Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amarte es mi pecado por EvilQueen

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

--¿Preparaste el desayuno? --preguntó Steve, extrañado por el llamado de su sobrina.

--Sí, estoy harta de los que tu preparas --dijo recostada en el marco de la puerta de la habitación de su tío-- ¡vamos, arriba!, se enfrían las medialunas.

Steve iba a reprochar por el comentario de Magui respecto a sus desayunos, pero no pudo hacerlo ya que ella le aventó un almohadón que le fue a dar directo a la cara.

Steve bajó a desayunar tranquilo luego de higienizarse. Había pasado poco más de una semana desde su encuentro con Tony. Afortunadamente no volvió a cruzarlo, supuso que estaría ocupado debido a la atención a distancia de su empresa y tramitando la habilitación de su nuevo bar. Respecto a lo primero, había oído que tenía una excelente CEO, una chica de su edad… “un excelente partido” pensó algo molesto. Sacudió la cabeza para sacarse esos pensamientos. Lo único que rondaba en su mente desde hacía días era Tony y eso lo alteraba de sobremanera porque sabía que no debía ser así, estaba mal.

Un exquisito aroma a panadería lo sacó de sus pensamientos.

--¿Dónde conseguiste esto? --dijo Steve viendo el plato con aquellas masas saldas que había probado una de las pocas veces que viajó a visitar a su hermana.

--Yo las hice --dijo Magui con una sonrisa orgullosa mientras le servía una traza de café a su tío-- ¿lo corto con leche?

--Si, por favor --respondió el rubio con su boca llena por media medialuna que había sacado antes del plato-- están muy ricas.

Magui le agradeció y llevó ambas tasas a la mesa, por fin un desayuno repleto de cafeína y carbohidratos, como estaba acostumbrada. “Si tan solo tuviera dulce de leche” pensó mientras probaba una de sus creaciones. El dulce que hacían allí era una imitación barata.

--¿Me acompañarás a la parroquia hoy?

La joven levantó la vista para ver a su tío. había ido con él a la parroquia todos esos días y se había hecho cercana de las hermanas, sobre todo de Wanda. La chica de dieciséis años le contó que estaba en el noviciado hacía ya dos años, y que esperaba pronto poder rendir, dar los votos y tomar los hábitos por completo. Ambas jóvenes se pasaban el día charlando mientras realizaban tareas en conjunto. Pero cuando la novicia era precisada, Magui se dirigía a la parte del templo donde sabía que entre las 10 y las 12 am estaría Matt sentando en uno de los asientos de las ultimas filas. Podía decir que ya tenía confianza con esos dos y que si iba religiosamente todos los días a la parroquia era por ellos. Pero ese día no se sentía con ganas de salir.

--No creo --le dijo a su tío-- creo que me quedaré ordenando la habitación de mamá.

Steve asintió y le aconsejó tener sumo cuidado con las cosas de Anna, pues eran invaluables. Una vez terminado el desayuno se despidió de su sobrina y salió.

Magui cerró la puerta, se dirigió al piso de arriba y puso en su reproductor una lista con canciones latinas de los años 90’. Le agradecía a su madre su gusto retro en la música. Acomodó lo que más pudo entre canciones de Shakira, Paulina Rubio y Fey. Se divertía con cada cosa que encontraba y se le movían los recuerdos cada vez que veía viejas fotos. Se apropio de una fotografía de sus padres.

En la imagen, estaban sentados en el césped con sus brazos entrelazados. Las piernas de su madre estaban estiradas y cruzaban por encima de las rodillas de su padre. Se rio al ver que el cabello largo de él y al notar lo bella que estaba su madre con una bandana roja en su cabeza y un jardinero de jean puesto. Era una postal de época que no quería perder.

Ya casi estaba todo ordenado, solo le faltaba revisar una cómoda de madera que según le dijeron, estaba vacía. Abrió el primer cajón y nada; el segundo y solo encontró papeles arrugados con cartas que parecían haber sido escritas en la escuela. Pero al abrir el ultimo cajón se encontró con un cuadernito pequeño de color rosa, este estaba cerrado con un minúsculo candado que a simple vista era fácil de abrir, pero no había sido corrompido por nadie… hasta ahora.

