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Voy a sostenerte (reloaded) por Hao Asakura

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Notas del capitulo:

Ando con una prisa tremenda estos días!

Aun así quiero desearles una increible celebración de navidad y que se cumplan todos sus anhelos, incluyendo los mas perverts y yaoiceros. Un gran abrazo para todos.

Espero que esas personitas tan especiales que me leen  y escriben sepan que les agradezco mucho y que disfruten este capítulo.

para ambientar.

https://www.youtube.com/watch?v=MjmjTP12e1E&index=5&list=RDChyEs0AqV_k

pero para mí siempre vas a ser mi hermanito menor.

-Nii san- murmuró Al suavemente desviando por un momento hacia el suelo enlozado con piedras, no soportaba ver esos ojos sin poder besar cada lágrima.

“Está bien” pensó Al mientras soltaba a su hermano y sonreía con tristeza “ni te emociones, es normal de hermanos pelear y perderse, recuperarse y volverse a juntar, es normal  somos familia, y así está bien, él es increíble tal y como es. Soy su hermano menor, no debería estar deseando que…” 

Apenas conseguía levantar la cara para mirarlo.

El pelo de Edward revoloteó con una ráfaga de viento helado.

-Te amo Al…

La expresión de Alphonse se congelo en puro asombro, los fuegos artificiales seguían iluminando el cielo con sus colores pero ya no se oían, todo sonido dejó desapareció para Al solo quedó la luz, contra la cual se recortaba la silueta de Ed.

-Nii- quiso decir Al, pero no tenía voz, se quedó mirando aquellos intensos ojos dorados, se sentía completamente paralizado, dudando de lo que esas palabras significaban a pesar de que la expresión de su hermano lo decía todo.

Ed se adelantó  un poco hacia Al para examinar su rostro, sus ojos desmesuradamente abiertos, la mano a medio camino de cubrir su boca, luego  se inclinó un poco para que sus rostros quedaran frente a frente, buscándole la mirada.

-Dios! Debo escucharme como un completo enfermo ¿te parezco un pervertido? Yo… lo siento… no puedo callarlo  más Al, lo siento… si quieres te dejaré tranquilo, me marcharé de…

Con eso estaba claro el sentido de las palabras de Edward

-la casa y…

-Nii san- dijo Al con un hilito de voz

-No hagas caso a lo que acabo de decir, son disparates, claro que te amo, pero no soy un pervertido sé que somos hermanos y que es imposible…

Ed quiso alejarse Al de súbito estiró su mano enguantada y lo sujetó por la manga de su abrigo.

-Al…

El menor lo miró con sus chispeantes ojos plateados llenos de sentimiento.

-Vamos a casa, Nii san.

Ed sonrió un poco.

-Hai…

La nieve empezó a caer con mayor intensidad.

Ambos hermanos cruzaron la plaza principal a paso lento, sin decir mucho.  Luego Edward cumplió su propósito: en una pequeña tienda de antigüedades consiguieron varios hermosos regalos para Al: un largo tren rojo hecho de latón, incluyendo las vías sobre las cuales andaba de verdad,  un pequeño teclado que simulaba un piano de madera, naipes ilustrados con alquimistas y círculos de transmutación famosos, un rompecabezas que formaba la figura de un gato, dos libros, una jaula para aves para llenar con flores  y (por supuesto) un dulce oso de felpa color miel con un gran moño rojo.

-A.. arigato Nii-san- dijo Alphonse sonriendo con timidez, estaba sonrojado y abrazaba su oso.

-Esto no es nada, Aru… vamos a apurarnos.- Edward estaba un poco rebasado, ese chico abrazado a un oso le parecía lo más tierno del mundo.

-Arigato Oba san!- Edward agito su mano izquierda enguantada, la otra estaba cargada de paquetes.

-Arigato! Y feliz navidad!- dijo Al, aún más cargado de paquetes.

