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MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

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Notas del capitulo:

Hola...

Lo sé me tardé demasiado y les contaría la triste historia pero es muy larga.

He estado realmente con muchas ocupaciones entre el trabajo y mis estudios de japonés, ninguna excusa que no hayan escuchado antes.

Hubo un punto en el que perdí lo que llevaba del capítulo y tuve que reescribirlo, pero creo que fue para mejor. 

Es un capítulo muy largo al que le agregué y detalle todo lo que quise, lo escribí hasta el cansancio, cada día hasta que estuve satisfecha con cada aspecto de él, así que espero que haya valido la pena tanto tiempo.

Gracias por su paciencia.

Les dejo un link donde se puede oir la canción que inspira este capítulo: Tsumetai ame. No la pude encontrar en tro lugar.

 

http://liefond.com/song/ryuichi+kawamura+tsumetai+ame

Me siento feliz de al fin poder regalarles este capítulo n___n

 

 

 

 

 

Capítulo 21: Lluvia viva

 

El dolor profundo debería reflejarse en mi rostro, la desorientación tras haber corrido algunas avenidas, el cansancio… sólo debería quedarme energía para arrastrar los pies, ni siquiera podía levantar la mirada, pues el peso más terrible del mundo debía posarse sobre ella. Pensé en un mundo sin Hiroshi, pensé en él alejándose para siempre de mi vida y entonces el dolor se hizo nítido como las luces de los coches que se iban encendiendo y parecían estrellas. La lluvia vacía y helada como una muerta caía sobre mí, fría y artificial congelaba mis huesos mientras yo me esforzaba porque el temblor de mi cuerpo no se notara más que el dolor de mi rostro. Llegué al final del recorrido bajo el puente y me sentí aliviado de que el agua ya no cayera sobre mí, me recargué en la pared cansado y cerré los ojos un momento; cuando los abrí giré la cabeza hacia el preciso lugar donde debía hacerlo y el auto apareció ahí con la persona por la que había estado caminando en aquella calle. Pesado, con el agua muerta sobre mí, debí abrir los ojos desmesuradamente antes de que el auto se alejara y lo perdiera de vista. Así lo hice, pues la persona que debía ser amada por mí se encontraba ahí, junto a alguien más. Los recuerdos que evocaban aquella imagen, hicieron un hoyo en el sitio que

 

donde tendría que estar mi corazón, aún más helado que el resto de mi cuerpo.

Era el frío de la nada…

 

—¿No te estabas congelando en esa escena? ­—preguntó Hiroshi que veía atentamente el apenas segundo capítulo que se transmitía del drama donde trabajaba.

—Pues sí tenía un poco de frio. —Me senté a su lado.

­—Ya casi es invierno. ¿Qué el director no pensó que podrías enfermarte?

­—Bueno… creo que sí lo pensó, por esa razón tomamos muchas precauciones. La escena dio mucho más impacto al capítulo. Además, en cuanto terminó me cambié rápido y bebí un café.

Hiroshi quedó en silencio dedicándose sólo a mirarme y yo, avergonzado de que pudiera descubrir algo desagradable en mí, giré la cabeza hacia un lado. Su presencia era abrumadora, abarcaba cada parte de la casa; las paredes, los floreros, los palillos y las cajitas del bento. Mis sentidos vibraban y no tenía idea de con cuál lo sentía más intensamente.

Era como una lluvia cálida que caía sobre mí, una lluvia viva de sangre y amor.

—Espero que la próxima vez te niegues a hacer escenas peligrosas para tu salud. Lo más importante es tu voz ¿Qué pasa si te resfrías y no puedes cumplir con tus compromisos como cantante? ­—Su tono tenía casi la firmeza de un regaño y entonces sonreí. Esa persona a mi lado se estaba encargando de mi bienestar, lo había hecho desde el momento en que lo había encontrado una vez más. Yo también deseaba encargarme de que estuviera bien, de que sonriera, de que su felicidad durara para siempre.

—No te preocupes, ya no hay escenas bajo la lluvia.

­—Aunque te veías tierno y vulnerable ese efecto lo puedo conseguir bajo la regadera.

Lo miré muy sorprendido mientras sentía cómo mis ojos se abrían a casi toda su capacidad.

­—¿Sabes una cosa? Antes eres un chico tímido y adorable.

­—Ésa sólo era la imagen con la que quería conquistarte, Ryu-kun.

—Comienzas dándome un susto terrible cuando fingiste que te enojaste con las fotos que mostraron en aquel programa y ahora haces estas bromas subidas de tono—besé sus labios de la forma más suave posible, aunque los míos estuvieran un poco resecos por el frío que gradualmente aumentaba en la ciudad. Me sentí un poco avergonzado por ello.

—Pero creo que me quedaré solo con las bromas subidas de tono, porque yo terminé más asustado que tú cuando te quise engañar.

—¿Más asustado que yo?

—Te pusiste muy pálido, creí que te iba a dar algo.

—¿Cómo no querías que me asustara? Pensé que te habías enojado conmigo.

—No podría enojarme por algo así —con un movimiento rápido me tomó por cintura y me sentó en sus piernas. —No hay nada qué deba asustarte. Creo que no soy tan terrible cuando me enojo.

—No es eso lo que me da miedo. —Acaricié su cabello y crucé su mirada tierna con la mía.

—¿Entonces qué es?

—Me da miedo… que te vayas… ­—llevé mi mano hasta una de sus mejillas y la acaricié.

