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MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

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Notas del capitulo:

Sé que no es poco tiempo, pero me las arreglé para terminar un capítulo antes de las vacaciones, algo que siempre me propongo y no había logrado hasta ahora.

No les adelanto nada de la trama, solo les dejo el link para escuchar la canción que da título al capítulo.

=3

FALLOUT: https://www.youtube.com/watch?v=Lf5_E64pe3A

 

 

Capítulo 25: FALLOUT

 

¿Habrá alguien capaz de conocer la verdad?

 

 

 

El viento lograba burlar el grueso de mi abrigo colándose a través de las aberturas en las mangas, mientras que el frío intensificado por la fuerza de éste llegaba casi hasta mis huesos; o quizá no me daba cuenta y aquel frío venía desde dentro de mí, porque ahí en aquel lugar a sus espaldas, él me protegía de todos los vientos.

 

Me aferré con fuerza a la camiseta de Hiroshi y oculté el rostro en su espalda. 

 

Después de ver aquellas fotografías de un instante engañoso y de escuchar todo lo que decían, no pude resistir las ganas de llorar. Era la segunda vez que trataban de sembrar esos rumores, pero contrario a la ocasión anterior, donde eran claramente suposiciones, en esta ocasión las fotos daban una veracidad a las suposiciones, que la explicación de la verdad parecía irrisoria.

 

Lo menos que yo deseaba era ocasionar más problemas a Hiroshi… él sólo me entregaba cosas buenas y dulces y hasta ahora yo sólo le daba amargura. Cuando nos reencontramos yo me topé con mi salvación, pero él… parecía hundirse en un pantano… el pantano de inquietudes que yo representaba.

 

Los ojos me escocían, mis manos se aferraron aún más a su camisa… a pesar de todo deseaba tenerlo a mi lado para siempre… aunque yo no fuera lo mejor para él. Esperaba que su espalda tan cálida fuera mi soporte para siempre.

 

Bajé de la motocicleta y me despedí de él lo más lento posible. Entré con lentitud al edificio del estudio y cuando estuve un par de metros dentro, alcancé a escuchar el motor de la motocicleta de alejándose.

 

A veces, como cantante e imagino como en cualquier trabajo, mi vi obligado a realizar cosas que no deseaba, sin embargo, nunca me sentí como en aquel momento. La televisora donde grababa aquel drama se convirtió en el lugar más indeseado.

 

No quería ir al estudio, no quería ver a nadie relacionado con aquella serie. Tampoco sabía cómo actuar ante Ishida-san, la otra involucrada. ¿Qué estaría pensando? Era verdad que también la calumniaban, pero después de todo lo que no debía olvidar de aquella noche era que Ishida-san tenía una intención aquel día y que sus acciones provocaron la situación en que nos encontrábamos ahora. La idea buscada por ella, aunque sólo se tratara de una imagen, se volvió realidad…

 

Tener que volver al estudio era una obligación que no quería más. No quería verla, no quería ver a nadie… esperaba olvidarme de todos y toda aquella situación, enterrarla tan hondo como para incluso pensar que jamás pasó.

 

Con impotencia recreaba en mi cabeza el momento en que acepté aquel proyecto. ¡Cómo deseé poder evitarlo! Gritar con fuerza hacia al pasado y que yo mismo me escuchara.

 

Me encontré algunos miembros del staff que me saludaron con discreción y a los que les devolví de igual manera el gesto. Entré al camerino, me quité mi abrigo y lo colgué con cuidado en un gancho. Me liberé también de los guantes y deslicé las manos por él para sentir su suavidad. Era una sensación que no sólo agradaba a mi tacto, sino que además me hacía pensar en Hiroshi. La suavidad de su corazón era como la suavidad de aquella prenda y ambos él me los entregó. Sonreí sin siquiera tratar de poner freno.

 

Terminé de ponerme el vestuario para el día, llamaron a la puerta y pensé que se trataba de la maquillista, pero al abrir me encontré con mi manager.

 

—Ryuichi-kun, te llamé varias veces pero no contestaste —comenzó a hablar cuando apenas entraba y terminó cuando estuvo en el centro de la habitación.

 

—¿De verdad? —tomé mi celular del tocador y revisé la pantalla para comprobar que en efecto tenía algunas llamadas perdidas. —Venía en motocicleta así que no me di cuenta.

 

—Ryuichi-kun, me imagino que…

 

—Sí. Ya vi la noticia del día. ¿Es genial no? Al fin todo el mundo habla de mí, tal como lo deseabas. —Quizá mi memoria fallaba, pero no recordaba ninguna otra ocasión en que hubiese reclamado algo a mi representante.

 

—Ryuichi-kun, por supuesto que yo no deseaba todo esto. Nunca lo imaginé. Tanto el manager de Ishida-san como yo estamos tratando de frenar todo esto. Trabajamos en ello durante toda la mañana. Esa es la razón por la que no te has encontrado con ningún reportero.

 

—Haces un excelente trabajo, gracias. —No podía detenerme, ella debía saber todo lo que me afectaba aquella situación.

 

—Disculpa por todos los problemas que te he hecho pasar. Sé que fue mi idea involucrarte en este proyecto y que tú no querías. Haré lo mejor que pueda para solucionarlo y después… presentaré mi renuncia.