“Debe ser un diario, y debe ser de mamá”, pensó Magui con el objeto entre sus manos. Miró con atención el diminuto candado y vaciló un segundo si hacerlo o no. La curiosidad era más fuerte que ella, así que con una de sus manos ejerció fuerza sobre el cerrojo y este se hizo trizas sin problema alguno.

--Seguro lo compró en el barrio chino --dijo Magui excusándose mientras dejaba el objeto roto sobre la cómoda.

Abrió el diario y confirmó que era de su madre, pues tenía su letra. Notó que no ponía fechas, solo escribía pensamientos al azar. Vio el nombre de su padre en varias hojas, así que supuso que esos escritos databan de dos años antes de la partida de su madre a Argentina, entre sus 18 y 20 años. Hojeó por arriba, pero se detuvo cuando vio el nombre de Steve, por los datos que había revelado antes, su tío debía estar entre sus 16 y 18 años cuando su madre escribió eso.  

“Solo espero que Steve tome la decisión correcta”

Decía la hoja amarillenta. No había nada más allí, solo ese pensamiento. Magui frunció el ceño e intentó adivinar a que rayos se refería su madre con eso. Dio vuelta la página y encontró otra frase.

“Hermano, lo único que quiero es que seas feliz”

Magui cerró el diario en seco. Una corazonada le dijo que estaba entrando en un terreno difícil y no entendía porqué le costaba seguir leyendo. Vio la hora, las 11am. Colocó el diario en su mochila y se dirigió a la parroquia, con suerte encontraría a Matt para hablar de algo y matar la tentación.

 

--Hola Murdock --dijo Magui una vez que hubo llegado

--Pensé que no vendrías hoy

--No sería capaz de dejar que me extrañes --bromeó ella sentándose al lado del chico.

Matt sonrió, pero enseguida fue cambiando su semblante a uno más serio         --¿qué te pasa?

--No lo sé --admitió ella, ya sin sorprenderse por la intuición del chico-- me siento extraña.

--¿Puedo saber por qué?

Magui asintió aún sabiendo que el chico no podía verla, pero prosiguió rápidamente. --¿conoces esa sensación cuando sabes que hay algo que no cuadra?

--Creo que sé a qué te refieres y es frustrante --dijo escuchando el sonoro suspiro de Magui. El muchacho vaciló un momento y volvió a hablar-- Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no? --dijo dándole un suave codazo en el brazo para demostrarle confianza.

Magui sonrió, se sentía un poco más aliviada de poder hablar con alguien, pero no sabía si era momento de contar lo que presuponía, pues podía ser un error. Iba a contestar con una evasiva para no tener que contarle nada al chico, pero una voz la salvó esta vez.

--Magui, pensé que no vendrías --la joven castaña de cofia blanca se acercó a ella con una sonrisa-- Buen día Matt --dijo dirigiéndose al muchacho.

Matt la saludó con una sonrisa que reveló la blancura de su dentadura. Magui alzó una ceja, nunca lo había visto sonreír así.

--Me decepcioné cuando no llegaste con el Padre Rogers --repitió Wanda-- quería contarte algo importante.

--Bueno, puedes decirlo ahora. Escúpelo.

--Ahora no, tengo que terminar mis quehaceres --bufó la novicia-- pero ve a la cocina en unos minutos y te contaré.

Magui asintió y la chica se fue del lugar para continuar con sus deberes.

--Tiene una voz tan dulce --Matt sonreía con su cabeza un poco ladeada.

Magui lo miró divertida --si sabes que es una monja, ¿verdad?

--Novicia --corrigió él-- puede dejar los hábitos cuando quiera.

Magui soltó una sonora carcajada que se quedó en el ambiente por más tiempo del que debería gracias al eco.

--No te rías --comentó él un poco avergonzado-- no sabes lo que desearía poder verla --Magui notó la melancolía en la voz de aquel y se preguntó desde hacía cuanto tenía ese anhelo.

