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Flor de Almendro por Zils

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Notas del capitulo:

¡Zils reportándose! ¿Qué tal a sido su semana? ^u^

Ya se acerca la navidad y mi ánimo está por los cielos. Me encanta esta época del año. (Hasta tengo mi arbolito de navidad decorado, y toda la casa llena de rojo y verde, bien Gryffindor y Slytherin n.n)

¡Disfruten la lectura! (Y disculpen por cualquier error ortográfico u.u)

XI Convivencia.

 

Abrió los ojos con pesadez, encontrándose con una visión que hace días extrañaba: el rostro dormido de Kaname. Era como ver a un ángel dormir.

El día anterior se habían quedado en la habitación del menor viendo una película de navidad. Irónicamente el castaño se había enamorado del Grinch. ¡Incluso lo comparó con el mono verde!  Tras el comentario se había desatado una guerra de cosquillas que obviamente él ganó.

Según el oji borgoña, cuando recién despertó creía que él era un Grinch. Muy enojón. Pero ahora tenía una visión muy diferente de él. Le encantaba esa sinceridad infantil que tenía Kaname y esa confianza que había nacido entre ambos.

La imagen del bastardo del café se le cruzó por la mente, podía sentir la ira bullir otra vez. Ese idiota se había atrevido a coquetear con un niño; bueno, Kaname tenía miles de años más que ese mocoso ¡Pero tenía mentalidad de niño!

Él quería que el castaño tuviera una vida normal, como Yuuki hubiera querido, con amigos humanos, trabajo y todo lo demás; pero no podía negar que la idea de una pareja le ponía de los nervios. Ni siquiera había aceptado un novio o novia para sus hijos, mucho menos para el mayor.

Joder, tienes un preocupante complejo de padre.

¡Qué podía hacer! Entre más observaba el semblante dormido más sobreprotector se sentía. Que se jodiera su conciencia. Seguiría con su complejo de padre a mucha honra.

Pero, lamentablemente, no podía seguir recostado tan cómodo. Tenía que ir a la asociación, el mensaje que le había despertado no podía seguir esperando.

Quería evadirse más tiempo de la realidad pero no podía. Hoy Kaname se enfrentaría a una prueba de fuego y quería estar con él para apoyarlo en lo que más pudiera.

Con cuidado de no despertarlo, movió el cuerpo del mayor y se levantó de la cama. Lo arropó hasta los hombros, y revolvió su cabello con cariño.

—Estoy aquí para ti. No lo olvides. —susurró.

Kaname ya no estaba solo. Él lo protegería.

 

 

 

*

*

*

 

Zero y Ren caminaban a paso rápido por los pasillos de la Asociación. Se sentía un ambiente tenso, las caras de hastío y resignación se repetían más de lo que le gustaría. Que aceptaran su naturaleza no significaba que aceptarían a otros vampiros.

No tardaron más de tres minutos en llegar al despacho del mayor. Si bien era una oficina amplia y cómoda, con tantas personas en su interior se sentía pequeñísima. En los sofás estaban sentados Hanabusa, sus dos hijas y Ruka; Akatsuki y Takuma, permanecían de pie a un lado de los sofás; mientras Kaito estaba sentado en su escritorio, mirando hacia el exterior.

Inclinó la cabeza a modo de saludo y se ubicó de pie frente al escritorio. Kaito se bajó de un saltito del mueble y se recargó en la estantería a su derecha; Ren se mantuvo cerca de la puerta, en caso de que a alguien se le ocurriera espiar.

— ¿Te recuperaste por completo? —preguntó dirigiéndose a oji azul.

— Me curo rápido…Además me dieron sangre. —hizo una pausa. —Estoy bien.

Zero asintió. Intercambio una rápida mirada con Kaito antes de seguir.

— Recapitulemos: a todos los han atacado en menos de una semana, unos niveles E o D sin presencia, con cualidades mucho mayores a las de cualquier vampiro de esas clases. —hablaba más para sí mismo que para los demás; aquel ejercicio le servía para poner en orden sus ideas. — Primero ataca, midiendo su alcance; se detiene abruptamente y va tras ustedes. —Dirigió su mirada al grupo frente a él. No le preocupaba hablar de tan delicado tema frente a las hijas del oji azul, pues aunque el rubio no quisiera aceptarlo, las niñas ya tenían unos 40 años; con una apariencia de 13 claro está.

—Primero pensamos que estaba midiendo su fuerza esta vez con vampiros. —hablo Kaito. —Pero el hecho que los busque específicamente a ustedes…es obvio que son su primer objetivo de su plan.

— Rima y Senri, no han sentido nada extraño ni han sido atacados. Hace dos horas hablé con ellos. —informo Ruka que sostenía con fuerza la mano de Akatsuki.