 

Tras revelar aquello se dio la vuelta, quería decirle que no era necesario renunciar pero el deseo no fue suficiente para hacerme abrir la boca y ella salió sin que yo agregara nada a su comentario.

 

Estaba tan molesto y ella era la primera responsable de toda esa situación horrenda, aunque nunca fue algo intencional.

 

No pasó un minuto completo cuando entonces sí entró la maquillista, no demoró mucho en arreglarme. ¿Cuántas veces más ella tendría que maquillarme? Si no lo olvidaba, contando aquel día sólo restaban tres de grabación.

 

Entré en el foro y todos me miraron por un largo instante, pero nadie dijo nada. Tras de mí entró Azuma-san, pero yo no me di cuenta hasta que me llamó.

 

—Ryu-kun ­

 

Tras escuchar su voz me giré hacia él y sentí alivio, el cuerpo un poco más ligero. Se trataba de  una de las dos únicas personas que conseguí como amigos en aquel y lugar. Con eso era suficiente para no considerar aquella experiencia como un desperdicio.

 

—Azuma-san —le sonreí.

 

—Hey, Miki-chan, ¿No estás molestando a Ryuichi kun, verdad? —entró también Ihara-san dirigiéndose a Azuma-san.

 

—Por supuesto que no. Yo lo cuido muy bien, pero no puedo decir lo mismo de ti.

 

—¿No entiendo de qué hablas? —se paró junto a nosotros. Su brazo rozó mi hombro.

 

—Estuviste en aquel banquete de premiación y no evitaste lo que sucedió. No tuviste cuidado.

 

Las palabras de Azuma-san me sobresaltaron que involuntariamente mi cuerpo saltó. No con los pies, sino con los músculos, como cuando algo te asusta de pronto.

 

—Miki-chan, no creo que Ryuichi-kun quiera hablar de esto ahora, lo que desea es olvidarlo. —Ihara-san no cambió en ningún momento el tono habitual de su voz y aun así parecía molesto.

 

No supe qué decir… era verdad que prefería no recordar aquello.  

 

—Claro que no quiere hablar de eso, pero es eso lo que mantiene tan tenso el ambiente aquí. Son nuestros últimos días en la grabación y Ryu-chan debería saber que esto no es para tanto y que le ocurre a cualquiera, pasará y como siempre lo que prevalecerá es su trabajo. —me miraba y yo también a él.

 

Sus palabras desvanecieron un poco la incomodidad, aunque no por completo. Él no podía saber que no me importaba demasiado lo que dijeran de mí. Era consciente de que tenía razón, pero lo que pudiera sentir o pensar al respecto Hiroshi, era lo que más me preocupaba. Aun así me sentía aliviado de que Azuma-san creyera con seguridad que todo aquello era una mentira. Una imagen distorsionada.

 

 Cargaba sobre mí el lastre… la pregunta incomodaba que negaba y exiliaba de mi cabeza una tras otra vez, que regresaba inevitablemente.

 

¿Qué tal si yo provoqué todo aquello?

 

Cabía la posibilidad de que por alguna razón yo tuviera la culpa de toda esa situación, que por alguna razón y sin darme cuenta hubiera mandado un mensaje equivocado a Ihara-san y entonces ella pensara que yo le dejaba la puerta abierta para intentar aquel beso.

 

Hiroshi ante todo representaba amor, seguridad y protección, esas tres palabras con la profundidad de sus significados eran todo lo que sustentaba la base de mi adoración por él y que yo no pudiera significar lo mismo me cortaba el aire.

 

—Ryuichi-kun, no te preocupes más, los medios se cansarán cuando no tengan más mentiras por aprovechar. No eres un idol, no le debes nada a nadie.

 

 Le dirigí una sonrisa a Azuma-san por sus palabras y el la correspondió.

 

—Buenos días a todos —la voz de Ishida-san llenó la habitación como una ventisca delicada, pero fría.

 

Ella se acercó a nosotros y nos dirigió una sonrisa que se extendió un poco más al cruzar la mirada conmigo. Todos correspondimos con una pequeña reverencia.

 

Grabamos  las escenas del día sin ninguna novedad, sin ninguna palabra ajena al contexto de la ficción.

 

Convivir con Ishida-san con el marco de mi personaje, que se suponía estaba enamorado del suyo, era lo que exigía la mayor dificultad, sin embargo de alguna forma lo logré.

 

Al finalizar todos nos despedimos, yo me apresuré para salir del foro e ir a camerino, pero antes de lograr siquiera llegar a la puerta, Ishida-san me detuvo.

 

—Kawamura-san —me tomó del brazo y entonces me giré para mirarla.

 

—Ishida-san…

 

—Quiero ofrecerle una disculpa. Yo soy la culpable de todo lo que está ocurriendo. Le juro que no fue mi intención —cabizbaja, hablaba sin mirarme a los ojos.

 

—No se preocupe yo…

 

—Le juro que si mi imaginación hubiera llegado hasta lo que sucedería por hacer lo que hice, de verdad que no lo habría hecho.

 

—Por ahora sólo queda esperar a que las cosas se calmen. Cuando todos vean que se trata de un mal entendido se detendrán.

