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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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Notas del capitulo:

Hola, mis Tora lectores y lectoras. Lamento mucho el haberme retrasado en actualizar, me surgio un terrible accidente lo cual se me imposibilitaba seguir escribiendo, pero ya estoy aqui dispuesta a compensarlos por mis largos dias de ausencia. Espero que disfruten este nuevo capitulo y esten al pendiente de las siguientes actualizaciones. 

 

Tora~

-Mmmm, delicioso. –dijo Kakaroto sobándose la gran panza con ambas manos y relamiéndose los labios, mientras que Vegeta se mantenía sereno, con sus manos entrelazadas y apoyando su barbilla en ellas. Cuando Kakaroto volvió a entrar al restaurante se encontró con la gran sorpresa de que sus platillos ya estaban depositados en la mesa, y sin hacerse de rogar apretó el paso para llegar a su destino. Ambos pelinegros no dudaron en lanzarse sobre sus platos, comiendo con rapidez, y ganándose miradas entre sorprendidas y asqueadas de los demás clientes al ver semejantes hombres devorando de sus platillos como si nunca hubieran comido. Llegaron a la conclusión de que con un plato solo no bastaba como para saciar su apetito, y como no tenían que pagar nada, decidieron por pedir más y más comida, comiendo de los siguientes platillos con tanta gula como el anterior, hasta que finalmente, el resultado que obtuvieron fue tener a ambos lados de la mesa, y algunos en el piso, solo montañas y montañas de platos sucios. El mesero no lo podía creer, trataba de contener su asombro y haciéndose parecer tranquilo ante los pelinegros, en todo su oficio profesional, jamás ha lidiado con clientes de este tipo, definitivamente el pobre bachero tendrá muchísimo trabajo. El mesero miraba entre los espacios libres que dejaban entre los platos y sus clientes, tratando de alguna forma de localizarlos por entre esa montaña blanca.

-Em, ¿desean algún postre, señores? –dijo el mesero moviendo su cabeza de un lado a otro, no podía ver a sus clientes con todos esos platos estorbándole la vista.

-¿Postre? –dijo Kakaroto, pensando detenidamente mirando el techo. La cabeza del mesero explotaría si llegaran a pedir un postre, después de haberse comido casi todos los platillos que contenía el menú. –Quiero un postre borracho. –dijo sonriente. El mesero abrió la boca, sorprendido de que aún le quedara espacio en su interior. Observo a Vegeta, lo cual este amablemente negó con la cabeza, él si estaba lleno con todo lo que comió. Con una reverencia, el mesero se retiró del lugar, dispuesto a traerle lo que ordeno.

-No quisiste tomar el Álvaro Palacios, en ningún momento, ¿y vas a pedir un postre borracho? –hablo Vegeta con una ceja levantada, ¿Cómo es que ese pelinegro fuera tan tonto? Pedir un postre de ese tipo, lo cual lógicamente tiene alcohol, y no querer tomar un vino de verdad, era una idea clara de que era un tonto, definitivamente. -¿Tienes al menos conciencia de que está hecho con vino blanco?

-Por supuesto que lo sé, baka, pero no quisiera probar aún una bebida alcohólica de verdad. Además, no soy tan cabeza de pollo como para emborracharme con un simple postre. –dijo sonriendo, Vegeta sonrió de medio lado, correspondiéndole. Ese chico realmente tenía algo que lo enloquecía por dentro, en su interior era todo un revuelo de sentimientos, mientras que en su exterior era un tempano frio sin corazón, y era lógico que se viera de esa forma, o de lo contrario cedería a sus más bajos instintos, y no podía permitirse eso, él era un Saiyan, y los Saiyan no ceden jamás a un sentimiento tan trivial y universal, como el amor. Vio de reojo como el mesero se acercaba con su postre y lo depositaba frente a los ojos de Kakaroto, despidiéndose con un ‘’Que lo disfrute’’, dejándolos nuevamente solos.

 

… …

 

Turles miraba el interior del restaurante a la hermosa pareja desde la otra calle, sentado sobre el capó de su auto al mismo tiempo que fumaba un cigarrillo y jugaba con sus pies, moviéndolos de un lado hacia el otro al encontrarlos en suspensión. Sus anteojos estaban colocados sobre su cabeza, para que su vista no se viera interrumpida con dichos lentes oscuros. Estaba contento por a ver logrado su cometido, el moreno era alguien bastante persuasivo y convencer a esos dos no fue nada sencillo, teniendo en cuenta que ambos se odian…o bueno, solo uno odia al otro. Se sentía feliz por ayudar a su amigo.

