Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vínculo predestinado por Daena Blackfyre

[Reviews - 530]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Inuyasha no me pertenece a mí, es de Rumiko Takahashi y estudio Sunrise.

—A ver si entendí —mencionó Kohaku y bebió un poco de agua antes de continuar—. Hace algunos meses Inuyasha se unión con el señor Sesshomaru y ahora son compañeros, ¿verdad?

 

—Tal como lo has dicho, cuñado —asintió Miroku—. Nuestro querido Inuyasha decidió sentar cabeza, aunque de una forma poco esperada.

 

Por más que hubiese escuchado toda la historia, Kohaku seguía sin poder creerla completamente. Sonaba demasiado extraño a sus oídos. Durante la guerra contra Naraku, pasó algún tiempo refugiado bajo el ala de ese yōkai y ni siquiera ese hecho podía comprender aún. Sin embargo, no creía que fuese algo imposible esto que acababa de oír. Sesshomaru despreciaba a los humanos, pero de todas formas protegió a Rin y permitió que él formase parte de su grupo por un escaso periodo de tiempo. Teniendo esos conocimientos y habiendo vivido un poco más de cerca con ese yōkai, podía considerar que lo que decía su familia no era tan irreal, por más loco que sonase.

 

Luego de haber llegado, Sango se ocupó de Kohaku y vio que su hermanito tuviera una buena comida, al igual que Kirara. Ambos se lo merecían después de su duro esfuerzo. Después acabaron yendo todos juntos a la casa de la señora Kaede para platicar y contarle a los recién llegados lo que ocurrió mientras no estaban, con todos los detalles. La sacerdotisa se disculpó por tener que retirarse a cumplir con sus labores, pero le dio permiso a Rin para poder quedarse allí.

 

Hablaron sobre el primer celo, los problemas que le ocasionó, cuando Inuyasha se escapó y que Sesshomaru lo trajo en sus brazos —sin olvidar mencionar las marcas de pertenencia que ostentaba Inuyasha en su piel y ellos vislumbraron sin ninguna duda—. Además, Sesshomaru ahora venía mucho más la aldea y, según creía Rin, Inuyasha lo esperaba.

 

Ante toda esa evidencia, resultaba difícil no creer que en verdad ambos eran compañeros.

 

—Suena… —Kohaku meditó con cuidado antes de responder— raro, pero no imposible.

 

—¡No es raro! —dijo Rin con mucha seguridad, pero luego lo pensó mejor—. Bueno, tal vez un poco… pero eso no significa que sea malo.

 

—Nadie dijo eso, Rin —Sango acarició la cabeza de la niña sonriendo, pero estaba segura que Inuyasha opinaba todo lo contrario a ella—. Todos aún debemos acostumbrarnos a la noticia, es todo.

 

—¡Ja! —Una amarga risa interrumpió el ambiente y obligó a todos a mirar hacia una esquina de la cabaña—. Sólo hablan tonterías, no hay forma que el amo Sesshomaru haya hecho alguna cosa de las que dicen.

 

La mayoría de los presentes allí exhalaron un suspiro sin sentirse sorprendidos que escucharan esas palabras de ese pequeño yōkai. Hace un rato que había aparecido, pero estaba solo. Explicó que Sesshomaru venía con él, pero se quedó en el camino con Inuyasha, él dijo que discutiendo pero lo demás imaginaron otra cosa además de una pelea.

 

—No sea malo, señor Jaken —mencionó la pequeña mirándolo, pero al instante se le ocurrió algo más—. ¿Acaso está celoso porque el señor Sesshomaru quiera pasar tiempo con Inuyasha?

 

—¡No digas idioteces, niña tonta! —espetó muy enojado parándose para acercarse al grupo—. ¡Y no es nada de lo que dices! Sólo me molesta que estén difamando a mi amo. Él jamás aceptaría un hanyō como compañero, ¡y menos a ese insolente de Inuyasha!