— De Seiren aun nada se sabe. —Agregó Takuma.

—Pero algo le encomendó Kaname ¿No es cierto? —no prestó real atención a la mueca sorprendida de los vampiros. Eso solo afirmaba que Kaito no les había contado nada, y lo agradecía.

— Sí. —afirmó Aido. —Antes de marcharse, le preguntamos si quería quedarse una temporada junto a nosotros. —ladeo su cabeza señalando a sus hijas. — Pero ella se negó. Dijo que tenía una importante misión que Kaname le había encomendado, pero no dijo en qué consistía la misión o a dónde iría.

—Lo más probable es que esté buscando a Seiren. —habló por primera vez Ren. — Nada se sabe de lo que le encargó hacer Kaname. No es descabellado pensar que algo tiene que ver con el tipo que controla a los niveles E. Ese tipo sabe de la misión pero no sabe a quién se la encomendaron.

—Encontrarla antes que ese bastardo será aún más difícil. Seiren es experta en ocultarse y si esa misión era importante, no va a dejar rastro alguno de su presencia. —Akatsuki tomó la palabra. — Ese tipo no es el único que sabe ocultar su presencia.

— ¿Alguien más sabe ocupar esa técnica además de Seiren?

— Yo. Pero a diferencia de Seiren solo puedo hacerlo por dos horas. —respondió Takuma. —Seiren tiene un aguante mucho mayor. La última vez que le pregunté eran tres semanas, incluso durmiendo puede mantener la técnica.

— ¿Quién les enseñó? —preguntó Kaito. No era raro suponer que el mismo tipo que les había enseñado se les volteara en contra. Pasaba muy a menudo, por desgracia.

— Ni lo imagines. Es imposible que ambos sean la misma persona. —Kaito frunció el ceño.

— Las personas cambian.

— Eso no lo niego. Pero no es cuestión de cambio. Quien nos enseñó la técnica fue Kaname. —bajó la mirada a sus manos. Él no había dicho nada sobre el despertar de su amigo; prefería que el cazador lo explicara. — Él era capaz de mantenerla por años.

Zero bufó. Una técnica tan complicada como aquella la sabrían unos pocos, de los cuales no solo Kaname era parte, sino que también podría identificarlos. Todas las respuestas estaban en la mente del castaño, en sus recuerdos; recuerdos tan dolorosos en los que no quería meterse.

El silencio reinó por eternos segundos hasta que Kaito se decidió a romperlo.

— Sea como sea, no se quedaran más tiempo en mi casa. —declaró firme. —No tengo espacio ni ganas para mantenerlos.  

— ¿Qué haremos entonces? Ni las mansiones familiares son seguras. No puedo arriesgar a mis hijas.

Kaito apuntó con la cabeza hacia Zero.

— ¿En serio? —preguntó el oji azul escéptico.

— En serio. Se quedarán con nosotros. Pero hay reglas y ciertas cosas que necesitan saber. —Sentenció. Los aludidos apenas podían creer las palabras del peli plata; ellos sabían perfectamente el cambio de Zero con los años, pero no esperaban que de buenas a primeras les diera asilo en su hogar. — Kaname ha despertado.

Aquello desató un caos interno en los guardianes del anterior rey de los vampiros. El silencio, acompañado de jadeos ahogados y expresiones de sorpresa, duró unos 30 segundos más.

— ¿Cómo es posible? —jadeo Ruka sin poder creerlo. Su rey había despertado, simplemente no podía creerlo.

—Yuuki lo logró. El cómo, será para otro día. Lo que deben saber es que Kaname es humano y es muy diferente a cuando era vampiro. Él no recuerda casi nada de su pasado, y tampoco quiero que lo haga. Ustedes deben entender eso mejor que nadie.

Asintieron en silencio. Lo entendían, pero aún era demasiado el shock de saberlo vivo. Takuma solo bajaba la mirada ¿Qué ocurriría cuando los viera? ¿Los recordaría así como lo hizo con él?

— Él es totalmente diferente. Deben tener cuidado con lo que digan. — advirtió Ren. Le había tomado cariño al padre de su hermana, además podía ver cosas que los demás no, por lo que sabía perfectamente que se estaba cocinando entre los mayores. De alguna bizarra manera, estaba de parte del castaño en aquella relación.

—Iremos ahora. Preparen sus cosas. —anunció. La ansiedad de todos subió. —Ren, avísale a Mitsuki.

Todos salieron del despacho.

Dos horas más tarde, un auto negro y otro azul, partían a la mansión Kuran.