—Olvida ese temor, porque nunca, en ningún universo podría pasar algo así —tomó la mano con que lo acariciaba y la besó con suavidad.

Deslicé mi dedo pulgar sobre sus labios y después me acerqué para besar ese huequito que se forma entre la boca y el mentón.

­

Me aparté un poco haciendo una distancia de apenas un par de centímetros entre nosotros y él aprovechó para dar un suave lametazo sobre mis labios que pareció encender un interruptor en mí pues algo similar a una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Se recostó sobre el sillón guiado por mí mientras yo me colocaba sobre él. El sonido de la televisión, con mi voz habitante de un mundo muy lejano, llenaba el lugar con aquellas frases que tenían mi presentación pero que no eran mías. Me incliné y besé sus labios; puse una mano en su frente cálida y sentí cómo sus dedos se deslizaron entre mi camisa y mi espalda mientras las pequeñas grietas de sus huellas digitales se marcaban en mi piel.

—Ryuichi… te amo…

Pude sentir cómo mi rostro se sonrojó al instante, aún no me acostumbraba a aquellas palabras expresadas de forma tan abierta, tan sincera, escucharla me hacía caer en la cuenta de que nuevamente era amado. Una realidad tan abismal que mi corazón apenas podía con ella.

—Yo también te amo… —oculté la cara en su pecho.

—No te ocultes… ­—me tomó por los hombros y entonces hizo girar nuestros cuerpos.

Quedó sobre mí y sonrió, seguramente debido al color de mis mejillas, las cuales acarició con sus dedos índice, haciendo círculos sobre la superficie de mi piel, luego desde ahí, recorrió el contorno de mi rostro siguiendo por mi quijada hasta que sus dedos se encontraron en la punta de mi mentón. De ahí recorrió mi cuello por el centro y se detuvo justo donde supe que se encontraba mi lunar, a un costado de la manzana de Adán.

—¿En qué te entretienes tanto ahí?

­— Tu lunar… nunca había visto un lunar colocado en un lugar tan perfecto. Me encanta. Parece que dijera “coloque aquí sus labios” y es lo que haré… —antes de que pudiera decir algo se inclinó y besó justo ahí en el lugar señalado por ese pequeño puntito del que se disparó la sangre y las sensaciones de más agradable bienestar al resto de mi cuerpo. Con una de mis manos estreché una de las suyas, si me iba a algún lugar, si atravesaba alguna otra dimensión, quería estar seguro de que él viajara conmigo. Con mi otra mano acaricié su cabello de hebras gruesas y alborotadas, porque era lo más tangible que quedaba de él. El resto de nuestros cuerpos comenzaba a confundirse…

Nunca hubiera imaginado que la felicidad podía consumirte también y que, siendo polvo dentro de ella, podías viajar en medio de un remolino.

Una vez más desperté a su lado, o para hacer honor a la literalidad, desperté sobre él. Recostado sobre su pecho con aquella sensación de felicidad plena que ya era familiar, pero no por ello menos extraordinaria. Durante varios minutos permanecí inmóvil, sintiendo cómo mi cabeza se elevaba y descendía al ritmo de su respiración. Cerré los ojos y me concentré en su cuerpo dibujado por el calor que emanaba.

Mi corazón se estremeció y latió con fuerza cuando en mi cabeza se formuló la frase “amado por un ser humano”, me parecía inconcebible, inimaginable que alguien como yo pudiera ser amado así por alguien como Hiroshi, por Hiroshi.

Con las manos me cubrí el rostro, cuando nos reencontramos seguramente di un espectáculo muy patético. Lo único que podía hacer era llorar, estaba encerrado en ese sufrimiento del que no podía salir, tal vez ni siquiera tenía la voluntad de hacerlo.

Y aun así él fue capaz de amarme…

En medio de aquella habitación llena de fortuna… llena de amor, lo besé de forma suave como si pudiera romperse como la copa más delgada mientras le agradecía a él, a dios, al destino, a la naturaleza, incluso a Jun por dejarme; agradecí a todo lo que me pudo haber llevado hasta aquel instante…

Me levanté y tras tomar un baño preparé el desayuno a Hiroshi que aún no despertaba. No haría el intento para levantarlo, pues él no trabajaría hasta la tarde y yo tenía un compromiso para desayunar fuera, así que sólo dejaría todo preparado para él.

“Se pronostica que el día hoy estará nublado la mayor parte del día. Les recomendamos que lleven paraguas pues hacía la tarde noche las probabilidades de lluvia son altas. Este clima permanecerá durante varios días. Es hora de sacar abrigos y paraguas. “Mientras servía todo me dedicaba a escuchar el reporte del clima. Si la escena aquella del drama se hubiera programo para capítulos más adelante, seguramente no habríamos necesitado lluvia artificial.

Lluvia muerta…

 

—Kawamura-san, me imagino que lo más molesto de actuar ha sido tener que realizar este tipo de cosas. No creo que estén estipuladas en el contrato, al menos de forma tan explícita. —Ishida-san meneaba su café con una cucharita después de haber agregado el endulzante que no era azúcar, sino alguna otra cosa baja en calorías.

—No imagino por qué tendría que molestarme. Algo mencionó el productor sobre este tipo de cuestiones. —sonreí de la mejor forma que pude.

La producción del drama nos había enviado a desayunar juntos aquella mañana pues deseaban dar mayor publicidad al programa con imágenes nuestras que parecieran más espontaneas. Al menos así me había explicado el productor.