 

—Entiendo a qué se refiere, Jaken —Miroku posó su mirada comprensiva sobre el demonio verde y le sonrió con astucia—, pero… ¿Cómo explica que el señor Sesshomaru le haya pedido que venga hasta aquí para poder estar solo con Inuyasha?

 

—Eso… ¡Eso seguramente sea porque quería acabar con él sin testigos!

 

—¿Será? —dijo Sango poniendo una mano en su mentón—. No me suena a algo que le importaría a Sesshomaru.

 

—No creo que debamos preocuparnos, querida —Abrazó a su esposa con cariño—. Las parejas necesitan su tiempo a solas.

 

—Ugh, tontos humanos… ¡Ya dejen de decir eso!

 

A pesar de las quejas de Jaken, nadie lo escuchó, aunque finalmente acabó aceptando acercarse a la mesa para comer algunos dulces que Rin le ofreció. Por más que todos tuvieran opiniones diferentes en cuanto al tema, sabía que las decisiones finales sólo les concernirían a Inuyasha y Sesshomaru. Ellos sólo eran meros espectadores, por más que sin duda intervendrían si su amigo se encontraba en peligro.

 

¿Inuyasha realmente podría estar corriendo alguna clase de riesgo? Sin duda. A pesar de haber mejorado la relación con su hermano, todo era demasiado complicado. Superar tanto resentimiento, curar las heridas del pasado e ignorar las cicatrices producto de tanto odio y desprecio no era algo fácil. Inuyasha era demasiado terco y, al parecer, Sesshomaru también. Para ninguno de los dos sería fácil sobrellevar aquella situación que se les había presentado. Posiblemente, ahora, ambos deseasen cambiar el destino que, al parecer, les había tocado, ¿pero estarían dispuestos a ir por el otro camino e intentar comprender que eso que les tocó finalmente no sería tan devastador? Eso ni siquiera el ser más poderoso era capaz de predecirlo.

 

Apostar ante algo que parecía una calamidad nunca sonaba bien, pero cuanto más transcurría el tiempo dejaba de sonar como una desgracia. Incluso ya estaban un poco más adaptados a la idea que el hanyō ahora estaba comprometido. A pesar de creer con tanta exactitud que Inuyasha terminaría junto con esa joven que viajaba a través del pozo hacia un mundo desconocido, ahora todo lo que pasó no sonaba tan loco. Quizá no fuese tan malo, porque desde que ocurrió toda esa dificultad con Sesshomaru, Inuyasha tenía la mente tan ocupada que había olvidado escapar al pozo para esperar a una chica que no regresaría. Por más que ahora luciera preocupado y nervioso, era un poco más agradable que verlo deprimido continuamente y extrañando a quien las circunstancias de la vida le arrebató.

 

¿Sería una locura pensar que Sesshomaru podría llegar a hacerle bien a Inuyasha? Sí, absolutamente loco.

 

Por más que habían dejado de hablar sobre la pareja del siglo y se concentraran en preguntarle a Kohaku por su viaje, nadie esperó que ese par entrara por la puerta como si allí no se encontrara nadie. El silencio inundó la casa cuando todos fijaron la vista en Sesshomaru, esa presencia imponente y la mirada de hielo aún seguía helándoles la piel, pero justo atrás apareció Inuyasha, quien arqueó una ceja observando las caras de todos.

 

—¿Qué mierda les pasa? ¿Vieron un fantasma? —espetó sin entender el por qué de la impresión—. Ah, Kohaku, regresaste.

 

Inuyasha levantó la mano en forma de saludo y el exterminador se lo devolvió. Al parecer, había olvidado por completo que vio al chico llegar antes. Sin embargo, todos siguieron bastante sorprendidos al observar a esos hermanos juntos y, por lo que se podía apreciar, sin demasiadas tensiones entre ellos. Además, no parecía que hubiesen estado peleando. Punto a favor para la teoría que aseguraba la unión entre ellos, por más que Jaken se negara a creerlo.

 

—¡Amo Sesshomaru! —llorisqueó el demonio verde corriendo a sus pies—. Menos mal que llegó, ya estaba harto de estos odiosos humanos y su asquerosa comida.

