Derek después de salir de la habitación de Allison se dirigió a uno de los cuartos de la tercera planta. Siguiendo su olfato llego a una sala conjunta, escucho esa voz que le cantaba cuando niño, suave y tranquila, también una gruesa y algo tosca, sin esperar abrió la puerta con el número 230 y los vio, sentados en las camas se encontraban sus padres, Talia y Maximiliano Hale. No pudo y ni quiso evitar las lágrimas que corrían por sus verdes ojos, simplemente se comportó como un cachorro y se lanzó a los brazos de sus progenitores que lo recibieron gustosos. No sabe cuántas horas pasaron hablando de lo que había sucedido.
– No sabemos cómo regresamos hijo— Max un hombre alto con el cabello negro y hermosos ojos verdes griseases.
– Es muy extraño – fue lo que dijo Derek después de las preguntas iniciales.
– Solo recordamos, el incendio y después despertamos en el auto con todos los miembros de la manada – Talía una mujer alta y con cabello negro y sus ojos oscuros.
Las palabras que le siguieron fueron las más difíciles de pronunciar, les conto todo lo del incendio, lo que había pasado después de él, la vida que había llevado, la manada, todo no hubo ningún detalle saltado, les pidió perdón por su ingenuidad, su torpeza y debilidad, sus padres solo lo abrazaron le dieron palabras de aliento y le dijeron que no era su culpa, que él había caído en las garras de una mujer despiadada pero que lo amaban incondicionalmente. Derek se sentía ligero, sentía que el misterio de su regreso no le afectaba que era una situación buena, que por primera vez lo sobrenatural del lugar le daba su más grande deseo vuelto realidad. Su estado de confort termino cuando en el aire capto su aroma.
La pequeña familia Stilinski se encontraba en la comisaria. Padre e hijo frente a frente en el escritorio del mayor, ambos en silencio, Stiles quería decir todo lo que había sentido desde los “días negros” como él les llamaba.
—Papa yo sé que no te he sido sincero en muchos aspectos pero yo.. -- después de tanto tiempo de cargar con lo que sentía, decidió ser sincero y decirle todo.
— Hijo...-- el sheriff no estaba cien por ciento seguro de todo lo que cargaba su hijo, pero quería que regresara la confianza que siempre había habido entre ellos, y a pesar de todo el dolor que sentía el sheriff solo abrazo a su hijo y le dijo que todo estaría bien, que él nunca lo iba a abandonar y que saldrían de esto juntos, como familia.
La emotiva escena se vio interrumpida por la llamada de Melissa McCall, John tardo unos minutos en contestar, quería pasar el día con su hijo, pero lo que la enfermera le había dicho, lo lleno de incertidumbre.
—¿Di…-- ni bien contesto las palabras de la latina lo dejaron prácticamente congelado.
—No hay tiempo de explicar, algo esta pasando, tú y Stiles deben de venir al hospital, Claudia Stilinski acaba de despertar de un coma inducido, aun no compruebo que sea realmente ella, pero es mejor que ustedes estén presentes.
—¿Papa? – Stiles había escuchado parte de lo que había dicho puesto que aun se encontraba en los brazos de su padre.
No dijeron más, una mirada bastó, ambos castaños tomaron sus chaquetas y salieron en la patrulla del mayor, daban gracias de que el pueblo fuera pequeño y que no hubiera tantos autos. No fueron ni quince minutos de trayecto cuando al fin llegaron al hospital. Rápidamente ambos hombres se adentraron al edificio. Melissa ya los esperaba, en cuanto los vio los guio al área de terapia intensiva, ninguno había dicho nada, no por que no quisieran si no es que no sabían como abordar el tema. Una vez llegaron a la habitación 123 lo único que hizo Melissa fue darle un abrazo fuerte a cada hombre demostrándoles su apoyo, con una respiración profunda el sheriff abrió la puerta.
—Noah…-- la voz suave les hizo sobresaltarse, en la cama vestida con una bata blanca se encontraba Claudia Stilinski, aquella bella castaña con esa sonrisa amable y llena de amor. Era tal cual los dos hombres la recordaban, antes de que la enfermedad la transformara-- ¿No piensan venir a abrazarme? – la sonrisa juguetona ocasiono que las lagrimas contenidas de ambos se desbordaran.
No les importo nada, enfrente estaba la mujer de sus vidas, su esposa, su madre, su mejor amiga. No esperaron que la castaña volviera a hablar, el primero en correr a su encuentro había sido el menor.
—Mama… -- las lagrimas no dejaban que se le entendiera, pero aun así Stiles se aferró a ella.
—Ya mi bebe, mama te tiene – le susurro con cariño y amor mientras lo abrazaba con fuerza. Noah observaba todo aun no se lo creía, pero ahí estaba su amada, ella le devolvió la mirada y ahí lo supo ella sin duda era su amada Claudia. No lo pensó dos veces y se unió al abrazo.
Stiles tenía un mar de sentimientos en su pecho, pero el que mas predominaba era la alegría y felicidad. Eso fue lo que Derek había olido, la felicidad de Stiles.
El bosque se encontraba silencioso, la tormenta había pasado y ahora todo estaba en calma, la situación que vivía el pequeño condado era alarmante, pero solo un puñado de personas sabría de esto, eso era lo que se había planeado. En la sima de una roca postrada en lo alto de una pequeña colina que daba hacia el pueblo, se observaba una silueta de mediana altura, la luz de la luna la bañaba mientras esta sonreía.
—El juego a comenzado – las palabras susurradas al viento.
La sombra simplemente se baño de la luz por un rato y en un abrir y cerrar de ojos desapareció, como las nubes de tormenta en el cielo, como el rastro de huellas en la tierra, y como los expedientes y las cartas de defunción de cada uno de los “regresados” después de todo aún faltaban por volver.