Ishida-san trataba de mostrarse comprensiva conmigo diciendo que entendía lo difícil que podía ser para mí que no estaba acostumbrado a aquel tipo de publicidad, pero cabía la posibilidad de que estuviera expresando su propio malestar.

Sacó un cigarrillo y yo me apresuré a encenderlo. Aquella fue la imagen que circuló más tarde en los medios de comunicación. Una imagen agradable, sensual, sofisticada y de mentiras que creaba una ilusión de personas dueñas del mundo.

 

Después de aquel compromiso pude refugiarme en el estudio de grabación para terminar los arreglos de Sugar Lady que estaba próximo a su lanzamiento en sencillo. Estuve tranquilo por un tiempo hasta que una fuerte voz interrumpió, la voz de mi manager.

—¡¡Ryuichi!! ­—gritó apenas estuvo dentro y por un momento temí alguna mala noticia. Salí de la cabina y me aproximé a ella.

—¡¡Dieron a conocer al ganador del premio a mejor vocalista de los Japan Record Awards!! —Me tomó por los hombros y me sacudió un poco.

 —¿Y quién es? ­—pregunté cuando al fin terminó de desordenar mis ideas.

—Eres un poco lento ¿verdad? ¡¡Pues tú!! —Me informó mientras en todo momento esbozó una sonrisa que se le hacía imposible contener y que rápidamente me contagió.

—Vaya… No lo puedo creer…

—Quedaste en primer lugar con bastante ventaja de los demás competidores. No cabe duda de que tú eres el mejor cantante del momento.

­—¿No te parece eso un poco exagerado? Si los ejecutivos escuchan ellos mismos dirán que me estás mal educando.

—Pero ningún ejecutivo está escuchando, además ellos tampoco deberían tener alguna queja sobre ti. Eres de los mejor portados. Ahora encárgate de encontrar un smoking nuevo para la gala de premiación. ­—Me extendió un bonito sobre color rojo que seguramente era la invitación. Lo tomé con ambas manos e hice una pequeña reverencia de agradecimiento.

—¿Podré ir acompañado? ­—me atreví a preguntar al ver que se encontraba tan de buen humor. Me elogiaba de tal forma que no creía poder encontrar mejor momento.

—¿Acompañado? ¿No será una mujer? Tú sabes que es el único detalle que nos ha traído problemas. No puedo permitir eso, más ahora que estás participando en la serie de televisión. Sabes que tus relaciones se deben mantener siempre en privado ­—Me arrepentí pues por un momento pareció perder el buen humor, pero no me retracté, después de todo no se trataba de una mujer.

—Lo sé, pero no deseo ir acompañado de una mujer, sino de… otro músico. Últimamente me estoy llevando muy bien con Dope HEAdz y pensaba que quizá podría ir con alguno de ellos… ya sabes para no permanecer solo en la mesa…

—Bueno… si se trata de un camarada entonces está bien. Tienes razón, sería muy aburrido estar ahí solo y ya sabes que a mí no me gustan los actos públicos. De acuerdo, la invitación es abierta así que no tendrás problemas de llevar a quien quieras. Sólo debemos avisar cuántas personas llevarás en total.

—Serán tres además de mí ­—Sería buena idea invitar a Sugizo y a Pata-san también.     

Qué contento estaba. Podría aparecer en un acto público a lado de Hiroshi, probablemente nos tomarían algunas fotos juntos. Estaba seguro que incluso si camináramos de la mano por la alfombra roja nadie sospecharía nada, nadie nos acusaría de ser aquello que realmente éramos: dos personas que se aman.

Esa noche antes de llegar a casa, estacioné el auto junto a un parquímetro y me dirigí hacia una calle llena de pequeños locales de comida. En su mayoría eran de platillos típicos de Japón, como ramen y okonomiyaki, pero casi en medio del camino; más pequeño que los demás se encontraba un local que se encargaba de adaptar los ingredientes de la región al estilo de lo que en norte américa conocen como “comida rápida”, así que compré dos hamburguesas de camarón y dos sodas. Aunque ya caía una lluvia ligera había muchas personas tratando de llevar la cena a casa.

¡Tadaima! —colgué mi abrigo en el perchero de la entrada y coloqué mi paraguas a un lado; vi a Hiroshi salir de la cocina, corrí hacia él y me lancé sobre sus brazos, él me recibió y giró haciendo que mis pies se elevaran en el aire.

­—¡Okaeri! —dijo una vez que mis pies estuvieron nuevamente sobre el suelo.

—Traje hamburguesas. —Le mostré la bolsa.

—Excelente. Yo me había servido algunas papas fritas para esperar a que llegaras. Aunque corría el riesgo de que hubieras cenado fuera.

­—Sabía que ya estarías en casa, por eso me apresuré a llegar y traer la cena.

Nos sentamos a la mesa para comer las hamburguesas uno a lado del otro.

­—¿Estarás muy ocupado el domingo dentro de quince días? —limpié un poco de mostaza que se había quedado en la comisura de sus labios.

—No recuerdo tener ningún compromiso ese día. ¿Tú tampoco tienes nada qué hacer? Podríamos salir si lo deseas.

—Bueno… Sí tengo un compromiso. Resulta que será la gala de una entrega de premios y estoy invitado… la invitación es abierta y estaba pensando que si tú querías… podríamos ir juntos e invitar también a Pata-san y a Sugizo.

—Me encantaría ir contigo Ryu y le a visaré a Pata, no creo que tenga nada qué hacer —besó mi mejilla derecha y yo sentí el interruptor de la sonrisa encenderse. —¿Estás invitado porque ganaste algo?

