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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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Notas del capitulo:

Hola todos. Gommen! Se que han estado esperando actualizaciones, pero tengo una respuesta para tanto tiempo ausente: tuve que arreglar algunos temas familiares y no tuve tiempo de escribir. Asi que los compensare, ya estoy aqui dispuesta a seguir con esta historia. 

Se que muchos han estado esperando y que algunos ya hasta habran perdido el interes, pero no los dejare con la intriga de lo que pasara de ahora en adelante con la historia. 

Disfruten y sepan disculpar!

-Espera. -detuvo Kakaroto con una mano posicionándola en el pecho del Saiyan, su respiración estaba entrecortada y acelerada, además de tener un fuerte sonrojo en sus mejillas. -No deberíamos continuar con esto. -explicó el Son, desviando la mirada hacia cualquier punto de la habitación.

 

-¿Por qué? -fue lo único que atinó a pronunciar Vegeta en molestia, estaba igual de excitado que el Son, incluso más que él, pero no lo culpaba, había sido cruelmente violado por un miembro de su familia a quien no le tenía nada de cariño y él debía pagar los platos rotos.

-Estoy...confundido. -dijo cerrando los ojos en el transcurso. No quería ver a Vegeta, mucho menos la expresión en su rostro que detonaba confusión y sin saber a lo que el Son se refería. Vegeta no dijo una palabra, quería que Kakaroto continuara con sus palabras, quizás buscaba desahogarse con alguien que no sea su padre o hermano, y era su deber de amante escucharlo con atención. Un momento, ¿¡dijo amante?!, Vegeta sacudió su cabeza tratando de quitarse ese pensamiento de la cabeza; aunque era algo agradable a la vista y a la imaginación, Kakaroto estaba pasando por un momento traumático y no debía perturbarlo. -Todo esto que pasó...Vegito. Él llegó hacia mí con aires de simpatía y de buena persona, me hizo creer que era alguien bueno, que era alguien en quien se podía confiar...y mira lo que me hizo. Puso en juego mis debilidades para aprovecharse de mi, me hizo sentir inferior y ultrajado. -decía todo eso mientras lágrimas salían de sus ojos, Vegeta quería limpiárselas con los pulgares, pero fue tanta su sorpresa que Kakaroto impidió que el Saiyan tocase su rostro, porque las apartó sin que tuvieran la posibilidad de tocarle. -Ahora no se si esto que estamos haciendo este correcto. Tu eres un Saiyan, estoy pasando por un momento de mierda y vienes hasta acá para aprovecharte de eso, tú también, como Vegito lo hizo.

-Kakaroto yo...

-Ni siquiera sé si sigo sintiendo algo por ti. -esas palabras cayeron en Vegeta como un baldazo de agua congelada, abrió los ojos como platos ante esa declaración. Kakaroto abrió los ojos y los dirigio hacia los negros de Vegeta, se quedaron mirando por un buen rato, al Saiyan no le salían las palabras de la boca, ya que las de Kakaroto le habían llegado por sorpresa. Vegeta lentamente comenzó a incorporarse hasta quedar sentado en la cama justo al lado de Kakaroto, mientras que el mismo también tomaba asiento y apoyaba su espalda en el respaldo de la cama. -Estoy confundido. No sé si tus intensiones hacia mí son buenas, o si buscas en mi lo mismo que busco Vegito...y que consiguió. -dijo en un tono totalmente frío, su expresión detonaba asco y desprecio; ¿desprecio hacia quién? ¿Hacia Vegito, o hacia Vegeta, quizás hacia todos los que posean el apellido Saiyan?.

-Te equivocas. -finalmente habló, Kakaroto le miró con una ceja levantada, signo de incredulidad, esperando impaciente que Vegeta continuara hablando, que le explicara el motivo por el cual él debía considerarse como diferente. -Yo no soy como Vegito.

-No...no lo eres. Seguramente eres alguien peor.

-Kakaroto...-posicionó una de sus manos en la pierna del Son, pero este las encogió antes de que Vegeta la tocase, abrazando sus piernas con sus rodillas pegadas a su pecho. La mano de Vegeta quedó en el aire.

-Por favor, retírate. -dijo escondiendo su rostro entre sus rodillas, no queria ver a Vegeta ni que este lo viera llorar, ya bastante humillación tuvo por un día. Sin embargo, Vegeta parecía que no quería moverse de su sitio. -Hazlo, no me hagas llamar a mi padre para que te saque de aquí.

-Tendrás que llamarlo, porque no me iré.

