-¿Estás seguro, Hibari?
Observó al cambiaforma mirarlo con expresión preocupada y se planteó por milésima vez el por qué había dejado que sus subordinados fueran así de sentimentales, eso era un fastidioso problema.
-Si estás preocupado porque hice que Gokudera fuera el que lo vigilase, no tienes por qué alarmarte, estoy seguro que Tsunayoshi no hará absolutamente nada
-No solo estoy así por él, sino por todos- respondió inmediatamente- es raro en ti esa clase de comportamiento ¿acaso le tuviste lástima por todo lo que te dijo?
La peligrosa mirada del vampiro le indicó que había hablado demás. Tragó en seco y esperó a que hablase.
-¿Lástima? Si fuese eso lo que me provocó estaría muerto para este momento- se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta de su oficina- no tengo que darte mis razones, solo debes acatarlas, Yamamoto
Salió del lugar y se dirigió hacia el bosque que rodeaba su gran mansión. Quería despejar su mente y encontrar la respuesta al cuestionamiento que no había podido responder.
En todos los años que llevaba vivo nunca había sentido nada parecido a lo que aquellos ojos le provocaron. Aquel chico llevaba ya dos días en su mansión y no se lo había cruzado desde el encuentro en su oficina ¿la razón? … el no saber cuál debería ser su siguiente movimiento.
Eso era extremadamente frustrante para alguien como él, pero lo había aceptado sin poder hacer más, no entendía qué era lo que buscaba o esperaba de Tsunayoshi, pero definitivamente él provocaba que actuase de esa forma tan extraña y necesitaba resolver eso cuanto antes.
Caminaba adentrándose al bosque cuando divisó a su subordinado albino algo alterado mirando hacia todos lados, al verlo solo pudo intuir lo que había sucedido y se acercó sin hacer ruido hacia él.
-Lo perdiste ¿no es así?
-¡Ahh!-gritó sonoramente para luego agachar la cabeza al saber quién se estaba dirigiendo a él-H-Hibari-sama
-Yamamoto se quedó en mi oficina, hizo muchas preguntas estúpidas hoy así que ¿por qué no vas y lo consuelas un rato? Yo iré a buscar a nuestro obediente vampiro
-S-Sí- agachó la mirada avergonzado por lo que su jefe mencionó y se fue no sin antes hacer una reverencia
Tras quedarse solo, prosiguió con su camino y se adentró en el bosque. Siguió con su olfato el aroma que se había quedado grabado en su memoria por unos cuantos minutos y al acercar sus pasos cerca de la pequeña cascada que allí había, lo divisó a lo lejos.
Se quedó inmóvil a una distancia prudente para evitar que el contrario fuera capaz de olerlo y observó fijamente su figura. El vampiro estaba sentado en una gran roca y sostenía una flor de color púrpura con una de sus manos. Estaba vestido muy diferente a como cuando se presentó frente a él, Gokudera había hecho un buen trabajo. Sus cabellos algo largos se dejaban caer por sus hombros y espalda, brillando debido a los tenues rayos del sol. La mirada que había sido dirigida a él cuando lo conoció había desaparecido totalmente, en lugar de indiferencia y falta de emociones, pudo percibir nostalgia y tristeza. Sus ojos color avellana se posaban fijamente sobre la flor y parecían estar dando un discurso sin necesidad de palabras, expresando más de lo que él pudiese imaginar.
Supo entonces que aquel chico guardaba más secretos de los que él pudiese ser capaz de averiguar, no iba a presionarlo, no entendía por qué pero tenía la necesidad de esperar a que el otro recurriese a él por voluntad propia, que le dirigiese una mirada distinta a la de aquel día y hablase de lo que le aquejaba sin ningún gesto de burla ni pantallas innecesarias.
Caminó hacia él siendo consciente que el otro descubriría su presencia y se preparó para la inminente confrontación.
-¿Qué es lo que el señor busca de mí?- se reincorporó de la roca dejando la flor sobre esta antes de aquella acción
-Te escabulliste de Gokudera, no debes hacerlo
-Odio que me sigan a todos lados- habló altanero cruzando los brazos sobre su pecho- ¿no se supone que soy tu subordinado también?
-Ciertamente-al observar sus ojos percibió nuevamente aquella indiferencia- por eso vine a decirte que ya nadie te vigilará
-¿En serio?- sonrió burlón- gracias, Hibari-san
-Te advierto que será mejor que pienses muy bien tus movimientos- caminó hasta estar frente a él- o sino está vez sí cumpliré tu deseo
-¿Me matarás?- su rostro fue acercándose cada vez más al del contrario- eso suena muy tentador- lamió la mejilla del purasangre y espero su reacción
Tsuna estaba dispuesto a jugar con él y averiguar todo con el único objetivo de matarlo, necesitaba que eso sucediese para poder observar la flor favorita de su madre sin sentirse culpable.