—Bueno… sí me dieron un premio…

—Qué felicidad saber que el mundo puede darse cuenta de lo maravilloso que eres.

Lo estreché en mis brazos en un intento egoísta de retenerlo a mi lado para siempre. Quizá yo no deseaba que el mundo pudiera darse cuenta de lo maravilloso de Hiroshi, quería saberlo sólo yo para que nadie tratara de arrebatarme mi valioso tesoro.  

¿Cómo podría conseguirlo? ¿Qué debería hacer para jamás perderte? Si lo que necesitas es mi alma entonces tómala y guárdala para siempre…

—¿Qué premios son?

—Los Japan Records Awards. —mordí mi hamburguesa.

—Esos premios tienen varias ternas ¿Qué otros ganadores hay?

­—No lo sé aún. Quizá la invitación lo dice, pero la dejé en el auto, ahora que lo recuerdo.

—¿Ganaste el de mejor vocalista?

—Sí… —bebí un poco de mi soda tratando de ocultar lo apenado que me hacía sentir hablar de aquello.

—Es que lo eres. —Retiró el vaso de mi cara y se acercó para besarme.

 

Durante la grabación de los capítulos solía haber una mesa de alimentos de la que todos los actores y el staff podían disponer libremente; aunque muchos compañeros preferían pedir su comida de algún restaurante cercano, mis compañeros Azuma Mikihisa e Ihara Tsuyoshi siempre tomaban comida de aquella mesa al igual que yo, justo como nos encontrábamos haciendo en aquel momento.

—Ryu-chan, hoy sirvieron nigiri sushi[1] de salmón y camarón, además parece que hay Taijaki[2] de postre. – Ese era Azuma-san que se encontraba a lado mío. Era un hombre alto y moreno, peinado con los cabellos en punta debido al rol que llevaba: el de mi mejor amigo. Hablaba de forma alegre mientras se servía del menú disponible, se notaba que disfrutaba mucho comer.

—Miki-chan, sabes que no puedes servirte postre, no querrás verte más gordo de lo que ya te ves ante la cámara. –Respondió al comentario Ihara-san, quien apenas llegó tomó un plato también. Él era más o menos de mi estatura, su cabello era corto y su peinado más convencional, pues su personaje era nuestro jefe directo en el argumento del drama.

­—Deja de llamarme Miki-chan, además; el productor me querrá gordo o no, ya tiene una figura apuesta que jala el público de la serie.

—Ya sé que estoy aquí, pero no puedes dejarme todo el trabajo, Miki-chan. —Tomó un taiyaki y lo colocó en su plato.

­—Yo me refería a Kawamura-san.

­—¡Qué grosero! Aunque seguro las televidentes pensarán que ni Ryu-chan ni yo valdremos la pena si el sacrificio es verte a ti. —Ihara-san era el antagonista de la serie, aunque en la realidad era una persona muy agradable y le gustaba bromear.

Mi nuevo par de amigos se conocían desde hace tiempo ya, había gran confianza entre ellos. Azuma-san era apenas un año mayor que yo, pero se dedicaba a actuar desde que tenía nueve años, incluso yo recordaba haberlo visto en la televisión en mis épocas escolares. Ihara-san era ocho años mayor que yo e igualmente tenía una carrera muy larga; ambos me habían recibido de forma muy amigable y me prestaban su ayuda para las escenas que me parecían complicadas.

Nos sentamos en el camerino de Ihara-san a comer cuando alguien llamó a la puerta, yo que era el más cercano me incorporé y abrí. Ishida-san se encontraba frente a nosotros, llevaba una caja bento[3] en sus manos.

—¿Se acepta a una chica en su reunión de hombres?

­—Claro. Pase por favor.

Mis dos compañeros la miraron atentamente hasta que ella estuvo sentada en la alfombra, colocó su caja en la pequeña mesa y miró a mis compañeros.

—¿Ocurre algo? ¿Les molesta que haya venido? Lo que pasa es que se ven tan divertidos siempre que me dieron muchas ganas de comer con ustedes.

—No nos molesta para nada Yuriko, lo que pasa es que es raro que tú quieras comer con unos desarrapados.

—No digan eso, yo los aprecio mucho, y debo convivir más con Kawamura-san, aunque ya sólo quedan algunos capítulos por grabar, nuestra interacción debe verse muy natural para el final.

Me senté en mi lugar a lado de donde ahora se encontraba la actriz y seguí comiendo.

—Kawamura-san, muchas felicidades ­—dijo de pronto Ishida-san y yo la miré sin entender, ella pareció comprender el desconcierto y continuó ­—hoy su manager me dijo que asistirá a una gala de premiación porque es uno de los ganadores.

—¡Eso es sorprendente! No cabe duda de que en estos momentos Ryu-chan es la estrella más grande de Japón. —Expresó Azuma-san y después tomó el taiyaki de Ihara-san para comerlo.

—¡Oye entrégame eso! —le arrebató el taiyaki ya mordido—. Nunca ganarás un premio como Ryuichi-san si continuas así.

—No sigan por favor. No soy lo que dice Azuma-san, tengo un gran equipo que hace lucir mucho mi voz.

—Qué modesto. Con el drama, seguramente tu fama incrementará aún más, ya que el personaje está hecho para exaltar todas tus virtudes. —No entendía a qué se refería Ihara-san con “todas tus virtudes” pero quizá tenía razón. Yo no tenía por qué despreciar su experiencia en la actuación.

