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MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

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Notas del capitulo:

Hola.

Sé que ha pasado un largo tiempo, me siento muy apenada, pero han ocurrido algunas cosas, que podrían considerarse de fuerza mayor, tuve familia en el hospital, pero ya está todo bien. Mucho trabajo y bueno, ya saben todo lo que se suele decir por aquí, pero los últimos días estuve trabajando en el capítulo y aunque me urgía que lo tuvieran tampoco quise hacerlo muy atropelladamente.

Sólo me queda esperar que lo disfruten. 

... pero antes unos pequeños datos que servirán para exclarecer algunas cosas:

Kowloon de aimashou es un dorama que Ryuichi protagozó en el 2002, cuando vi que encajaba con el tiempo del fanfic no pude resistir utilizarlo para la trama. 

La trama va más o menos así: Ryuichi es un empresario que es enviado a la ciudad de Kowloon que está en Hong Kong, ahí conoce a una chica de su misma empresa con la que tiene una relación, luego ella regresa a Japón y después Ryuichi también es trasladado, cuando llega descubre que ella es la novia de su jefe xD

Ahí le dejo, cuando yo lo vi sufrí mucho y asinceramente no me gustó, si amas a Ryuichi no te gustará verlo sufrir así, para eso mejor mi fanfic jajajaja 

 

Las dejo leer: 

 

 

 

Capítulo 20: Como azúcar…

 

 

Te voy a abrazar

Voy a buscar dónde encontrar la verdad en la no frecuentada noche

No puedo ver una salida a este laberinto…

No puedo ayudarte más que tomando suavemente tus labios

Todo el mundo olvida la parte feliz de sí mismos

Hay una débil luz en este laberinto, no me dejes…

 

 

Me encontraba dentro de la cabina de grabación haciendo las últimas pruebas de sonido antes de grabar definitivamente mi nueva canción “Sugar lady” cuando vi entrar a mi manager, colocarse frente a mí y comenzar a enseñarme el reloj de su muñeca. El tiempo para ir a nuestro compromiso había llegado.

 

Bajé del auto y caminé tras mi representante que ya estaba a punto de ingresar al edificio. Pude darle alcance cuando se detuvo frente al elevador. Yo había permanecido en silencio casi todo el viaje y aunque trataba de entablar una conversación lo suficientemente fluida para no hacer notar mi nerviosismo, la verdad era que no podía.

Entramos al elevador y cuando pensaba en las palabras que pudieran romper el silencio, mi representante me liberó de aquella carga.

—Estoy segura de que esta experiencia te servirá mucho en tus interpretaciones musicales. Después de todo en ellas tienes que actuar también. ¿No era el Ryuichi de Luna Sea un personaje? Incluso hablabas distinto a como lo haces ahora.

Pronto deseé que mejor se hubiera quedado en silencio. Aquel comentario no me agradaba en nada. Era verdad que en ocasiones, al menos en el principio de la banda, no era muy autentico, pero no porque quisiera ser un personaje… más bien era… un escudo.

Pero al cantar todas mis emociones son reales.

Entramos en el estudio. Se veían personas yendo de un lado a otro. Los camarógrafos se aseguran que sus enormes cámaras se encontraran en perfecto estado. Las luces eran acomodadas también y al fondo algunas paredes del set estaban siendo colocadas. En cuanto nos vio el productor se acercó a nosotros

—Me Alegra que hayan llegado ya. —Me extendió la mano. Parecía un directivo como los de la disquera: traje, corbata y una calva incipiente.

Las presentaciones de formalidad ocurrieron rápidamente. Fueron reunidos al centro del set de filmación las personas que se encontraban ahí, que en su mayoría era el personal técnico. Recordé la sensación de ser un alumno nuevo en la primaria a mediados del semestre. Recordé en el momento en que al presentarme dije “Nakano” en lugar de “Kawamura” y la cara de desconcierto en mis compañeros cuando tuve que corregirme. Quizá se preguntaban cómo era posible que alguien se pudiera confundir con su propio apellido; después pude darme cuenta que eso suele ocurrir con los hijos de padres divorciados, pero eso no sirvió de mucho consuelo.

