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Solo un poco retorcido #1 SeHo por Chulixxx

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Las niñas se quedaron dormidas a las nueve de la noche, justo después de que Suho volviera del trabajo.

Después de eso, pasó una hora tratando de hacer que el aspecto lamentable del departamento se viera semi-presentable.

Al final, se dio por vencido considerándolo como una causa perdida y se dio una ducha rápida. Poniéndose unos viejos shorts azules, Suho se estaba secando a sí mismo cuando alguien llamó despacio en la puerta.

Descalzo, fue en puntillas hasta la puerta y la abrió.

La mirada fuerte de Sehun inmediatamente en su pecho desnudo, sus pezones, su ombligo, antes de quedarse en los short que caían bajo en sus caderas.

Suho se aclaró la garganta silenciosamente y Sehun miró su cara.

En la penumbra de la habitación era difícil de leer su expresión.

Suho apretó un dedo en sus labios y señaló a la cama de las chicas.

Sehun asintió secamente.

Le tomó la mano, tiró de él dentro, y cerró la puerta.

Luego lo guió a hacia su habitación.

Era la única habitación en el departamento.

Cuando recién se habían mudado, Suho tenía la intención de convertirla en el cuarto de las niñas, pero era fría y húmeda, por lo que había terminado por tomarla él mismo.

La habitación también era pequeña y carente de cualquier mueble, además de una cama y un escritorio angosto.

Suho se habría sentido más avergonzado si Sehun estuviera en realidad mirando a su alrededor, pero no parecía interesado en su entorno mientras él despacito cerró la puerta y miró a Suho a la tenue luz de la lámpara.

Sehun comenzó silenciosamente a desvestirse.

El corazón del menor latía más rápido y de hecho podía oír su propia respiración, desigual y temblorosa.

Él se quedó quieto y observo, su piel cálida, su polla dura y pesada en sus calzoncillos.

Por fin, Sehun estaba desnudo.

Luciendo completamente inconsciente de sí, él se acercó a la cama, se sentó y dio unas palmaditas en la rodilla, la tensión saliendo de él en oleadas.

Su erección permanecía larga y gruesa contra una mata de vello oscuro en su ingle.

Suho apartó la mirada, se deslizó fuera de sus shorts y caminó hacia Sehun.

Dudó.

Sus ojos algo caídos, el hombre tomó su brazo y lo tironeó a su regazo.

El resto era un borrón de calientes besos y toques, y tanta piel. Suho nunca se había sentido tan fuera del control por el deseo, incapaz de pensar, sin poder hacer otra cosa que sentir y desear.

Cuando finalmente se dejó caer contra la polla de Sehun, el profundo alivio fue abrumador.

Él gimió.

La plenitud, la intimidad era enloquecedora y aterradora por su intensidad.

Sehun gruñó, tirándolo más fuerte contra él, sus pechos rosándose entre ellos.

Mirando dentro de los ojos oscuros, Suho se movió.

Fue tan excitante ver los ojos del otro entrecerrase, la forma en que su cabeza se sostenía con su espalda arqueada.

Suho abrió sus piernas un poco más, ajustando su postura mientras tomaba tan profunda y dulce, la longitud caliente de su maestro que le quemaba de adentro hacia afuera.

Miró hacia abajo en medio de sus cuerpos, fascinado por el movimiento de sus propias caderas mientras continuaban girando en su lugar.

Vio las manos del mayor grandes, y cálidas, y fuertes en sus caderas, dirigir el movimiento como él lo quería, guiando a Suho montándolo mientras su propia polla se quedó sin ser tocada entre ellos; estaba enrojecida y gruesa, la humedad reluciente y deslizándose por su eje.

Los pulgares de Sehun acariciaron sin pensar en sus huesos de la cadera, su lengua trazando una franja húmeda en su cuello mientras su polla extendía a Suho tan condenadamente bien.

Tragándose sus gemidos, el chico empujó hacia abajo para aumentar la presión y tomarlo completamente.

La sensación del estómago duro deslizándose contra la carne dolorida de su polla hizo a Suho gemir, y él se aferró de los hombros contrarios un poco más apretado mientras abandonaba las rotaciones con su pelvis y comenzaba a deslizarse hacia arriba y abajo en la polla, duro y rápido, con ganas de más, más profundo, más.

Tampoco podía respirar bien y ambos necesitaban todo más duro y más rápido, y pronto Sehun estaba golpeando sus caderas para encontrarse con Suho en cada embestida, y él jadeaba cada vez que el otro le golpeaba su próstata, estrellas chisporroteando detrás de sus ojos.

Sehun gruñía, sus músculos trabajando mientras él levantaba a Suho y lo bajaba sobre su polla, y joder, su fuerza era tan excitante, y este lo quería, lo quería, lo quería.

Sehun se corrió primero, y el menor lo siguió poco después, sacudiéndose su camino a través del orgasmo y hundiendo sus dientes en el hombro de Sehun para amortiguar sus gemidos.

Suho solamente era vagamente consciente del pelinegro levantándolo y poniéndolo sobre su espalda: sus párpados recientemente pesados, su cuerpo lánguido con el placer.

Justo antes de que se quedara dormido, se dio cuenta de que no se habían dicho ni una palabra el uno al otro desde que Sehun entró en el departamento.

 


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