La bebida les alcanzo a los vikingos para celebrar esa noche y a Gwaine para aplazar su dolor. Volvio a la vida con los toques cariñosos de una mano de turra.
-Mo chuistle… - la cogio cariñosamente entre sus manos y hundio la nariz en ella.
Pero el aroma que inundo sus pulmones no era el de lo que agitaba su corazón. Recordo todo de golpe y abrió los ojos, decepcionado.
-Will. – le dijo con ternura, poniéndose de pie algo avergonzado por el sonrojo de la turra - ¿Dónde están Burton y Wilde?
–En el granero… - el sonrojo se hizo aun mayor.
– Me lo imagino… ¿Dónde esta Juha Pekka?
-Bañandose.
Gwaine se olio las axilas como el rey pirata.
-No me vendría mal. – y luego - ¡¿En la bañera de Domhnall?!
-No, en los acantilados. El y otros vikingos se suicidaron en la mañana, es decir, parecía que lo harian.
-Trata de despertarlos, ¿si? “Trollhammarem”, gritado como si fueras el capitán Aubrey, los hace saltar de la cama. – dijo, pateando suavemente el brazo de uno para poder apoyar el pie ahí y salir.
Brendan, que ya había escuchado que esa turra viejona que se había dormido a los pies de Gwaine como un gato era su concubina, lo saludo con un balde de agua fría.
-Ahora estas presentable. Ven, necesito decirte algo…
Pero justo en aquel momento el rey pirata se le colgó del cuello.
-Oye – le toco el pecho con su copa vacia - ¿Dónde hay mas alcohol?
Miro a su suegro.
-Se han bebido hasta el de consagrar.
-¿En Kenmare? – sugirió Brian, que se ceñia la ultima pistola al cinto.
-¡A Kenmare! – aullo el rey pirata, y sus seguidores, a los que había conquistado con sus habilidades diplomáticas, lo corearon.
-Oye no, espera… - intento Gwaine, pero Rollo, líder de la expedición, abrazo a la turra lascivamente contra su cuerpo y dijo:
-¡A Kenmare! Hace mucho que no tomamos Kenmare.
-Gloriosa expedición, la nuestra. – dijo Juha Pekka, conmovido, perennemente, en apariencia, por el brazo en cabestrillo. – Tortuga, Moher, Kenmare, y…
-Sintra. – lo ayudo Gwaine.
-… Sintra!
Mary le dio un garrotazo en la nuca.
-A tomar por culo se van, pero no sin antes pagar la cuenta.
Rollo la alzo por la cintura y trato de darle un beso, pero recibió un garrotazo en los labios.
-Asi me gustan. – escupio Rollo la sangre, mirándolo con ganas. - ¿Cuánto por la bebida?! – grito para que le hicieran ruidos de animo de fondo los vikingos.
-Seiscientas libras.
-¡Traigan el cofrecito! – lo hecho a sus pies, con lo que botaron fuera monedas de oro- ¿Y cuanto por un beso? – volvió a agarrarselo como Rodolfo Valentino.
Mary se llevo la mano a la barbilla e hizo gesto de pensárselo.
-¡Mary! – la reprendio su esposo.
-¿Qué? El negocio es el negocio.
Pero Brendan la aparto interponiendo su fornida humanidad, con la barriga por delante.
-¡Ahora compañeros – animo Juha Pekka, para que se entararan los que venían desperazandose – raudos y veloces a robarnos al doncel!
Aquello era algo que hubiera convencido al mas reacio vikingo.
-De hecho – apunto Gwaine – si dejaramos el tesoro encargado con mis suegros, viajaríamos mas raudos y veloces al ir mas ligeros.
-¡Dejemoslo! – gritaron los vikingos, pero el rey pirata se abrazo a otro cofrecito como si fuera su niño de pecho. - ¡Y tambien los cañones! – gritaron otros, emocionados con aventar cosas por la borda, aunque fuera a las lanchas.
-¡No, los cañones no, los necesitamos! – dijo la turra inglesa.
***
Vinny entro intempestivamente en su despacho. Casi se fue para atrás, en su silla reclinable, puesto que no lo esperaba.