Afortunadamente ya no había errores al respecto. A más de treinta años de portar el apellido Kawamura ya no había posibilidad de equivocación. Mi personalidad había hecho una simbiosis con aquel nombre que ahora me pertenecía por completo.

Hacía varios años que no pensaba en aquello, pero siempre me ha parecido curioso cómo es que cosas pequeñas aparentemente insignificantes pueden hacer recordar hechos tan lejanos.

Del circulo de personas que me rodeaba mientras me presentaba ante ellos, de pronto apareció una mujer que vestía un traje sastre blanco muy elegante, su cabello era muy corto y con un caminar que me recordaba al de las modelos, fue acercándose en la dirección que yo me encontraba.

—Al fin está aquí. Le pedí que viniera sólo para conocerlo —escuché la voz del productor y pronto lo vi aproximarse hasta la mujer.

Ella le sonrió y se enganchó a su brazo; sin tardanza ambos se acercaron hasta donde me encontraba.

—Kawamura-san —escuché nuevamente la voz del hombre— Le presento Yuriko Ishida quien se encargará de compartir el protagónico del programa con usted.

Ambos hicimos la reverencia de rigor y ella me dirigió una sonrisa que yo correspondí.

—Vaya. Podría ser un problema que no haya tanta diferencia en sus estaturas, con unos zapatos de tacón alto Yuriko-san podría parecer más alta. —Expresó el productor ahora que nos veía uno parado junto al otro.

—Lamento darle estas molestias productor. Me siento muy avergonzada. Espero que no desee prescindir de mí por este detalle de ser una mujer gigante y poco femenina. —Ella se expresó en tales términos, pero por la forma en que lo había hecho quedaba de manifiesto que no tenía ninguna duda sobre su belleza.

—No digas eso Yuriko-chan. No hay una actriz más hermosa que tú en estos momentos. Por eso te elegí a ti.

—Me alegra que no desees privarme del honor que tendré al trabajar con Kawamura-san.

—El honor será mío Ishida-san. Espero que mi falta de experiencia en la actuación no le cause muchos problemas; además creo que yo soy quien no está muy alto.

 —Estoy segura de que no tendremos ningún inconveniente trabajando juntos —colocó su mano sobre uno de mis hombros— He podido verlo por televisión en algunas ocasiones y me parece que se desenvuelve muy bien en el escenario. Seguramente ahora lo hará de la misma forma.  

Ishida-san sonreía de de cuando en cuando al hablar, pero no parecía una sonrisa falsa, aunque hablaba de forma muy cortés, sus modelas eran un tanto más desenfadados, lo que transmitía confianza y quitaba la mucha o poca incomodidad que generalmente se presenta en los primeros encuentros.

Mi manager y yo recorrimos el set en compañía de Ishida-san y del productor. Casi todos los escenarios que utilizaríamos para el drama estaban listos. Las primeras escenas que grabaríamos serían al exterior, en la bahía de Tokyo, cosa que incrementaba mi nerviosismo pues seguramente habría muchos medio infiltrados.

Poco tiempo después nos encontrábamos con la misma compañía comiendo en un restaurante cercano a la televisora. Un lugar privado que solían frecuentar los actores y conductores, al que yo había asistido con mis compañeros de la banda después de algún show. Mi manager y el productor discutían algunas cuestiones del itinerario, así que la actriz comenzó a hablar conmigo.

—Kawamura-san, espero que no sienta demasiado nervioso por esto. —Sacó una cajetilla de cigarros y me ofreció uno, yo me negué pues estaba tratando de dejarlo, pero encendí el suyo con su propio encendedor.

—Mi mayor temor es defraudar a misa fanáticas.

—Por eso no debe preocuparse, ellas lo adorarán aunque lo haga terrible.

—Bueno, eso es un gran consuelo.

—Diviértase con esta experiencia y no se preocupe por nada. Yo lo ayudaré en cualquier duda que tenga. Permítame ser su guía en este pequeño mundo del que conozco un poco más.