—¿Y con quién piensa ir a la gala de premiación? —escuché a la voz femenina preguntar. Sin caer en la cuenta mi cuerpo se tensó.

­—Iré con algunos amigos que también se dedican a la música.

—¡Qué aburrido! —expresó Azuna-san y continuó— Lo ideal sería ir acompañado por una chica muy guapa.

—Es en lo único que puedes pensar. No entiendes que es un acto público. Es prácticamente trabajo. —Me parecía que Ihara-san hablaba con esa experiencia de alguien ocho años mayor. Le agradecí pues su comentario dio pie para un cambio de tema, pues la conversación giró ahora en torno a su obsesión por el trabajo.

Eran tan difícil mentir cuando se trataba de Hiroshi… quizá porque lo amaba con cada nervio de mi cuerpo, incluso con los vellos de mis poros. Negar u ocultar cualquier cosa acerca de él, era una incongruencia que mi cerebro no podía procesar.

 

Cuando terminaron las grabaciones de ese día llamé a Sugizo para preguntarle si deseaba acompañarme a la gala de premiación.

—Por mí no hay problema, con gusto te acompañaré. —Me alegró escuchar su afirmación tras el auricular.

—Muchas gracias Sugizo. Estoy muy emocionado.

—Me siento feliz por ti. Pero… ¿entonces no habrá problema con Inoran?

—¿Con Inoran…? Bueno, no he vuelto a hablar con él, pero no entiendo la relación. ¿Se molestaría él porque te invito? No veo cómo podría saberlo.

—Oh… tienes razón. —Su voz se escuchó un poco extraña. Quizá él estaba preocupado porque Inoran, Jun y yo, no volviéramos a acercarnos nunca más.

Cuando terminé la llamada decidí tomar un baño pues el día anterior había acordado con Hiroshi que me recogería para que cenáramos fuera a manera de celebración por el premio obtenido. Salí de la regadera con una toalla alrededor de la cintura y entonces mi celular comenzó a sonar, se trataba justamente de la persona en quien pensaba, así que contesté y lo puse en alta voz mientras dejaba la toalla en el sillón y me vestía.

­—Hola persona pequeña. Ya estoy aquí.

­—No es justo, casi cualquier persona es más bajita qué tú, no me digas así… no tardaré. Tomé un baño y estoy terminando de vestirme ­—Tras colocarme los pantalones y abrocharlos me puse la camisa.

­—Te estaré esperando impacientemente.

Me peiné rápidamente y me aproximé a la puerta, la abrí para salir, pero la figura de mi representante parada ahí me hizo detener.

—Qué sincronía, apenas iba a llamar.

­­­—Pensé que ya te habías ido a casa.

­—Sí, por poco y lo logro, pero me quedé conversando con el productor algunos momentos…

 —¿De qué hablaron? —Noté su tono un tanto extraño, por lo que me pregunté si se trataba de alguna queja sobre mí. —¿Pasó algo?

­­—Bueno… tanto como pasar…  ¿La gala de premiación es para relajarte no es así?

—Bueno, no es un compromiso laborar como tal….

­­—Después de todo es una invitación abierta… y cuando avisé sobre tus invitados tomé la precaución de solicitar un asiento más…

—¿Qué tratas de decir? —Me impacientaba pues era obvio que trataba de pedirme algo.

 —Nos ha parecido buena idea que Noriko-san asista contigo al evento.

—¿Qué…? Pero yo ya había hecho un compromiso para esa gala…

—No creo que a tus amigos les moleste tener a una mujer tan guapa de compañía. ¿No te parece?

—No sé, parece que conoces mejor a mis amigos que yo. No creo correcto que el trabajo en esta serie deba interferir tanto en mi trabajo con la música. Acepté el papel porque desde un inicio dijiste que no habría grandes cambios en mi itinerario más allá de las grabaciones y un poco de publicidad.

—Ryuichi, no entiendo cuál es el problema. Después de todo el drama te está dando bastante difusión, podrías ser un poco agradecido.

En ese momento retiré todo lo bueno que pude haber pensado sobre mi manager hasta ese momento. Me parecía demasiado atrevido lo que me pedía, una invasión a mi vida privada que no hubiera estado dispuesto a permitir si no hubiera recordado que mi manager no conocía nada de mi vida privada, ni que ese compañero con quien asistiría a la gala era mi pareja. De cualquier forma, el programa de televisión no tenía nada qué ver con el premio que había recibido. Era injusto y arbitrario.

—Pues por el motivo que sea. No estoy de acuerdo. Ishida-san y yo somos compañeros de trabajo y nada más. Me parece una persona muy agradable pero no tenemos una relación más allá de eso, no hay razón para vernos en eventos ajenos a este set o distintos a la promoción del drama.

—Ryuichi, estás exagerando. No te estoy pidiendo que comiences una relación. Sólo se trata de dejarte ver acompañado.

—¿Para qué? Tú y los productores tratan de engañar a las personas. Quieren crear el espejismo de que la historia del drama traspasó a la realidad sólo para que el “rating” incremente y eso me parece muy socio.

—¡Ryuichi! Parece que olvidas que lo importante aquí es cuánto pueda verte la gente. Ya tienes treinta y dos años y si las personas no te ven se olvidarán de ti. Tus fans envejecen contigo y si no estás presente no atraerás público nuevo.