 

—¿Asquerosa? —repitió Shippo indignado parándose frente a él—. ¡Si te comiste todo!

 

—¡Invenciones! ¡Puras falacias para hacerme quedar mal frente a mi amo!

 

—Qué importa —espetó Inuyasha apartándolos a ambos sin ninguna delicadeza—. ¿Quedó algo? Muero de hambre.

 

Por suerte, con ese grupo de glotones, siempre había una cierta cantidad de comida de más. Inuyasha se sentó junto a sus amigos para comer y Rin se acercó a Sesshomaru para invitarlo también. En ese instante, todos creyeron que él lo rechazaría, porque, después de todo, ¿qué podría odiar más ese yōkai que estar rodeado de tantos humanos? Nada. Sin embargo, un escalofrío debido al asombro recorrió la espalda de cada uno de los presentes en ese instante al verlo.

 

Con un elegante andar, casi como si se desplazara sobre una nube, Sesshomaru se sentó en ese círculo, alrededor de una pequeña mesa, y lo hizo junto a Inuyasha. El hanyō notó la sorpresa de esos tontos y la vergüenza de ser observado le hizo bajar la cabeza.

 

—¡Ya dejen de mirar así! —se quejó sintiendo su cara caliente y luego posó los ojos muy molesto sobre su hermano—. ¿No podías sentarte en otra parte?

 

—Este lugar estaba libre —contestó Sesshomaru con tranquilidad y eso sacó un gruñido molesto de su hermano menor.

 

—Inuyasha, calma —intervino Miroku para intentar relajarlo, pero la situación se le hacía muy divertida—. Es normal que como hombres casados nos sentemos junto a nuestras parejas.

 

—¿Estás buscando que te mate?

 

—En lo absoluto, amigo mío. Sólo menciono que uno como esposo prefiere sentarse junto a su amada en una reunión, no tiene nada de malo.

 

Inuyasha tuvo que contenerse para no cortarle la cabeza a ese imbécil, sobre todo por llamarlo mujer indirectamente, y no supo cómo aguantó. Tanto Sango como Kohaku tuvieron que apaciguarlo para que no matase a ese tonto por sus provocaciones. Para mala suerte de Inuyasha, Sesshomaru no se movió y tuvo que soportarlo ahí al lado durante todo ese rato. De todas formas, ¿qué tenía que hacer ahí ese tonto y sentándose junto a él? Qué pesado podía ser.

 

A pesar de intentar convencerse que sólo le molestaban las rarezas de Sesshomaru, lo que en verdad le enojaba era la actitud de esos idiotas a su alrededor, que se suponía eran sus amigos. Le avergonzaba la forma en que lo miraban, pero jamás admitiría algo semejante.

 

Aquel peculiar encuentro siguió un curso inesperadamente natural e Inuyasha poco a poco olvidó su furia para disfrutar de la comida. Ni siquiera se dio cuenta en qué momento la presencia de Sesshomaru dejó de parecerle incómoda, aunque los demás tampoco fueron conscientes de ello. El yōkai no estaba allí para intimidar o atacar a alguno de los presentes, por lo que su presencia, por más que no pasase desapercibida, no era agresiva. Rin le ofreció un poco de té, el cual Sesshomaru aceptó y no comentó nada al respecto. Se mantuvo en silencio mientras era su pequeño hermano quien se encargaba de hacer ruidos al comer con rapidez o hablar con la boca llena.

 

—Señor Sesshomaru —le llamó la niña cerca de él—. ¿Planea quedarse un poco más esta vez o volverá a marcharse?

 

Esa pregunta fue algo que pasó por la cabeza de todos, pero nadie tenía siquiera la idea de decirla en voz alta, sólo Rin tenía la suficiente confianza para exponer sin ningún tapujo ese tipo de cosas.

 

—No seas tonta —contestó inmediatamente Jaken—. El amo Sesshomaru no tiene tanto tiempo para pasar en una aldea humana.