-Que intento más patético de seducción- llevó una de sus manos a la nuca del castaño y lo atrajo hacia su cuerpo bruscamente
Tsunayoshi sintió como sus labios fueron tomados de un momento a otro y quedó inmóvil incapaz de rechazarlo. Su cavidad fue saboreada por la lengua del contrario profundamente provocando ligeros espasmos en todo su cuerpo, después de todo jamás había hecho algo parecido.
-nngh…- no pudo evitar el gemir al sentir los colmillos de aquel vampiro morder su labio inferior y succionar su sangre, en ese momento su mente estaba en otro lugar, las sensaciones que ese malnacido le provocaba eran sumamente injustas… injustas e incorrectas.
Hibari se apartó luego de lamer la herida en el labio del chico y le sonrió burlón, aquel contacto se había sentido demasiado bien para él.
-Así es como debes hacer un movimiento
Sintió ganas de vomitar en ese instante por el asco que sentía hacia sí mismo, no podía creer que su cuerpo lo hubiese traicionado de aquella manera, tenía que evitar que algo así le sucediese de nuevo.
-Créeme que lo recordaré para una próxima oportunidad- no agachó en ningún momento la mirada y se quedó allí hasta que el vampiro sin más, dio media vuelta y caminó alejándose de él.
Al sentirse completamente solo utilizó su increíble velocidad y llegó hacia la habitación que Gokudera le había indicado como suya el día en que llegó aquel lugar.
Cerró la puerta con seguro y tras llegar frente a su cama calló de rodillas al suelo. Hizo crecer sus uñas como garras rápidamente y comenzó a desgarrar completamente su boca, sus ojos rojos llenos de frustración y lágrimas por el dolor que sentía se hicieron presentes de igual forma.
No paró hasta que la mitad inferior de su rostro quedase irreconocible y ensangrentada, ese era su castigo, el castigo por haber dejado que aquel maldito lo besase y también por el hecho de que el contacto no le fuese de ninguna forma desagradable.
Tsunayoshi sabía que a pesar de ser un vampiro, podía sentir el dolor como cualquier otra criatura, por lo que solo se quedó allí en el suelo, recriminándose mentalmente por lo sucedido y observando cómo sus heridas se regeneraban sin que quedase rastro de que alguna vez fueron hechas gracias al gran espejo frente a él que había en una de las paredes de la estancia.
“Debo matarlo… yo solo debo hacerlo”
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-Estoy muy preocupado por él, Reborn
Observó como el hombre a su lado dejaba de lado su copa llena de líquido rojo a un lado y dirigía su mirada hacia él.
-Solo han pasado tres días, no sabemos cuándo se comunicará con nosotros así que debes ser paciente
-Lo sé, pero aun así yo… lo extraño
Lo vio apretar los puños y agachar la mirada lastimero, eso le hizo imaginar lo que pasaría en un futuro cuando el chico de ojos esmeraldas se enterase de todo.
-¿Te gusta?- preguntó con su típico tono serio
-¿Eh?- reaccionó algo desconcertado- ¡por supuesto que no! lo considero como un hermano
-No tienes que alterarte, no tendría nada de malo que te gustara- dio un sorbo a su copa saboreando el espeso líquido
-Me cuenta creer que digas eso- lo miró con un deje de decepción y tristeza- cuando sabes que yo…
-No lo digas- se reincorporó del sofá- ya hemos hablado de eso
-Pero…- se abrazó a la espalda del vampiro poseedor de su corazón- yo…
Se separó bruscamente del chico y comenzó a caminar alejándose de él.
-No me busques hasta que tu patética actitud se haya ido
Lambo se mantuvo observando como el vampiro se retiraba dejándolo completamente solo. Sabía que había actuado como un idiota, un idiota que aún no entendía su lugar en la vida de ese sujeto.
¿De que valía su amor? Reborn solo lo había convertido porque él, a punto de morir, se lo había pedido, nada más que eso.
Había pasado tantos años desde que lo conoció que se le hacía difícil recordar si Reborn alguna vez actuó diferente con él. Siempre había deseado que él le regresase una sola mirada, que le susurrase algún verso de alguno de esos autores que tanto le gustaba leer, pero a medida que pasaba el tiempo supo que todos sus anhelos eran en vano. El purasangre siempre había sido muy claro, no podía culparlo, solo echarse toda la responsabilidad a él mismo y su estúpida forma de ser.
“No puedo simplemente irme y alejarme de ti, preferiría morir por tus propias manos antes de eso”
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