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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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Con sus apenas 39 años de vida, era la primera vez que se sentía tan humillado en su vida, ni siquiera en su adolescencia conocía la humillación y lo estaba viviendo en carne propia en plena adultez. Quisiera saber que fue lo que desencadeno en ese hombre como para que terminara siguiendolo hasta llegar al punto de interrumpir una charla amena con sus amigos. En menos de lo que canta un gallo, no dudó en sacarlo arrastrando de allí, bajo la mirada perpleja y sorprendida de todos los presentes, no sin antes pedirles el favor de que se retrasaría en su trabajo. 

 

-¿Quién te crees que eres para aparecerte así? No voy a tolerar este tipo de conducta, si quieres problemas creeme que te los estas ganando. -dijo el Son de la cicatriz, apretando los puños para así evitar golpear al Saiyan. -No soy alguien con quien puedas jugar.

-Son-sama, entiendo que esta molesto, pero yo vine hasta acá simplemente para arreglar las cosas. 

-¿Arreglar qué? No veo ninguna necesidad de seguirme a cualquier lado que vaya solo por un estúpido arreglo. Dime exactamente que ocurre o  te juro que en los próximos 2 minutos te destrozaré tanto la cara que nadie podrá reconocerte. 

 

Vegita sudó frío, solo había sentido miedo dos veces en su vida, y esta era la segunda de esas veces, jamás había sentido esa amenaza tan real, no quizo atentar a su suerte y seguir provocando al Son, o de lo contrario saldría lastimado. Quería conocer más a fondo a ese hombre, sabia que era alguien que sufria en silencio y sabía que necesitaba de alguien que le escuchara, pero parecia que el corazón del Son estaba protegido con puertas triplemente reforzadas con una clave incluida que solo él conocía, lo que le impedia al Saiyan acercarse a Bardock sin ser insultado, lastimado o amenzado. 

Bardock, en cambio, tenía sus niveles de adrenalina hasta el tope, listo para superar cualquier enfrentamiento, ya sea necesario o innecesario. Miraba al Saiyan con ira, estaba harto de que a cada lado que vaya, ahi siempre estaba él, con la patética excusa de querer arreglar algo inexistente, algo que ya practicamente se solucionó. ¿Entonces cual era el alboroto? El 90% de las amenazas que el Son divulgaba resultaban ciertas y efectivamente ejecutadas, el otro 10% solo las usaba para asustar; pero esta especificamente no era la excepción. 

 

-Son-sama, yo quiero conocerlo más, saber lo que piensa y lo que siente. Quizas podamos llegar a ser buenos amigos, si es que me lo permite. 

-¿Buenos amigos? No quiero que un mal nacido Saiyan forme parte de mi vida, estoy bien así, mientras tenga salud y mis hijos estén bien, el resto me vale mierda. -dijo dandose media vuelta para comenzar a irse.

-¡Demonios! ¿Porqué es tan frío y mal hablado? -dijo un harto Saiyan, tomandolo del brazo de manera brusca y girandolo con la misma intensidad, obligandolo a mirarlo. -Debería ser un poco más cortez con las personas, si es que desea que lo acepten. 

-''Por favor'', quítame tus sucias manos de encima, asqueroso Saiyan. 

-¿Ve? De eso es exactamente de lo que hablo. Me imagino que a sus hijos y a su esposa no les debe gustar en nada su comportamiento. 

 

De pronto, el tiempo se detuvo para Bardock, su boca permanecio semi-abierta y sus ojos levemente abiertos cuando Vegita mencionó a esposa, su adorada Gina. Desde que ella murió, era el día y aún no podía superarlo, y creyó que jamás lo haría; y la verdad, es que no entendía cuando fue el momento preciso en que Son Bardock se volvió tan arisco y maleducado, aún más que antes, quizas sea para aliviar tensiones o para olvidar el simple hecho de que Gina ya no estaba con él, y sinceramente esa fasceta le ayudaba bastante, ya que mantenía lejos a la gente arrogante de su vida y llamaba a los buenos y a los que valían la pena tener cerca. Bardock instantaneamente bajo la cabeza, nadie había osado a mencionar a su esposa, ni siquiera su grupo de amigos de infancia, y por alguna extraña razón su corazón se estrujaba dolorosamente. 

