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El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

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Notas del capitulo:

25 capítulos cumple #ESNLT ya y parece ayer cuando comencé a escribir las ideas en mi libreta.  Es un capítulo muy importante en la historia, ya que marca un antes y un después.

 

Espero muy de corazón que os guste y que me dejéis vuestra opinion, ¡es muy importante para mí! Muchas gracias. <3

r13;Explícate r13;su voz era cortante. Pasó de confesarme todo su amor a mirarme distante, definitivamente, Bill escondía algo.

 

r13;Yo te he preguntado. Bill, respóndeme r13;inquirí mirándole con un poco de decepción, soltándome del abrazor13;. ¿Quién eres?

 

r13;Soy Bill Flanagan. Empresario, tú novio, ¿qué te pasa? r13;preguntó elevando el tono y alzando una ceja.

 

r13;Mentira, mentira, mentira... r13;susurré, subiendo las escaleras rápidamente. Sabía que me estaba mintiendo, a lo lejos escuchaba gritos llamándome junto con unos pasos que me perseguíanr13;. ¡Me estás engañando! Tú, en el restaurante, lo dijiste...

 

r13; ¿Qué dije en el restaurante? Sam, no irás drogado, ¿verdad? r13;me quedé estático al oírlo. No entendía cómo podía pensar que me drogaría después de prometerle que no era drogadicto. Con la cabeza gacha me dirigí al armario, sacando toda mi ropa y tirándola a la cama.

 

r13; ¡Sam! r13;oí su rugido, para notar después el agarre en las manos y el empotramiento contra la paredr13;. ¿Qué coño te crees que haces? Mírate, estás todo mojado, me engañaste con lo de que estabas cansado y has estado toda la noche fuera. ¿Qué quieres que piense? Explícamelo todo ahora mismo si no quieres que me enfade, y créeme, no me conoces enfadado r13;sus cejas estabas fruncidas y su jadeo de rabia surgía, una y otra vez.

 

r13;En el restaurante me dijiste que tenía la misma cara que de pequeño. Es imposible que no te recuerde, así que es imposible que tú te llames Bill. No es posible r13;expliqué con desesperación. Sonaba estúpido, pero recordaba toda mi infancia y adolescencia a la perfección, y nunca conocí a un empresario multimillonarior13;. ¡Suéltame! r13;exclamé removiéndome, haciéndole a un lador13;. O me cuentas la verdad, o me voy. Tú eliges.

 

El tiempo se paró por un momento, sólo podía notar mis lágrimas recorriendo mis mejillas. Mientras, su cara era inexpresiva, como si nada hubiese pasado, como si yo no estuviese delante de él amenazándole con irme. Quería que todo se desvaneciese y que me abrazase. Después de tanto, ¿era posible que se acabara en cinco minutos? No quería, pero era lo que tenía que pasar. No podía permitir que volviesen a mentirme y a tratarme como a un idiota, como me habían tratado toda mi vida.

 

Uno de los motivos que tuve al venir a Nueva York, aparte de cumplir mi sueño, fue independizarme. Yo necesitaba coger las riendas de mi vida y demostrarle a mis padres, y a toda la gente que quedaba atrás, que podía valerme por mí mismo, que no tenía que depender de nada ni de nadie; y me odiaba por sentirme dependiente de Bill.

 

r13;No te vas a ir. Soy Bill Flanagan y punto. Te dije que tú mismo tenías que recordarlo r13;Su mirada era imponente, volvía a mirarme con esa cara de prepotente.

 

r13;Se acabó r13;me giré, volviendo a sacar la ropa que quedaba. No quería seguir llorando, sólo quería irme.

 

Saqué una pequeña maleta que tenía en una de las puertas que daban a diferentes partes del armario, mientras Bill cogía ropa de la cama y la lanzaba de mala manera nuevamente al armario. La verdad, al principio comencé a sacarla, pero desistí, quería irme y me daba igual perder un par de prendas de ropa.

 

r13; ¡He dicho que no te vas a marchar de aquí! r13;noté como me cogía de los hombros y me estampaba fuertemente contra la cama, lanzándose a morder mi cuello. Noté como besaba cada parte de mi cuerpo que podía y estaba aterrándome.

 

r13;Para r13;intenté zafarme, pero me era imposible; él tenía mucha más fuerza que yo. Se sentó sobre mis caderas y acarició mi mejilla, mientras depositaba varios besos.

 

r13; ¿Crees que después de tanto voy a dejar que te vayas? ¿De verdad piensas que te puedes escapar de alguien como yo? Haberlo pensado antes -susurró, aprisionándome entre sus brazos.

 

De repente, el teléfono que se encontraba en mi bolsillo comenzó a sonar. Él se quedó quieto mirándome por un momento, mientras que corrí a introducir mi mano en el saquillo del pantalón. Al ver quien era, mi cara se oscureció en un instante. No podía ser, "Chad" era el que llamaba. Hace días, incluso semanas que no contestaba sus llamadas ni mensajes, ya que no quería volver a revivir esos sentimientos mientras estaba con Bill, pero... Espera, todo lo vivido hasta ahora, las cosas que me decía de mi pasado, eran situaciones que nadie más que mis padres, amigos de la infancia o Chad podían saber.