—No puedo rechazar esa oferta. La verdad es que necesito toda la ayuda que pueda recibir.

—No sea tan inseguro. Tiene mucho talento —el humo escapaba despacio entre sus labios—. El productor no sólo lo eligió por ser el cantante de moda, también porque sabía que podría lograrlo.

—Es usted muy amable, espero no decepcionar las expectativas de nadie.

—Como le dije antes: no se preocupe, sólo disfrute. —Terminó su cigarro.

Los platos llegaron y comimos en silencio.

 

 

— ¿No estuvo tan mal la presentación, no? —llevaba a la manager en mi auto a su casa.

—Fue mejor de lo que esperaba. Temía que no recibieran con agrado a alguien que no sabe nada de actuación como yo.

—Bueno… tanto como nada. Llevas casi dos meses tomando clases todos los días y eso deberá servirte de algo— ¿Te gustaría que celebremos con una copa el inicio de tu nuevo trabajo?

—Lo siento. Hoy tengo algo muy importante que hacer. ¿Está bien si lo dejamos para otro día?

— ¿En serio? ¿Qué es eso importante?

—Es un secreto.

— ¿Secreto? Bueno, pero asegúrate de que nadie te fotografíe con una chica.

—Te aseguro que no ocurrirá así.

—Aunque si es Ishida-san quizá sirva como publicidad. —Ella se rió y yo también, mientras supliqué porque no lo fuera a tomar como idea en serio.

Después de dejar a mi manager en su casa fui directo a la mía. Entré rápidamente, encendí todas las luces y también rocié aromatizante en todo el lugar. La noche anterior la había pasado limpiando pero volví a  verificar que todo estuviera en orden. También me cercioré de que no hubiera ropa interior tirada en el baño.

Todo perecía en su lugar y aún así yo no podía permanecer tranquilo. Daba vueltas por la estancia pensando en qué podía haber olvidado cuando el sonido del timbre de la entrada me hizo dar un salto.

— ¡Ya llegó! —corrí hasta la puerta y la abrí.

No hubo sorpresa al ver a la persona que apareció frente a mí. Tal como lo había supuesto, tal como ya lo sabía; Hiroshi estaba ahí cargando un par de maletas. No se trataba de nada sorpresivo y sin embargo, mi corazón latió como si hubiera recibido el mayor de los asombros. Casi sentí que podía escapar así que me abracé con fuerza a esa persona frente a mí y de esa forma sentí como tras nuestros pechos, nuestros corazones chocaban al latir y se mantenía cada uno en su lugar.

—Pasa por favor —le ayudé con una de sus maletas y ambos entramos a la casa, aunque él un poco después ya que sus pasos eran lentos y apenas se notaban sobre la madera.

Me giré para verlo y lo vi sosteniendo el equipaje fuertemente contra su pecho como un niño pequeño que llega recién a una escuela nueva.

—Hiroshi-kun. Ahora ésta es tu casa.

—Gracias, trataré de no dar muchas molestias —levantó un poco más la maleta para ocultar su rostro.

No me parecía justo, aquel gesto me ponía completamente a su disposición y voluntad. Me aproximé a él y retiré la maleta de su cara.

Retiré la maleta de su rostro y lo miré atentamente, por alguna razón estaba muy rojo. Era demasiado adorable para ser verdad.

—Te voy a besar y tú lo provocaste. Yo soy inocente —me acerqué despacio a sus labios, hice lo que había dicho y tras apartarme despacio acaricié su rostro. —Has estado aquí en muchas ocasiones, incluso… para pasar la noche. No tienes por qué estar tan nervioso.

—Es diferente. Ahora vine a vivir contigo. Claro que estoy nervioso. Te vas a dar cuenta de todos mis malos hábitos. ¿Qué tal si me huelen los pies y yo no lo he notado porque estoy acostumbrado al olor y entonces a ti te resulta molesto y terminas botándome?

No pude evitar que sus tribulaciones hicieran que soltara una carcajada.

— ¡Ryuichi, es muy cruel que te rías así de mí! Esto es muy serio.