Sonrió nostálgico al recordar su primer día en el instituto, como alumno de primero. Recordó como algunos avanzados quisieron intimidarlo cuando apenas llegó, pero lo que ellos no sabían era que Turles estaba rifando una paliza de gratis y un buen baldazo de agua hirviendo, y esos malditos tenían todos los números. Nunca volvieron a meterse con él. Hasta hace un año más tarde, donde esos mismos avanzados quisieron cobrar venganza hacia él, rodeándolo en los vestuarios cuando apenas salía de las prácticas de futbol, y que no encontraron humillación más grande que la sola idea de abusar de él. Dichos avanzados tenían el cuerpo con cicatrices de quemaduras, producto del agua hirviendo que Turles les propino al trio. Afortunadamente no lograron su cometido, porque en ese momento dos chicos escucharon sus gritos de auxilio y no dudaron en ir en su ayuda, con sus pantalones abajo, vio como uno de esos misteriosos chicos golpeo al bastardo que estaba a centímetros de penetrarlo, y como el otro chico hizo que los otros avanzados que sostenían sus muñecas chocaran sus cabezas, cayendo inconscientes en el piso. Turles estaba avergonzado por estar en esas pintas frente a ellos, y apretando sus puños por haberse sentido incapaz de salir de esa situación al mismo tiempo que con ira se subía nuevamente los pantalones, si ellos no hubieran llegado a tiempo, ahora mismo estaría con el culo roto. Sonrió nuevamente, esos dos pelinegros no eran nadie más que Vegeta y Raditz, quienes salieron en su ayuda en su peor momento y desde ese día, no encontraba nada con que pagárselos. Se volvieron amigos rápidamente, hasta la actualidad.

 

-Hola, Turles. –se escuchó una voz a su lado muy molesta, bastante familiar que Turles no pudo reconocer por estar pensando en el pasado y sus ojos no se despegaban de la ventana donde su amigo y el nuevo estaban conversando.

-Hola. –contesto sin prestar atención al hombre que estaba a su lado cruzado de brazos. Estuvo unos escasos segundos mirando el restaurante, hasta que se percató rápidamente de quien pertenecía esa voz y se piel se tornó pálida. Temblando giro su cabeza lentamente hacia el sitio de dónde provino la voz, encontrándose con un muy molesto Raditz con un aura negra y asesina rodeando todo su cuerpo. –Ra…Raditz que…que alegría verte por estos lares.

-¡A la mierda con eso, Turles, ¿Dónde está Kakaroto?!

-¿Por qué me preguntas eso? Yo no sé dónde está ese enano. –dijo tratando de restarle importancia a ese asunto, no podía permitir que Raditz supiera que su cita con Vegeta se había llevado a cabo, a pesar de haberle dicho que Kakaroto aceptaría sin chistar por el simple hecho de haberlo chantajeado.

-Turles, escúchame bien lo que voy a decirte. –dijo Raditz acercándose amenazadoramente hacia el moreno, haciendo que ese alejara su torso hacia atrás al ver como su amigo se acercaba con intenciones de golpearlo. –Estuviste parloteando el día de hoy en la escuela, que le conseguiste a Vegeta una cita con mi hermano, no te importo el que te haya dicho que estaba castigado y que no saldría por nada en el mundo, me tomo la amabilidad de querer conversar con él como hermanos y me encuentro con la sorpresa de no encontrarlo en su habitación, su cama estaba perfectamente arreglada y la entrada de mi casa estaba sin seguros. Así que voy a volver a preguntártelo, ¿Dónde está Kakaroto?

-Esos fueron muchos Ítems. –dijo Turles sarcásticamente, no quería decirle a su amigo donde estaba su hermano, y referiría dejar la conversación hasta ahí y no dejar que Raditz le presionara. En cambio Raditz, ya estaba preparando su puño para golpear al moreno  mientras que una gran vena resaltaba en su frente, hasta el mínimo momento en que el Son mayor volteo su cabeza hacia el restaurante que anteriormente Turles estaba viendo con determinación… y allí los vio. Sentados en una misma mesa, hablando como si fueran los mejores amigos de toda la vida, viendo como Vegeta por primera vez sonreía, y eso le hirvió la sangre. Turles ya estaba preparado para recibir el impacto, cerrando fuertemente sus ojos mientras echaba su cabeza hacia atrás. Se extrañó porque el golpe jamás llego, y con algo de miedo entreabrió uno de sus ojos negros, para luego encontrarse con la aterradora imagen de Raditz mirando hacia el restaurante, con el puño en alto que antes iba destinado a Turles. El moreno empezó a sudar cuando Raditz bajo lentamente su mano para luego volver a mirar a Turles con molestia.

-¿Así que ahí es donde lo estuviste ocultando? –dijo Raditz frunciendo el ceño.

-Raditz…yo…

-¡Cállate! –grito para luego encaminarse a cruzar la calle y entrar al restaurante, dispuesto a llevarse a su hermano de ahí.

-¡Raditz, espera, no puedes entrar sin reservación! –grito Turles bajándose de un salto del capó del auto y corriendo detrás de su amigo, precisamente para evitar que armara un desastre.