 

 

*

*

*

 

Estaba un poco decepcionado. Se había despertado solo otra vez. Se había propuesto sacarle una foto al cazador mientras dormía —parte de una apuesta que había perdido con Neith—pero no pudo. De partida se había dormido primero, y luego ni lo sintió levantarse.

Aquella mañana, todo parecía en su contra. El cepillo se había roto al intentar deshacer un nudo en su cabello —que por cierto, ya era hora de cortar—; se habían acabado sus cereales favoritos y terminó comiendo avena; se cayó de las escaleras por atar mal sus zapatos, ahora tenía un feo moretón en el brazo y en el muslo; y, como cereza del pastel, hubo un desperfecto con el agua caliente y terminó duchándose en tiempo record todo tiritón.

Se tiró en la mullida alfombra de la biblioteca, su día iba de mal en peor y solo quería que llegara Zero para hacer algo divertido y olvidarse de su desastrosa mañana.

Quien abrió la puerta fue Mitsuki, le habría echo ilusión de no ser por el semblante preocupado que traía.

— ¿Ocurrió algo malo? —preguntó levantándose de su cómodo lugar.

—Nada malo. —Negó sonriendo. Se acercó al castaño y lo abrazó con fuerza, en realidad tenía miedo de perderlo. Tenía miedo que su padre recordara todo y dejara de ser aquella dulce persona que había robado su corazón. — Vendrán unos amigos de papá a vivir unos meses aquí… No te preocupes. —dijo con voz tranquila cuando sintió el cuerpo bajo el suyo tensarse. —Son buenas personas… Son vampiros.

Kaname asintió con la cabeza. No le hacía gracia tener visitas. ¿Zero dejaría de hacer cosas con él para pasar tiempo con sus amigos? ¿Ya no podría dar paseos nocturnos o meterse a la cocina cada dos por tres?

No, definitivamente no le agradaba la idea. Otra cosa que sumarle a su horrible día.

—Anda, vamos a esperarlos abajo, ya deben estar por llegar.

— ¡¿Tan pronto?!

Ajá. Podía ir peor.

— Tranquilo, estaré a tu lado en todo momento.

Bufó frustrado. Ese no era su día.

Se cambió de ropa por algo, según la chica, más “presentable”, y bajo al salón junto con ella. Se sentó en su sillón de Santa Claus—apodo otorgado luego de ver el Grinch—, con el libro Noah entre sus manos. Se sentía muy identificado con el protagonista del libro, ambos no recordaban su pasado pero mientras que él no quería recordar, Noah hacia lo posible por hacerlo. Era un increíble libro que te hacía pensar el papel del ser humano en el mundo, su egoísmo y vanidad, lo correcto e incorrecto.

Se entregó a la lectura. Tan inmerso estaba en las páginas que no se percató de que los invitados habían llegado y  estaban de pie a unos metros de él.

—Kaname.

Fue el llamado de Zero el que lo sacó de su trance. Cerró el libro, dejándolo a un lado y le dedicó al peli plata una radiante sonrisa que dejó de piedra a sus antiguos compañeros. Se levantó al tiempo que el menor avanzaba hasta él para revolver cariñosamente su cabello. Otra acción que dejo perplejos a los vampiros de la antigua clase nocturna.

— Ven, te presentaré a unos amigos.

Su mirada borgoña se desvió a los jóvenes frente a ambos. Mitsuki y Ren se habían posicionado a su lado, y lo gradecía porque aquellas personas, aquellos rostros, le provocaron una sensación de nostalgia y culpa que apenas podía resistir.

Se aferró al brazo de Zero y retrocedió un paso, ocultándose parcialmente tras Mitsuki. Inspiró suavemente y, controlando su respiración como Ren le había enseñado, logró mantener la calma.  

Los únicos rostros que no sentía familiares eran los de aquellas gemelas que lo miraban con atención.

— Ellos son: Akatsuki, Ruka, Hanabusa, Shizuku, Hanako, y Takuma. —presentó Zero. No planeaba decir los apellidos, para que la presentación no fuera tan brusca. Aunque por la forma en la actuaba Kaname, aquello definitivamente no le resultaba agradable.

Los nobles, hicieron una reverencia. Ruka y las gemelas le dedicaron una agradable sonrisa, mientras los demás le dedicaron una sonrisa discreta. Parecía como si quisieran decir algo pero no se decidieran a hacerlo; eso le ponía los nervios de punta.

—Buenos días. —inclinó la cabeza a modo de saludo.

Se formó un pesado silencio. A pesar de conocer la noticia, los nobles aún seguían impactados. Ruka solo quería abrazar al castaño, decirle “bienvenido”; pero no podía. Zero y Ren les habían advertido: nada de contacto físico a menos que fuese estrictamente necesario; ella creía que eso era una exageración pero viendo la incomodidad del castaño y el miedo reflejado en sus ojos borgoña, supo que ninguna medida era una exageración.