Vegita vio esa acción, no entendia muy bien que estaba pasando pero si era consciente de una cosa: la pared se estaba derrumbando. Creyó que era su oportunidad de acercarse a Bardock, aprovechando que su coraza tenía grietas muy frágiles y que era cuestión de tiempo para que el Son comenzara a verlo como un amigo, o quizas...como algo más. 

 

-Usted tiene esposa...¿verdad? -preguntó, ya que de repente Bardock ahora parecía alguien indefenso, con la cabeza agachada y sin tener intensiones de querer liberarse de su agarre.

-Yo...ella...murió hace mucho. 

-Lo siento mucho, ¿quiere hablar de eso? -ahora Vegita tomo a Bardock del otro brazo, haciendo que ambos esten enfrentados. 

-¡No tengo porque hablar de mis problemas con un desconocido, aléjate de mi! -gritó y de un sacudon se libero del agarre del Saiyan y a pasos apresurados salió corriendo de allí. 

-Ibamos tan bien. -dijo irónicamente, viendo como Bardock se alejaba cada vez más hasta que desapareció de su vista, doblando en una esquina. 

 

... ...

 

Raditz estaba sentado sobre el lavabo en el baño de hombres, fumandose un cigarrillo, apoyandolo sobre la ventana semi-abierta para que el humo tóxico saliera por allí y no infestara toda la escuela con aroma a nicotina. Seguía pensando en el embarazo de su hermano, y la expresión que tuvo que haber puesto en cuanto se enteró de eso, y mucho menos la cara de asco con solo saber que ese hijo es de Vegito. Negó con la cabeza desepcionado, hubiera preferido que ese hijo sea de alguien más, de Vegeta quizás, pero nunca de ese bastardo. Se sobresalto al escuchar la puerta del baño abrirse tan bruscamente que sintio como la misma chocaba contra la pared, estaba dispuesto a tirar el cigarrillo a medio consumir por la ventana si veia que se trataba de algun directivo o profesor, pero se trataba de Kakaroto, quien entraba al baño con cara de pocos amigos y con pasos apresurados y largos, se acerco a Raditz y le arrebató el cigarrillo de las manos. Nunca lo había visto en esas fascetas, y mucho más se quedo sin habla en cuanto su hermano comenzo fumar de su mis cigarrillo, inhalando y luego exhalando el humo gris por la boca. 

 

-Eso...eso le va a hacer daño al bebé. 

-¿Y quien dijo que va a nacer? -un silencio tormentoso invadió el baño, mientras Kakaroto aún seguia fumando como si nada. -Raditz, estoy muy triste, no, la tristeza no define mi humor actual, estoy desepcionado. Me siento sucio y un parásito esta creciendo dentro de mi, y lo que más me enfurece es que este parásito es de Vegito. No se como decirselo a papá, no tengo fuerzas para enfrentarlo, tengo miedo que sienta que soy un desastre. 

-¿Eso significa que si va a haber bebé? 

-Te lo daré en unas horas si no te callas. -Raditz tragó saliva, sinceramente era la primera vez que veía así a su hermano, casi ni lo reconocia y decidio callar y dejar que Kakaroto se termine de desahogar. -Obviamente lo que tengo creciendo en mi estómago no tiene la culpa de nada, pero no se que hacer Raditz, no quiero ser una desepcion para papá, no quiero que nadie me mire de reojo, no quiero ser juzgado...no quiero este bebé. 

 

Raditz le miraba comprensivo, ver así a Kakaroto era algo que no ocurria todos los días, siempre estaba feliz y con buenas energías, contagiando a todo el mundo con su simpatía y honestidad, y verlo en esa forma tan vulnerable y triste solo significaba que necesitaba apoyo y comprensión. Se bajo del lavabo y lo único que hizo fue abrazarlo, acariciando sus alborotozos cabellos negros, había cariño en esas acciones, indicandole que todo iba a estar bien. Kakaroto se quedo quieto, dejandose hacer; era la primera vez que Raditz se acercaba a él de esa forma, y no iba a desperdiciar tal acto de amor. Cerró los ojos por un momento, sintiendo su calor, una débil lágrima se deslizo por su mejilla, la cual Raditz notó y con su pulgar se la quito delicadamente.