 

Me parecía imposible pero...

 

r13;Bill r13;llamé. Él levantó su cara de mi cuello, mirándome con una especie de ternura y lástima. Pasé mi mano por su pelo, no era suyo, ¿cómo no me había dado cuenta? Era un tinte, tenía raíz rubia casi inexistente en ese tupé, pero la teníar13;. Tú... Tú eres rubio r13;solté con una mezcla de tristeza y decepciónr13;. ¿Llevas lentillas? Dime, que no llevas lentillas r13;sollocé.

 

r13;Sam, yo... Te lo puedo explicar r13;suspiró. Se quitó de encima mío y sentándose a un costado de la cama, mientras se sacaba sus lentes de contacto, volviéndome a mirar y enseñándome sus ojos de color marrón.

 

r13; ¿Qué me vas a explicar? r13;. No había nada que necesitase una explicación Me levanté de la cama decepcionado de mí mismo, por no haber caído antesr13;. Lo único que queda claro aquí es que soy un estúpido. Me voy.

 

Ya no quería ni llevarme mi ropa, simplemente, quería salir de ahí. Habría preferido mil veces no enterarme de la verdad, y mucho menos de una manera tan patética. Me sentía tonto, ridículo y sin dignidad alguna. Era despreciable. El ambiente se había tornado sombrío, él simplemente miraba al suelo, evitaba mirarme a la cara, ni yo quería verla tampoco, la cara de mentiroso que tenía.

 

Me había mentido en todo, en absolutamente todo. No era Bill. No era Flanagan. No era castaño. No tenía los ojos verdes, ni había sido un niño rico desde pequeño. Él era Chad Johnson, era el hijo del señor Johnson y de la señora Harris. Su pelo era rubio pollo y sus ojos eran de un marrón chocolate, su forma física había cambiado totalmente. Quizás tenía razón y ya no era Chad, por lo menos, no el Chad que yo conocí.

 

Salí de la habitación refregando mi cara con mis manos para intentar parar estas lágrimas de rabia, pena, decepción... De todo lo que viene siendo sentirse completamente defraudado por una persona. Sentí unos pasos correr detrás de mí. Era él, me cogió del brazo obligándome a girar para quedar viéndole.

 

r13; ¡No me toques! r13;grité, estirando mi mano de forma brusca para zafarmer13;. Déjame, ¡déjame en paz de una puta vez! ¿De verdad era necesario todo esto? ¿De verdad lo era? ¿Ya estás contento con toda esta mierda? r13;seguí chillando mientras llorabar13;. No quiero verte más. No quiero que me toques más, ni que me busques, ni quiero hablarte más. Quiero que me borres de tu vida, porque tú ya estás fuera de la mía.

 

Por un momento, nuestras miradas chocaron. Era triste la situación, era triste su cara, pero más triste estaba yo. Caminé hasta la puerta, yendo lento sin oír nada, ni siquiera su respiración. Giré el pomo de la puerta lentamente, dejé caer un par de lágrimas antes de girarlo por completo. ¿Por qué? ¿Por qué aún con todo esto tenía la esperanza de que insistiera? ¿Cómo podía ser más tonto de lo que ya había sido? Cerré mis ojos fuertemente, no podía entenderme, nunca pude encontrarme y nunca he dejado de buscarme, sólo yo podía enamorarme dos veces de la misma persona.

 

Salí corriendo del Hotel Palace, esta era la última vez que iba a pisar sus adentros. La lluvia inundaba Nueva York, pero, por lo menos, camuflaba mis lágrimas. Corrí hasta que no pude más, sentándome a llorar en un banco de los muchos que había en el centro de la ciudad. No quería sentirme así, pero era inevitable.

 

Cuando pude recuperar algo la compostura, tomé un taxi y llegué a su piso. Tenía miedo de tocar el timbre, mis lágrimas comenzaron a aflorar otra vez, había llorado más de lo que había hecho en muchos años. De repente, se abrió la puerta dejándome ver a un Christian medio desnudo, sólo en bóxers, seguramente, estaría durmiendo.

 

r13; ¿Me puedo quedar en tu casa? r13;pregunté sobándome las lágrimas.

 

r13;Pero que... Claro que sí, tonto. Pasa, pasa... r13;suspiró, dándome un beso en la frenter13;. ¿Quieres algo de comer?

 

r13;No, gracias... r13;contesté casi en un susurro. Tenía toda la casa hecha un desastrer13;. Quiero dormir, si no te importa.

 

r13;Sí. Ven, por aquí r13;me guió a su habitación, en donde me acosté lo más rápido posible; sólo quería dormirmer13;. No te preguntaré qué ha pasado, pero espero que me lo cuentes tú solo r13;. Sólo pude asentir, mientras me envolvía en sus brazos e intentaba dormir.