-Mi amor… - comenzó.
-Ya se que maltrataste a Domhnall – le dijo con su voz de italiana mandona – y ya estaba harto de la Surprise: es una locura que un almirante comande una fragata: no había espacio ni para el moises de Enzo.
Le mostro su nuevo, flamante bebe.
-Mi amor, es precioso.
Lo era, sonrosadito y dormido, con pelusilla castaña en su cabezita fragante.
Pacino lo recibió en brazos, temeroso, y luego miro a Vinny.
-No deberías pararte tan pronto…
-Stephen dice que estoy bien.
El doctor Maturin le había dado el visto bueno; incluso, había estado presente en su alumbramiento. De cuerpo, mientras que su asistente, el doctor Jacob, atendia el parto por demás rutinario, que llenaba de temor a los tripulantes de la fragata del marido del primo de Pacino.
-Si Stephen lo dice es porque asi es… Aun asi, no quisiera que te exaltes.
-¿Cómo no me voy a exaltar, si maltratas a una pobre turra embarazada?
-Domhnall esta bien, lo mismo que el bebe.
Vinny lo miro feo por dos segundos mas.
-Mas te vale que asi sea. – dijo, retomando a su mas reciente retoño.
-Solo trataba de que fuera mas… dócil, como al principio.
-Al principio te tenia miedo. ¿Quieres que te tenga miedo?
Un brillo en los ojos de Pacino. Ojos que Vinny sabia leer muy bien.
-No todas pueden ser lesbianas, tio. – le acaricio la mano.
-Domhnall si. – se emberrincho – Su seme esta muerto. Si quieres que tenga mas bebes, tu marido puede servirle.
-¡Y asi sus bebes serian hermanitos de verdad con los nuestros! - se emociono Vinny – Si, eso era lo que había pensado.
Duval estaria de acuerdo, y, si no estuviera, a nadie le importaría.
-Pero había que hacerlo con paciencia – seguía acariciándole la mano – porque el estaba enamorado, tal vez lo este para siempre, pero podríamos haberlo convencido de… participar en nuestro cariño.
-¿Tanto asi te gusta?
-Lo quiero…
En oir esas palabras Pacino se puso celoso. Mas al ver la carita tan hermosa con que las decía, mirando a lo lejos.
Nunca creyo que el vinculo que generaría de madre a madre fuera tan fuerte, y detestaba cometer errores.
-Solo tu puedes elegir en que placeres participar.
-¿Quién se caso con el?
Vinny si se había sentido un poquito celoso, de verdad. El, que no había tenido el velo ni el vestido, ni la caminata al final de la cual Pacino lo esperaba.
-Tuve que hacerlo. – ahora era Pacino quien le acariciaba las manos.
Vinny lo jalo y Pacino hizo todo el exfuerzo para pasar sobre el escritorio. Con el brazo libre, Vinny rodeo su cabeza, apretándola contra su pecho.
-Odio tanto que no podamos estar juntos.
-Lo estamos cariño, lo estamos.
Vinny negaba con la cabeza. Cuando las lagrimas se aplacaron solto a su tio, se saco graciosamente del pecho un pañuelo para enjugarse, arrullo a su bebe, le dio un par de besos y le dijo:
-Ire a presentarle a Enzo.
*
Voreno vio a la domina avanzar al frente de un banquete que le hubiera hecho agua la boca a un santo. Olia tan delicioso como se veía, y, plato tras plato, entraban en la habitación donde la atónita irlandesa había estado recluida.
-¡Dommy! – le dio dos besos al tiempo que le ponía al bebe entre los brazos– Mira a Enzo.
-¡Es precioso! – exclamo genuinamente conmovido Domhnall – Pero, ¿no es muy pequeño?
-Caro, si los bebes fuera del tamaño de la panza, no saldrían. Vinny tomo asiento. – Huele su cabecita; te volveras adicto.
Como el doctor Maturin al láudano.
-Es delicioso. – salivo al aspirar profundamente.
-Como estos pasteles de pera con frambuesa. Come, come. – el ya estaba entrándole a uno.
Recibio al bebe con habilidad para dejar a Dom comer a dos manos.
