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El Espejo por Marieene

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Habían sido largos e interminables días en los que Loki no dejaba de estar inquieto y nervioso, así también como irascible y sensible. Se pasaba largas horas caminando en círculos por toda la amplia habitación. Se sentía demasiado atrapado, y lo enloquecía la sensación de claustrofobia que lo invadía y lo estremecía, no lo soportaba, quería salir…debía salir antes de que perdiera la cabeza, locura era lo próximo que padecería si no escapaba de ese encierro. Fenrir echado en algún lugar apartado gemía angustiado por su dueño sin quitarle sus ojos dorados de encima, y Thor, por su parte, preocupado, no dejaba de susurrarle a su amado palabras de consuelo y de aliento cada vez que conseguía agarrarlo y hacer que descansase de tanto andar sin sentido, pero éstas cada vez eran menos eficaces, Loki ya no lo escuchaba. El rubio príncipe se levantó y suspirando con fuerza se acercó al cuerpo delgado del menor, y antes de que se le escapara, lo abrazó y lo mantuvo quieto en el lugar, ejerciendo algo de presión con sus fuertes brazos, pero sin dejar de hacerlo con cariño.

 

—Shhh. No pierdas la cabeza. Intenta por lo menos relajarte un poco. —Dijo con suavidad y calma sobre su oído, estrechándolo contra su cuerpo.

 

— ¡Como pretendes que me relaje! —Loki reaccionó abruptamente, ofendiéndose con el rubio, quien tuvo que aferrarlo para que no luchará y se soltara. — ¡Déjame! —Forcejeó inútilmente durante largos segundos. Thor se mantuvo firme esperando que el otro se calmara y dejara de forcejear inútilmente.

 

—En vez de comportarte así, concéntrate y ayúdame a encontrar una forma de escapar de este lugar y no terminar en las garras del Rey. —Dijo con voz entre juguetona y autoritaria. Loki se removió entre sus brazos y suspiró relajando todo su cuerpo contra Thor. Éste se sentó e hizo que el menor lo imitara guiándolo para que se sentara sobre sus piernas. Con suavidad el de ojos azules comenzó a acariciar la espalda del otro consiguiendo que todo el cuerpo de Loki se relajara por completo y se apoyara sobre su pecho, su cabeza reposó sobre su hombro y su nariz acarició el cuello descubierto sacando una risilla por parte del rubio. —Pronto saldremos de aquí. Solo debemos encontrar la forma de salir sin ser descubiertos, ni vistos. —Su mano subió por la espalda del mago hasta su nuca y luego continuó hasta los cabellos lacios y negros. Los peinó y los acarició con cuidado extremo.

 

Por largos minutos quedaron inmóviles, escuchando sus latidos, acompañándose mutuamente en silencio, con sus respiraciones en sincronía. Así, Loki consiguió calmarse, al fin dejando de sentir su corazón alterado y acelerado, el aroma de Thor lo adormecia, lo acariciaba con sedosidad. Se permitió cerrar los ojos y dejar de pensar en el lugar en donde se encontraban actualmente, apartando el horror del encierro y la detestable sensación de cautiverio. El estar allí lo retraía a la época pasada, a cuando era tan solo un niño confundido y triste, solo y abandonado. Pero al estar en los brazos de Thor, su rubio príncipe, del cual se había enamorado profundamente, se sentía ese mismo pequeño niño de piel azul, que indefenso era cuidado por su guardián amigo.      

 

Todo estaba en una calma abrumadora, un silencio insoportable y una sensación de lo más intranquila surcó y caló hasta los huesos de Loki, que comenzó a temblar de forma involuntaria. El rubio apretó con más fuerza el débil cuerpo tembloroso, besando su frente. Pero el rugido agresivo de Fenrir lo sobresaltó, giró su cabeza y observó cómo el animal parado en sus cuatro patas, con el lomo encrespado y sus fauces fruncidas y babeantes, se mantenía alerta y en tal posición hacia el espejo. En ese momento Loki, que aun permanecía inmóvil en sus brazos, se incorporó con tal rapidez que no pudo detenerlo, imitando al de cabellos negros, poniéndose de pie. Con Fenrir a su espalda gruñendo con insistencia y de forma amenazante, Loki caminando hacia atrás, paso por paso, alejándose de él y del espejo.