-¡¿Cuanta humillación quieres que pase para que te sientas satisfecho?! -un grito repentino del Son hizo que Vegeta saltara en su lugar del susto, la expresión de Kakaroto detonaba enfado y unas lágrimas de furia resbalaban por sus mejillas. -¡¿Qué tan infeliz quieres que sea para que tu estés conforme?! ¡Me violaron, Vegeta, y tu sigues aquí como si no te importara mi situación. Lárgate, no quiero verte, me das asco! -gritó para luego tomar las sabanas y cubrirse con ellas hasta la cabeza, dándole la espalda a Vegeta en posición fetal. Vegeta no lo podía creer, jamás se había sentido así antes, es decir, lo había insultado y mandado al diablo y no le importaba, pero que Kakaroto le haya dicho que le daba asco, era algo que nunca podría superar. Sin emitir sonido alguno, se levantó cuidadosamente de la cama del Son, caminando a pasos lentos hacia la puerta. Miró hacia atrás, esperando el milagro de que Kakaroto se arrepintiera de todo lo que dijo y que volvieran a estar como antes; nada de eso pasó. Una vez frente a la puerta, la abrió un poco y dio una ultima mirada hacia el cuerpo de Kakaroto cubierto por las sabanas. Salió de allí, quizás para jamás volver a ver a Kakaroto.

 

... ...

 

¡Paf!. Un décimo octavo golpe fue impactado hacia el rostro de Vegito. Estaba irreconocible, su boca no paraba de gotear sangre, manchando sus jeans, sus zapatos y el piso, tenía unos espantosos chichones en los lóbulos de sus ojos y otros en su frente, la piel estaba desgarrada hasta el punto de encontrarse abierta y con parte de su carne expuesta, y...¿eso en el suelo eran dos dientes?. Turles estaba parado frente a la ventana, observando el paisaje con sus brazos cruzados sobre su pecho, mientras Raditz no paraba de sudar. El Son mayor se limpiaba el sudor de su frente con el dorso de su mano, la manopla que el moreno le extendió estaba cubierta de sangre. Jadeaba pesadamente tratando de recuperar el oxígeno perdido en esa incesante golpiza. Comenzó de una manera enérgica y casi sádica en los primeros diez golpes, descansaba entre cada intervalo de golpes en los siguientes cuatro, ya en los próximos dos golpes trataba de recuperar el aliento caminando un poco en círculos alrededor de Vegito, hasta que llegados a los dos últimos golpes ya sus energías estaban extintas, sin posibilidad de una recuperación rápida si no tomaba un descanso adecuado; lo único que lo mantenía todavía en pie y con todavía la capacidad de seguir golpeando era su energía mental, descargar todo su estrés y frustración en ese ya maltratado cuerpo que estaba al borde de entrar en la inconciencia. 

Con toda la pesadez del mundo se quitó las manoplas, arrojándolas a cualquier parte de la casa, no le importo si manchaba todavía más el piso, ya no importaba nada, estaba listo para asumir toda responsabilidad y a soportar cualquier castigo que le apliquen. Si bien se sentía muy asustado de ir a prisión por secuestro y maltrato, anímicamente se encontraba de maravilla, ya había enviado el mensaje a Vegito muy claro, si volvía a acercarse a Kakaroto una vez más y a lastimarlo, juraría que lo mataría con sus propias manos. Todos irían a la cárcel, Vegito por violación; y Raditz y Turles por secuestro y por intento de homicidio, ya los vecinos debieron de escuchar todo lo que pasaba aquí, el Saiyan no paraba de gritar y suplicar por piedad; suplicas y gritos que no fueron escuchados, y no deberían de tardar para llamar a la policía. Tomo una silla y se sentó en ella, saco su teléfono de su bolsillo, desbloqueándolo con su clave y buscando un nombre en especial en su lista de contactos. Turles vio eso y automáticamente tomo otra silla y la coloco justo frente a él, para que cuando el moreno se sentara, ambos quedaran mirándose a los ojos.

 

-Oye. –el moreno obligo a Raditz a que lo mirase a la cara, empujando su mentón hacia arriba con su dedo índice. –Sé que tienes miedo de lo que pueda pasarnos, fui un idiota en involucrarte en esto sabiendo lo sensible que eres, y que esto se pudo haber resuelto de otra manera; pero tanto tu como yo sabíamos que esa otra manera no existe, que la única solución era esta y lo logramos. Ahora vamos a estar bien. –Raditz le sonrió de medio lado, sintiéndose reconfortado por las palabras de su amigo, Turles inconscientemente comenzó a acariciarle la mejilla con su pulgar, Raditz por alguna extraña razón le tranquilizaba ese toque, le gustaba y no quería que se detuviera, ni Vegeta le había demostrado tal gesto de cariño cuando salían, aunque no entendía porque Turles lo hacía, ya que solo eran amigos…¿verdad? –Puede que hasta no volvamos a vernos nunca. –Raditz ante esas palabras abrió los ojos sorprendido, no se imaginaba estar lejos del moreno, o de Vegeta, o de su hermano, su corazón latía frenético al tener ese pensamiento, todos sus esfuerzos y sueños se irían a la basura si se terminara alejando de sus seres más amados. –Y por eso, debo apresurar las cosas.