—Lo siento, no fue mi intención. Pero te juro que no te huelen los pies. Has pasado las suficientes noches aquí para dar constancia de eso.

—Quizá tengas razón. Pero si llegan a olerme los pies promete que me dirás de inmediato para comprar talco.

No pude evitar reírme de nuevo, pero para su tranquilidad, logré hacer la promesa en medio de la risa.

 

Lo conduje hasta mi habitación aunque él ya conocía perfectamente el camino. La mayoría de sus cosas ya se encontraban en la casa. Su sofá inflable y sus consolas de juegos estaban ya acomodados en la estancia. El resto de los muebles pertenecían a la arrendataria del departamento. Sólo faltaba guardar lo que llevaba en las maletas.

Me encargué de acomodar las últimas prendas recién llegadas en el closet y le expliqué cómo estarían acomodadas las cosas y cuál era el espacio que nos correspondía a cada uno. De pronto lo vi acercarse a mí y sus brazos me rodearon.

— ¿Cómo podría pagar el trato tan especial que me ha brindado, Kawamura-san?

—No dejes la ropa interior tirada en la habitación. Eso será suficiente para mí.

—Parece una misión casi imposible. Pero haré todo lo que esté en mis manos.

Sus palabras me hicieron reír una vez más mientras pude sentir cómo me tomó por la cintura. Me estrechó con firmeza y yo llevé mis manos hasta sus mejillas, para finalmente besar sus labios.

Al igual que él yo también tenía miedo, pero mi mente no temía por mis pies, sino por los malos olores que pudiera haber dentro de mí. Esos que eran más aun difíciles de quitar, esas que nos podían lastimar… que podían lastimarlo.

Pero ya no quería gastar más tiempo en dudar. Quería que ambos estuviéramos cada vez más y más al interior del otro. Si alguien iba a conocer lo más escabroso de mí, debía ser él, al igual que yo deseaba conocer cada rincón de su ser, lo más oscuro, donde anidaran los murciélagos de su alma.

 Cociné por primera vez una cena para él y para mí con la conciencia de que nos encontrábamos en nuestro hogar. Preparé huevo frito con pan tostado y café con leche. Comimos mientras permanecíamos sentados uno al lado del otro, intercambiando sonrisas tras nuestras tazas. Aunque ya en más de una ocasión nos habíamos encontrado así, todo parecía ser nuevo, los muebles de la casa parecían tener colores más cálidos.

Podía sentir las paredes temblar con cada latido de nuestros corazones. 

 

— ¿Mañana qué harás? —me preguntó mientras se sentaba en la cama tras salir del baño.

—Iré a un programa de televisión. Daremos los detalles del drama —salí del baño también mientras frotaba mi cabello con una toalla para secarlo. Ambos llevábamos puestas únicamente las batas de baño.

—Al final sucumbiste a los encantos de convertirte en un aclamado actor.

—No digas eso. Seguramente el resultado será terrible. Algo me dice que me arrepentiré toda la vida de haber aceptado ese trabajo.

—No creo que quedes tan mal como actor, pero si no querías hacerlo no hubieras aceptado. —Tomó una de mis muñecas y me jaló hacia él suavemente para después sentarme en sus piernas. Con mis manos rodeé su cuello.

—Mi manager no me dejaría en paz si no aceptaba y de hecho eso fue lo que pasó. Sólo será un corto periodo de tiempo y acomodaron los horarios de grabación para que concordaran con mi agenda.

— ¡Pobre de mí! ¿Ahora qué voy a hacer? Mi Ryu-chan va a estar abrazando y besando a alguien que no soy yo y además será transmitido por televisión… ¡yo soy la única víctima aquí! ¡Pero éste es mi Ryu y de nadie más!—me estrechó con fuerza contra su cuerpo.

—Qué tonto eres… —escondí la cara en su hombro. Sentía un poco de pena al oírlo hablar así, sentía un poco de pena al sentirme tan feliz…

—Creo que no soy tan tanto, porque pude fijarme en ti. Yo me pregunto por qué nadie había podido descubrir eso tan obvio.