 

—Ahí viene… —Susurró, con su labio inferior temblando levemente. Ya no había donde más ir, su pared golpeó dolorosamente contra la pared y sus paso se detuvieron sin poder seguir hacia el infinito, donde pretendía ir. Chasqueó los dedos y la bestia peluda en la que se había transformado el pequeño Fenrir, corrió a su lado, manteniendo su amenazadora postura. Thor sintió el piso temblar, las paredes comenzaron a desprender el polvo que tenían acumulado y los libros comenzaron a caer. Intentó dar los pasos que hacía de distancia hacia Loki, pero el sismo no le permitía dar pasos seguros, provocando que tambaleara cada vez que intentaba moverse. No pudiendo acercarse, extendió su mano hacia su amado, imaginando lo que estaba pasando, sus dedos estirados hacia Loki, aún faltaba un par de metros para tocarlo. El brazo tembloroso del joven de ojos verdes se extendió de igual forma, intentando amos alcanzarse, unir sus manos y aferrarse uno al otro.   

 

Un zumbido ensordecedor comenzó a taladrar sus oídos, y el temblor se intensifica, detonando en una explosión de piedra, libros y residuos por el aire, viciado éste y haciendo que los dos jóvenes se taparon la boca para no inhalar, tosiendo y pestañeando con reiteración. Con la explosión, Loki cayó al suelo y tor se abalanzó hacia él, cubriéndolo con su cuerpo para evitar que se hiciera daño, mientras Fenrir se posicionó delante de ellos, haciendo de escudo.

 

Luego de un momento de lo que parecía ser una escena en cámara lenta, los ojos azules de Thor buscaron enfocar algo en el lugar de la explosión, enfocando por entre las patas del gran lobo a la persona que atravesaba con decisión y poder el volquete de la pared, allí donde anteriormente había estado el gran y antiguo espejo, ahora echo añicos, casi extinguido. Con autoridad propia de él y de los años de gobernador, el Rey Odin se acomodó la capa y se sacudió el polvo que había ensuciado su ropa, luego se plantó en el lugar, observando con furia hacia los presentes. Su ojo miró a su hijo con todo el reproche que era capaz de emanar, y luego al Jutun al cual tanto despreciaba.

 

Thor se puso en pie, enfrentando su padre, demostrando que no había nada de qué hablar, y que su posición ante lo que sentía y lo que quería no cambiaría por nada que le pudiera ofrecer o que le dijera con ánimos de convencerlo. Su cuerpo se interpuso entre Loki y el anciano, intentando con eso que no lo mirara, haciendo de cuenta que no se encontraba allí. No permitiría que su padre le pusiera una mano encima a su preciado y amado amigo. Su amor por Loki no tenía límites y su padre lo sabría.

 

—Ese bastardo no me quitara a mi hijo, a mi sucesor. —Dijo con voz clara y en tono fuerte. —Tu, hijo mio, cumpliras tu destino, reinaras cuando yo no éste y dejaras la vergüenza de estar con una criatura de destrucción.

 

—No negociaré contigo padre. Si no puedo cumplir mi destino junto a la persona a la que elijo para que esté a mi lado, preferiría hilar mi propio camino. Si no aceptas a Loki, me estarás rechazando a mi, tu único hijo. —El rubio hablaba con la profundidad de lo que estaba diciendo requería. Tenía que medir cada palabra y expresarla con la fuerza necesaria para que no quedara dudas de su decisión. No quería ser rey si no podía salvar a la persona que amaba, si no podía estar a su lado.          