 

—Pero… —meditó ella poniendo un dedo en su mentón—. Ahora Inuyasha y él son compañeros, así que deben pasar tiempo juntos, ¿no?

 

La naturalidad con la que fueron dichas esas palabras resultó abrumadora, aunque Rin no entendió por qué todos la miraban como si estuvieran quedándose sin aire. Sesshomaru fue el único que no se inmutó mientras que Inuyasha prácticamente se atragantó con un bollo y tuvo que tomar un largo trago de agua para reponerse.

 

—Rin —intervino Kohaku para romper un poco ese momento tenso que se había formado—. Esas son cosas que deben decidir ellos, no nos concierne.

 

—¿Ah? ¿Por qué? —Ladeó la cabeza y frunció el ceño mirándolo—. Yo quiero saber si el señor Sesshomaru se va a quedar, ¡así podríamos celebrar la boda!

 

Si antes Inuyasha se atragantó, ahora estuvo a punto de colapsar y no fue el único.

 

—¿De qué boda hablas? —espetó el hanyō—. Ya te dije que nadie aquí se casará.

 

—¿No? —murmuró Rin bajando la cabeza decepcionada—. Yo quería ver la ceremonia, aunque… —Al instante, alzó la cabeza cuando una idea se le ocurrió—. ¿Es por qué el señor Sesshomaru no te lo propuso, Inuyasha? —preguntó muy sorprendida, pero no espero ninguna respuesta. ¿Qué más podía ser? Seguramente esa era la razón—. ¿No quiere casarse con Inuyasha, señor Sesshomaru?

 

La piel de la mayoría dentro de esa casa se tornó blanca al oír esa pregunta y posiblemente ahora sí habían dejado de respirar. Nadie habló, sólo observaron al yōkai esperando la respuesta que daría, si es que daba una. Sesshomaru miró a la pequeña con la misma expresión que siempre portaba en su rostro y por más que pareció no haber escuchado nada lo que ella dijo, sí lo hizo.

 

—Es muy probable que ocurra —respondió simplemente y Rin se cubrió la boca muy emocionada. Por más que no lo dijo con claridad, ella entendía que eso significaba que sí, aunque seguramente fuera la única que se alegrara por esa noticia.

 

—¡¿QUÉ?! —Se oyó un fuerte alarido a coro, porque nadie fue capaz de contener la conmoción que causó aquella noticia.

 

—¿Es en serio? —dijo Sango sin ser capaz de guardar sus palabras.

 

—Y yo que creí que no serían más que burlas… —meditó Miroku recordando que mencionaron la boda como una broma para molestar a Inuyasha.

 

—Nos reímos tanto que se volvió realidad —Shippo comenzó a sospechar si tenían alguna clase de poder mágico que influía en el destino, pero seguramente no.

 

—¡Ya cállense! —escupió Inuyasha a esos tontos para después mirar a su hermano—. ¿Y qué mierda quisiste decir con que es probable que ocurra?

 

—Es normal que la nobleza yōkai contraiga matrimonio —contestó Sesshomaru como si eso fuese suficiente explicación, pero para Inuyasha nada alcanzaba.

 

—Y qué carajo importa eso, yo no soy de la nobleza o qué sé yo —dijo molestó y luego bufó hastiado. Parecía que a este idiota le encantaba salir con esas cosas extrañas—. ¿Ahora qué? ¿Me dirás que nos vayamos a vivir juntos?

 

—De hecho, pensaba decirte que regreses conmigo.

 

Cuando dijo esas palabras, tan precisas y sin ningún rodeo, Inuyasha creyó que había entendido mal. Sesshomaru siempre hablaba raro y seguramente eso no significaba lo que oyó. Aunque después de unos instantes se dio cuenta que sí. ¿Le estaba proponiendo que regrese con él? ¿Regresar a dónde? ¿Qué?

 

Por unos instantes, quedó absolutamente en blanco. Sesshomaru lo dejó sin palabras y eso resultó impresionante de ver.