— ¿Descubrir qué?

—Que eres la mejor persona del mundo, la más tierna, la más buena.

Llevé mi mano hasta una de sus mejillas y la acaricié. Mi visión se empañó de pronto y sus facciones se fueron perdiendo por las lágrimas que nacían y llevaban su existencia a través de mi rostro, pero los sentimientos estaban más nítidos que nunca.

Lo abracé con fuerza pues el contacto con su cuerpo me hacía tener la certeza de que todo era real. Él estaba ahí conmigo en aquel momento y esa era una verdad absoluta contra la que nadie podría ir. Pasara lo que pasara aquel momento era nuestro. Mis lágrimas eran suyas y si era posible quería que su corazón se conservase sólo para mí.  

—Eres tan extraño —le dije mientras él limpiaba mis lágrimas.

—Soy demasiado extraño como para saber en qué sentido lo dices.

—Eres extrañamente de ensueño, extrañamente perfecto.

—No soy perfecto, pero si soy la persona de tus sueños es suficiente para mí.  

—Eres como azúcar…

Me despojó de la bata de baño y yo hice lo mismo con la suya, sin la interferencia de las ropas, nuestras pieles entraban en contacto y se acariciaban la una a la otra, con los labios, con las manos, con los pies, con nuestras cejas y pestañas. Las partes de nuestros cuerpos se confundían las unas con las otras y un momento perdimos las nociones físicas de nuestra individualidad. Ya siendo una nuestras mentes, los cuerpos se buscaban con anhelante vehemencia, pues lo natural era que se volvieran uno también.

  

Por la mañana cuando abrí los ojos lo primero que pude contemplar fue a él durmiendo a mi lado. Su respiración era profunda y espaciosa, pero completamente libre, como si se encontrara perfectamente relajado.

Sus labios estaban entreabiertos. Un poco del blanco de sus dientes se asomaba. Miré su pequeño mentón y coloqué un dedo índice en el hoyito que se formaba entre éste y sus labios. Traté de acariciarlo lo más suave posible pero aún así el soltó apenas el nacimiento de una risa suave y yo retiré la mano.

Se trataba de un ser humano quien estaba ahí a mi lado. Su figura formaba un contorno bajo las cobijas que irradiaba calor de sangre recorriendo su cuerpo, de corazón palpitando, de pulmones conteniendo aire, de riñones limpiando su organismo. Sus cabellos esparcidos por la almohada parecían bifurcaciones de distintas posibilidades. Destinos diferentes de los que no importaba qué sucedieran, terminarían desembocando en mí.

Me incorporé para dejar un beso justo en medio de sus ojos, donde su nariz comenzaba a formarse. Tomé el cuaderno y la pluma que se encontraban en el cajón de mi buró y revisé las anotaciones que hace tiempo había hecho mientras pensaba en él. Ahora esas notas se habían convertido en una canción. Junté mis rodillas y recargué la cabeza en éstas para seguir contemplándolo.

Al incorporarme nuevamente, me di cuenta de que había transcurrido ya una hora desde que lo contemplaba, así que abandoné la cama pues ese día comenzaban muy temprano mis compromisos de trabajo. Escribí una nota en el cuaderno para él y lo dejé a su lado.

 

 

 

El estudio de televisión no quedaba muy lejos y pude llegar en pocos minutos. Participaría junto a mi coprotagonista en la primera presentación formal del drama antes de que comenzáramos con las grabaciones.

—Sé que no hace mucho que se conocen, pero me gustaría que mostraran familiaridad frente al público. —El productor conversaba con nosotros dentro del camerino que me habían designado.

Aquellas palabras me preocuparon un poco pues no sabía exactamente a lo que se refería con “familiaridad” y quizá algo se notó en mi rostro porque Ishida-san agregó de inmediato:

—No te preocupes Kawamura-san, yo me encargaré de guiarte —me tomó del brazo— sólo no vayas a poner caras extrañas si sientes que me acerco demasiado a ti y que invado tu espacio personal.