-Gracias por su compra- dijo la dueña de la tienda mientras los despedía en la pequeña puerta de madera.

De la suave calidez de la tienda los recibió nuevamente el frío, anduvieron con prisa las dos calles que faltaban y al entrar a los oscuros pasillos del edificio de departamentos podían ver sus alientos salir de su boca como un blanco vapor.

-Hemos andando tanto que ¡ya tengo hambre otra vez!- rió Al.

-Mis habilidades te van a sorprender, ya verás!

-A… anda Ed  ¿ya has hecho la cena?- estaba un poco sorprendido.

-Sip, lo hice todo antes de que volvieras… solo que habrá que calentarlo… ¿Por qué esa cara de estupefacción?

Tuvieron esta pequeña conversación mientras subían los escalones que los llevaban al tercer piso donde estaba su apartamento, Edward sacó su llaves y abrió la pequeña puerta de madera con el número 305, luego encendió la luz , apartándose,  para dejar a Alphonse pasar.

-Woooow!!- exclamó Al.

Su pequeño departamento brillaba de limpio, y se sentía sumamente cálido al entrar gracias a la luz de unas velas que habían estado encendidas sobre el diminuto comedor de madera,  todo alrededor estaba pulcramente decorado con guirnaldas verdes y esferas rojas, el árbol de navidad que ambos habían decorado en la sala que únicamente tenía dos sillones afelpados color vino y un tapete,  brillaba más que nunca.

Edward había hecho esas esferas doradas con arena y un poco de alquimia, total, en un rato volverían a ser de arena otra vez.

Había dos botas navideñas colgadas en la pared bajo la foto de sus padres, la roja tenía el nombre de “Ed” y la blanca el nombre “Al”  los hermanos hicieron una pequeña reverencia ante la foto de sus padres.

-Estamos en casa, papá, mamá.

-Todo luce tan hermoso!! Ejeje te has esmerado nii-san.

-La teniente Rose me ayudó un poco- confesó Ed sonrojado, en todo excepto la cena.

“De verdad será un milagro si no se le ha quemado todo” pensó Al sonriendo, las habilidades de Edward para cocinar no eran muchas, aún si usaba alquimia.

Se quitaron los abrigos que dejaron colgando en un perchero y se sacudieron la nieve del pelo, luego acomodaron los paquetes que traían consigo bajo la bota de Al, en ese momento; el muchacho cayó en cuenta de que todo había sido tan rápido que se había olvidado de comprar algo para Ed.

 “Demonios, hubiera comprado la loción aunque sea” pensó contrariado

-Vamos a prepararnos para cenar Al.

-Vale.

Cada uno entro a su habitación.

Ed eligió un elegante traje negro con camisa blanca (sin corbata)  mirándose al espejo decidió dejarse un botón abierto, “Nada mal” pensó, y para completar su imagen decidió soltarse el cabello. “Sólo porque es una ocasión especial” tomó un cepillo y se lo peino con cuidado.

Al tenía frío, así que eligió un jersey rojo con estilo navideño y unos pantalones de vestir  en tono gris Oxford, se quitó las botas y se puso unos zapatos elegantes no sin antes sacarles brillo, luego rehízo afanosamente su coleta.

Cuando salió para lavarse las manos Ed estaba poniendo música en el fonógrafo.

Alphonse al verlo, pudo sentir como se ensanchaban sus pupilas, inmediatamente después una súbita aceleración de su pulso cardiaco  y como se le iba la respiración.

“Dios! Se ha soltado el pelo… ¿por qué dios? ¿Por qué tiene que ser tan guapo?

-Siéntate Al, vamos a cenar.- dijo Ed halando una silla del comedor como si lo hiciera para una dama.

-Quiero ayudar.

Edward ató un delantal por detrás de su pelo dorado.

-Tú siempre estas cocinando para mí, déjame hacerlo todo esta vez.