 

No sé por qué, pero me sentía en paz. Como si todos mis sentimientos hubiesen quedado desperdigados por las sucias calles de Nueva York, en aquellas lágrimas que ya no quería volver a soltar. Todo a partir de ahora sería diferente, independientemente de lo que había pasado, me marcharía de todas maneras a mi estado natal para ayudar a mis padres, simplemente no quería que esto acabara así.

 

r13; ¡Venga dormilón, ya es la hora! r13;oí un par de palmadas de Christian, quien se encontraba vestido con un abrigo que le tapaba desde el cuello hasta casi los piesr13;. Hace mucho frío, abrígate.

 

r13;Sí... -dije entre un bostezo r13;. Ay, Christian, te voy a echar mucho de menos r13;solté mientras me levantaba de la cama.

 

r13; ¡Va, va! No quiero sentimentalismos, como si no fueses a volver r13;sonriór13;. Vístete, ahora vengo.

 

Habían pasado dos semanas desde que corté con Bill o Chad, o quién demonios fuese. Desde ese día vivía con Christian. Él no me había atacado con preguntas incómodas ni nada por el estilo, sólo me decía que tenía que respirar aire nuevo.

 

Eran las cuatro de la mañana, y a las siete salía el avión, dirección Minnesota. Pasaría de frío a frío, así que tampoco sería un cambio tan brusco, pero seguramente notaría la diferencia entre una ciudad tan grande y cosmopolita como Nueva York, a Minnesota, y más en mi pequeño barrio.

 

Decidí no contarle nada a Christian sobre lo de que seguramente no volvería. No quería darle esa pena, no se la merecía y menos de mi parte. Me puse un jersey de lana y un gorro a juego, mientras que mis piernas las tapaba un pantalón negro. No tenía ganas de arreglarme.

 

r13;Mira Sam, como hoy es Navidad... Esto es para ti r13;sonrió Christian. Esa sonrisa era falsa, lo notaba. Estaba trister13;. Espero que te guste r13;dijo mientras me entregaba una pequeña caja.

 

r13;Ay, Christian. No hacía falta r13;respondí cogiendo el regalo. Lo abrí lentamente, para ver un pequeño colgante, de plata y que portaba mi nombre r13;. ¡Christian es precioso, muchas gracias! r13;exclamé, abrazándole fuertemente con el colgante en las manos.

 

r13;Anda, anda. Ven, que te lo pongo. Dame r13;se lo entregué y noté como me tocaban sus frías manos, para ponerme bien el regalo. Me encantabar13;. A ver... Te queda precioso, Sam.

 

r13;Eres tonto, ¿lo sabías? r13;pregunté mientras sonreíar13;. Creo que ya va siendo hora de que, bueno...

 

r13;Sí. Vayámonos, si no quieres llegar tarde.

 

El camino en Taxi al aeropuerto fue silencioso, simplemente, se resumía en un abrazo cálido entre Christian y yo. Le apretaba fuerte con mis manos, lo más que podía, quería quedarme con su sensación para no olvidarla. Al llegar, noté como la pena me entristecía, no quería despedirme de él y él tampoco.

 

r13; ¡Joder! Puto enano. Te voy a extrañar r13;dijo mientras le caía una pequeña lágrima antes de estrujarme entre sus fuertes brazosr13;. Vuelve pronto, si no quieres que vaya yo a buscarte. ¿Vale?

 

r13;Está bien r13;mentír13;. ¡No llores que me vas a hacer llorar a mí también, cazurro! r13;solté, mientras notaba como se me nublaba la vista.

 

De repente, el número de mi vuelo sonó por los megáfonos. ¿Cómo un aeropuerto podía ser tan solitario si habían miles de personas en él? Era melancólico.

 

r13;El sol aquí ya va a salir, mientras mi sol se va r13;susurró Christian a mi oídor13;. Cuídate, ¿está bien? Te estaré esperando. Avísame cuando vuelvas.

 

r13;Te lo prometo r13;respondí, hundiendo mi cara en su pechor13;. Te echaré de menos.

 

Poco a poco nos fuimos alejando. Sólo sonaban las ruedas de mi maleta contra el suelo, ningún sonido más invadía nuestra privacidad a pesar de estar rodeados de gente. Lo que me entristecía era verlo así, y yo sentirme tan mal por mentirle. ¿Por qué odiaba tanto a Chad por mentirme, si yo también le iba a mentir prometiéndole volver cuando no era así? Era el pensamiento que me penetraba, una y otra vez.Al pasar el control de objetos y, con Christian fuera del alcance de mis ojos, antes de seguir avanzando con mi maleta, saqué mi móvil y lo dejé en uno de los bancos del aeropuerto. No quería nada que me recordara a Bill, o mejor dicho, Chad. Me dirigía a embarcar, pero no mi cuerpo; mi vida entera. A partir de ahora, otra historia empezaría.

 

Continuará... 

Notas finales:

Podéis encontrar más capítulos aquí -> https://www.wattpad.com/28737946-el-sexo-no-lo-es-todo-%C2%BFo-si-libro-1-cap%C3%ADtulo-1-un


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