—Nunca haría eso. Al contrario, disculpe mi ignorancia y le agradeceré que me guié en estos asuntos.

—No se preocupe. Yo me encargaré de todo. —Ella me sonrió. Su rostro reflejaba completa seguridad.

En ese momento llamaron a la puerta y anunciaron que faltaban escasos minutos para salir al aire, así que ambos nos dirigimos al foro de grabación.

 

—Entonces Kawamura-san ¿Cómo se siente al aceptar este nuevo reto en su carrera? —Preguntó uno de los dos conductores del programa.

Mi compañera y yo estábamos sentados en un sillón de estampado gris y frente a nosotros en un sofá del mismo color, los conductores que vestían sudaderas y pantalones holgados. 

Para mí esos hombres eran personas ya conocidas, pues con Luna Sea solíamos frecuentar aquel programa cuya dinámica consistía en ponernos en situaciones vergonzosas mientras ellos se reían de nosotros; pero nos permitían interpretar un par de canciones completamente en vivo así que representaba una gran ventaja para nosotros.

—Estoy un poco nervioso. Espero que mi público pueda disfrutar de este nuevo proyecto.

—Yuriko-san. ¿Usted qué opina del desempeño de Kawamura-san? ¿Es un buen compañero?

—Kawamura-san lo hace de forma maravillosa —contestó, aunque en realidad el trabajo de filmación no había comenzado. —Creo que hasta ahora es el mejor compañero que he tenido para trabajar, pues no es engreído como esos actores que creen saberlo todo.

Yuriko Ishida ella sí era una actriz profesional y además en ese momento gozaba de gran fama y popularidad. De hecho era ella quien llevaba el crédito principal de la historia.  Sentía cierta tranquilidad al pensar que a su lado ella podía acaparar la mayoría de las miradas.

— ¿Quieres decir que Kawamura-san se deja guiar por tus consejos?

—Así es. Kawamura-san se convertirá en mi obra maestra al finalizar la grabación del drama —me tomó por la muñeca y de inmediato se escucharon exclamaciones del público.

— ¿Tú qué tienes que decir al respecto Kawamura-san?

—Me siento honrado por estar bajo la tutela de la mejor actriz de Japón. —Dirigí mi mirada hacia ella y le sonreí pensando que aquella era la familiaridad de la que hablaba el productor y a juzgar por las nuevas exclamaciones del público, que de nuevo se escuchaban, no estaba equivocado.

—Kawamura-san, hablemos un poco del tema introductorio del drama. Obviamente usted es quien lo interpreta, además de ser el compositor. ¿Puede adelantarnos algo más de información?

—El tema del drama lleva por nombre “Sugar Lady”, que también será mi próximo sencillo. Lo podrán escuchar el inicio del drama y posteriormente será lanzado en su formato de CD.

— ¿Es una canción que compuso pensando en la trama del drama?

—Cuando la compuse no tenía mucha idea del guión, pero cuando los productores escucharon los avances pensaron que encajaría bien como tema principal.

— ¿En qué era lo que pensaba cuando compuso la letra de la canción?

—Creo que la mayoría de las veces tenemos ciertas expectativas sobre la persona a la que amaremos, pero a veces podemos conocer a alguien que no encaje demasiado con esa idea y pasa que sin darnos cuentas todas esas expectativas se ciñen a esa persona, entonces termina pareciéndonos mejor aún de lo que habíamos imaginado…

—En pocas palabras… —fui interrumpido por Ishida-san al mismo tiempo que colocaba su mano sobre la mía—…yo me encargaré de convertirme en la “Sugar lady” de Ryuichi-san, claro, al menos en el drama.

—De verdad que hacen una bonita pareja. Seguramente disfrutaremos mucho de ustedes en pantalla.

—Estoy seguro de que también tendré que esforzarme para conquistarla. —le sonreí, pero mis pensamientos se trasladaron de inmediato a Hiroshi, pues era para él que yo había compuesto aquella canción, aunque le había tenido que hacer adecuaciones para que encajara con el drama.

Pero toda la sustancia que volvía a aquella letra bella y que le daba significado, todo lo que podría hacerla alguna vez perdurar en el tiempo, venía de Él.