 

—Me decepcionas. Tu madre no podrá defenderte. —Con un suspiro largo, el Rey de Asgard golpeó el suelo con su báculo y cadenas comenzaron a brotar del suelo, serpenteando hacia los dos jóvenes, ignorando al príncipe y aferrando las extremidades de Loki con fuerza, enroscándose dolorosamente por su cuerpo, haciendo gritar al capturado. Loki sintió sus brazos quemar, sus piernas inmóviles y la cadena que trepaba por su espalda y se enroscaba en su cuello comenzaba a estrangularlo. Sus ojos verdes buscaron el rostro aterrado de Thor, y las lágrimas agolpadas borronearon su visión. Intentó resistirse, pero era claramente inútil, no tenia la fuerza para desprenderse de aquellas cadenas, y su garganta ya no pudo gemir de dolor por el agarre que apretaba y amenazaba con asfixiarlo en pocos minutos.

 

Fenrir mostró sus largos y brillantes dientes antes de gruñir con rabia, y con los ojos llenos de furia, corrió hacia el anciano, abriendo su mandíbula para morder hasta los huesos al agresor de su amo. Pero la bestia no alcanzó su objetivo y su cuerpo golpeó el suelo con dureza al ser golpeado con una fuerza descomunal con el báculo. Su cuerpo se enderezó velozmente y dispuesto a atacar nuevamente, miró al viejo con odio en sus grandes ojos. Una vez más intentó morder hasta la muerte al sujeto, pero sus patas traseras fueron aferradas y las cadenas ejercían fuerza hacia atrás, empujándolo lejos del Dios Odin. Gruñendo y mordiendo el aire, no dejó de intentar hacerse con la cabeza del canoso personaje, hasta que su cuerpo terminó completamente cubierto por metal. Ahora la criatura luchaba por su libertad y por su vida, aullando de dolor y de esfuerzo. Y Loki impotente solo podía mirar como su salvaje amigo sufría por defenderlo.  

 

—¡YA DETENTE! —Gritó Thor a su padre logrando que éste lo mirará y dejara de apretar las cadenas contra la carne del lobo, no así del cuello de Loki, que sentía como sus sentidos lo abandonaban y su mirada se nublaba, ya no por las lágrimas, sino por la inconsciencia que lo arrastraba poco a poco. El rubio corrió y se arrodillo frente al cuerpo casi desvanecido de su amado, agarrándolo con ambas manos del rostro para mirarlo a los ojos. —Aguanta Loki. Aguanta. —Y dándole un beso en los labios, volvió a enfrentar a su padre. —Ya no queda respeto en mi por sobre tu persona. Eres y seras mi padre siempre, pero no tendrás nada de mí más que resentimiento si sigues con esto. —Deja ir a Loki, suelta a Fenrir. Sus vidas dejarán de depender de tu bondad y serán libres para vivir como Asgardianos.

 

—Pensé que no habría lugar a negociaciones. Tu mismo lo dijiste y voy a respetar tus palabras. —En sus palabras había dominación y algo de burla. —Tus condiciones no valen nada. Pero supongo que algo podré hacer por ti. —Y la sonrisa que se formó en el arrugado rostro de su progenitor le auguró lo peor. No podía pretender que aquello que acababa de decir era algo bueno o que era dicho benévolamente. Negó con la cabeza, intentando convencer a su padre que no hiciera ninguna estupidez. Pero la sonrisa en el rostro del Rey no mermó. —Dejaré que sean libres. Pero tú, hijo mío, cumpliras tus obligaciones, me respetaras y obedeceras. Y cuando llegue el día protegerás este y los demás mundos sin dudar y sin que tu corazón se interponga. —Vió que su hijo lo miraba con desconfianza y que regresaba junto al jötunn, para abrazarlo cuidadosamente y susurrarle que despertara. Los ojos verdes apenas se abrieron.

 

—¿Y dejaras en paz a Loki? —Los ojos verdes se entristecieron. Aquellas palabras sonaban condenatorias y la tristeza en los ojos azules solo consiguieron desesperar aún más. Sin fuerzas y a penas consciente, Loki quiso negarse a lo que fuera que Thor estuviera por hacer, pero solo consiguió negar con la cabeza, mirándolo con súplica y modulando sin palabras.