Sus palabras me hirieron, pues en ese momento descubrí una diferencia en nuestra forma de pensar abismal, cuando todo aquel tiempo creí compartir la misma ideología. La música de calidad era lo que me haría estar presente. Cuidar mi voz, mantenerla en condición y tratar de transmitir algo significativo a través de las letras de mis canciones. Todo el tiempo me había esforzado por ello y pensé que ella comprendía y compartía aquella opinión.

—No quiero estar presente por cuestiones que no estén relacionadas con mi música y mi trabajo. Si la forma de estar aquí es hacer creer a las personas un cuento de hadas falso, entonces prefiero que me olviden.

Salí de mi camerino sin darle tiempo a la réplica. No me gustaba aquella discusión ni el rumbo que había tomado. Prefería alejarme y conversar cuando no estuviera tan molesto como en aquel momento. Además, ya había hecho esperar demasiado tiempo a Hiroshi, corrí hasta donde quedamos de encontrarnos y a la distancia pude verlo, montado en su motocicleta. Cuando estuve más cerca vi que fumaba un cigarrillo, pero en el momento que notó mi cercanía lo apagó en alguna parte del metal de su vehículo y lo arrojó al bote de basura que estaba próximo. Logró encestar.

—Disculpa la tardanza. ­—dije al llegar y colocarme junto a él.

—No te preocupes, estaba pensando “dejaré que Ryuichi tome el tiempo que necesite para maquillarse”.

—Tonto. No me estaba maquillando. Todo lo contrario, tomé un baño para quitar todo lo que debo usar durante la grabación.

—Si me hubieras invitado a ese baño. Yo te habría ayudado a quitarte todo lo necesario. —Se rió y yo también. Sus bromas atrevidas me causaban una mezcla entre excitación y ternura.

­—Tuve un desacuerdo con mi manager —confesé al terminar de reír.

­—¡Qué pena! Creí que se llevaban muy bien.

—Yo igual, pero seguramente lo arreglaremos después. Y tú… ¿le comentaste a Hitomi-san lo del evento?

—Sólo lo hice porque después no quiero aguantarme su sermón por no decirle. Ahora sólo me comentó que no veía problema, quizá estaba de buen humor.

—Me alegra que no tuvieras que soportar otro regaño por mi culpa.

—Por ti aguanto lo que sea. Bueno, para que olvides el mal rato te llevaré a una cita.

­—¿Una cita? ¿A dónde me llevarás en nuestra cita?

—Vamos a un centro comercial. Quiero que tomemos un café y bobear por las tiendas. ­—Tomó mi paraguas y lo guardó en el compartimento del asiento de su moto.

­—¿No te parece un lugar demasiado concurrido?

—No te preocupes, estoy preparado —dijo y señaló la gorra y los lentes oscuros que llevaba puestos. — También traje para ti. ­—Extendió las manos para entregarme un juego similar, salvo que, en lugar de gorra, me entregó un gorrito de invierno.

—No estoy seguro. Me sigue pareciendo que nos exponemos demasiado.

­—¿Ryu-chan no quiere tener una cita conmigo?

—Oh. No es eso Hicchan.

—Entonces vamos. Anda sube a la motocicleta —me indicó tras subir él—.

Hice lo que me pidió y me puse el casco extra que cargaba siempre con él. Se quitó la gorra para él también equiparse y yo la tomé para que condujera sin nada que le estorbara. Con mis brazos rodeé su cintura y entonces el emprendió la marcha. Era agradable sentir su cuerpo contra el mío mientras rompíamos el viento. Todo quedaba atrás a excepción de él y yo.

Ahora, el viento que antes era refrescante se había convertido en frío. Lo podía sentir golpear mis manos. En ese momento deseé haber llevado guantes, aunque seguí el consejo del pronóstico del clima de cargar siempre abrigo, no me servía mucho en mis manos desnudas.

El cielo permanecía nublado cuando Hiroshi dejó la motocicleta en el estacionamiento. A lo lejos se veían también algunos relámpagos, nos encaminamos rápidamente al centro comercial esperando que no cayera una lluvia torrencial.

Entramos a una tienda de ropa y nos dirigimos a los pasillos casi interminables, él se dirigió de inmediato a la sección de abrigos. Parecía que conocía bien el lugar. Pensé que probablemente lo frecuentaba.

­Caminé tras él observándolo, tenía la impresión de que buscaba algo en específico. Se paseaba entre los abrigos colgados dejando pasar uno tras otro, yo lo veía con curiosidad. No habría imaginado su forma de buscar ropa fuera tan intensa. Cuando salí un poco de mi ensimismamiento al observarlo, me di cuenta que yo sonreía. Hacer cualquiera cosa, mientras pudiera hacerla con él era lo único que necesitaba para amar el mundo y desear estar en él.

Al fin, después de un rato de buscar con desesperación salió con un abrigo y lo extendió frente a mí.

—¿No te parece perfecto?

Era ciertamente, un abrigo muy hermoso color blanco. Sus botones eran negros, lo que le hacía tener un hermoso contraste; pero viéndolo fijamente, me di cuenta de un detalle.

—Es muy hermoso, pero… ¿no es un abrigo de mujer?

­­—¿Eso te molesta?

—Es que no sé si habrá de tu talla. No creo que haya mujeres tan altas en Japón.

En ese momento Hiroshi se echó a reír, tanto que se inclinó un poco hacia atrás y captó la atención de algunas personas, aunque su risa distaba mucho de ser estruendosa, pues más bien parecía algo tímida y suave.

—No es para mí.