 

-Soy un fracaso. -dijo contra su pecho.

-No eres un fracaso. -dijo Raditz con determinación. -Nuestro padre no te juzgará, mucho menos te verá como un desastre, él sabe lo que pasó, él sabe de tu estado y puedo jurar que hasta imaginó que esto pasaría en algún momento. No lo razones, no busques ''peros'', es tu decisión si vas a tener a ese niño o no, pero lo mejor que puedes hacer es hablarlo con papá, no habrá cosa mejor que saber que confías en él. 

-Pero...tengo miedo. 

-Yo estaré ahi contigo cuando se lo cuentes, es mejor que todo esto salga de tu boca, y no que se termine enterando por él mismo o peor, que se lo cuente un tercero. -Kakaroto lo meditó por un momento, su hermano tenía razón, siempre la tenía, por ende debía de obedecerle. 

-Tienes razón, Raditz, hablaré con papá...esta misma noche. 

-Así se habla. -dijo animado, arrebatandole el cigarrillo nuevamente y fumando el resto que quedaba. -Y no te dediques a esto, te dañará los pulmones.

-¿Y porqué tu si lo haces? -le miró con recelo, Raditz le dedicó una sonrisa.

-¿Conoces el dicho ''haz lo que yo digo, y no lo que yo hago''?

-Por supuesto que lo conozco, me lo repites todo el tiempo. -dijo para luego darse la media vuelta y comenzar a caminar hacia la puerta, hasta que finalmente estuvo fuera del baño, dejando solo nuevamente a Raditz. El Son volvió a fumar del cigarrillo mirando por la ventana, volvió a sentarse en el lavabo y al escuchar la puerta abrirse nuevamente, inconcientemente emitio una pequeña risa.

-¿Ahora que te olvidaste? -volteo la vista y de repente calló, no era su hermano quien acabo de entrar, sino Turles, quien se quedo parado parado allí, mirando a Raditz, ambos mirandose el uno al otro, ninguno decia nada, la mirada de Turles detonaba tristeza y arrepentimiento, Raditz en cambio simplemente desvio la mirada hacia un punto fijo del suelo, también estaba avergonzado. 

-Yo...Raditz...Kakaroto me dijo que estabas aqui y...sobre lo que paso...

-Déjalo Turles, acepto tus disculpas. -dijo sin mirarlo, dandole una ultima pitada al cigarrillo, para luego tirar la colilla por la ventana.

-Quisiera saber...-dijo comenzando a caminar hacia Raditz, hasta quedar frente a él. -Si eso que dijiste, ¿lo dijiste enserio? 

-No. Sabes que puedo decir cosas hirientes cuando me enfado, no era cierto todo lo que te dije. -dijo mirandolo directo a los ojos. 

-Yo también me arrepiento de todas esas cosas que te dije, no quise llamarte doble cara, no era cierto. -dijo mirando hacia otro lado, rascandose la cabeza con una mano.

-Dilo. -dijo Raditz, esperando la palabra mágica. 

-Perdóname.

 

En eso Raditz tomo el rostro de Turles y lo beso, fue un beso sincero y lleno de necesidad, lo cual fue correspondido casi de inmediato. Turles poso sus manos en la espalda de Raditz, comenzando a masajearla de arriba hacia abajo. Raditz rodeo el cuello de Turles con sus brazos, sus lenguas no se hicieron esperar y comenzaron a luchar una batalla donde no había ganador, era un beso tan húmedo que hasta se podía escuchar el sonido de sus bocas chocar seguido de un chapoteo de saliva. Comenzaron a explorar el cuerpo del otro como si su vida dependiera de ello, Turles coló su mano bajo la camisa escolar de Raditz apretando uno de sus pezones entre sus dedos, ocacionando un gemido ahogado del Son en su boca. 

Raditz no queria quedarse atrás, y tomando la iniciativa diriguio sus manos al cinturón de Turles, desabrochandolo con ansias y seguido de la cremallera que fue descendida, metió su mano dentro del pantalon del moreno, comenzando a masajear el miembro semi-erecto de Turles por encima de la ropa interior. El moreno dejo la boca de Raditz y se concentro en un sector de su cuello, el Son le dejo mas acceso al mismo inclinandolo hacia un lado, cerrando los ojos sintiendo la longitud de lo que estaba masajeando con tanto desdén. 