Las gemelas se miraron por unos segundos antes de asentir, ya que nadie hacía nada ellas intervendrían. Avanzaron hasta el mayor con la mejor de sus sonrisas; Hanako tomó la mano libre de Kaname mientras su hermana tomaba su otra mano.

— ¿Puedes mostrarnos la casa, nii-san? —preguntaron al unísono. — ¡Pero solo a nosotras! Papá y los tíos pueden conseguir otro guía.

Sin siquiera esperar respuesta, jalaron entre ambas al castaño para salir del salón.

— ¡Niñas, no molesten a Kaname! —gritó escandalizado Aido. Sus pequeñas impertinentes estaban jalando a Kaname-sama como muñeco por el salón. ¡Qué insolencia!

Pero lo que definitivamente los dejó perplejos, fue la relajada risa que soltó el mayor. Aquella incomodad reflejada en sus ojos había desaparecido; en cambio, una mirada llena de ternura iluminó su rostro.

— Vale, vale. ¿Por dónde quieren ir primero? —preguntó mirando a las niñas que miraban indecisas los pasillos.

— ¡Por allá! —ambas señalaron a la izquierda.

Antes de ser jalado al interior del pasillo, les dedicó a los amigos Zero una cálida sonrisa. Esas niñas hicieron que la oscuridad en su corazón mermara y ahora podía mirar a esas personas sin sentirse tan agobiado. Aquellas pequeñas le recordaron a Eylean, su adorable hija.

Mientras no estuviera solo con los vampiros mayores, no recordaría.

Así estará bien.

 

 

*

*

*

 

Mientras Kaname daba vueltas por la mansión con las niñas, ellos se reunieron en el estudio de Zero. El lugar era mucho más cómodo y elegante que aquella oficina en la Asociación. Para ellos era obvio que aquel había sido el estudio del castaño; exudaba ese aire majestuoso de los Kuran.

— ¿Cómo es posible que no tenga recuerdos de ti? —preguntó confundido el oji azul. Kaname de inmediato se mostró incómodo con su presencia, pero era todo lo contrario con el peli plata. Comprendía que no se mostrara incomodo con Ren o Mitsuki, pues jamás los había conocido, pero con Zero debería ser lo contrario.

— Seguramente es por mi actitud y porque cuando nos conocimos su mente aún estaba aturdida por el letargo —respondió con calma.

— Al principio tampoco quería estar cerca de papá. —añadió Mitsuki.

— Pero en algún momento lo hará, te recordará. —Takuma miró directo a esos ojos amatista.

—Sí.

— ¿Cuánto ha recordado? —preguntó Akatsuki.

— No sabría decirlo.

— La mayor parte de las cosas que recuerda son en sueños, y él los siente como tales. —La castaña volvió a tomar la palabra. — No sería tan malo si no fuera por el hecho de que la mayor parte de cosas que recuerda terminan siendo pesadillas.

— ¿No ha tenido recuerdos despierto? —preguntó el oji azul.

—Al parecer, sí. —el cazador hizo una pausa. — No es como si nos contara cada recuerdo que tiene. Él sabe que era un vampiro, que su vida es mucho más larga de lo que podría imaginar y que aquellos recuerdos siempre estarán ahí.

Nuevamente el silencio se apoderó del lugar.

— Nuestro trabajo es ayudarlo a superar de apoco todos esos recuerdos; y, principalmente, que sea feliz. —Mitsuki dedicó una profunda mirada a los inquilinos. — Hace unos cuatro días atrás estaba muy deprimido por la muerte de sus hermanos. Costó mucho sacarlo de ese estado…Así que intenten ser lo más anti-súbditos posible; necesita un tiempo de tranquilidad.

—Un momento. ¿De qué hermanos hablas? Además de Yuuki, Kaname no tenía otro hermano. —Kain frunció el ceño. Algo no estaba bien toda esa historia.

—También nos sorprendió al principio. Kuran guardaba más de un secreto.

—Pero ¿Cuándo?...Siempre estuvimos a su lado. Jamás murió alguien tan cercano a él además de sus padres. —Ruka apenas podía creerlo. ¿Cómo era eso posible?

— Él ha vivido mucho más tiempo que ese…Según la teoría de Kaien, Rido despertó Kaname, sacrificando al primogénito de Haruka y Juuri. En algunas ocasiones escucho a Juuri llamar “abuelo” a Kaname; no le tomó mayor importancia porque le habían contado que habían nombrado al niño como el primer rey, además que tenía un aura que distaba mucho de un niño.

—Entonces Kaname-sama… ¿Es el primer rey? —el oji azul apenas podía creer las palabras del cazador. —Pero es solo una teoría ¿no?