­—¿Ah no? No me digas que es el cumpleaños de tu mamá y no me avisaste.

­—Tampoco es para mi mamá. Es para ti.

—¿¡Para mí!? Amor no creo que sea necesario que… ­—Colocó el abrigo sobre mis hombros.

­—No te preocupes. No hay mujeres japonesas muy grandes, pero aquí vienen muchas extranjeras y ellas si están de tu tamaño. Es el primer regalo que quiero hacerte. Comienza a hacer mucho frío y me di cuenta de que te afecta mucho. Tiemblas con mucha facilidad. Entonces pensé en obsequiarte un abrigo. No estaba seguro de qué tipo de abrigo podría comprarte, entonces recordé ese concierto donde luciste un suéter blanco y cómo te veías. Entonces decidí que ése sería el color y como tu figura es estilizada pensé que te quedaría mejor uno de mujer. Te traje para que eligieras uno a tu gusto. Si ese no te agrada puedes ver otro.

Lo miré atentamente un momento. Creo que en ese momento estaba paralizado por la felicidad que sentía. Deseaba emitir una señal que lo demostrara, pero no era capaz de nada, creo que al final sólo emití una pequeña sonrisa que apenas si era un brote pequeño de la inmensa raíz que había dentro de mí.  

—Bueno… si no lo quieres lo voy a entender….  Podemos buscar otro. Quizá un abrigo de mujer sea inadecuado.

—¡No!... —mi expresión fue un poco más fuerte de lo que esperaba. ­—Me gusta mucho… —dije en voz mucho más baja­— ¡me lo voy a probar! ­—Tomé el abrigo y despacio me encaminé a los probadores. Me sentía un poco avergonzado… avergonzado de ser amado, porque quizá no lo merecía.

Dentro del vestidor estreché el abrigo contra mí cuerpo y entonces me lo probé. No me quedaba estrecho. En realidad, no me parecía que se viera mal, era del tipo de abrigos que me agradaba usar durante los días muy fríos de invierno.

Salí del vestidor y lo vi ahí, esperando junto a la puerta.

—¿Qué tal me veo?

—Perfecto. El blanco es tu color. ­—Se acercó y colocó una bufanda en mi cuello que yo no había notado, traía en las manos. Era de tela muy suave y del mismo tono que el abrigo. —Esta hará juego, también traje unos guantes. Últimamente tus manos están frías casi siempre.

¿Cómo podía ver de esa forma cada detalle de mí?

­—Gracias Hiroshi. Esto es más de lo que merez… —puso sus dedos sobre mis labios impidiendo que pudiera terminar la frase.

—No digas eso. Harás que me enoje contigo. No quiero escucharte expresar algo como eso. ¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza y entonces él retiró lo dedos de mi boca. Yo me quité la bufanda y el abrigo y caminamos en silencio hasta la caja registradora. Un silencio agradable enmarcado por el murmullo de las personas en aquel centro comercial. Mientras caminábamos se apoderaron de mí unas tremendas ganas de llorar, así que traté de concentrarme en la suavidad del abrigo. La froté entre mis dedos. Así era el amor de Hiroshi, cálido, suave y que me envolvía por completo.

—Ahora sólo debo encontrar un buen traje para esa gala de premiación.

Pensé en decirle la razón por la cual había discutido con mi manager, sin embargo, no lo creí necesario pues ya había tomado mi decisión. Continuaría con mi plan original de ir con Hiroshi a aquella premiación.

Cuando tratamos de salir la lluvia ya había comenzado a caer con su murmullo de lluvia viva, con su canción fría pero hermosa. Lluvia real, como mis sentimientos, como la persona a mi lado, como el ser humano de verdad que me amaba.

Entramos a una cafetería y nos sentamos junto a una ventana. Tomamos café caliente y vimos la calle fresca y húmeda, con sus colores más nítidos y penetrantes a pesar de la noche.

Aquella imagen era viva, existía en este mundo, lo llenaba todo como la lluvia, lo llenaba todo como nuestro amor… algún día me encargaría de escribir la canción de esa pintura.

 

—¿Anudarías mi corbata? ­—Hiroshi se acercó a mí con la corbata en sus manos.

­—Claro. Tomé la prenda, la pasé con precaución alrededor de su cuello y la até cuidando no apretarla demasiado.

Ambos vestíamos trajes negros, sólo que él lo combinaba con una camisa tinta y yo con una blanca, él llevaría corbata y yo no.

—Deberíamos irnos en la motocicleta.

—¿Vestidos así?

—Seríamos los más geniales si llegáramos así a la alfombra. Aunque debamos vestir así, seguiríamos siendo fieles a nuestro espíritu roquero.

—Y sin duda nuestro espíritu roquero se congelará también. Además, la limosina vendrá y debemos pasar por Pata-san y Sugizo.

—¿Quién diría que a veces haces bromas? —dijo tras reír por mis palabras y lentamente acercó sus labios a los míos.

—¿Insinúas que soy aburrido? —acorté aún más la distancia entre nosotros.

—No. De hecho, las bromas que haces son muy tiernas siempre. Te hacen ver sensual —rompió la última distancia que quedaba entre nosotros y se unió a mí con un beso.

Descansé mis manos en sus hombros mientras lo besaba despacio. Tratando de prolongarlo a un tiempo infinito a un tiempo imperturbable, pero los intentos fueron vanos pues como una aguja que revienta una burbuja, el timbre de la puerta atravesó aquel momento y lo rompió. Ambos nos apartamos al escucharlo.  