 

—Creo que tiene razón… aun así estoy tan apenada —su rostro se tornó en una expresión de aflicción adornado de un semblante tierno. Un rostro que estaba tan acostumbrado a ver en las grabaciones que me fue imposible pensar en su veracidad. Aunque existía otra razón que podía influir en mi incredulidad y esa era cierto aire incómodo, cierto sentimiento que subía del pecho a la garganta y terminaba reventando en mis pómulos… era el enojo que me atacaba al verla, pero que habría sido incorrecto en cualquier sentido, expresar; sobre todo porque en el fondo sabía que las cosas ocurrieron circunstancialmente.

 

—Le juro que haré todo lo posible por remediar este error.

 

—No se preocupe más, mi manager y el suyo ya se encargan del asunto —culminé mi comentario con una sonrisa protocolaria y me di la vuelta para volver al camerino, finalizando de forma arbitraria aquella conversación.

 

Entré y cerré a puerta. Pensaba cambiarme lo más rápido posible para volver a casa. Apenas me quité el sacó e iba a hacer lo mismo con la camisa cuando alguien llamó a la puerta. Por un momento permanecí inmóvil e indeciso de atender el llamado. No tenía deseos de conversar de nuevo con Ishida-san, tampoco con mi manager y existía el riesgo de que se tratara de ellas.

 

—Ryuichi-kun, soy Ihara. —Al escuchar la voz de mi compañero me sentí aliviado. Me acomodé de nuevo la camisa y abrí la puerta.

 

—Pasa por favor —me hice a un lado y él entró—

 

—¿Sabes? Estuve pensando en lo que dijo Miki-chan, incluso antes de que nos lo dijera.

 

—¿De qué hablas? —No era posible que se refiriera al comentario de la mañana.

 

—Si yo no hubiera regresado por la bolsa de Yuriko, la situación no se habría prestado para los malos entendidos en aquel día de la premiación. —bueno, sí se refería al comentario de la mañana.

 

—¿Qué? ¿Cómo podrías saber que eso ocurriría? Por favor desecha ese tipo de pensamientos. No me gustaría que también te vieras afectado —sus palabras me apenaron y me conmovieron al mismo tiempo. Parecía ser una persona atenta y noble que se preocupaba por quienes estaban cerca de él.

 

—Lo sé, pero me gustaría ayudarte de alguna forma —Pasó una mano por su cabello y la deslizó hasta su nuca. Una costumbre tan común en él que ya la podía identificar bien.

 

—Me ayudan demasiado tú y Azuma-san. Son dos buenos amigos que obtuve de esta experiencia y eso es suficiente para mí.

 

—Bueno, deja al menos ganarme ese título de amigo con algo de méritos. Te llevaré a tu casa y así evitamos que te encuentres con algún reportero tú solo por el camino.

 

—No tienes que preocuparte. Las grabaciones fueron pesadas y debes desear ya estar en casa.

 

—Anda, apenas si quedan un par de días de grabación. Es algo que ya no podría repetirse demasiado.

 

—Bueno… está bien. Sólo debo cambiar el vestuario.

 

—Yo igual, en media hora nos vamos. —se retiró y yo volví a cerrar la puerta.

 

Caminábamos por el estacionamiento mientras yo terminaba de acomodar mis guantes negros que hacían contraste con mi abrigo blanco y combinaban con el color de los botones.

 

—Te abrigas mucho. —Todo aquel tiempo Ihara-an observó mis movimientos, creo que le parecía extraño que llevara tanta ropa, pues él apenas llevaba un suéter; a pesar de que era invierno.

 

—Sí, es que yo siempre tengo frío, incluso en verano. Ahora mucho más.

 

—Es verdad, cuando comenzamos a grabar aún no hacía frío, pero por las mañanas estabas abrigado también.

 

—¿Soy muy raro? No sé por qué razón me afecta tanto el frío. Me gusta la temporada de nieve, pero siempre debo estar vestido así. Bueno, la verdad es que me gusta mucho usar abrigos.

 

—Si no te gustara estarías en problemas.

 

Yo me reí.

 

—Tienes razón.

 

—El que llevas es muy bonito —pasó una de sus manos por mi brazo. — Es muy suave también. ¿Es nuevo verdad?

 

—Sí, hace poco, alguien… me lo obsequió y estaba esperando que llegaran las nevadas para usarlo.

 

—Una persona que te aprecia y te cuida.

 

—Sí… ­—mi celular irrumpió con su tono de llamada. Lo tomé del bolsillo de mi abrigo y vi que se trataba de Hiroshi. Contesté de inmediato.

 

Preguntó si deseaba que fuera por mí al estudio y aunque habría preferido decirle a Ihara-san que siempre no podía irme con él, tampoco me parecía correcto ser un grosero cuando fue tan amable. Tuve que perder la oportunidad de viajar con Hiroshi en su motocicleta, pero me consolé pensando en que me quedaban pocos días de ver a mi amigo actor y a Hiroshi lo tendría todos los días siempre. Viajaríamos muchas veces en su moto.

 

Hiroshi se despidió con un “Te amo” y aunque yo quería hacer lo mismo no podía frente a Ihara-san. No sabía qué respuesta dar que fuera igual de correcta, porque en efecto no había ninguna. Terminé contestando un “Y yo a ti…”

 

Cuando llegara a casa se lo diría como unas mil veces:

 

Te amo Hiroshi…

 

Cuando llegamos estacionó el coche fuera de mi casa. Me despedí de él e iba a salir del auto cuando sentí que me detenía por un brazo; de pronto me jaló haciéndome voltear involuntariamente, dejándolo en todo mi campo de visión.