 

—¿Soy yo o esto está que arde? —susurró Shippo a Sango y Miroku, poniendo una mano sobre su boca para aplacar el sonido.

 

—Yo diría que está prendido fuego —contestó Miroku de la misma forma y Sango asintió rápidamente sin querer quitar la vista de esa escena.

 

Inuyasha se levantó del lugar donde estaba sentado y caminó unos pasos hacia atrás. Tuvo ganas de huir, pero no podía hacer eso, su orgullo se lo impedía, ¿pero qué se supone que debía decirle? Con Sesshomaru jamás había convivido por más de un día juntos, sus recuerdos consistían en pocos instantes y que ahora le dijera esto le resultaba muy confuso.

 

—Yo… Yo… —balbuceó sin ser capaz de ordenar sus pensamientos para contestar. ¿Qué debía decir? No. Esa era la respuesta indicada y lo sabía—. Lo… Lo pensaré.

 

Casi se ahogó al decir esas dos palabras y por dentro se reprendió a sí mismo. ¿Por qué dijo esa tontería? ¡Debería haber gritado un fuerte no e insultar a ese desgraciado como siempre hizo! Por más que hubiera deseado hacer eso, a lo que estaba acostumbrado, no se sintió capaz. Su mente estaba demasiado turbada como para pensar con precisión.

 

Sesshomaru, luego de oír esas palabras, asintió y se levantó con suavidad.

 

—Esperaré —dijo antes de retirarse de la cabaña.

 

En un primer momento, nadie fue capaz de decir nada. ¿Qué podían comentar de todas formas? Luego de ese momento inesperado, no podían salir de la impresión. Pasase lo que pasase, ahora Inuyasha tenía una difícil decisión que tomar.

 

—¡Señor Jaken! —dijo Rin acercándose al pequeño yōkai, quien se había desmayado luego de presenciar esa escena—. ¿Está bien? ¡Despierte, señor Jaken! ¡Tiene espuma en la boca!

 

La niña fue la única que se preocupó por él en ese instante. Todos sabían que Jaken estaba bien y tampoco estaban seguros cómo no cayeron desmayados al igual que él. No había tiempo de dormir, ahora debían resolver esa cuestión muy importante. ¿Qué haría Inuyasha?

 

. 

. 

.

 

—Bien —mencionó Sango cruzándose los brazos—. ¿Todos listos?

 

—Absolutamente, querida —contestó Miroku al lado a ella en la mesa.

 

—¿Esto es necesario? —preguntó Kohaku junto a Rin, quienes no estaban muy seguros si participar de esto era correcto.

 

—No —Shippo alzó los hombros despreocupado pero al instante sonrió muy divertido—, pero estamos aburridos.

 

—Entonces… —suspiró la exterminadora mientras ponía las manos sobre la mesa—. Comencemos la lista de pros y contras para decidir si Inuyasha debe ir o no con Sesshomaru.

 

En efecto, estaban muy aburridos y creían que, de esa forma, lograrían llegar a un acuerdo. Hacía sólo un rato que Sesshomaru se había retirado después de realizar su propuesta, por lo que, después de superar la primera sorpresa, comenzaron debatir aquella situación tan importante. ¡Es que era la noticia del año! ¿Cómo no podía hablar de ello? Era imposible.

 

Todos allí se miraron y asintieron muy decididos, dispuestos a participar, siendo Shippo el primero en aportar.

 

—Contra —mencionó el pequeño zorro—: Es malvado.

 

—¡Eso no es cierto! —protestó Rin, porque, contrario a lo que todos pensaban, ella creía que Sesshomaru no era estrictamente malo.

 

—Bueno, dejaremos eso en una zona neutral —dijo Miroku poniendo una pequeña piedra en medio de la mesa, las cuales funcionarían como un conteo de las ideas que tengan.

 

—Aun así nadie asegura que no tenga propósitos malvados —agregó el kitsune y el monje estuvo de acuerdo con eso, agregando una piedrita al lado negativo.

