—¿Qué quieres decir?

—No sé cómo ni por qué, pero realmente siento que yo hice esta arma.

Zero frunció el ceño, pensativo. El Kuran Kaname vampiro, había vivido en la época de Kaien; el director le contó que había conocido a Kaname cuando era un niño; claro que siendo vampiro el ser un "niño" le tomaría sus buenas décadas. Pero Bloody Rose, por lo que tenía entendido, había pasado de generación en generación en la familia Cross, cientos de años. Era prácticamente imposible que Kuran la hubiera creado si el arma existía aún antes de su nacimiento.

A menos que ese no fuera su nacimiento.

El hecho de que el recuerdo de su madre no fuera Kuran Juri, cobraba más sentido.

 

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado el capítulo. ^W^

Hace unas semanitas comencé a subir la historia en Wattpad, bajo el mismo nombre y el seudónimo de “Zils”. Por ahora esta hasta el capítulo 5. En Wattpad la historia estará siempre un capítulo atrasada, pues como aquí es donde comencé a escribir, aquí es mi prioridad actualizar.

Al igual que la vez anterior, no puedo darles una fecha exacta de actualización. La verdad es que estoy pasando por un momento medio depre… Es que ¡Odio mi carrera! (Tenía que decirlo.) Estudiar algo que detestas y saber que te dedicaras a eso toda tu vida, es simplemente deprimente. Además estoy en exámenes, todos son orales y es muchísima materia.

¡Yo quería estudiar literatura! O diseño gráfico, no derecho….pero bueno, la vida es así. Basta de quejarse.

Muchas gracias a todas las personitas que han leído y comentado la historia (un abrazo de oso especial para ti, Zaphire <3) Realmente me hace muy feliz que comenten, me da ánimo para seguir escribiendo.

Un abrazo de oso, que tengan una lindo día y nos leemos luego.


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