 

—Ryuichi, no dudes en decirme ni por un segundo si hay algo en lo que yo pueda ser útil. —Lo escuché, pero sus palabras no me quitaron la sorpresa. No sabía que tenía tanta fuerza y el habló con tanta naturalidad….

 

¿No se dio cuenta que me jaló de forma excesiva?

 

—Eres muy amable Ihara-san, te lo agradezco. Lo haré así si llegara a ser necesario.

 

Él soltó mi brazo, yo bajé del auto y lo vi alejarse. Su mano quedó marcada en el pelaje de mi abrigo y yo lo froté un poco para desaparecer su huella, aunque no entendí por qué.

 

Entré a casa y los perritos corrieron a recibirme. Me incliné y los miré con ternura. Hasta hace poco estaba solo, ahora compartía mi casa con una familia. Todas las luces estaban apagadas así que concluí que Hiroshi aún no llegaba a casa.

 

—Yuki-chan, Kumo-chan, vamos a preparar chocolate caliente para papá.

 

Esa noche Hiroshi llevó a casa las fotografías que nos tomamos bajo la nieve. Bebimos el chocolate que preparé mientras las veíamos.

 

 A la mañana siguiente guardé la más pequeña de las fotos en mi cartera. Al salir del trabajo iría al centro comercial para comprar un álbum fotográfico. El primero que armaría con Hiroshi. Me puse muy rojo sólo de pensarlo, estaba actuando como una niña de 15 años. Bueno, no importaba, porque me sentía muy feliz.

 

Me miré en el espejo una vez que me coloqué el abrigo, lo combiné con una bufanda negra y quería asegurarme de que quedara bien. El resultado que vi reflejado me agradó.

 

Nuevamente Hiroshi me acompañó al estudio. Las primeras escenas de la mañana fueron muy similares a la de la anterior. Sólo quedaba resistir ese día y el siguiente para que todo terminara. Dos días de grabación y el fin de semana la transmisión del capítulo final. Las últimas dos semanas fueron tan martirizantemente lentas que apenas creía que pronto me libraría de todo aquello.

 

Por la tarde comí con Azuma-san e Ihara-san en mi camerino. Con Ishida-san crucé aún menos palabras que el día anterior, apenas una sonrisa recíproca y los buenos días a manera de saludo.

 

Mi manager tampoco estaba presente pues seguía encargándose de atender y manejar a la prensa a lado del representante de la actriz, sin embargo se daba el tiempo para llamar por teléfono en los momentos que sabía podría contestarle. En una de esas llamadas fue que aproveché para pedirle que no renunciara y tras insistir un poco ella decidió permanecer conmigo.

 

Cuando ya no hubo más escenas que grabar, ya dentro de mi camerino miré por la ventana el atardecer anaranjado gris que se dibujaba en el cielo. Era como un fuego muy sutil, amainado por el frío del invierno. Seguramente se trataba de uno de los últimos atardeceres del año, pronto estaría nublado la mayor parte del tiempo por nubes cargadas con copitos que caerían para adornar la tierra, pera volverla un poco más suave, un poco más dulce.

 

Tomé mi abrigo del perchero y me lo coloqué, después me puse la bufanda. Tomé los guantes y los guardé en los bolsillos. Siempre me los ponía después de salir del camerino, cuando ya no debía tomar el picaporte.

 

Caminé a la puerta y la abrí para salir, sin embargo justo tras ésta me encontré con Ihara-san una vez más e hizo que me detuviera de pronto, apenas evitando chocar con él.

 

—Ryu-chan, supuse que ya te marchabas a casa ¿Quieres que te lleve de nuevo?

 

—Eres demasiado amable conmigo, no te preo…

 

—Anda, vamos. Otra vez no trajiste auto ¿no es así?

 

—Bueno, está bien —le sonreí y cerré la puerta del camerino.

 

Caminamos por el pasillo para dirigirnos a la salida. Unos pasos antes de llegar al final del corredor y entrar al recibidor el lugar se inundó por el sonido de voces que se elevaban casi hasta los gritos.

 

Ambos nos miramos y apresuramos el paso, imaginé un sin número de alternativas, los ladrones y terroristas encabezaban la lista, pero lo que encontré quizá me pareció mucho peor (en una distorsión completa de las catástrofes que podían ocurrir a la humanidad).

 

En el centro del recibidor se encontraban mi manager y el de Ishida-san; frente a ellos un sin número de los que claramente eran reporteros.

 

Al vernos entrar, todo se dejaron ir hacia adelante y las dos personas que les oponían resistencia no fueron suficientes.

 

 —¡Ahí está Kawamura-san! —pronto estuve rodeado, aunque hubiese querido correr no podría hacerlo.

 

—Kawamura-san, nos gustaría conocer su opinión sobre las fotos publicadas el día de anterior. ¿Qué pensó cuando las vio?

 

—Lo único que puedo pensar: que se trata de un mal entendido y que el medio que publico las fotos no debería aprovecharse de ello.

 

—Se ha corrido el rumor de que todo se trata de un acuerdo entre los productores del drama y su disquera para tener una mayor promoción por ambos lados.

 

Estuve en silencio sólo el tiempo que tomó al coraje subir desde mis pies hasta mi cabeza y de regreso hasta mi estómago, donde se quedó y lo agitó.