Ambos chicos se quedaron sentados uno al lado del otro hablando de trivialidades que no notaron el paso del tiempo. Cuando Magui se percató de la hora, pensó que Wanda debería estar esperándola en la cocina y se despidió de Matt para ir con ella.  

Cruzó la puerta que separaba el templo del convento, pero no necesitó llegar a la cocina para ver a la castaña. Esta se encontraba exactamente en el centro del patio abrazada un chico un poco más alto que ella. El joven platinado llevaba un pantalón deportivo que hacía juego con una campera y una remera azul que le iba al cuerpo. A su lado descansaba una mochila de viaje negra.

“Pobre Matt” fue lo único que pudo pensar Magui cuando vio la escena, pero rápidamente tuvo que acercarse a ellos porque Wanda ya la había visto y la estaba llamando.

--Bueno, lo que tenía que contarte llegó antes que tu --dijo Wanda en tono de broma-- te presento a mi hermano gemelo, Pietro.

¿Gemelo?, wow, Wanda nunca le había contado que tenía un hermano, menos que eran gemelos. Se presentó con el chico, le pareció muy simpático además de increíblemente apuesto y se preguntó porque nunca lo había visto en el pueblo.

--Acabo de volver de un viaje --le dijo el muchacho una vez que se instalaron en la cocina.

--Mi hermano es un trotamundos --dijo Wanda dejando una taza de café frente al recién llegado-- un día está y cuando no lo ves venir se fue otra vez.

--Exagera --dijo el muchacho hacia Magui sonriendo-- solo viajo por todo el país. Pero sí es cierto que me cuesta quedarme quieto.

Magui los observó, no había visto a la chica tan contenta en el poco tiempo que la conocía, le faltaba su otra mitad. Un mensaje de texto hizo que la luz de la pantalla del celular de Magui se iluminara. Sonrió un poco cuando vio lo que había recibido y volvió a prestar atención a los hermanos.

--Esa sonrisa --canturreó Wanda --¿mensaje de algún pretendiente? ¿es Matt?

Magui no pudo evitar soltar una carcajada. “Si supieras que no soy yo la que le gusta” pensó ella mientras negaba con la cabeza. --No tengo pretendientes.

--Eso es imposible --dijo Pietro. Magui lo miró extrañada, ¿eso fue un intento de coqueteo? No entendía mucho de eso, pero si así fuera no le molestaría en absoluto.

La puerta de la cocina se abrió, lo que hizo que los tres jóvenes se voltearan para ver quien acababa de entrar.

--Hay una reunión de adolescentes aquí --dijo Steve en un tono divertido-- si van a escuchar música intenten que sea cristiana.

--Ahí va tu intento de ser cool --dijo Magui provocando la risa de los otros dos.

--Te creía en casa --dijo el rubio luego de reír también-- gracias por avisar que salías, me deja muy tranquilo--. Magui se encogió de hombros, impresionada por el regaño sarcástico de su tío.

Steve cruzó por su lado y se dirigió hacia el recién llegado que, al verlo, se puso de pie y extendió los brazos para recibir el abrazo que el mayor le estaba dando.

--Que gusto tenerte de regreso, Pietro.

--Muchas gracias, Padre --contestó el platinado una vez que Steve lo soltó

--¿Tienes donde quedarte?, Sabes que puedes parar aquí por un tiempo si no.

--Conseguí una pensión en el centro, pero gracias.

Steve palmeó la espalda del chico y se dirigió a su sobrina. --Hora de ir a casa.

Magui se despidió de lo chicos y se dispuso a seguir a su tío. Una vez que salieron de la iglesia, la chica adelantó el paso para terminar caminando junto Steve y así poder hablarle.

--Por fin me escribió Stark --le dijo

Steve suspiro, no lo iba a tener lejos por mucho tiempo, miró a su sobrina para preguntar que había escrito, pero ella se le adelantó.

--Dijo que nos espera donde será el bar esta noche. Instalaron el equipo de sonido y quiere probarlo.

Steve chasqueo con su lengua, no estaba seguro de ir, pero no dejaría que Magui vaya sola. No había más remedio que llevarla y permanecer afuera. Sí, eso haría.