Turles abandono su cuello y levantando un poco su camisa, comenzo a lamer esos apetecibles botones rosas, ocacionando en Raditz espasmos de placer. Raditz mientras tanto sacó el miembro ya erecto de Turles de su prisión, masajenadolo de arriba habia abajo, apretando el glande con su pulgar ocacionando escalofríos en Turles, algo de presemen mancho la mano del Son. El moreno estaba a punto de quitarle el cinturón a Raditz cuando de pronto la campana escolar sonó, indicando el inicio de una nueva clase.

 

-Rayos, esa cosa arruinó el momento. -dijo Turles acariciando el cuerpo de Raditz.

-Descuida, ya tendremos tiempo para terminar con lo que empezamos. -dijo dándole un beso en los labios, un piquito dulce, para luego bajarse del lavabo y volviendose a colocar el cinturón y acomodandose un poco la ropa. 

 

... ...

 

-¿Son-sama? -Vegita toco la puerta por octava vez, nadie respondía. Si fuera una persona normal, aceptaría que Bardock no quiere verlo y como buena persona se iria por donde vino, decidiendo que hablaría con él en otro momento; pero Vegita era muy persuasivo cuando lo deseaba y sabía que Bardock estaba allí adentro. -Bardock. -por simple curiosidad, tomo el pomo de la puerta y la giró, dando la casualidad que la puerta estaba abierta y lentamente la comenzo a abrir, encontrandose con la casa media a oscuras. -Son-sama, se que esta aquí, por favor responda. -dijo entrando completamente a la casa y comenzo a caminar por toda la misma, mirando de un lado hacia otro por si divisaba alguna figura familiar, solo había fotos de Bardock, sus hijos y su esposa, una hermosa mujer de mediana estatura y cabello corto y negro, se la veía simpatica. Llegó a la cocina.

-Es de mala educación entrar a una casa sin permiso. -Vegita saltó en su sitio al escuchar repentina voz. Bardock estaba apoyado en el lavaplatos con un vaso en la mano lleno de un contenido transparente, a Vegita se le inundó la nariz con un aroma a alcohol, lo que lo obligó a arrugar la nariz de lo fuerte que era. 

-Son-sama, me preocupa. -el Son no dijo nada, solo se dedicaba a mirar el contenido del vaso, meciendolo de un lado a otro y viendo como ese liquido daba vueltas y vueltas. Vegita giro la vista, habia una botella casi vacía de vodka. 

-Fuimos a una fiesta a las afueras de la ciudad. -comenzo a hablar, Vegita no entendía a que se refería, pero a medida que iba continuando en su relato, percibio que se trataba de su esposa y permanecio callado y escucho. -Raditz y Kakaroto quedaron con uno de mis amigos. Iba manejando el auto de regreso a casa, estaba furioso. Discutiamos, no recuerdo porque estabamos discutiendo. Pisé el acelerador, no vi el auto que se acercaba a toda velocidad por el lado contrario de la carretera, ni siquiera escuche los bocinazos de advertencia. Desperté en el hospital al dia siguiente, no entendía que pasó hasta que me dijeron que mi auto se estrelló contra un árbol y que Gina salió disparada del mismo por el impacto, murio al instante. -Vegita pudo escuchar como la voz de Bardock se quebraba cada vez más y más. -Si tan solo hubiera...si tan solo...-y sin más comenzo a llorar desconsoladamente, el alcohol y los recuerdos traumaticos del choque no hacian buena combinación. Vegita se acerco sin miedo al vulnerable Bardock, abrazandolo de manera protectora, ni dijo ni una palabra, solo lo abrazo y lo dejo llorar hasta que este se sintiera mejor. Se sorprendio al sentir los brazos de Bardock rodearle la espalda, continuo llorando mojando toda la camisa del Saiyan. 

-Son-sama...

-Bardock. -corrigió nuevamente, Vegita sonrió, ni estando melancólico dejaba de ser tan frío. 

-Bardock, no  sufra más, no fue su culpa lo que pasó aquella vez. 

-Quiero irme a dormir. 

-Lo que usted diga, Bardock-san. 


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