Era de noche cuando llegaron.
Mientras se bajaban del auto, Suho miró a la casa y dijo, no sin humor.
- En realidad, algunas cosas acerca de ti ahora están comenzando a tener una horrible cantidad de sentido.
Era casi inapropiadamente risible llamarla una casa. Era una gran mansión de diseño clásico.
Sulli dio unas palmaditas con entusiasmo.
- ¡Un palacio!
-No seas estúpida, - dijo Suzy, con tono de superioridad. -Los reyes y las princesas viven en palacios. Nuestros país no tiene rareza.
-Realeza - Sehun la corrigió, cerrando el coche. - Si vas a llamar a alguien estúpido, asegúrate de no cometer errores tú misma.
Sulli le sonrió a Sehun y le agarró la mano.
-¡Me gusta Sr. Oh!
Sehun se quedó mirando a la pequeña niña con una expresión vagamente perpleja en su rostro, antes de mirar a Suho.
Reprimiendo una sonrisa, Suho dijo:
-Deja al Sr. Oh en paz, Sulli. Ven, toma mi mano.
Sulli puso mala cara, pero soltó la mano de Sehun y tomó la de Suho.
Suzy tomó su otra mano mientras que unos cuantos criados salieron para llevar su equipaje dentro.
-A mí no me gusta él.
Susy dijo mientras caminaban hacia la casa.
-No seas maleducada, cariño. - dijo Suho, mirando el hombre en cuestión, que caminaba al lado de ellos. - El Sr. Oh puede oírte.
Los ojos del otro se centraron en la casa; no mostró ningún signo de escuchar la conversación.
Suho desvió la mirada.
Era difícil creer que hace apenas unas horas, él tenía a este inmaculadamente vestido hombre, de rostro severo, gruñendo y moviéndose encima de él.
-Pero él no me gusta. - dijo Suzy obstinadamente, pero bajando la voz. - No me gusta la forma en que te mira.
-¿Cómo me mira?
Repitió Suho.
-Como Sulli mira a un panqueque.
Suho forzó una sonrisa.
Este fue un nuevo nivel de rareza.
-Tú sólo estás imaginándolo, calabaza.
-Pero...
-Sólo imaginándolo.
repitió Suho, esperando que Sehun no hubiera oído las palabras de Suzy.
El rostro del más alto era duro y frío, desprovisto de todo el color.
Este era un hombre que volvía a casa, a su padre y su familia después de quince años. Se veía casi tan feliz como un hombre en su camino a la prisión.
Un mayordomo un jodido mayordomo abrió la puerta y lo saludó con un tranquilo:
-Maestro Sehun.
Suho guió a las niñas al interior. Se veían tímidas y nerviosas, y tuvo que admitir que no estaba en nada menos nervioso que ellas; él era simplemente mejor en disimularlo.
Su primera impresión de la sala fue por la inmensidad del mármol y los pilares y bustos clásicos y la cúpula imponente.
-¡Sehun!
Suho miró hacia arriba.
Una mujer alta de cabello oscuro iba caminando por las escaleras, una sonrisa vagamente aliviada en sus labios. Abrazó a Sehun y lo besó en la mejilla.
-Irene. - murmuró. - Te ves bien.
Así que esta era la hermana que le había convencido para venir.
Suho la miró con curiosidad. Él ciertamente podía ver el parecido familiar. Ella parecía unos pocos años mayor que su hermano, tal vez treinta y cinco.
Irene se apartó y miró a Suho y a las niñas sobre el hombro de Sehun, pero antes de que ella o Suho pudieran decir nada, dos ancianos entraron en la casa.
Uno de ellos, el más alto, mostraba un extraño parecido con Oh.
De hecho, podrían haber sido gemelos si el hombre no tuviera alrededor de treinta años más. Suho decidió que este debía ser el padre de Sehun,
Oh YiFan.
-El hijo pródigo regresa.. - dijo Ji Ho con una sonrisa burlona. - Sabía que este día llegaría.
-Entonces te equivocaste-, dijo fríamente. -Vine sólo porque Irene no paraba de molestarme. Al parecer, estás prácticamente en tu lecho de muerte.
-¡Sehun!
Irene dijo viéndose indignada.
-Voy a tener que decepcionarte, entonces. - dijo su padre. - Tengo un excelente estado de salud. - Él estaba mintiendo. Él tenía un matiz casi grisáceo para su complexión. - Así que no conseguirás mi dinero en el corto plazo.
-Tú sabes que yo no necesito tu dinero.
Se miraron el uno al otro con frialdad, y el parecido que compartían era sorprendente.
Suho se preguntó si el otro lo sabría y lo resentía.
En este momento, Ji Ho desvió la mirada hacia Suho.
Sus agudos ojos oscuros lo recorrieron de pies a cabeza, haciendo aSuho ser dolorosamente consciente de su desgastada, ropa barata.
Los labios de su padre se torcieron en tono de burla.
-¿Y esto?
Sehun dio un paso hacia Suho y le puso una mano en el hombro.
-Este es mi amante, Kim Suho.
El otro anciano respiró hondo.
El rostro de Ji Ho no cambió nada, pero de alguna manera, la temperatura en la habitación parecía haber caído doce grados.
Suho hizo una mueca interna, pero no era como si no se lo esperara.
-Suho, este es mi padre, Oh YiFan. - dijo Sehun, su voz atípicamente suave. El idiota estaba absolutamente disfrutando esto. - Y el viejo amigo de mi padre, David Wang.
-Encantado de conocerte.
Suho mintió, preguntándose si el señor Wang era el hombre con cuya hija Sehun quería que su hijo se casara.
-Ya veo. - dijo Ji Ho al fin antes de desviar su pesada mirada hacia las gemelas. - ¿Y estas son?
Suho reprimió el impulso de ocultar a las chicas detrás de su espalda.
-Estas son mis hermanas, Sr. Oh. Suzy y Sulli.
Por una vez, Sulli se mantuvo tranquila y no discutió sobre su nombre.
Ambas niñas se movieron más cerca de su hermano.
-Ya veo. - dijo YiFan de nuevo antes de abordar a una criada. - Prepara habitaciones para nuestros invitados.
-Prepara una habitación contigua a la mía para las niñas. - Sehun interrumpió. - Obviamente Suho permanecerá en la mía.
El se encogió un poco.
La vena en la sien de Ji Ho palpitaba.
Irene vio a su padre con preocupación. El Sr. Wang tenía una mirada de disgusto en su rostro que no se molestó en ocultar.
-Haz como él dijo. - el señor Oh dijo entre dientes, rompiendo el silencio. - Muéstrales sus habitaciones. La cena es en media hora. Sehun, una palabra.
Suho se volvió para seguir a la mucama cuando una mano lo agarró del brazo y lo detuvo.
-Te veré pronto.
dijo el mayor y le dio un breve beso.
O al menos se suponía probablemente que iba a ser un breve beso, pero encontró que sus labios no querían despedirse, ansiosos.
Sintió la sorpresa de Sehun antes de que le agarrara del cuello y le besara de verdad. El beso parecía no terminar nunca.
Para el momento en que finalmente se retiró, el menor apenas podía respirar, no miró alrededor para ver la reacción de todo el mundo lo podía imaginar bien.
Agarrando a las niñas, siguió a la criada.
Su rostro estaba muy caliente.