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Tu silencio por valeeop

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La lancha surcaba el feroz oleaje sin temor, sin detenerse, solo avanzando, saltaba y se elevaba para luego caer salpicando y tomar la siguiente ola, el sol estaba en lo más alto, la brisa marina salada y fresca golpeaba sus rostros, el sonido de las aves se escuchaba a lo lejos, una bandada de pájaros marinos pescaba en los alrededores, bajaban en picada como poderosas lanzas de filo de diamante y volvían a alzar el vuelo, la mayoría de las veces con su premio en el pico. Sasuke era quién conducía la lancha y tenía a Naruto sentado en el regazo.

— ¡más rápido Sasuke! — pedía Naruto entre risas divertidas y gritos extasiados, viendo con los ojos brillantes el horizonte de cielo claro y el azul mar de oleaje tupido, la sonrisa del azabache se ensanchó ante la petición mostrando dos hileras de blancos dientes perfectos, quizá estuviera mal pensando las palabras del niño rubio, de su omega, de su pareja, de aquella enorme ternura contenida en cuerpo de un infante, prueba de esto era su creciente libido y su recién levantado miembro. Siguió las ordenes de Naruto y aceleró, el rugido del motor de la lancha fue incluso más ensordecedor que el propio rugido del oleaje, la adrenalina les envolvió y ambos rieron a carcajadas mientras poco a poco llegaban a su destino, asomándose por la línea del horizonte se podía ver el pico nevado de un volcán extinto.



— qué bonito… — susurró Naruto con su bolso a cuesta, llevaba solo un par de libros con los deberes escolares que debía realizar durante aquel puente festivo, ya habían llegado al muelle, la lancha estaba atada y se encontraban bajando el equipaje, Sasuke llevaba ropa y comida como para quedarse un mes completo a pesar de que solo estarían los cuatro días restantes antes de la coronación de Hinata, pero no quería que nada faltaran, estarían solos en aquella zona apartada de aquella isla del sur.

— esta isla pertenece al clan — explicó Sasuke terminando de bajar las maletas y echándoselas encima para empezar a caminar, Naruto iba detrás de él.

— ¿es de la familia? — preguntó Naruto con curiosidad mirando a Sasuke, el rubio omega estaba impresionado, ese lugar era enorme y bonito, el follaje verde de la selva tropical se extendía desde que terminaba el blanco y frio manto de hielo que cubría aquel volcán inactivo, la playa era grande de arena blanca como las perlas y el agua era tan cristalina como el vidrio de una ventana recién lustrada, se podía ver fácilmente el fondo y las caracolas que semienterradas en la arena lucían sus variados colores.

— Así es, es de nuestra familia — respondió con una sonrisa el mayor, caminaron por la orilla de la playa hacia un destino que el niño desconocía y que Sasuke no recordaba con mucha claridad — hace mucho tiempo…

— ¿Cuánto tiempo?

— Más del que puedes imaginar — gracias a la convivencia Sasuke se había dado cuenta que Naruto era un niño extremadamente curioso que devoraba libros en menos de lo que dura un parpadeo, una grata sorpresa en definitiva —…los Uchiha vivieron aquí en una enorme ciudad de piedra blanca en medio de la espesura — Naruto le miraba con los ojos brillantes, como si estuviera escuchando una leyenda de héroes, dragones y princesas — mañana iremos temprano a ver esa ciudad ¿te parece?

— ¡yo quiero verla! — exclamó dando un saltito de emoción y Sasuke sonrió.

— bien, mañana iremos — Sasuke levantó la mirada al horizonte, una casa de playa se hizo visible al rodear el risco, estaba en una playa que se veía lejana, separada del mundo, entre dos enormes riscos y con las aguas más hermosas y puras que Naruto pudo haber visto jamás — por hoy descansaremos.

— Sasuke, quiero…

— Ve, pero no te alejes mucho de la orilla — permitió Sasuke y Naruto se sacó la ropa y los zapatos de un tirón para zambullirse en el agua fresca y pura, Sasuke observó todo aquello como quién ve un eclipse de sol, impactado y enormemente sorprendido, era hermoso, una maravilla de la naturaleza, aquella hermosa criatura chapoteando en el agua sería la envidia de cualquier sirena, todo él era de algo millones de veces más precioso e incorruptible que cualquier montón de oro o kilos de diamante, suspiró como un mocoso enamorado, era bello, sencillamente bello.