 

 

Tony los estaba esperando en la entrada de lo que sería su nuevo negocio. Los carteles aun no iluminaban, pero en la oscuridad se podía apreciar el letrero apagado con el nombre del lugar: Stark’s. “Cuanta autoestima” pensó Magui para no tener que usar la palabra egocentrismo, pero la verdad es que eso era. Tony los llevó por la puerta de servicio, así que entraron al salón por la parte de atrás. Magui expresó su sorpresa cuando vio la inmensidad del lugar. Había un escenario modesto con un piano que le pareció bellísimo, a su lado estaba el micrófono con su respectivo trípode. Frente al escenario el salón estaba vacío a excepción de una mesa y tres sillas, Magui entendió que allí estaría el comedor, pero no sabía el porque de la mesa. En la parte izquierda estaba la barra de tragos con todos los accesorios, licores y bebidas blancas y al lado de la puerta por la que habían ingresado, había otra que llevaba a la cocina.

--Faltan algunos detalles --dijo Tony luego de prender las luces.

--Es hermoso, Sr Stark --comentó Magui

--Lo es --los ojos de Tony brillaron y Steve no pudo evitar sonreír al verlo-- Bueno niña, ve al escenario y haz tu magia, nosotros te vemos desde aquí.

Steve vio a Magui dirigirse hacia el equipo de sonido para encenderlo y ajustarlo a lo que sonaría. Suspiró y se giró hacia Tony quien estaba ya detrás de la barra.

--Será mejor que espere afuera --dijo el rubio señalando la salida.

--No seas así --contestó el castaño sirviéndose un vaso de whisky-- quédate a escuchar a Magui conmigo. ¿Gustas? --comentó enseñándole el vaso que se había servido.

--No gracias, y no creo que sea conveniente que me quede

Tony rodeo la barra y se acercó a Steve, quien seguía atentamente cada movimiento del castaño. Tony rodeó con un brazo al mayor y le colocó la mano en la parte baja de la espalda para guiarlo hacia la única mesa que había en el salón.

Steve se tenso ante aquel contacto, pero no puso responder de ninguna manera y sin quererlo se vio caminando hacia esa mesa y sentándose frente a Tony quien lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

--Ya estoy lista --comentó Magui por el micrófono el cual se oía fuerte y claro.

--Se escucha muy bien, preciosa. ¡Cuando quieras! --le dijo Tony invitándola a que comience con la primera canción.

Magui comenzó con Rosas, de la Oreja de Van Gogh para asegurarse de la funcionalidad del micrófono y seguiría con Un vestido y un amor para probar el piano.

Pasaron la mitad de la primera canción sin decir nada, solo escuchando a la joven. Steve miró a Tony, movía la cabeza al ritmo de la música, lo que le causó mucha ternura. El castaño se percató de los ojos sobre él y giró el rostro para verlos también. Enseguida le dedicó una sonrisa dulce a Steve y este no pudo evitar corresponderla. No saben cómo, pero para finales de la segunda canción ya se encontraban compartiendo anécdotas de su adolescencia como los viejos conocidos que eran.

--Recuerdas aquella vez en Halloween --comenzó a decir Tony-- cuando rompí de un piedrazo la ventana de la Sra. Watson y luego culpé a unos niños que estaban pidiendo dulces. --Steve asintió con una sonrisa grande en los labios mientras se empinaba el vaso de whisky que le había robado a Tony-- Esa vieja me odiaba. Recuerdo que le contó a Howard y él me dio la paliza de mi vida.

--Ahora parece que le caes bien --bromeó Steve.

--Sí, seguro esté pensando en pedirme algo. Bruja mendiga.

Steve lanzó una sonora carcajada dándole a Tony la vista más hermosa que podía pedir cuando su sonrisa le dejó ver sus dientes blancos y sus ojos se achinaron por un momento. Tony acompañó aquella risa que le sonaba cómo música aun más armoniosa que la que salía del piano de Magui.

--No entiendo como con esa risa te dejan andar con ese cosito en el cuello --dijo Tony-- vas a matar a alguien, Rogers.