 

—Pero el señor Sesshomaru salvó a Inuyasha y le propuso matrimonio —Eso, técnicamente, no había sido tan así, pero Miroku dio un punto a favor al argumento de la niña.

 

—Bien… —meditó Sango a ver si encontraba alguna razón—. Contra: Sesshomaru siempre tuvo rencor hacia Inuyasha relacionado a la herencia de su padre, eso podría incidir ahora.

 

—Pro —interrumpió Kohaku—: El señor Sesshomaru ya tiene una espada propia y a Tenseiga, no creo que eso sea algo importante para él.

 

—Contra: Siempre trató a Inuyasha como un perro vagabundo —acotó Shippo.

 

—Pro: Ahora está cambiando —dijo Rin aunque ella no estaba tampoco muy segura—. Bueno, eso creo… Por algo le pidió vivir juntos.

 

—¿Dónde vive, por cierto? —preguntó Miroku, pero tanto la niña como el exterminador negaron con la cabeza, indicando que no sabían, ya que ellos dos eran del grupo los que más tiempo habían pasado con el yōkai.

 

Siguieron un rato largo discutiendo y no pararon incluso después que llegó la anciana Kaede. El único que no participó fue el mismo Inuyasha, quien se encontraba apartado, sentando en un rincón de la casa, mientras que en otra parte seguía Jaken sin recuperarse de su exagerada descompensación.

 

Poco le importaba qué estuvieran diciendo y opinando de él. Inuyasha, en ese momento, estaba tan perdido en sus pensamientos que dejó de escuchar a esa banda de torpes y sus inútiles delirios. Aún cavilaba sobre todo lo que pasó, intentando asegurarse que no fue un producto de su mal formada imaginación. ¿En serio Sesshomaru le había dicho que se vaya con él? No importaba dónde, sea donde fuere, su hermano le propuso que lo acompañara. Una parte de él seguía sorprendida por lo que oyó mientras que la otra no podía creer cómo no se negó al instante. Aunque sabía que existía una razón por la cual el no desapareció de su vocabulario en ese momento.

 

Una cosa que siempre había aspirado, desde sus años mozos, fue tener a alguien. Más específicamente, tener a su hermano. Tantas veces imaginó y soñó que ese desgraciado no lo odiaba, que se preocupaba por él o que simplemente no lo miraba como si fuera la peor basura que vivía en el mundo. Después de tantos años donde acabó resignándose a que Sesshomaru sólo era una mierda y nada más, ahora no tenía idea cómo reaccionar o qué hacer.

 

Claro que no quería ir con ese imbécil que siempre lo trató como un insecto, pero la parte más dañada y maltratada de su ser aún anhelaba esa atención que alguna vez soñó por parte del único pariente vivo que tenía. Sin embargo, desconfiaba. Justamente porque Sesshomaru jamás deseó estar cerca y ahora, casi por arte de magia, se interesaba en él. Inuyasha no podía aceptar eso con tranquilidad. Aun así, sus últimos en encuentros, en especial la última vez que conversaron, le hacían dudar.

 

Aunque tenía la certeza de saber que su hermano no era más que un demonio desgraciado, seguía dudando. ¿Pasar tiempo con Sesshomaru sería tan malo? Claro que sí. Aun así, Inuyasha no tenía miedo de él. Si todo salía mal con ese tonto, siempre podía pelear y marcharse. Además, ¿qué lo detenía? Nada. Ya no estaba Kikyo y Kagome no volvería. Su vida estaba vacía y, por más que esto no sonara prometedor, al menos tendría la oportunidad de darle algunos buenos golpes a su estúpido hermano mayor.

 

A pesar de sentirse un poco más animado, un par de ideas negativas cruzaron por su mente. Todo eso del compañerismo, el celo y las odiosas crías. Definitivamente no quería nada de esto y, tal vez, tuviera alguna oportunidad de resolver todos esos asuntos que lo atormentaban.

 

—¿Inuyasha? —dijo Shippo cuando lo vio levantarse—. ¿A dónde vas? Aún no terminamos y seguimos empatados.