Terminó de organizar el refrigerador el cual a pesar de su enorme tamaño estaba a reventar de alimentos, el lugar estaba limpio, era una bonita casa de playa con todas las comodidades que se pudieran tener en la ciudad, agua potable, electricidad e incluso internet, esto era debido a varias fuentes de energía alternativa y la ayuda de grandes mentes pertenecientes al clan, aquella isla alejada de todo era un paraíso en todas las de la ley, y estaba preparada para en cualquier momento recibir al clan con los brazos abiertos, sin haber escases de alimentos o servicios, en cambio, nadarían en la abundancia.

Puede que ese lado de la isla, donde Naruto y Sasuke se encontraban si estaba completamente deshabitado y estaba prohibido para toda persona que no portara el apellido, pues de ese lado estaba la antigua ciudad, en cambio, del otro lado había un pueblo de buen tamaño el cual era completamente autosustentable, la electricidad, agua potable, internet, gas, televisión y demás comodidades que poseía la apartada casa de playa provenían de aquel pueblo. Observó hacia afuera, hacia la playa, a través de las puertas de cristal de la casa, podía ver a Naruto jugando en la orilla con la arena y no pudo evitar acordarse de sí mismo, él iba todos los veranos con su familia a aquella casa, al menos cuando sus padres estaba vivos, todas las noches hacían una fogata en la orilla y cenaban a la luz de la luna y la fogata, o al menos así lo decía su madre para que sonara romántico, en realidad aunque encendieran una fogata, como por entonces su muy inmaduro hermano mayor de quince años Itachi le temía a la oscuridad, debían dejar las luces exteriores de la casa encendidas, aquellas que eran tan potentes como para iluminar la playa entera y medio océano.

Esa noche haría una verdadera cena bajo la luz de la luna y junto a la fogata con su pequeño y a la vez más grande y único amor de su vida.

Pero por ahora compartiría su diversión, después de ir a la habitación donde ambos dormirían durante la estancia se cambió por el bañador, su bañador era estilo pantaloneta completamente negro con varios detalles en rojo escarlata degradado. Salió afuera, a la playa, y compartió con Naruto una agradable tarde.



Regresaron a la casa de playa hechos un desastre, empapados en agua salada y con los pies llenos de la arena de playa, la oscuridad de la noche ya había echado a patadas el soleado día de azules cielos, bordeando la penumbra un tumulto de nubes anunciaban una feroz tormenta, con eso los planes de fogata y cena debajo de las estrellas se habían ido al traste.

—Naruto. Ve a bañarte, te vas a enfermar —ordenó Sasuke y el niño lo miró.

— ya voy...¿qué vamos a cenar?

— ¿Qué quieres cenar? —Naruto se lo pensó un poco.

—quiero lasaña.

— lasaña será —aceptó Sasuke envolviéndose una toalla alrededor del cuello, haría esa deliciosa lasaña de microondas que había traído, estaría lista en un par de minutos, Naruto, emocionado pues su petición había sido aceptada empezó a ir al baño dando saltitos — Naruto no saltes, te vas a resbalar — le regañó Sasuke y el niño obedeció.

Se dirigió a la cocina y sacó de la nevera los dos recipientes de lasaña para microondas, los sacó de la bolsa plástica y después de leer las instrucciones para saber cuánto tiempo debía dejarlos los metió en el microondas para que se hicieran solos, se enrolló la toalla a la cintura y debajo de esta para que sus varoniles partes no quedaran al descubierto, se quitó el traje de baño y lo echó a la lavadora, con solo la toalla en la cintura cubriendo sus partes nobles fue al cuarto de baño y tomó el pequeño y tierno traje de baño de la curiosa cesta de mimbre que estaba destinada a la ropa sucia, regresó por sobre sus pasos para echarlo también a lavar y que estos estuvieran dispuestos para el momento en el cual quisieran dejarse llevar otra vez por las olas. Llegó frente a la lavadora y echó el detergente de olor a limón, cuando iba a meter el traje de baño de Naruto un impulso lo dominó por completo.

Se llevó el traje de baño a la nariz y lo olfateó.

Fue inevitable pero una vez hecho no se arrepintió en lo absoluto, ahí estaba, el delicioso y electrizante olor a lavanda de su omega mezclado con el olor a agua salada, un espasmo placentero recorrió todo su cuerpo, y desembocó en su miembro, suspiró, no pensaría más en Itachi ese día, ya atendería aquellas necesidades bajas en la privacidad del baño con la regadera abierta y con música puesta para que ciertos sonidos y gruñidos no llegaran a oídos de su tierno e inocente omega. Con cierto dolor y después de inhalar por segunda vez la esencia en el traje de baño lo dejó ir dentro de la lavadora y puso está a andar, su instinto primitivo, su lado alfa, se sintió enormemente molesto por ello, pudo sentirlo.