 

En un suspiro profundo tuve que contenerlo para poder hablar:

 

—Ustedes son testigos de mi carrera desde Luna Sea y saben que no es mi costumbre realizar esas prácticas. No es mi costumbre ni la de nadie que trabaje en mis proyectos.

 

 —¿Quiere decir que las fotos son verdaderas y que usted e Ishida-san tienen una relación?

 

—Ya les dije que se trata de un mal entendido.

 

—¿Las fotos fueron manipuladas?

 

—La revista dice que son reales.

 

—¿Las fotos son falsas o reales? ¿Usted está diciendo que son falsas?

 

Los reporteros disparaban sus preguntas una tras otra, sin siquiera dejar responder a alguno de los presentes, ambos representantes ya se encontraban a lado mío, en el otro extremo Ihara-san y yo sin saber qué decir. Las voces de aquellas personas extrañas que me inquirían como si se trataran de aquellos a quienes yo tuviera que entregar un reporte sobre mi vida y sobre mis actos.

 

Yo sólo quería estar a su lado sin lastimarlo… ¡no quería todo aquello! ¡Ya no deseaba más problemas!

 

—No entendemos qué más es lo que desean saber. Creo que ya les brindamos toda la información disponible. Todo se ha tratado de un mal entendido, de un momento tergiversado —La voz de mi manager se escuchó fuerte y clara, por la espalda se había aferrado a mi abrigo con una mano y yo entendí que era su señal para decirme que estaba ahí a mi lado.

 

—¿Entonces se trata de algún truco publicitario ya que el drama está a punto de terminar?

 

—Por supuesto que jamás nos…

 

—Esto tiene una explicación muy simple. —La voz de Ihara-san cayó como un hielo envuelto en un grito, aunque no tenía ninguna inflexión de afectación.

 

—Ryuichi-san no es pareja de Ishida-san porque él es pareja de alguien más. —Ahora, su voz a la que yo le descubrí la capacidad de adquirir varias formas, se elevó como una flecha de herida que justo cayó sobre mí, mientras que las voces de los reporteros subieron como si se tratara de una lluvia invertida.

 

¿Por qué…?

 

—¿¡Kawamura-san, podemos saber quién es esa pareja!?

 

—¿Qué opina de las fotografías?

 

—¿Es alguien del medio?

 

—Yo… —la voz apenas si salía… mis cuerdas bocales igual que todo mi cuerpo se desmoronaban.

 

Los reporteros se apretaron aún más contra nosotros, para entonces seguridad ya estaba ahí y trataba de evitar que nos aplastaran.

 

—Esas preguntas se pueden resolver de forma fácil. —Mis ojos se abrieron por la ley de la inercia ante su comentario. ¿¡Era posible que él supiera de mi relación con Hiroshi!? ¿Lo diría en aquel momento? ¿¡Algo que no le incumbía, que no le correspondía!?

 

¡Por favor… No pronuncies su nombre… no…!

 

De pronto, como si sin darme cuenta me hubiera transportado a un universo completamente diferente, a una situación bizarra e irreal que dejó a mi cerebro inconexo e incapaz de establecer un juicio coherente; Ihara-san me tomó por ambos brazos y me giró hacia él, me pegó a su cuerpo de un tirón y estrelló sus labios en los míos, con tal rapidez que mis dientes dolieron por el choque.

 

¡¿Por qué…?! Mi realidad ya no correspondía con el registro de mi pensamiento…

 

El sonido de los disparos de las cámaras y el relampagueo de las luces se elevaron sobre nosotros. Estaba seguro de que pronto llegarían hasta donde se encontrara Hiroshi.

 

Para entonces yo trataba ya no de zafarme, pues parecía imposible, sino de almenas alzar los brazos que el mantenía presionados sobre mi grueso abrigo que no era capaz de amortiguar el dolor del agarre. ¿¡Qué pasaba con su fuerza!? La sorpresa comenzó a transformarse poco a poco en medio, lo supe cuando mis manos perdieron aún más temperatura al igual que mis pies y mi pecho.

 

Se separó del beso, mas me mantuvo sujeto por una muñeca, con la misma fuerza o quizá aún mayor de la que utilizó en mis brazos y me jaló. Se las arregló para separarse de los reporteros que ansiosos se arremolinaban alrededor nuestro. El equipo de seguridad los contuvo mientras nosotros nos alejábamos. Ihara delante de mí jalándome. De pronto ya no escuché nada, pero podía imaginar el torbellino de reporteros queriendo ir tras nosotros, a la caza de su presa que escapaba. Aunque ya no pudieron darme alcance… aun así… sentía que no perdía el estatus de presa.

 

Recorrimos rápidamente el camino de regreso a los camerinos, cuando llegamos, Ihara-san me empojó hacia el interior y después entró él, luego escuché el sonido de la puerta al cerrar.

 

—Ryuichi-kun…

 

—¿¡Por qué dijiste eso?! ¿¡Por qué mentiste así frente a los medios!? ¿¡Por qué diab…!?

 

—Ryuichi… hagamos esas declaraciones realidad —tomó mis manos por las muñecas.

 

—¡Suéltame! ¡¿Qué te pasa?! —¡No entendía que maldita sea estaba pasando! ¡¿En qué mundo bizarro me encontraba ahora?!

 

¡¡Diablos!! ¡¡Maldita sea!!