—Desde luego es una teoría, pero sus recuerdos apuntan hacia ello… ¿Les habló alguna vez de una hija? ¿Alguien llamada Eylean?

—No. Jamás mencionó ese nombre, mucho menos a una hija. —Takuma hizo una pausa. — Pero ese nombre me suena…Revisaré en los registros de mi abuelo.

—No lo puedo creer… —Ruka apenas podía salir de su asombro, aunque ella bien sabía lo lógico de aquella deducción.

—Lo importante es mantener un ambiente tranquilo. —Zero se levantó de su asiento. —Mantengan contacto con Shiki y Toya. Les avisaré si hay otro ataque.

Todos asintieron en silencio.

La convivencia acaba de comenzar.

 

 

 

 

*

*

*

 

 

— ¡No es justo! ¿Por qué no puedo salir?

Tenía que aguantar las ganas de reír. Debía hacerlo pero ¡era tan difícil! Era la primera vez que veía al castaño hacer berrinche y hasta ahora solo le provocaba risa.

La situación era así: Zero de pie, con porte serio y firme, encarando a Kaname que tenía el ceño adorablemente fruncido y los brazos cruzados, mientras asomados en la puerta se encontraban los nuevos inquilinos, espiando.

No todos los días se presenciaba aquello.

—Es peligroso. 

— ¡Pero es jueves!

— Sea el día que sea no le quita lo peligroso. —suspiró masajeando el puente de su nariz. Por favor, ni se te ocurra reír.

— ¿Cuál es la diferencia entre este jueves y el anterior? —Preguntó con tono diplomático. Su rostro ahora expresaba una completa seriedad. —Además, Neith y yo acordamos salir este día hace semanas. Incluso estuviste de acuerdo. Sería una descortesía ausentarme.

Aquel tono de “Tengo la razón y lo sabes” era exactamente igual al que usaba Kuran: calmado y seguro. Aquella forma de argumentar, no solo con palabras sino que con toda aquella expresión corporal, era innata. Él nació para ser líder, para dirigir, para ganar. Tenía ese don de mando; y no pudo evitar sonreír. Había conocido una parte de Kaname hace muchísimos años, una parte que por las circunstancias no pudo apreciar; seguramente la parte más sincera que podía mostrar el rey de los vampiros en aquel entonces.

— ¿De qué te ríes?

El ceño fruncido había vuelto.

— De que por más que argumentes y rezongues, la respuesta será: no. —sin importarle lo más mínimo el notable enojo del mayor, se acercó a él abrazándolo, tal cual lo hacía cuando debía calmar alguna pesadilla. Aún a regañadientes el castaño aceptó el abrazo. — No es por capricho.  —murmuró. — Hay niveles E sueltos que no se pueden detectar, y hoy no podré acompañarte. ¿Qué pasaría si alguno te ataca y te lastima? ¿Qué pasaría si alguno ataca a Neith? Si te quedas aquí estarás seguro. Ella entenderá.

Sintió el cuerpo entre sus brazos destensarse.

— Lo siento. —susurró, apretando ligeramente el brazo que le rodeaba. Zero solo quería protegerlo y él se había comportado como un niño egoísta y caprichoso.

Decir que estaban impresionados era poco. Takuma sabía perfectamente cómo funcionaban los caprichos de su amigo; Kaname jamás retrocedía y mucho menos cedía ante peticiones ajenas. Yuuki era la única que tenía el poder de hacerlo cambiar de parecer, aunque que fuera solo para cumplir sus deseos.

Zero se había ganado un lugar muy importante en el corazón del castaño; un privilegio muy importante que el cazador del cual aún notaba era dueño. 

 

 

*

*

*

 

Frunció el ceño. Expulsó aire. Frunció los labios. Esperó. Movió una casilla la pieza.

— El alfil solo puede avanzar en diagonal.

¡Maldito juego!

— Otra vez. —murmuró malhumorado.

Akatsuki había sido el elegido para enseñarle ajedrez, y ya llevaban en ello dos largas horas. Partió con una explicación general del juego, la formación de las piezas y cómo avanzaba cada una; luego del que el castaño más o menos memorizara todo pasaron a la práctica.

La misma explicación inicial fue hecha unas cuatro veces más de distintas formas, pero no había caso. El castaño simplemente no lograba comprender el juego.

Takuma ocultó su risa con el libro que hace horas aparentaba leer; Hanabusa ni siquiera pudo ocultar su asombro al igual que Ruka. ¿Quién llegaría a imaginar que el gran Kuran Kaname, experto jugador de ajedrez, apenas lograría avanzar dos casillas en dos horas de juego? 