Steve acarició su alzacuellos con mucho cuidado y posó la vista al frente para evitar que Tony notara el color que empezaban a tomar sus mejillas.

El ringtone del celular de Tony lo hizo volver a prestarle atención. Notó que castaño susurró una maldición y cortó la llamada para luego volver los ojos al escenario donde Magui terminaba su interpretación.

--¡Fue excelente! ¡Woh! --gritó Tony mientras aplaudía de pie haciendo reír a la chica.

El teléfono volvió a sonar y esta vez el castaño fue más veloz en cortar la llamada, intentando en vano que nadie lo haya notado.

--¿Por qué no respondes? --preguntó Steve con un tono serio.

--Si es importante volverá a llamar --sonrió Tony para ser interrumpido otra vez por la llamada. “Que ironía”, pensó.

Tomó el celular y lo acercó a su oreja --Hola, cariño --dijo en voz baja en un intento inútil de no ser oído.

Posó los ojos en Steve mientras recibía la respuesta del otro lado de la línea. Las facciones del rubio se endurecieron, apretaba la mandíbula con fuerza y movía su pierna derecha insistentemente. Hizo una mueca de fastidio con su boca mientras llevaba los ojos al suelo, no se parecía en nada al Steve risueño que había visto solo minutos atrás.

--No te preocupes por eso, aún faltan algunos días --dijo Tony a quien estaba del otro lado de la llamada-- S-sí, yo te iré a buscar cuando llegues, no te preocu…está bien, sí… yo también te quiero, adiós.

Steve se cruzó de brazos y se recostó rápidamente sobre el respaldo de la silla sin levantar la vista del suelo. Parecía un niño al cual no le habían cumplido el capricho.   

--Quiere que lo vaya a buscar al aeropuerto de la capital para la apertura del bar --dijo Tony apoyando sus codos en la mesa.

Steve asintió aun cruzado de brazos y levanto la vista para dirigirse a Tony

--¿Es tu pareja?

--Creo que puede llamarse así --vaciló Tony, ya no podía salir de esa situación así que no intentaría cambiar de tema-- Su nombre es Stephen, es neurocirujano.

--¿Estás enamorado de él? --preguntó Steve sin meditarlo, tal vez el trago que le había robado a Tony se le había ido directo a la cabeza.

Tony pareció pensarlo un momento --Nos llevamos bien, nos entendemos.

--Entonces no estás enamorado.

Los ojos de Steve se clavaron en los de Tony expectantes. El castaño frunció el ceño cuando recibió aquella mirada del rubio, lo conocía demasiado para saber lo que le estaba reclamando, pero no tenía derecho, ni aunque culpara al alcohol.

--No te atrevas a decirme algo, Rogers --dijo Tony en tono desafiante.

--Yo no dije nada

--Te conozco --sentenció con dureza haciendo que el rubio vuelva la vista al frente donde Magui se preparaba para dar otra canción.

Tratas de cambiar la realidad

Mientes por temor a la verdad

Juegas con fuego

Te vas y ahora quieres regresar

Tony aún seguía un poco molesto por la reacción anterior, no lo entendía. No era él precisamente el que ponía distancia.

--¿Sabes? --dijo el rubio de golpe haciendo que el otro se sobresaltara-- sí quería decir algo --Tony lo miró con una ceja alzada-- ¿por qué no buscas enamorarte?

--Como si fuera tan fácil.

--Al menos tú tienes la posibilidad.

Dices que no entiendo tu dolor

¿Pero tú que sabes del amor?

Querías libertad, pero te encadeno la soledad

Stark lo miró sorprendido ¿estaba entendiendo bien?

--¿Yo tengo la posibilidad?

--Sí --comentó el rubio luego de una risita sarcástica-- a diferencia de mí, tú pue…

--Alto ahí --colocó la palma de su mano frente al otro en señal de stop-- no puedo creer que te estés victimizando, esto lo escogiste tú ¡fue tu elección!       --dijo en un tono más fuerte-- Y yo, yo ni siquiera tuve la oportunidad de reprochar.