-Nii –san…

La mesa estaba decorada de forma muy elegante con una vajilla blanca y cubiertos plateados, solo había dos manteles rojos debajo de cada grupo de platos y un florero con noche buenas en el centro, tenían cuatro sillas pero solo dos a cada extremo (una frente a la otra) tenían platos.

-Siéntate por favor.- insistió Edward cortés, se empezó a preocupar, Al tenía la cara tan roja que probablemente había pescado una gripa.

Al obedeció.

Edward se marchó a la cocina sumamente nervioso,  sus manos temblaban un poco (lo notó al abrir la puerta del horno) a pesar de eso sonreía radiante de felicidad, Al no le había rechazado, ni odiado, mucho menos había mostrado asco después de su confesión… aunque tampoco le había dado una respuesta concreta… quizá no había entendido bien.

Que mas daba,  iban a pasar la navidad como familia y su hermano aún le hablaba a pesar de sus sentimientos, eso bastaría por ahora, no podía pedir más.

Una pequeña gota cayó sobre la sopa.

-Eh?- dijo Edward, llevó su fría mano de metal al rostro “Que tonto” pensó “que te pongas a llorar a estas alturas… dale tiempo a Al, seguro que encontrará la manera de responderte… aunque  no siente lo mismo por ti, era de esperarse… sólo a ti se te ocurriría enamorarte de él, seguro no sentirá lo mismo, aunque no te haya odiado… después de todo él es un chico  normal”

Entro sonriendo  al comedor y sirvió la sopa humeante con verduras y champiñones.

-Caray! Huele delicioso Ed!

-Yo…

Edward quería decir que había hecho tres veces las sopa antes de que la teniente Rose la aprobara, que había trabajado sin descanso buscando la forma de mostrarle sus sentimientos a él, sin embargo no dijo nada y se sentó frente a Al.

-Espero que la disfrutes.- Luego observó con cuidado, los labios de Al, cerrarse sobre la primer  cucharada.

-mmm Delicioso!- dijo Al sonriendo luego de probarla.

-Genial!- celebró Edward sonriendo a su vez.

Comieron hablando de cosillas sin importancia, el clima, el trabajo de Ed, la escuela de Al, Ed trajo el espagueti que estaba tan rico como la sopa y lo acompañaron con pan mas ensalada, mientras el mayor comentaba  lo fastidioso que era Mustang ahora que lo habían ascendido… seguía siendo superior de Ed.

-Ese viejo odioso… sabes Al, estaba pensando en renunciar al ejército y que viajemos para buscar una buena universidad, puedo hacer trabajos de alquimia para pagar nuestros estudios

-Sería maravilloso… nii –san, siempre has querido continuar tus estudios.

-¿No extrañarías a tus amigos de la escuela?... oye espera, es momento del plato fuerte.

Ed se puso de pie y fue hasta el horno, sacó la bandeja caliente usando un par de guantes de cocina,  no era pesada, pero se le iba fuera de balance por lo grande amplia que era,  cruzó la puerta.

-Tachaaan!! Y aquí esta!! Espero que no se me caiga… ups… nahhh jajajaja- dijo fingiendo que se le iba a caer y sobre saltando a Al.

Logró llegar a la mesa con éxito,  solo que cuando la iba a depositar  la bandeja se tambaleó de verdad, un poco amenazando con dejar caer su contenido antes de llegar a salvo, Al de inmediato se incorporó con el objetivo de ayudar.

-Ed!!!

-Lo logramos! Jejeje  por poco y … Al… ¿Al?

El joven miraba a su hermano con ojos de tristeza, su mano estaba sujetando el brazo derecho de Edward, cerca del codo y  por encima de su saco,  una gruesa lágrima se deslizo en silencio por su mejilla, el rubio miró a Al y a su brazo alternativamente.

-Pe… perdón, que tonto soy…  es que sólo….  Por un momento pensé…

-Al… no…

-Se… siente… tan tibio…


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