Ellos tenían un agradable recuerdo del castaño enseñándoles el juego; el oji borgoña tenía una forma tan precisa y paciente de explicar que resultó siendo un excelente profesor, aún mejor que sus aburridos tutores. Sin embargo, ahora ni gota quedaba de ese gran jugador.

Rima no dudaría en grabarlo. Lástima que ella y Shiki se perdieran la diversión.

De un momento a otro, en un arranque de frustración y mal genio, Kaname barrió con su brazo todas las piezas, dejándolas esparcidas por la mesita donde jugaban, y dejó caer su cabeza en el tablero.

— Es un juego difícil, es normal que cueste en un principio. —intentó calmarlo Kain. Si bien estaba muy desconcertado por la actitud de su rey, porque para él Kaname siempre sería su rey, intentó que su voz saliera lo más relajada posible. Le causaba tanta ternura.

— Es un juego horrible…Muchas piezas y muchas reglas. Lo odio. —Declaró enfurruñado, aún con la cabeza enterrada en el tablero vacío.

— ¡Y pensar que eras tan bueno en esto! —Pésimo comentario del oji azul. Las miradas acusadoras de todos cayeron sobre él.

— El vampiro era bueno, yo no. —comentó seco.

—Lo siento.

Ajá. Lo que digas rubio.

Estaba frustrado y odiaba sentirse así. Vale, quizás su antiguo yo era un aristócrata bien educado en la etiqueta y juegos de estrategia, pero él no. ¡Que se jodiera el ajedrez!

Se levantó de la mesa, y comenzó a guardar las piezas en su lugar; acción que el peli cobrizo imitó.

— Podemos intentar con fútbol —propuso Takuma sonriente. —Las reglas son fáciles y las niñas también pueden jugar.

Las gemelas no tardaron ni dos segundos en levantarse animadas, habían esperado tranquilamente sentadas pero estaban aburridísimas.

Solo faltó la afirmación del castaño para que salieran al jardín. Annie les entregó una pelota, dividieron los equipos y comenzó el juego.

Las risas y los gritos no tardaron en inundar el lugar. Las primeras veces que alguno de los nobles derribaba a Kaname, estos se quedaban de piedra, pero al ver la sonrisa juguetona del mayor se tranquilizan. Luego de 10 minutos de juego todos olvidaron las reglas de etiqueta: Hanabusa gritaba insultos a su primo a cada segundo; Ruka reía a carcajada limpia; Takuma y Kaname se daban empujones juguetones cada que se cruzaban con la pelota; las gemelas se retaban la una a la otra, a ver quién paraba más goles.

Era la escena más bizarra que Zero se pudiera encontrar al llegar a casa. Hace unos días Kaname no se acercaba a los nobles a menos que fuera estrictamente necesario, y ahora jugaban fútbol, ¡el deporte menos elegante del mundo!, riendo, insultándose y empujándose.

¡Vaya cosa!

Solo pudo sonreír. El castaño al fin se había relajado.

 

 

*

*

*

 

— ¡Shizuku, Hanako, Kaname! ¡Entren en este instante!

—No te escucharán. —rio mirando a su primo que ya lanzaba humo por las orejas.

— ¡Kaname se va a resfriar! —agitó los brazos escandalizado. Akatsuki se divertía de lo lindo mientras a él le tocaba velar por la seguridad de esos diablillos. — ¡Haz algo útil y ayúdame!

—Ah, está bien, está bien.

El peli cobrizo dio un largo suspiro y caminó hasta las tres personas que tenían una guerra de bolas de nieve. La noche anterior había caído la primera nevada de invierno; un metro de nieve les sorprendió en la puerta esa mañana y los tres niños de la casa estaban más que entusiasmados por jugar con ella.

Así se formó una guerra de nieve que ya llevaba dos horas. Y Hanabusa no podía estar más inquieto. ¡Si Kaname enfermaba, Zero y Mitsuki lo matarían!

Con un movimiento de mano hizo que las armas heladas se derritieran en las manos de sus dueños.

— ¡No es justo, tío Tsuki! —vociferaron las gemelas.

— Ya fue mucho de juegos.  Y por millonésima vez: mi nombre es Akatsuki no Tsuki, mocosas del demonio.

—Solo un ratito más ¿sí? —ambas entrelazaron sus manitos, poniendo su mejor cara de perrito abandonado.

—Esa cara no funciona conmigo. No soy su padre. —se cruzó de brazos en pose imponente— Ahora, entren.

Se miraron entre ellas. Eso no se quedaría así, claro que no. Su tío Tsuki podía ser inmune a ellas pero el castaño no; y su tío no se podría resistir a Kaname. Plan perfecto.