 

¡Nuevamente lo mismo! ¡No podía soltarme del agarre de Ihara, jalaba mis manos con todas mis fuerzas pero no podía! ¡Sentía que se desprenderían primero mis muñecas, pero él no las soltaría!

 

—No… ¡suéltame! ¿¡Por qué?! —él se acercó y de nuevo me jaló con fuerza hacía él; puso otra vez sus labios en los míos.

 

Los apreté con fuerza, mientras trataba de calmarme… mis pies… estaban libres… con todas mis fuerzas levanté la rodilla para golpearlo en la entre pierna, pero con un movimiento muy rápido él la detuvo con mis propias manos usándolas de escudo delante de las suyas.

 

—Ryu-chan… pórtate bien… ­—Apenas separó sus labios un poco de los míos. Su aliento golpeó mi rostro. —Eso no se hace… puede ser doloroso…

 

Me empujó hasta dejarme contra la pared y después puso una de sus piernas en medio de las mías e hizo presión en mi entrepierna. Sentí que el dolor se expandía desde la parte central de mi cuerpo a atreves de las venas.

 

—¿Ves? ¿Duele un poco no?

 

—¡Suéltame! ¡Suéltame mal…!

 

—Haces demasiado ruido… —puso sus labios sobre los míos presionándolos mientras yo seguía apretándolos lo más que podía, hasta que dolía.

 

A pesar del dolor me moví con fuerza. Trataba de liberarme, si no lo lograba… ¿hasta dónde sería capaz él de llegar…? la respuesta que me vino a la cabeza iba acompañada de una corriente congelada que me rodeo.

 

Me moví aún más tratando de recuperar mi identidad y mi valía como persona. Soltó mis manos y de inmediato traté de aventarlo con fuerza pero no se despegó de mí ni un centímetro.

 

—Este abrigo tan bonito nos estorba demasiado —deslizó las manos por mi torso y mientras subían también lo hizo un escalofrío que llegó hasta mi nuca y ahí se convirtió en nauseas.

 

—El abrigo no…

 

—¿El abrigo no? Es muy importante para ti ¿cierto? Sólo será un poco… ­—tomó la prenda con sus manos de ambos lados y lo aló hasta desprender los botones que cayeron al piso. Su tintinar seco de plástico vibró mis tímpanos. Estaba aturdido.

 

Lo bajó a medias y después sus manos se metieron bajó mi ropa… ¡No me toques!... Me pegó aún más contra la pared y esta vez sin tener la protección del abrigó sentí la frialdad del cemento en la espalda. No podía moverme… no podía huir a ningún sitio. Ahí en esa habitación se había formado un mundo aparte donde sólo estábamos él y yo… No podía gritar.

 

¿Alguien podría escucharme?

 

¿Hiroshi… saldría yo de ahí para que conocieras la verdad…?

 

Estaba en un mundo completamente ajeno… un mundo donde él no estaba, al que no podía entrar.

 

¡Ya basta por favor!

 

Una de sus manos jaló mi cabello por la nuca haciendo mi cabeza hacia atrás. Sus labios en mi cuello me ahogaban y me producción ganas de vomitar. Sentía asco con todo mi cuerpo. 

 

Me estaba anulando como individuo, como ser humano, como persona, como pensamiento, como sentimiento, como entendimiento…

 

¡Mi corazón aún no moría… pero aquel se empeñaba en tratarlo como muerto!

 

Si no hacía algo…

 

Me agité y me mantuve así a pesar de la presión en mi entrepierna que se incrementó. El dolor creció, haló aún más de mi cabello y volvió a crecer… pero paradójicamente no se comparaba con el dolor de sus labios amorfos en mi piel que temblaba impotente ante la indicación desoída de que se alejara.

 

Logré al fin liberar mi cabello y sin tiempo para la razón, sólo para el instinto; en el movimiento más rápido del que fui capaz me dirigí directo a su cuello y lo mordí con todas mis fuerzas. Lo oí gritar y apreté aún más, rechiné los dientes como pude. Sentí algo líquido y metálico entre los labios; supe que era su sangre que se diseminaba entre mi boca. Mi cara estuvo al punto de gesticular por el asco, pero me aferré a un más.

 

Sus manos se pusieron en mis hombros y en una acción contraria a las que realizó anteriormente me empujó con fuerza, logró que lo soltara y me tomó de un brazo para después arrojarme al otro extremo de la habitación. Choqué de espaldas con el espejo de cuerpo entero que había pegado a la pared y después caí al piso. Pensé que el cristal caería sobre mí, pero no se desprendió ninguno.

 

El espejo sólo quedó como el telar de una araña, los vidrios fraccionados se negaban aún a separarse… igual que yo.  

 

Quizá saldría de ahí completamente roto, pero lo haría entero…

 

Observé a Ihara que estaba al otro extremo. Mantenía su mano sobre la herida que le ocasionó mi mordida, escurría un poco de sangre entre sus dedos; pensé que se trataba de mi oportunidad e intenté incorporarme con rapidez, pero en primer instancia no pude pues un dolor recorrió mi columna como si tratara de electricidad corriendo.

 

Me incorporé más despacio. Lo miré una última vez y luego a la puerta abierta antes de correr a ésta con todo de mí, pero él se movió también, me tomó por el abrigo que terminó por zafarse de un brazo. Con el impulso caí al sofá; después se puso sobre mí con las piernas a los lados.