--Sé que fue mi elección, pero ¿te crees que por eso no sufrí? ¡Se nota que nunca caminaste en mis zapatos!

Y como te atreves a decirme

Que nunca me puse en tu lugar

Tu dolor vive en cada esquina de mi alma

Y me ataca el no escuchar tu voz en las mañanas

Nadie entiende tanto como yo

 

Tony sintió cuando los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no dejó que cayera ni una, no frente a Steve

--Creo que me puse demasiado en tu lugar, tanto que olvidé ponerme en el mío.

--Tienes la vida que siempre soñaste, no se de qué te quejas.

Tony lo sintió como otra apuñalada más, no sabía cuantas más recibiría, pero sí sabía que terminaría de pie.

Tu dolor que sale de tu cuerpo y me acompaña

Me viene al recordar que hasta tu sombra me hace falta

No vuelvas a decir que estoy mejor

Si sufres hoy la culpa no la tengo yo...

 

--Sabes perfectamente que no tengo la vida que soñé --dijo Tony en un susurro-- Y creo que quien se dio cuenta que no puede vivir en su mundo de fantasía eres tú --concluyó.

Te entregue mi vida sin medir

Todo lo que tuve te lo di...

Te puse primero me olvidé

De todo hasta de mi

El llanto que ahora ves en el espejo

Es el reflejo de lo que yo fui…

 

Magui paró en seco la canción cuando vio a su tío separarse de manera brusca de la mesa.

--Te espero afuera --dijo hacia su sobrina para luego abandonar el lugar.

La chica miró de manera extrañada y todo se puso más raro cuando notó que Tony se llevaba las manos a la cara mientas permanecía con sus codos apoyados en la mesa.

--Señor Stark --bajó del escenario rápidamente debido a la preocupación-- ¿se encuentra bien?, ¿qué pasó?

Tony levantó el rostro y le regaló una sonrisa fingida, de esas que solía dar a la prensa y a los paparazzi. --Está todo en orden, solo tuvimos una diferencia de opinión. No es nada --dijo sin lograr que Magui le creyera-- es todo por hoy, ve a casa y cuida esa voz. Inauguramos este fin de semana.

Magui asintió y se despidió del hombre. Salió al encuentro con su tío, tenía el semblante serio y no dijo nada en el camino a casa así que ella lo imitó.

Durante la cena tampoco tocaron el tema de la discusión, aunque a Magui la carcomía la intriga. No iba a preguntarle nada a su tío, pues no estaba con el mejor humor, pero se dijo que de alguna manera tendría esa respuesta. Tenía una leve sospecha y supuso que las únicas personas que se lo podían confirmar no lo harían ni aunque les pagaran.  Suspiró de manera suave y recordó el diario de su madre, ahí podía haber algo más.

Su tío le deseo buenas noches cuando ella le informó que iría a dormir, llegó a su habitación y sacó el diario de la mochila. No mentiría diciendo que no dudaba de lo que estaba por hacer, era el diario de su madre y podía encontrar cosa que no quería saber. Pero tenía una idea formándose en su cabeza y quería darle una respuesta clara.

Abrió el cuaderno y comenzó a pasar las hojas mientras leía rápidamente y descartaba lo que no se tratara de Steve.

“Soñé para Steve un amor como el que tenemos Nico y yo, pero lo apoyaré en lo que él elija”, leyó aquellas palabras dibujadas con la caligrafía de su mamá.

 “No sé cómo hacer para que entienda que es su vida y no debe importarle la opinión de nadie más”

Todo era muy ambiguo, podía estar refiriéndose a la decisión de Steve de ordenarse como sacerdote o a otra cosa totalmente diferente.

“Me dijo que lo haría, pero tenía miedo de todas formas. Teme que papá no lo acepte”

 

 

Magui no supo cuando se quedó dormida con el diario sobre su pecho, solo supo que no había una respuesta certera a lo que buscaba. Su madre no había sido especifica a la hora de escribir, tan vez por precaución a que alguien hallara el diario. Pero ahora eso la perjudicaba a ella.

Bajó a desayunar cuando oyó la voz de Steve llamándola, tenía sueño y se le notaba en la cara.