Shizuku jalo discretamente el chal gris del mayor, y le dio una de sus miraditas anhelantes. El castaño simplemente no se pudo resistir.

—Akatsuki. —poso una mano en el hombro del peli cobrizo y le dedicó una cálida sonrisa. —Mi entrenamiento comienza en 20 minutos. No es mucho tiempo ¿verdad?

Derrotado asintió y camino de vuelta hasta el oji azul. Desde que el castaño tocó su hombro, supo que había perdido esa batalla.

—Patético.

—Ya te quiero ver diciéndole “no”.

¿Acaso era su culpa sucumbir a esa sonrisa? ¡Kaname era un completo manipulador!

 

 

*

*

*

 

—Primero mediré su nivel. —paseó la mirada en los rostros frente a él. Pasó de tener un estudiante a tener cinco. Que desastre. —Kaname, ven al frente. —el castaño obedeció enseguida. — Se enfrentarán a él. No lo subestimen.

El primero en pasar al frente fue Takuma.

El rubio estaba nervioso, no quería herir al mayor, pero si Zero les había dicho que no lo subestimaran, significaba que Kaname era de cuidado. Realmente eso esperaba. Sus primeros golpes fueron esquivados fácilmente por el castaño. Tras un minuto de pelea —si es que aquello se le podía llamar así— el oji borgoña frunció el ceño. Después de ese mínimo gesto, él fue tirado bruscamente al piso con el brazo en una posición extraña.

Zero sonrió con sorna.

—Les dije que no lo subestimaran.

Luego de eso vieron el mismísimo infierno.

 

 

*

*

*

 

 

¡Zero nos va a matar!

Ese era el pensamiento de Hanabusa y Takuma que miraban nerviosos las mejillas sonrojadas del castaño.

¡¿Quién pensaría que no tenía resistencia al alcohol?!

— ¡Otoomás!

— ¡Shh! —calló el oji azul, sosteniendo al oji borgoña antes de que rodara por el piso. — Vamos a dormir. Anda.

­— ¡Noooo Zero! ¡No queero dormiiiir! —balbuceó intentando zafarse del agarre ajeno.

—Zero no está. Vamos a dormir, Kaname. —Takuma ayudó a Aido a sostener al castaño borracho que de un momento a otro se quedó quieto, mirándolos con sus ojitos anegados en lágrimas.

 — ¿Zero? ¿Dónde está Zero? —las lágrimas corrieron libres por sus mejillas. — ¡Zeeeeroooo! ¡Zeroooo! ¡Me secuessstraaaannn! ¡Zeroooo!

— ¡Shh! Nadie te está secuestrando. —Takuma miraba en todas direcciones. — Si te quedas calladito, iremos a buscar a Zero ¿Vale?

El castaño lo miró sin comprender. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Dónde estaba Zero? Soltó a llorar otra vez, con más fuerza aun, llamando entre sollozos al peli plateado.

Y pensar que todo comenzó con un inocente: ¿qué es eso?, de parte del castaño; y un: ¿quieres?, de la suya.

Ruka y Kain bajaron por el alboroto; estaban a unos dos pasos del salón cuando una voz lúgubre y furiosa se oyó.

— ¡¿Lo emborracharon?!

Sip, ellos no se arriesgarían. En menos de lo que maúlla un gato, ellos estaban devuelta en su habitación.

Al día siguiente Kaname no recordaba absolutamente nada; y los dos rubios, preferían que no lo hiciera.

 

 

*

*

*

 

 

Sonrió satisfecho. Las cosas salían tal cual había planeado. Nada mejor que la satisfacción al ver su esfuerzo de tantos años dando frutos.

Bebió lentamente de su copa, regocijándose con el sabor dulce la sangre. Aquella había sido una presa perfecta.

¡Oh, Yagari estaría revolándose en su tumba!

Paseo la mirada con parsimonia por todas aquellas obras de arte que formaban su hogar; cada una más rara que la anterior, tenían ese aire de nostalgia y majestuosidad. Era el trabajo de su vida.

Como arqueólogo su vida era buscar en los recovecos del pasado pruebas de existencia. Dedicó su vida entera a buscar, explorar y conocer; hasta que se topó con aquel anciano loco, que de loco no tenía nada, y su vida dejo de ser vida.

Viajaba por las costas de México, cuando se topó con aquel viejo. EL anciano le contó historias sobre seres hermosos que se alimentaban de sangre humana. Vamos, vampiros. ¡Era la leyenda más vieja y trillada de la historia! Por supuesto no le creyó, pero el viejo insistía con tanta desesperación que logró cansarle.

— Vamos, dame pruebas, abuelo. Así sin más no puedes esperar a que te crea.