Naruto se estaba tomando su tiempo en el baño y la lasaña ya estaba lista, decidió comer, estaba algo cansado, pues nadar con Naruto en hombros toda la tarde aunque le resultó divertido fue agotador, la lasaña estaba caliente y era bastante relajante comerla pues a pesar de ser verano hacia mucho frio, a través de las enormes ventanas podía ver las inmensas palmeras tambaleándose de un lado a otro como ebrios asalariados, las nubes oscuras se iluminaban por momentos acompañadas por el rugido de un potente trueno, el mar estaba embravecido y el oleaje furioso azotaba la costa y los acantilados que estaban a lado y lado de la playa oculta, aún así el seguía comiendo tranquilo mientras veía las noticias, todas o al menos en su mayoría relacionadas con las preparaciones para la coronación de Hinata Hyuga, fantástico, se había ido a una zona medio abandonada en el culo del mundo para no verles las caras y estar tranquilo con Naruto y lo primero que veía al encender la televisión era al aborto fallido de Itachi, y a Tsunade quién con una seriedad obviamente fingida decía cosas de trascendencia para la gente común. Enojado apagó la televisión, igual ya había terminado de comer, afuera las cosas se habían calmado y había escuchado a Naruto salir del baño y entrar a la habitación a cambiarse…

Después de atender los bajos asuntos, ducharse y vestirse regresó a la sala, afuera la lluvia había empezado más feroz que antes, las palmeras ahora no parecían ebrios asalariados, ahora se le antojaban enormemente similares a Obito ebrio intentando bailar el vals mientras, por lógica, fallaba garrafal mente en cada paso dando vergüenza ajena, o si, lo recordaba, también recordaba que Sasori enternecido le tomaba fotos y videos porque decía que se veía tierno. Eran el uno para el otro.

No vio a Naruto por ningún lado pero no se preocupó, su desarrollado olfato le decía que su omega estaba ahí cerca, probablemente escondido y asustado, al pensar en ello su poderoso instinto de protección hizo acto de presencia y sin darse cuenta de lo que hacía profirió aquel llamado.

Aquel llamado era un gruñido débil y grave que se podía oír a un kilómetro a la redonda, en su caso, pues en otros alfas este solo tenía un rango de un par de metros, este gruñido servía para llamar a las crías o a aquellos cachorros que estuvieran bajo la protección del alfa, hacía que inevitablemente las crías omegas devolvieran el llamado y las crías alfa llegaran donde su progenitor o protector, Sasuke había escuchado ese llamado en su padre y en varios otros padres alfa, pero siempre creyó que era algo intencional, ahora se daba cuenta que era instintivo así como el llamado de protección de los omegas.

Recibió respuesta, el gemido de protección de Naruto invadió sus oídos y supo dónde estaba, justo debajo de sus narices o más específicamente bajo el sofá, se agachó y lo encontró ahí abajo, asustado, hecho un ovillo y temblando con cada poderoso trueno. Aquella desgarradora imagen solitaria le recordó de golpe que su omega, aunque era independiente y algo maduro seguía siendo un niño, un niño pequeño.

Le cargó sacándolo de ahí, y se acostó con el encima en el sofá, afuera el viento y la tormenta azotaban la tierra sin pausa mientras adentro, en la calidez de un sofá Sasuke arrullaba a su omega, le acariciaba la espalda, le abrazaba proporcionándole calor y aquella sensación de protección que hacía a Naruto relajarse rápidamente, también depositaba tiernos besos en su ligeramente húmeda cabellera rubia.

— ¿te dan miedo los truenos? — preguntó una vez se hubo calmado, Naruto asintió débilmente.

— no sé porque, me dan mucho miedo y también tenía mucho miedo porque Sasuke no estaba aquí — explicó el niño en un hilillo de voz inhalando el aroma varonil y protector de Sasuke, aquel relajante olor a bosque que le envolvía y le tranquilizaba.

— No tienes por qué temer — le acarició la espalda por encima de la ropa con ternura y cierto pudor — yo siempre te protegeré sin importar donde esté, te lo prometo, así tenga que volver del mismísimo infierno lo haré. Así que no tienes de que temer, no tienes de que preocuparte. Eres mi adoración pequeño — Naruto miró a Sasuke con los ojos muy abiertos y las mejillas escarlatas, y ante esta imagen Sasuke lamió los tiernos labios de color cereza dejando a Naruto con la cara tan roja como una cereza madura, el azabache sonrió triunfal pero su sonrisa cambió por un rostro de estupefacción cuando Naruto osado, pero aún rojo como una cereza le besó, solo fue un piquito pero fue demasiado candente. Aunque para Sasuke todo era demasiado candente cuando se trataba de Naruto.