—Bueno. ¿Por qué no en lugar de que sólo hablemos del tema “Sugar lady”, Kawamura-san no lo muestra?

Aquellas palabras de uno de los conductores era la señal. Esa noche también interpretaría por primera vez ante el público la canción. Por aquella misma razón le había dejado la nota a Hiroshi pidiéndole que leyera mis anotaciones y avisándole del programa. Esperaba que de verdad estuviera viéndome en ese momento.

Mientras cantaba recordé que el arte se presenta frente a todos en forma de espejo y todo lo que podemos mirar en éste y que puede hacer estremecer nuestro corazón estará relacionado con nosotros mismos. Por un momento creemos en la magia, pensando que el autor ha sentido lo mismo que nosotros, y probablemente es así, pero muchas veces; la propia vanidad de aquel artista le hace conservar un pedacito sólo para él de lo que ha creado, el trazo oculto en la esquina inferior de la pintura que le permite pensar en que aquello que ha dejado brotar al mundo aún le pertenece. Ese secreto que había hecho temblar su mano y su cuerpo ante la intensidad de la emoción, mientras escribía su poema y que nunca revelaría nadie. Eso que lo hacía aún sentirse dueño del mundo; y aunque yo no tenía la suficiente soberbia para creerme un artista, ni para pensar que mi canción podía ser arte. Me sentía feliz al pensar que mi composición guardaba un secreto que sólo yo podía saber y ese secreto era Hiroshi. Quizá de ahora en adelante habría tantas “Sugar ladys” en Japón como personas escucharan la canción, de hecho eso era lo que deseaba, pero por siempre sabría que mientras mi mano trazaba la combinación de palabras que brotaba de mi cabeza, era Hiroshi en quien pensaba.  

 

Abrí la puerta y entré a casa y antes de que estuviera en mi campo visual sentí sus brazos rodearme y jalarme hacia él. Sus labios cálidos se adhirieron a los míos.

—Ryuichi —dijo en un susurro cuyo aire exhalado acarició mi cuello y me hizo temblar.

Entre sus labios mi nombre tenía sustancia, peso, volumen y poder. Era algo real y tangible. Era yo compactado en una sola palabra, era el resumen de mí mismo adquiriendo sentido. Era yo naciendo una y otra vez de sus labios. Era él regalándome la existencia una y otra vez.

Mis dedos encajaban perfectamente en el espacio entre los suyos cuando se entrelazaban.

—Esa canción… ¿Es mía verdad?

—Es completamente tuya… Quería que la escucharas.

—Aunque no quedó tal cual como la tienes en tus notas.

—Tuve que hacerle algunos cambios para el drama. Pero lo hice para que todo el mundo pudiera escucharla.

— ¿Así que yo soy tu “Sugar lady”? ¿O voy a competir con aquella actriz?

—No seas tonto. No hay nadie que pueda competir contigo.

Hiroshi había descubierto mi secreto, por fortuna, mis pretensiones sobre guardar secretos acerca de mis canciones no lo cubrían a él; pues entre más supiera de mí me sentía más feliz. Ahora tenía la sensación de que si había algo que no compartía con él, entonces ese algo no existía.

Si algo no podía confirmarse en él no era real.

—Es la primera vez que alguien escribe una canción para mí… —llevó mis manos a sus labios y primero besó una y luego besó la otra.

—Será la primera de muchas… de todas las canciones. Toma todas las que he hecho hasta ahora y las que haré en el futuro. Son tuyas.

El sonrió y acarició mi cabello, luego me besó en los labios y yo lo besé también. Cuando nos apartamos unos momentos más tarde, no pude evitar un sobresalto al ver su rostro bañado en lágrimas.

—Hiroshi… ¿Qué pasa? ¿¡Por qué estás llorando!? —Limpié su llanto con las palmas de mis manos. — ¿Te duele algo?  