— Rodean la tumba del emperador. Nuestro señor debe estar muy molesto…Si muy molesto. —balbuceó en respuesta. — Ve cuando la luna esté llena…Aparecen todas las noches pero la luz de la una te ayudará a ver.

—Claro, cuando la luna esté llena. —afirmó con hastío.

—Exacto, exacto. Cuando esté llena.

Contra todo pronóstico terminó cenando con el anciano.

—No puedo creer que esté haciendo esto.

Paseo por el pueblo unos cuantos días más. Sin dudas lo que más llamó su atención era ese rechazo a salir de noche. Se creía que de noche habían criaturas que comían humanos. Cuando le preguntaba a alguien directamente sobre los rumores, se callaban y solo advertían que no saliera de noche.

Aquello no tenía ni pies ni cabeza. Los vampiros claramente no existían, pero de igual forma se encontraba en aquella pirámide, buscando a alguno.

Esperó una hora a que apareciera algún ser hermoso que bebiera su sangre, pero ni siquiera una serpiente se asomó.

—Tonterías…Eres el único imbécil que le cree a un vagabundo.

El ruido de un gruñido lo distrajo. Se levantó lentamente, sosteniendo con fuerza el palo con el que se había armado por si las moscas.

— ¿Qué hace este incauto humano en mis dominios? —preguntó una melodiosa voz a sus espaldas.

Se volteó tan rápido como pudo; no le gustó nada como había sido pronunciada la palabra “humano”. Se encontró de frente con un niño de unos 12 años. Frunció el ceño. ¿Aquel pequeño se suponía que lo mataría?

— ¿No deberías estar en la cama, niño? — tiró el palo a un lado. El subidón de adrenalina tenía su corazón latiendo a mil.

—Yo pregunté primero.

Se alzó de hombros y le dio la espalda, comenzando la caminata de regreso.

Ese fue su peor error.

Solo sintió el tirón de su brazo seguido de un agudo dolor en el cuello. Después de eso todo fue muy confuso.

Había lapsos donde su garganta quemaba, su cuerpo se contraía dolorosamente y sus sentidos se aumentaban en mil. Creía que moriría y segundos después era invencible. En un momento de lucidez pensó que ese mocoso lo había drogado, pero desechó la idea.

De alguna manera se las había arreglado para entrar en la tumba. Hacía frío, pero siendo uno de los pocos momentos de lucidez le importaba en lo más mínimo.

No recuerda exactamente cómo, pero logro entrar a una profunda cámara, donde para su sorpresa no descansaba una persona, como sería habitual, sino que un cofre con un extraño candado.

Otra vez perdió la conciencia. Cuando la recuperó el cofre estaba abierto y  tenía una extraña piedra roja en su mano. Era sólida pero parecía que su interior estuviera fundido, totalmente líquido. Una energía extraña venia de la piedra, era aterrador y excitante. Llevado por el instinto metió la piedra en su boca, esta se volvió líquido y la sintió viajar por todo el cuerpo.

El poder era inimaginable. Podía hacer lo que quisiera. Podía matar a quien quisiera. Podía comer a quien quisiera. 

¡Era el maldito rey de todo!

Se hundió en el éxtasis por largo tiempo más. Sentía su cuerpo como nuevo, se sentía eufórico.

Era de noche cuando abandonó aquel templo. Se regocijo al sentir a cada ser vivo existente; podía sentir el murmullo del viento, y el sabor de la sangre fresca de un niño. Sonrió y partió en su búsqueda.

Recordar cómo se había convertido en tal monstruo le ponía nostálgico.

— Ya está todo preparado señor.

— ¡Oh, Kyouske! — Se levantó con alegría de su cómodo sofá— Manda a mis pequeños con Kuran Kaname…Si queremos que todo salga perfecto, primero debemos deshacernos del amnésico rey.

— Como ordene, mi señor.

30 años preparando el terreno. Ahora solo estaba a unos días de terminar con todo.

Él se encargaría de exterminarlos a todos. Los vampiros no debían existir.

Él sería el único vampiro en ese mundo. Solo él sería el rey.

 

 

Notas finales:

¿Les gustó? Espero realmente que sí n.n

Muchísimas gracias a todas las personitas que leen y a aquellas que se toman un tiempito en comentar. ¡Les estoy muy agradecida!

Por cierto, de ahora en adelante (hasta que termine el fic; espero), las actualizaciones serán los lunes (en la mañana ó en la tarde/noche).

Así que todas las semanitas tendrán capítulo nuevo. (^ w ^)/

Un fuerte abrazo a Zaphire, Serenity y a Kira Kiryuu, por sus hermosos comentarios. ¡Muchisimas gracias! <3 <3

Un abrazo de oso, les deseo una linda semanita y nos leemos el lunes!!

 

 


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