 

—Tienes la palabra de tu Rey. —Dijo solemnemente, elevando su mentón.

 

—Está bien. —Dejando de mirar a su padre, Thor se volteó y notando que las cadenas soltaban el cuerpo de Loki, esperó hasta que pudo abrazarlo correctamente, sintiendo los débiles brazos de su amor aferrarse a su espalda, hundiendo su rostro en su pecho. Lo acarició con cariño y sonrió al sentir la calidez que comenzaba a calentar su corazón con tan solo tenerlo cerca. —Todo estará bien. —Le dijo peinando su cabellos oscuros. —No dejaré que te haga daño. —Con cuidado elevó el rostro angustiado de Loki y unió sus miradas. Con todo el amor del que era capaz de expresar, lo besó esperando y deseando que verdaderamente todo estuviera bien. No pretendía mentirle, pero no estaba seguro de lo que pasaría. Antes de separarse, sonrió con autenticidad aliviando. Luego se aseguró que Fenrir estubiera liberado y encaró a su padre, demostrando que su rendición seria el precio que pagaría por la libertad de otros.

 

—Ven aquí hijo mío. —Dijo con inapropiada alegría y extendió los brazos. Thor solo se acercó sin intenciones de corresponder aquel gesto. El mayor bajó los brazos y levantó los hombros. —Esto se termina aquí. —Golpeando su báculo una vez más, el lugar que tantos años había tenido en cautiverio al pequeño y perdido jotuun, comenzó a llenarse de una poderosa ventisca, rafaga tras rafaga, Loki quedaba envuelto en un torbellino imparable, atrapandolo junto a Fenrir en muros de viento zagas y poderoso. Thor supo inmediatamente lo que aquello significaba y su corazón se contrajo con horror y frustración. Había sido engañado y ahora sería despiadadamente alejado de Loki. Sabía que no podría estar cerca de él aceptando las condiciones de su padre, pero tenía ingenua esperanza de poder idear algún plan para aguantar hasta ser Rey y de esa forma, sin nadie que estuviera por sobre sus decisiones y órdenes, estaría junto a Loki para siempre. Solo tenían que aguantar la distancia e incluso había pensado que podria verlo a escondidas, de forma prohibida. Pero aun así estar juntos de alguna forma. Pero ahora esas infantiles ideas se esfumaron con el viento que atrapaba y engullía a su amado. Nada de eso sería real. Nada de eso sería posible.  

 

Loki estaba siendo desterrado hacia un mundo incierto, y su destino sería guiado por el azar. Viendo como el amor de su vida desaparecía frente a sus ojos, solo pudo gritar con toda sus fuerzas y con su puño recargado de ira feroz, giró sobre sus pies para propinarle un fuerte y certero golpe en la cara del Dios Odia, que desprevenido, recibió el golpe limpiamente. Los ojos de Thor brillaron y vio el poder en ellos. Sin retroceder ante la descarada actitud de su hijo, elevó su arma y de un solo golpe en la cabeza, desmayó a su heredero.

 

—Todo termina aquí. —Repitió el anciano. Y antes de retirarse de desastrosa escena, primero comprobó que aquel muchacho que había corrompido el corazón de su hijo desapareciera de su vista, volando lejos de aquel lugar, lejos de ellos y lejos de Asgard. Salió del lugar cuando la ultima rafaga de viento se desvaneció en un leve suspiro y dio las órdenes pertinentes para que llevaran a su hijo.

 

Thor en su inconsciencia, como una pesadilla que lo perseguiría por el resto de su vida, y como en una imagen estropeada y estancada en el tiempo, veía una y otra vez, en secuencia repetida, el rostro inseguro, traicionado y lleno de dolor de Loki. Que más allá de toda realidad le susurraba desde la distancia que lo amaba.


 

Notas finales:

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