--Creo que alguien no durmió bien --bromeó Steve dejando un tazón de leche con cereal frente a la chica.

--Creo que somos dos --dijo ella en el mismo todo que su tío había usado.

Era verdad, él no había podido pegar un ojo en toda la noche. Cada vez que intentaba dormir rememoraba su discusión con Tony y eso no le permitía conciliar el sueño.

Desayunaron en silencio, ambos concentrados en los asuntos que los habían desvelado y les producía ojeras aquella mañana. Magui de repente tuvo una idea de como poder entablar una conversación para sacarse algunas dudas.

--Tío --llamó ella haciendo que Steve levantara la vista para verla-- ¿El abuelo Joseph estaba de acuerdo con tu decisión de ser sacerdote?

Steve levantó las cejas y la miró extrañado por aquella pregunta

--Supongo que sí, nunca me dijo lo contrario --admitió él.

--Pero ¿existe la posibilidad de que a él le hubiese molestado su decisión, o alguna razón por la cual ocultársela?

--Nunca se lo oculté --dijo el rubio-- ¿por qué esa duda?

--Curiosidad --admitió Magui estrechando los hombros

--La curiosidad mató al gato --dijo Steve en tono de broma.

--Que suerte que tienen siete vidas.

Okay, ahora había descartado una posibilidad, pero todavía tenía la esperanza de encontrar pistas para no tener que hacer la pregunta directamente a su tío y evitarle ese mal trago.

 

 

La excusa para no acompañarlo esa mañana fue que se sentía desganada por la falta de sueño, pero la verdad era que quería investigar un poco más. Se sintió mal cuando se vio parada frente a la puerta del cuarto de su tío, estaba irrumpiendo en su privacidad, estaba abusando de su confianza. Igual, ya tenía la decisión tomada. Respiró profundo y abrió la puerta.

La habitación olía al perfume de Steve, el cual era muy rico, debía admitir. Revolvió su escritorio intentando no romper nada. No encontró algo útil, por lo que dejó todo como estaba antes que ella llegara. Siguió con el ropero del rubio, no encontró nada más que camisas, sacos y camperas colgadas; golpeó el fondo de este intentando ver si sonaba hueco, había leído una vez que la gente hacía una falsa pared y escondía cosas detrás de esta. Revisó su mesa de noche, su cómoda, incluso en sus cajas de zapatos. No encontró nada.

Ya resignada se acercó a la pequeña biblioteca que tenía al costado de la ventana. No se esperanzó mucho, pues esta estaba repleta de libros. Por curiosidad más que por certeza, empujó el lomo de uno de los libros. Frunció el ceño cuando este se deslizó hasta hacer tope con el fondo del mueble dejando un espacio bastante ancho adelante como para ocultar algo. Comenzó a empujar el resto de los libros y casi todos cedieron hasta chocar con el fondo, pero cuatro de ellos hicieron tope antes que los otros. Magui volvió a tener esperanza y quitó los cuatro libros con total rapidez. Encontró detrás de estos una pequeña caja de madera.

Dejó la caja en el escritorio y se sentó en la silla dispuesta a ver que contenía. La abrió con mucho cuidado y pudo divisar a simple vista una biblia de bolsillo, un rosario de madera y un viejo reloj de bolsillo.

Tomó primero aquella biblia pequeña y pasó su dedo pulgar por todas las hojas para ver si algo caía de estas; nada. Tomó el rosario y lo observó muy por arriba, no había nada que este objeto pudiera ocultar, solo notó que había sido de su abuelo, pues tenía su nombre grabado. Ya totalmente rendida tomó el reloj, suponiendo que también era de su abuelo. Se equivocó, tenía grabado el nombre de Steve. Era su ultimo recurso, se rendiría luego de aquello; observó el objeto por todos los ángulos posibles hasta que encontró la forma de abrirlo. Con sumo cuidado levantó la tapa que escondía el reloj y ahogó un grito cuando lo abrió. En la cara de adentro de aquella tapa reposaba una fotografía en blanco y negro, algo que Steve había protegido con tanto fervor dentro de aquel viejo reloj, escondido en una caja atrás de sus libros. Era una fotografía de Anthony Stark.