 

—Dejen esa tontería —espetó de mala forma—. Si alguien tiene que decidir algo seré yo.

 

Luego de decir eso, se retiró de la cabaña, dejando a todos en silencio mirando en dirección a la entrada. Lo que había dicho era cierto, pero esa lista la hacían con la mejor intención para ayudarlo. Sin embargo, era cierto que la decisión final sería del hanyō.

 

—Bueno —suspiró Miroku juntando las piedras sobre la mesa—. Por lo visto dirá que no, ¿vamos por las niñas, Sango?

 

—¿Qué? —mencionó su mujer con una ceja arqueada—. ¿Cómo estás tan seguro?

 

—Eso es obvio, querida. Estamos hablando de Inuyasha y es claro que nunca aceptaría una cosa semejante.

 

—¿Ah sí? —dijo ella cruzándose de brazos—. Pues no estoy de acuerdo.

 

—Uh, esto me huele a apuesta —comentó Shippo mientras Rin y Kohaku asentían dándole la razón.

 

—¿Quieres apostar conmigo, Sango?

 

—Absolutamente —sonrió ella con astucia—. Si Inuyasha se va y yo gano, te quedarás tres meses con las niñas y ocupándote de la casa mientras yo voy a exterminar demonios.

 

—Acepto —contestó el monje sin querer imaginarse perdiendo, pero estaba seguro que no lo haría. Tanto que miró directamente los ojos de su mujer como si ella pudiera entender sin que le diga nada—. Y si yo gano e Inuyasha no va, tendrás que hacer eso que siempre me dices que no.

 

—¿Pero qué…? ¡Perverso! —espetó Sango sonrojada, pero sabiendo que tenía que estar de acuerdo en esta ocasión.

 

Miroku se rió al ver a su esposa así de avergonzada y no le dijo nada a los niños cuando preguntaron de qué hablaban. Esos eran secretos de pareja, los mismo que Inuyasha ahora tenía con su hermano mayor.

 

Dejando atrás la casa de Kaede, el día estaba comenzando a decaer en un colorido atardecer. Inuyasha caminó hasta alejarse un poco de la aldea y suspiró mientras seguía avanzando con un paso tranquilo. A pesar del silencio y la tranquilidad, hubo un momento en que se detuvo. Aunque no lo viera, esa presencia única que conocía muy bien se manifestó a sus espaldas. En un primer momento, no quiso voltear, porque hacer eso implicaría decidir y enfrentarse con esa monstruosa realidad que lo acechaba hace tanto.

 

Por más que no quisiera, Inuyasha lo hizo. Con cuidado, se giró sobre su lugar y allí se encontró a su hermano. Sesshomaru lo había esperado como dijo y tragó saliva al verlo.

 

—¿Ya decidiste? —preguntó el yōkai e Inuyasha tomó aire antes de contestar.

 

—Sí —dijo decidido, por más que no estuviese seguro si estaba tomando la decisión correcta.

 

Se tomó un momento justo antes de contestar qué quería y creyó ver un ligero levantamiento en las cejas de su hermano al oírlo. ¿Eso sería una buena o mala señal? Jamás lo sabría.

Notas finales:

Ay... Sesshomaru le hizo una propuesta, me muero(? Jajaja bueno, ya estamos avanzando cada vez más. Al menos creo yo que es un avance lo que pasó. Construirles una relación a estos dos y que quede más o menos aceptable es muy difícil. De todas formas, agradezco a quienes siempre leen y me expresan sus opiniones.

Saben, tenía ganas de hacer otro fanfic parecido a este, pero yuri. O sea, una versión de este fanfic, pero con Inuyasha y Sesshomaru mujeres (Genderbend). A mí me encanta el yuri y aún no he escrito nada así porque primero quiero terminar este fanfic, pero me muero de ganas. Me pregunto si alguien lo leería... ¿Lo leerían? Tal vez no porque es muy raro, pero ya me sacaré las ganas en algún momento jaja

Bueno, hasta la semana que viene!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).