 

… …

 

Vegeta arqueaba una ceja al mismo tiempo que se frotaba la frente con la palma de su mano, ya era el quinto postre borracho que Kakaroto pedía en la noche, y no se le veía nada bien para su vista. Verlo ahí sonrojado y con los ojos entrecerrados, donde constantemente le agarraba ataques de hipo y su habla se veía afectada por la cantidad de alcohol que ingirió en cada postre que comió, solo significaba una sola cosa: Kakaroto estaba ebrio. Sentía vergüenza ajena al ver como el menor de la nada comenzaba a reírse sin motivo alguno, mirando a ambos lados y veía como todos se les quedaban mirando, ¿Quién se embriagaría con un postre? La respuesta era clara: un cabeza de pollo como Kakaroto. Con molestia, Vegeta se levantó de su asiento y de un manotazo, le quito el plato que contenía el postre, lejos de su alcance, y con un ademan de su mano, indico al mesero que se acercara y que se llevara el postre de Kakaroto a medio comer.

 

-¡O…oye! –grito molesto el menor, Vegeta solo le miro. -¿Por… qué hiciste eso? –dijo dificultosamente, en estos momentos hablar resultaba lo más complicado del planeta.

-Ya es suficiente. –dijo tranquilamente.

-¡Suficiente nada! –grito esta vez mas alto todavía, a Vegeta se le empezó a asomar una vena resaltante en su frente, ya no soportaba esta situación y no tardaría mucho en decirle a Kakaroto unos cuantos insultos para que se calmara, seguido de tomar su abrigo e irse de ahí, sin preocuparse como haría Kakaroto para volver a su casa, él no lo llevaría. Vio como el menor comenzó a relajar sus facciones, y lo que dijo a continuación lo dejo sin habla. –Eres muy lindo. –los efectos del alcohol comenzaron a hacer de las suyas. Kakaroto sonreía mientras arrastraba su silla y la acercaba hacia Vegeta, en algún intento claro de seducirlo.

-Ese postre tenía mucho vino. No sabes lo que dices. –dijo fríamente Vegeta, tratando en un intento en vano de querer alejarse el Son pero por alguna extraña razón no podía, hipnotizado totalmente ante esos ojos negros e inocentes, y su sonrojo leve producto del alcohol, solo lo incitaban a quedarse en su lugar, y ser espectador de lo que se vendría a continuación.

-Quiero…besarte. –dijo relamiéndose los labios al mismo tiempo que se acercaba peligrosamente a los labios del Saiyan. Vegeta se sonrojo brutalmente, abriendo sus ojos como platos ante la situación, miraba insistentemente su boca, él también quería besarlo, pero su educación y sentido común le recriminaban dentro de su cerebro que no debía de aprovecharse de una persona ebria.

-Kakaroto, todos nos miran. Por favor, aléjate. –intento auto contenerse, pero Kakaroto solo emitió una pequeña risita que hizo molestar a Vegeta, ¿acaso se estaba burlando de él?.

-¿De verdad…quieres que me aleje? –pregunto seductoramente, pasando tímidamente la punta de su lengua por sus labios.

 

… …

 

-¡Raditz, no te puedes meter así! – gritaba Turles en vano. Raditz hizo caso omiso a las advertencias del moreno, más tarde se encargaría de él. Abrió la puerta con fiereza, haciéndola estrellar contra la pared, y llamando la atención del mesero que estaba de encargado en la entrada. Sin esperar palabras, Raditz comenzó a caminar entre las mesas, mirando examinadoramente a los integrantes de las mismas, sin ser las personas que él esperaba que fueran y suspirando frustrado en el transcurso. Sin siquiera escuchar las advertencias del mesero diciendo que si no se detenía, llamaría a la policía, y sin escuchar a Turles pidiéndole que se calmara y al mismo tiempo convenciendo al mesero que no hiciera ninguna llamada. Turles venia charlando con el mesero, tan desesperado de que no llamara a la policía y que los terminaran arrestando, que se chocó bruscamente con la espalda de Raditz, lo cual daba el significado de que su amigo se había detenido. -¡Gracias a Kamisama, Raditz, vámonos de aquí antes de que…! –y sus ojos no pudieron creer lo que estaban viendo, Vegeta siendo besado apasionadamente por Kakaroto, lo cual este le sostenía de su nuca para evitar que se alejara. Vegeta también le correspondía el beso, no solo porque ambos mantenían sus ojos cerrados y sus cabezas inclinadas hacia un lado para encajar bien sus bocas, sino que sus labios se envolvían en una danza pasional, mezclando sus salivas entre cada movimiento y escuchando el sonido húmedo de las mismas. A Raditz le dio un tick en su ojo derecho, no podía creer lo que veía a lo lejos, una fuerte ira se apodero de su ser, sin esperar más nada, hizo lo que jamás pensó que haría estando en un lugar público.

-¡Kakaroto! –grito Raditz, esto no significaba nada bueno.

 


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