 

 

Magui resopló una vez que llegó a la parroquia. Había meditado sobre que hacer luego de encontrar algo que le diera una respuesta. Había decidido no hacer nada y dejar que su tío se lo contara cuando estuviera listo. Pero no pudo hacerlo, se sintió horrible una vez que lo supo, le dolía la hipocresía de Steve, le molestaba. Ella de verdad había pensado que él era uno de los pocos que estaban allí por vocación, pero no. Todo era mentira, era un cobarde. Lastimaba a Tony y se lastimaba a él mismo. No había otra manera, la única forma de ayudarlo era confrontándolo.

Se dirigió a Wanda una vez que entró al patio del convento:

--Avísale a mi tío que hay alguien esperando confesarse --La castaña asintió y se dirigió a buscar al párroco.

Una vez que Wanda le dio la espalda, Magui se dirigió hacia el templo. En uno de los rincones de este había un artefacto que parecía un viejo mueble de madera. Allí había dos cubículos en los que solo entraba una persona en cada uno. Steve le había explicado a Magui que allí las personas se confesaban y expiaban sus pecados. A Magui le parecía absurdo, contarle tu vida privada a un cura, que hipocresía, el único con la capacidad de purgar los pecados es el mismo Dios. Rodeó el confesionario y corrió la cortina roja que este tenía en la parte de atrás para adentrarse en el cubículo de aquel que iba a confesarse. Vio como frente al asiento había un altar para arrodillarse y a la altura de su rostro una ventanilla que se encontraba cerrada. Se sentó y espero al sacerdote.

Escuchó la cortina contraria correrse y suspiró. Steve corrió la madera que tapaba la vista de aquella ventanilla para chocarse con el rostro gélido de su sobrina. Magui frunció aún más el ceño y con su mano derecha hizo la señal de la cruz.

--En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo --dijo Magui haciendo que su tío la mirara con suma extrañeza-- te escucho. --terminó de decir ella ante la mirada atónita de Steve.

--¿Qué?

--¿Hace cuánto no te confiesas?

--¿Qué crees que estas haciendo? --preguntó él con voz baja, pero en un tono amenazante-- esto no es un juego, debes respetar.

--Se que no es un juego, debes confesarte. --dijo ella con un tono tan sombrío que perturbaría a cualquiera-- Has pecado.

Steve tragó sonoramente, tenía la leve sospecha que sabía hacia donde iba eso.

--Eres una insolente, te estas burlando de uno de los santos sacramentos con tus tonterías.

--“No mentirás”, dice el octavo mandamiento. Es lo que hiciste, ese es tu pecado.

--No sé de que rayos estas hablando --dijo Steve levantando un poco más la voz-- pero no me gusta este jueguito, es una falta de respeto.

--No lo niegues --dijo ella alzando su voz también --mentiste. Y encima cometiste la peor de todas las mentiras --Steve alzó las cejas en un gesto expectante-- Te mentiste a ti mismo.

Steve negó con la cabeza lentamente --no se a que te refieres --dijo en un susurro.

--Me refiero a que te convences de cosas que no son --Steve clavó sus pupilas en las de Magui mientras ella parecía meditar que más diría.

La joven suspiró, no llegaría a nada con ese circo. Decidió ir al grano:

--¿Tuviste una relación con Tony?

 

Notas finales:

Hola!! espero que les haya gustado y si es así por favor comenten!

No quiero asegurar nada, pero es muy probable que me demore en actualizar. Así que les pido paciencia, ni bien pueda les traigo un nuevo capitulo.

Les tengo una pregunta ¿Como que actor y actriz se imaginan a los padres de Magui? Yo a Anna Rogers la imagino como Jennifer Morrison, conocida por interpretar a Emma Swan en OUAT. Y a Nicolás Torres lo veo como al actor argentino Nicolás Cabré. Pero quiero leerlos a ustedes.

La canción que canta Magui es Tu dolor, de Luciano Pereyra.

En fin, muchas gracias por leer!!

¡Un saludo enorme con beso y todo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).