-¿Qué vas a…

 

Un beso. Raditz abrió los ojos de una forma casi desproporcionada, no entendía lo que estaba pasando, su amigo le estaba besando con toda la pasión del mundo; lo notaba por la forma en que mantenía cerrados sus ojos en el acto.  Con Vegito medio moribundo atado a la silla y con su cabeza colgando, ambos jóvenes se besaban como si estuvieran en una especie de escena gore y sadomasoquista, aunque Raditz no correspondía del todo el beso de su amigo, tampoco hacia mucho esfuerzo con rechazarlo. Se separaron luego de un rato, no fue un beso intenso ni apasionado, simplemente un piquito en donde solo participaba el movimiento de sus labios. Turles miro a Raditz, esperando alguna respuesta, una reacción, aunque sea un simple gesto; pero nada. Se sintió rechazado y herido, y aclarando un poco la garganta para aliviar un poco ese momento de tensión, se levantó de la silla, siendo seguido por la mirada de Raditz, que aún no salía de su asombro.

 

-Creo que este tipo ya tuvo suficiente, hay que llevarlo con la policía. –dijo mientras desataba las muñecas de Vegito, restándole importancia al pequeño momento que acabaron de pasar. Raditz seguía sentado en su sitio, mirando algún punto del suelo. -¿Vas a ayudarme? –dijo tratando de levantar el peso casi muerto de Vegito, el malnacido era muy pesado. El Son, sin emitir palabras, simplemente se levantó para ayudar  a su amigo; porque eso es lo que eran ¿no?, un simple beso no cambiarían las cosas, ni la relación que llevaran, seguirían siendo amigos. Eran las palabras que Raditz repetía y repetía en su mente. Tampoco quería malinterpretar todo, no quería pensar en una vida al lado de Turles, solo lo tomo como una simple acción de desesperación, una forma para aliviarse; eso explicaba el tono tan frio y sin sentimientos que Turles uso para referirse a él.

 

… …

 

Había un desastre en la sala de la familia Son, Bardock recogía los pedazos de jarrón rotos y los tiraba al bote de la basura, mientras Vegita barría con una escoba la tierra esparcida por todo el suelo. En todo el tiempo, Vegita no había despegado un ojo en Bardock; si bien reconocía que era un hombre intimidante y lleno de potencial, se notaba a kilómetros que era un hombre que sufría, ¿Y qué mejor manera de desahogar sus malestares, que estrellando a las personas contra floreros inocentes? Ya había perdido la cuenta del total de veces que suspiro ese momento, empezaba a incomodarle la presencia de Bardock, no significaba que le tuviera miedo, sino que no quería salir lastimado de nuevo, ya tendría tiempo de ir a su casa y quitarse los restos de florero que se quedaron atorados en su cabello. Miro de reojo las escaleras, ya que su vista periférica capto algo que se movía, era Vegeta quien bajaba las escaleras cabizbajo, sonrió de medio lado, Kakaroto también estaba de acuerdo con que los Saiyan desaparecieran de su vida, y algo en su interior le decía que ese semblante tan patético solo significaba una cosa: Kakaroto lo puso en su lugar y le dejo en claro que ya no quería verlo.

 

-Creo que es hora de que se vayan. –hablo finalmente el Son, luego de un largo rato de silencio. Vegita le miro sin entender, luego bajo su mirada hacia el montón de tierra que había juntado con la escoba, y volvió a mirar a Bardock. –No te preocupes, yo lo limpio. Ahora, lárguense. –ni siquiera se molestó en acompañarlos a la puerta, ya la conocían perfectamente. Vegita dejo la escoba en la pared más cercana, acomodo un poco sus ropajes y padre e hijo caminaron hacia la puerta. Vegeta fue el primero en salir, Vegita solo se quedó parado sosteniendo la puerta, se lo notaba pensativo y Bardock ya estaba al borde de caminar hacia él y sacarlo de su casa de una buena patada en el trasero. Eso, hasta que vio a Vegito que lo volteo a mirar.

-Quizás no fue nuestro mejor encuentro, Son-sama, pero espero que la próxima vez que nos veamos, no tengamos que acudir a la fuerza para entender nuestras diferencias.

-Claro, lo espero con ansias. –dijo sarcásticamente, Vegita solo asintió con la cabeza y sin decir nada, termino con cerrar la puerta detrás de sí. Bardock suspiro pesadamente, ya no aguantaba la presencia de ese hombre en la casa. Miro hacia arriba, en dirección a la habitación de su hijo y no dudó ni un segundo en subir para asegurarse de que todo estuviera bien. Abrió la puerta con lentitud, asomando nada más que su cabeza, lo vio recostado con las sabanas que le tapaban completamente. -¿Hijo? –no recibió ninguna respuesta, llegando a la conclusión de que se quedó dormido en esa postura. Con cierta delicadeza, cerró la puerta sin hacer el más mínimo ruido, no quería despertarlo. Ya tendría otra oportunidad para hablar con su hijo, pero por ahora, lo dejaría descansar.


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