— ¡yo también te amo Sasuke! — dijo con una sonrisa y Sasuke juró que estuvo a punto de morir de ternura ahí mismo.



— que…mierda…quieres — susurró Sasuke entre dientes con rabia, cuando Contestó el celular sonó en medio de la madrugada, se había quedado dormido en el sofá con su omega encima, afuera el cielo se había despejado y de la tormenta solo quedaban algunas hojas de palmeras y unas cuantas algas regadas por la playa — ¿acaso no puedo tener un día de paz alejado de todos? — preguntó hastiado, Itachi rió.

— sí, claro, yo aquí partiéndome el lomo porque el país está en la mierda política al menos hasta que Hinata sea coronada y tu estas allá saltando en la playa con el arma sagrada — Sasuke bufó.

— primero que todo te prohíbo Itachi referirte a Naruto de esa manera — Sasuke escuchó como Itachi se aclaraba la garganta.

— disculpa, como últimamente en las reuniones de la milicia nos referimos a el de esa manera para evitar que terceros conozcan su nombre se me ha pegado la costumbre — explicó seriamente, excusándose — estoy agotado y bastante preocupado ¿ya le dijiste a Naruto de la coronación? Es importante…

— no le he dicho nada — antes de que Itachi pudiese decir cualquier cosa Sasuke continuó — recuerda, papá decía que una de las cosas más bellas de la infancia era la alegría de la ignorancia, es mejor que haga las cosas sin ver la trascendencia, que juegue un papel importante sin saberlo para evitarle el estrés y los nervios.

— Tienes razón — admitió Itachi y hubo unos instantes de silencio — ¿sabes?, el próximo año en verano, cuando mi hijo o hija haya nacido quiero ir con mi familia a esa cabaña todos juntos y eso te incluye a ti y a Naruto — la voz de Itachi sonaba nostálgica y Sasuke se imaginó la acogedora escena.

— estoy de acuerdo, seria agradable — ambos hermanos, separados por muchos kilómetros esbozaron una sonrisa similar.

— ojala papá y mamá estuvieran aquí, quisiera presentarles a su nieto — un suspiro se escuchó desde el otro lado del teléfono y Sasuke sintió pena, pues él también hubiera deseado que sus padres estuvieran ahí, que conocieran a Naruto y en un futuro también a los hijos que tendrían juntos, pero entonces una idea le cruzó por la mente.

— ¿crees que papá y mamá sabían de Naruto? — el azabache menor dejó la pegunta ahí, la lanzó de repente y tomó desprevenido a Itachi quién después de estar un momento sin palabras se puso a pensar en ello.

— No lo sé — admitió Itachi, Sasuke pudo escuchar el sonido de una puerta abriéndose desde el otro lado de la línea, también la voz de Deidara llamando a su hermano —…pero creo que sabían más de lo que nosotros sabemos ahora mismo. Lo investigaré, lo prometo.

— lo dejo en tus manos — y justo después un grito agudo casi deja sordo a Sasuke, alejó el celular de su oído y quedó aturdido unos cuantos instantes antes de volverse el celular a la oreja, solo que esta vez más alejado, para evitar quedar sordo — ¿ese ha sido Deidara?¿que ha sucedido?

— hola Sasuke, no, no he sido yo, el que gritó fue Itachi — la voz de Deidara sonaba calma — pasa que estaba persiguiendo una cucaracha y se metió aquí en la oficina de Itachi, cuando entré ya se le estaba subiendo por el pie.

— Dile a Itachi que se deje de estupideces y la pise — bufó Sasuke.

— Voy — dijo Deidara sonriendo y Sasuke se quedó escuchando con atención.

— mira Dei ahí está…

— Sasuke dijo que solo la pisaras…

— ¿y si vuela?

— no creo que vuele Itachi.

— ¿Qué está pasando? — ese era Obito, se escuchaba somnoliento, había sido despertado por el agudo grito del varonil Itachi.

—una cucaracha — explicó Deidara.

—Por favor primo Itachi solo písela — escuchó pasos, por lo que parece Obito iba a acercarse al insecto para hacer el trabajo sucio, pero entonces otro grito agudo se escuchó, ese había sido Obito — ¡ESTA VOLANDO!

— ¡MIERDA MIERDA MIERDA! — ese era Itachi maldiciendo.

— ¡MATALA ITACHI MATALA! — ese era Deidara, Sasuke colgó, dejó el celular a un lado, abrazó a naruto y se durmió, hay que ver lo que había que soportar.


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