Él negó con la cabeza y aspiró fuertemente. Su seño se fruncía cada que emitía un sollozo. Nunca lo había visto de aquella forma. Era la primera vez que lo veía llorar. Miré unos momentos su rostro atentamente y seguí limpiando sus lágrimas con mis dedos pulgares.

—Estoy feliz… —dijo de pronto en un susurro, apenas abriendo los labios. Solo lo escuché por lo cerca que estábamos.

Me abrazó con fuerza y mis pies dejaron de tocar el piso. Rodeé su cuello con mis brazos y nos besamos una vez más. Despacio. Quería sentir la suavidad de sus labios, recorrer cada una de sus pequeñas y suaves líneas.

Mi corazón, con la mayor intensidad de la que hubiera sido capaz antes, latió, saltó intensamente y podría jurar que también cantó, porque de ahora en adelante, cada momento sería así: cubierto por nuestros sentimientos más tiernos y dulces.

Protegidos bajo aquel techo y dentro de aquellas paredes que ahora llamábamos hogar, seríamos felices para siempre; y aunque mi idea podría parecer ingenua, creía en ella y la defendería ante cualquier cosa.

Valía la pena esforzarme por aquella persona.

 

 

En pocas semanas el desayuno se convirtió en una de nuestras costumbres. La mayoría de las ocasiones no disponíamos de tiempo para vernos a la hora de comer y muchas veces llegábamos demasiado tarde o a horas dispares como para sentarnos a cenar, pero el desayuno podía ser constante. Me encontraba preparándolo cuando Hiroshi bajó de la habitación.

—Buenos días. Ya está el desayuno.

—Lo sé, el aroma de tu deliciosa comida me despertó. Funciona mejor que el despertador. —Tomó el control del televisor y lo encendió.

— ¿Entrarás temprano hoy? —Llevé la tetera a la mesa.

—Tengo un poco más de tiempo. ¿Y tú? —Pasaba los canales, al parecer, sin encontrar algo que le interesara.

—Igual. Podemos desayunar de forma tranquila entonces.

— ¡Eres tú! —gritó tras al parecer encontrarme en el televisor y yo me pregunté cómo pudo haberlo notado pasando los canales tan rápido.

—Hace una semana que se estrenó el drama en el que está participando Kawamura Ryuichi-sama; que lleva por título “Kowloon de aimashou”[1] —hablaba una chica vestida como una lolita. Su forma de expresarse correspondía más al de una idol que al de una conductora. Probablemente era alguno de esos programas conducidos por cantantes.

—Están hablando de tu drama.

—Esta noche veremos el segundo capítulo. La semana pasada vimos que la protagonista, que es Yuriko Ishida-san, se está portando de forma muy mal con su compañero. Aunque dentro del drama ella lleva el crédito principal. No cabe duda de que la historia está hecha para que Kawamura-sama brille. —siguió explicando la conductora.

—No creo que sea tanto así. El personaje de Ishida-san lleva toda la carga dramática.

—Claro, porque te engaña. Yo comparto la opinión de la niña. Pobre Kotarou[2], no merece una novia así. Esa Kaoru[3] es una arpía.

No pude evitar sonreír, al parecer Hiroshi estuvo al pendiente del programa.

—Por el contrario, todo parece indicar que fuera del set los protagonistas del drama se llevan muy bien. Se les ha captado varias veces juntos. —continuó hablando la chica dentro del pequeño universo en la televisión.

En ese momento aparecieron en pantalla alguna fotos donde me encontraba con Ishida-san, la primera era en el estacionamiento del estudio y un par más donde nos encontrábamos en una cafetería.

Mi pecho se estremeció pero no como lo había estado haciendo últimamente, no era de felicidad. La cabeza me dolió y entonces dirigí la vista hacia Hiroshi, me di cuenta de que temía por lo que él pudiera decir, por lo que pudiera sentir. Su mirada era seria y entonces creo que dijo algo, pero no pude escucharlo.

 

 



[1] “Nos vemos en kowloon”

[2] Nombre del personaje de Ryuichi en el drama.

[3] Nombre del personaje femenino principal.

 

 

 

 

Notas finales:

Qué bueno es que Ryu sea tan feliz =3


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