 

—Ryu-chan… pórtate bien… —tomó mis brazos por las muñecas y las puso a los lados. —No quiero lastimarte… no quiero ser brusco contigo. —Besó mis mejillas.

 

—¡Déjame ir… no voy a hablar… sólo…!

 

—Sé que te gustan los hombres… ¿no es así? Sales con uno. Es con quien llegaste a la premiación. Aquel bajista.

 

—¿¡Qué…!? ¡No! — ¿¡cómo lo sabía!? Qué tan vulnerable debía estar ante aquel hombre.

 

Se aproximó nuevamente a mí. Estaba seguro de que una vez más trataría de besarme así que con todas mis fuerza levanté la cabeza y la estrellé contra de él. El golpe me dolió también, pero a él lo hizo incorporarse y llevar las manos a su frente.

 

—¡Me estás lastimando Ryuichi! Y yo lo único que quiero es demostrarte qué tanto me gustas…

 

Volví a mirar la puerta entre abierta… recordaba haber escuchado el sonido que producía al cerrarse pero… era tan extraño que nadie se acercara. ¿Nadie lograba escucharnos? De pronto recordé todo el escándalo de afuera y entendí.

 

—Sé bueno Ryu… —puso su mano roja de su propia sangre en mi cuello cubriéndolo a lo largo por completo. Me parecía una amenaza —Veras lo cariñoso que soy…

 

Una vez más se inclinó sobre mí…

 

—¿¡Qué está pasando aquí!? No se conforman con el escándalo descomunal que han provocado. ¡¿No piensan en los problemas que han causado?!

 

Era mi representante… su voz furiosa nunca fue tan confortable como en aquel momento. Lo vi sonreír de lado y levantarse de encima de mí. Caminó a la salida.

 

—No se preocupe manager, yo le diré a la prensa que todo fue una broma, porque así fue….

 

—¿Una broma?

 

—Ryu-chan… espero que guardes nuestra conversación aquí como un secreto y yo… también lo haré así. No diré a nadie tu secreto… —Salió de mi camerino sin decir nada más, sin esperar una respuesta mía.

 

Claro… si yo lo denunciaba entonces él… hablaría sobre mi relación con Hiroshi… no necesitaba una respuesta de mi parte. Era obvio que proteger a mi pareja era lo más importante…

 

 —¿Ryuichi en qué estás pensando? ¿Por qué…?

 

No le hice caso y me incorporé sólo para ponerme de rodillas en el piso y buscar los botones de mi abrigo mientras me lo ponía de nuevo. No tardé mucho en encontrarlos aunque estaban dispersos en la habitación. Los conté. No faltaba ninguno.

 

—Ryuichi… —no despegué la vista de mis botones— ¿Qué pasó aquí…? ¡Dios…! ¡Qué es este desorden! Estaba tan moles… ¿¡Qué le pasó al espejo!? —cuando levanté la vista vi que estaba ya junto al cristal estrellado y lo analizaba, después se giró hacía mí y en lo que me pareció menos de un segundo, estuvo ya a mí lado.

 

—Ryuichi… él… Ihara-san… ¿Pelearon? —Yo la miré, mis lágrimas estaban agolpadas en mis ojos y por un momento perdí su figura, pero con un esfuerzo enorme logré hacerlas retroceder. No lloraría frente a nadie por ese hombre.

 

—Tuvimos… no fue grave…

 

—¡Tu camerino es un desastre! ¡Y tú también! Mira tu ropa… ¡Por dios...! ¡Es sangre! —Tomó mi abrigo de una punta del cuello jalándome un poco en el proceso. —¿¡Estás herido!?

 

—No es sangre…

 

—¿De qué hablas? ¡Claro que lo es! ¡Mira!

 

Involuntariamente hice lo que me pidió. Era verdad, una mancha de sangre, aunque pequeña, sobre mi abrigo. Seguramente por la mordida que le di a Ihara-san.

 

Mi abrigo… mi hermoso abrigo….

 

—No es sangre… Me voy ya… —Apreté los botones entre mis manos y los guardé en los bolsillos. Me urgía ver a Hiroshi… ¡lo necesitaba!

 

—¿Así? ¿No prefieres tomar un baño?

 

Sí, quería… mi cuerpo lo ansiaba, pero mi alma pedía con mayor vehemencia la presencia de mi bajista. ¿Me veía tan mal como para asustarlo?

 

—Ryuichi… ¿Qué pasa? —sentí que sus brazos me rodearon, muy suave, muy cálido. Creo que sabía lo que pasaba. Sus brazos eran pequeños, pero pesaban…

 

Me incorporé con rapidez y mis piernas temblaron tanto que les fue imposible sostenerme y terminé en el piso de nuevo.

 

—¡Ryu! —se inclinó hasta mí y con sus manitas tomó las mías, muy diferentes a las últimas que me tocaron. Me ayudó a levantarme. Esta vez más despacio.

 

—¿Te irás así?

 

—Ya no quiero estar aquí… ¿Me veo tan mal…? —Me miré en el espejo agrietado tratando de encontrar algo de mí, pero estaba tan roto que no podía distinguir mi figura… estaba rota también… todo estaba destrozado en mi corazón… como ese espejo.

 

—Te llevo. —dijo tras unos momentos. Salió conmigo del lugar. Estaba pensando cómo rechazar su oferta, pero entonces recordé que no llevaba auto, pues por la mañana Hiroshi me llevó en su motocicleta.