­—Es la limosina. Demos irnos ya­. —Me encaminé hacia la puerta. —También debo tomar la invitación del auto…

 

Atravesamos la alfombra sin dificultades, las personas presentes a los lados recibieron muy cálidamente a Hiroshi y a Pata-san, parecían contentos de encontrarse con la sorpresa de ver a dos miembros de X-Japan, habían pasado ya cinco años desde que no estaban juntos y aún eran los mejores. Estaba seguro de que siempre lo serían. La reacción de las personas hablaba por sí sola. Desesperadamente estiraban sus manos hacia aquel bajista y aquel guitarrista que eran leyendas vivas, tanto que ambos se acercaron a estrechar la cantidad de manos que le fue posible y a repartir algunos autógrafos. Me sentí contento, me sentí orgulloso. Hiroshi nunca era presuntuoso y su forma de hablar era sencilla. Le apenaban los elogios y también un poco ser el centro de atención, pero no podía ocultar la grandeza de su ser, pues siempre terminaba por ocurrir algo que la ponía de manifiesto, como aquellas manos que trataban de alcanzarlo. Yo repartí algunas firmas y saludos a lado de Sugizo, quien también fue recibido de forma muy cálida, además de ser un extraordinario guitarrista, su calidad como ser humano hacía que todos los fanáticos lo adoraran.

De cuando en cuando mis ojos se giraban hacia mi ser amado. Era majestuoso.

Llegamos a la entrada donde algunos hombres elegantemente ataviados nos dieron la bienvenida. Atravesamos un enorme vestíbulo hasta una puerta más pequeña que la principal, era la entrada al salón donde sería el evento.

—Es un bonito lugar, gracias por invitarme Ryuichi-san ­—Hiroshi miraba alrededor contemplando el salón.

—Todo lo contrario, gracias por acompañarme Hiroshi-san, gracias Pata-san y Sugizo.

—Gracias a ti Ryu-chan. Fuiste muy amable —Pata-sama iba ataviado con sus acostumbrados pantalones coloridos y una camisa. Me encantaba que fuera siempre una persona tan sencilla.

Miré a Sugizo que dirigía su mirada a los alrededores y permanecía silencioso, parecía que buscaba a alguien; quise preguntarle, pero fui interrumpido.

—Bienvenidos ­—expresó una voz conocida que me hizo fijar mi vista del golpe en dirección de dónde provenía —Es un honor para nosotros recibirlo como ganador. —No me había equivocado. Se trataba de…

—¡Hitomi! —gritó Hiroshi antes de que el nombre se formara en mis pensamientos. —¿Qué haces aquí?

—¿No te dije? Formo parte del equipo que contrató el comité para representarlos en la organización del evento. Creí que te había dicho.

—Sólo dijiste que tenías un trabajo que realizar, no entraste en detalles.

—Bueno. No creo estar cometiendo un crimen —nos sonrió— pasen por favor a su mesa. Tienen la mejor colocada del lugar. Hizo una seña a un hombre que seguro estaba ahí para guiar a los invitados hasta su sitio.

El lugar de la celebración era un salón estructurado como uno de aquellos antiguos salones occidentales de las épocas donde las mujeres lucían enormes vestidos. Algunos amigos de agrupaciones visual solían usarlo para grabar sus videos. En el lugar estaban distribuidas numerosas mesas muy amplias de seis asientos cada una, así que además de nosotros habría otras dos personas a nuestro lado. Lo dicho por Hitomi-san era verdad, teníamos la mesa colocada al centro y justo delante del escenario. Éramos los primeros en llegar.

—Con nosotros casi llenamos la mesa. ­ —Hiroshi se sentó a mi lado, del otro lado suyo se sentó Pata-san y a mi otro lado, Sugizo.

—Ojalá sean personas agradables. —El guitarrista de X-Japan tomó una de las botellas en la mesa y la abrió para servirse en una de las copas a disposición.

—Espero que no vengan. Así podremos hablar tranquilos y otras cosas… ­—besó mi mejilla.

—¡Hiroshi! Estamos acompañados. Además, aquí está Hitomi-san y muchas personas más.

—Está bien, me voy a portar bien, pero no menciones ese escalofriante nombre, quiero pasarla bien hoy. Recargó un codo en la mesa y su mejilla en la palma de su mano—. Me quedaré aquí viendo lo bonito que eres. — Apenas terminó la frase y apartó la vista de golpe; se incorporó de la posición en la que encontraba como si algo tras de mí hubiera captado de golpe su atención, pero no algo positivo, sino algo que lo había descolocado por completo.

Me giré para ver qué era aquello que lo pudo contrariar. Mi campo visual fue llenado en su totalidad por dos figuras que a pesar de la familiaridad que representaban para mí, me llenaron de una sensación de aire helado que comenzó en mis pies y subió hasta mi cabeza. Inoran y Jun se encontraban parados frente a mí. Me negaba a creerlo, parecían dos fantasmas nacidos de mi imaginación.

—Buenas noches. ¿Ryuichi… cómo te encuentras? Sugizo… no imaginé que estarías aquí también… —La voz de Inoran rompió la ilusión, las figuras paradas frente a mí eran ellos sin duda. Reales y tangibles como la presión que sentí en el pecho.

 

 


[1] Es ese sushi que es una bolita de arroz con un trozo de pescado encima.

[2] Son esas galletitas con forma de pececitos y rellenas.

[3] Ya saben, esas cajitas donde llevan la comida.

 

 

 


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