Los pasteles, galletas y delicatesen dulces estaban deliciosos. La predilección que Domhnall sentía por lo dulce le parecía una señal de que seria turra, su bebe. Asi le había pasado a el. Dulce con las turritas y salado con el varoncito.
Se hartaron de manjares. Le dio la cunita plegable que el capitán Pullings, madre, le había hecho cuando supo que tendría un bebe.
-… y hubiera vuelto antes, pero ya veras como es mi tio de preocupon: cuando uno tiene un bebe, se pone blanco y hasta quiere sacar el libro de Romain du Draguan para hacer pacto con el diablo por la salud de uno.
Dom se estremecio: no creía que Pacino necesitara hacer pacto con nadie.
-Lo importante es que tu y el bebe están bien.
-Si. El primero es el difícil – beso al cuarto – los demás salen como agua. Veras que te va a gustar mucho tenerlos.
Como siempre, una sombra paso sobre su rostro. Claro que quería tenerlos, pero con quien amaba. El, que podía.
-Dom, se que mi tio fue rudo contigo. Lo siento. El no es asi, te lo garantizo, estaba preocupado, y odia no ver cumplidos sus caprichos, especialmente los sexuales.
Domhnall estaba rojo como un tomate. Pensando en escapar, solo sentía culpa con respecto a Vinny.
-¿No te gustan ni un poquito las turras?
Le acariciaba la mano y el casi se atragantaba.
-No es eso. – trago saliva. Le costaba mucho decírselo. A Vinny – Pero cuando me reuna con Gwaine… eso es algo que solo quiero tener con el, y el conmigo…
Vinny lo veía dolido, pero compasivo.
-¿Y si no se reúnen en este mundo? ¿Vas a desperdiciar tu vida? Querras tener mas bebes, te lo garantizo, y la soledad… se hace larga.
Domhnall volvió a bajar la mirada, pero por otro motivo. Vinny tampoco creía que Gwaine estaba vivo. Solo el estaba seguro de que se encontrarían y serian felices juntos.
Vinny buscaba darle un besito. Se lo acepto. Pero solo uno, suavemente.
-Ya veremos. – respondio – Mas besos han dado las olas a los riscos, sin lograr que se les acerquen. – termino, con la frase típica de Kerry.
Los semes son mas llorones que las turras, y prueba de ello es que Gwaine llevaba peor que Domhnall la perspectiva de ya no verlo. Sufria, mientras avanzaban partiendo desconocidas aguas, en una dirección que Wilde señalaba firme desde la cofa del trinquete.
De verlo había tenido poco, bien poco, se lamentaba de su suerte. Ver las paredes de su casa, que ya no lo encerraban, lo había llenado de tanto pesar como de gozo verlas cuando todavía estaba.
Su novio, su amado novio, su hermoso novio. Desesperaba de reposar la mirada sobre su rostro otra vez, y aun, cuando creía que descansaría su alma en presencia del amado, de nuevo, le dolia que ya no pudieran casarse. Ser uno, con la bendición de Dios.
A Dios, a Patricio, a Brigid: a todos pedia que los reunieran pronto, que estuviera bien. Que lo del embarazo, que se empecinaba en creer no había oído bien, fuera falso, porque un bebe era lo que Domhnall y el tenían que tener, entre los dos, de ambos. Les pedia resignación, para quererlo, si era verdad.
Despues de todo, ¿Por qué no habría de quererlo? Era un bebe de Dom.
Sufria al imaginar lo que el habría sufrido, casandose con otro, creyendo que no lo volveria a ver. Creyendolo muerto, quizá.
Habia querido darle alegría, una sorpresa, y en vez le había causado mucho pesar. Y problemas. Y a sus suegros tambien, a Brian, que miraba el horizonte como el. A su madre, si se había enterado.
A todos pediría perdón, y no mas aventuras. El, que había deseado una ultima, ahora desearía no estar enfrascado en esta, de veras la ultima, esperaba. Una después de la ultima, una imprevista, indeseada. Ojala Domhnall estuviera bien. Ojala pudiera tenerlo ya en sus brazos.
Continuara...