 

Cuando fui consciente del camino que tomábamos me di cuenta de que se dirigía hacia la salida principal.

 

—Los reporteros…

 

—Se fueron ya. Seguridad nos ayudó para que se marcharan, pero…

 

—¿Qué pasa?

 

—Deberás hablar con los ejecutivos y no sé si ellos te hagan dar una rueda de prensa para explicar lo sucedido.

 

Apenas terminó de hablar cuando salimos a la explanada del estacionamiento. Hacía frío. Sin botones el abrigo dejaba mi pecho al descubierto. No estaba nevando pero sin duda hacía más frío que en la noche donde llegó la nieve.

 

Me cubrí y crucé los brazos para mantenerme protegido y mantener el abrigo en su lugar.

 

Mis movimientos eran lentos y torpes por fuera, mientras que al interior de mi cuerpo los latidos del corazón eran vehementes y la sangre circulaba sin control, estrellándose en los bordes, a punto de estallar por mis poros.

 

En el auto traté de llamar por teléfono a Hiroshi, pero ni siquiera entraba la llamada a su celular. Lo intenté una y otra vez durante casi todo el trayecto y con cada llamada que no logró entrar, mi cerebro se sacudía.

 

Mi manager se estacionó fuera de mi casa y en un gesto que me recordó a mi madre, acarició mi cabello. Era el primer acercamiento de intimidad entre nosotros.

 

—¿Quieres que entre contigo? ¿Te ayudo en algo?

 

—Gracias… prefiero… estar solo. Nos vemos mañana en el estudio… ­—bajé y entré lento en mis pasos, pero con los intestinos en revolución. Todo estaba en oscuridad total.

 

Encendí la luz y vi algunas cosas sobre el piso. El teléfono, el dvd… Un control de videojuego…

 

Me aproximé hasta donde estaban los equipos electrónicos y al menos más de la mitad de la maraña de cables no se encontraban ahí no estaban, al igual que las consolas a las que pertenecían.

 

Subí a la habitación. Ahí no hizo falta encender la luz pues la artificial de la calle alcanzaba a entrar lo suficiente como para contemplar perfectamente la escena que se enmarcó delante de la puerta:

 

Algunas prendas desperdigadas por el piso de la habitación, tanto mía como de Hiroshi. Los cajones donde antes estuvo su ropa estaban abiertos y vacíos. Corrí al closet y lo abrí. Dentro sólo estaba lo que me pertenecía.

 

Mis labios y mi boca se secaron al instante, como el video de una flor marchitándose, reproducido en cámara rápida.

 

Caí de rodillas.

 

Hiroshi me había abandonado…

 

La oscuridad y el silencio comenzaron a estrangularme…. El silencio…

 

…los cachorros no salieron a recibirme… los cachorros tampoco estaban…

 

Solo…

 

Observé la ventana que parecía sucia… empañada…

 

Me apoyé en el marco y traté de ver hacia afuera pero no distinguía ninguna figura, a pesar de que mis ojos estaban abiertos y lo buscaban con desesperación.

 

La ventana estaba muy sucia y no podía ver nada… ¿o no? ¿Era la cortina de lágrimas?

 

 

 

Me resbalé por la pared… (Otra pared fría… ¿o la misma?) Me incliné hasta pegar la frente en el piso. Las lágrimas cayeron a chorros, al pequeño acantilado entre mis ojos y el piso…

 

Hiroshi se fue… y se llevó a los cachorros…

 

Pasé los brazos alrededor de mí mismo y las aferré a mi abrigo… sintiendo el peso de la devastación sobre mí, oprimiendo mi espalda… aplastándola, produciendo un dolor que no podía soportar.

 

Todo lo que pudiera estar podrido en el mundo caía sobre mí… como aquél…

 

El dolor de las alas que acaba de perder se volvió más nítido… insoportable… las alas que Hiroshi hizo renacer alguien (algo) las tomó y las arrancó…

 

Ahora sólo quedaba un espacio vacío y sangrante…

 

Hiroshi se fue a un mundo muy distinto al mío, más allá de aquella ventaba que yo no podía burlar… por la que yo no podía mirar…

 

¿O era que yo nunca salí de ese mundo aparte del que me volvieron prisionero en mi camerino?

 

Estaba solo… el reino de la devastación del que alguna vez fui fugitivo… me alcanzó al fin… yo le pertenecía… nunca dejé de ser su presa.

 

Me aferré con más fuerza a mi abrigo roto y devastado… igual que yo…

 

 

 

Entró a la oficina de Hitomi, pero no encontró a nadie. Fue al pequeño mini bar y se sirvió una copa, al terminar tomó asiento en el sofá más amplio. Apenas dio el primer sorbo cuando la puerta se abrió y tras ella apareció Ishida.

 

—¡Yuriko-chan!

 

Ella lo miró pero no dijo nada, a su espalda apareció él.

 

—Yuzuki —se puso de pie al verlo y dejó la copa en la mesa.

 

—Tsuyoshi —Hitomi se acercó a él y lo besó en los labios.

 

Tsuyoshi Ihara correspondió.

 

—Ustedes me dan asco —Ishida tomó la copa que el actor tuvo antes y la terminó de beber.

Notas finales:

Casi lloro D:


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