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Amarte es mi pecado por EvilQueen

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Steve veía con atención la hoja que se encontraba sobre su escritorio. El pedazo de papel recién impreso dejaba rastros del estilo mecanografiado que le gustaba al sacerdote demostrado en la inconfundible Courier new. Luego de la mancha de letras esparcidas por el blanco con la coherencia suficiente pasa ser comprendida el hombre de Dios podía ver el espacio que había dejado para completar más tarde. Observó el bolígrafo como si del más importante artefacto se tratara y rompió el silencio sepulcral de la sacristía con un profundo suspiro.

Sin darle más vueltas al asunto acerco la birome a la hoja manchándola con un fino punto de tinta negra. Deslizó el objeto trazando su firma al final de la carta que colocó en un sobre cuyo destino sería dirigirse a la santa sede.

Habían pasado dos semanas desde que le confesó a Tony sus sentimientos y sobre la decisión dejar la curia. La redacción del pedido de liberación para enviar al Vaticano le generaba un nuevo en el estómago que no se iría hasta que por fin mandara el mensaje. Redactarlo fue una tortura, cada posible futuro se le presentaba tal lucido como si pudiera palparlo y sus preocupaciones se hacían cada vez más grandes a la vez que la duda volvía a hacerse presente en su cabeza. Pero esta vez no dejó que lo venciera la indecisión, estaba seguro de lo que quería. Por una vez en su vida sabía que debía hacer, debía estar con Tony.

Miraba el sobre cerrado, en el se hallaba la decisión de su vida y su futuro entero, todo en ese pedazo de papel tan frágil. El ruido de la puerta abriéndose lo tomó por sorpresa y guardó la carta en el cajón de su escritorio lo más rápido que pudo, nadie más que él y Tony sabían de su decisión. Miró en dirección a la entrada con un regaño listo para ser pronunciado en dirección a quien pensaba era su sobrina. Se enmudeció cuando notó que la presencia que reclamaba su atención no era Magui, sino la Madre Carter.

--Perdón, debí haber tocado la puerta --dijo la mujer al notar que el hombre había guardado algo con rapidez.

--Esta bien, Madre. Solo no deje que se le peguen las manías de mi sobrina.

La mujer río negando con la cabeza para luego posar sus profundos ojos oscuros en el sacerdote. Steve se removió un poco en su asiento, a veces Peggy observaba a uno como si pudiera leerlos por completo y él no necesitaba ser descifrado en ese momento.

--¿Qué se le ofrece? --preguntó Steve luego de unos segundos de silencio.

Peggy sonrió con ternura --solo venía a verificar que estés bien.

Steve pareció pensar un momento --estoy… bien --dijo.

La Madre Superiora volvió a sonreír, la realidad era que ella podía leer a Steve claramente como a la carta que este acababa de guardar esperando que ella no lo viera.

--Me alegro entonces --dijo-- también venía a preguntarte si irías a la fiesta de compromiso de Stark.

Steve se tensó un poco. Sí, Tony le había dicho que debían continuar con el show hasta pasada la fiesta porque no podía cancelar todo tan cerca de la fecha y dejar que los medios explotaran por eso. A él le pareció lógico, sabía que si los programas faranduleros buscaban, encontraban y no quería ser expuesto ante el país como el sacerdote amante de Tony Stark. Mucho menos cuando eran todo menos eso, porque después de ese beso solo podía contar un extraño apretón de manos como único contacto físico con el ingeniero.

--Sí --dijo apresurado luego de notar que no había respondido la pregunta-- iremos con Magui.

--Oh, entonces creo que no le fallaré a mi sobrino --Steve rió ante el comentario-- no me apetecía estar rodeada de gente que no conozco.

La conversación de ambos se vio perturbada por la entrada de una agitada Magui.

--¡Steve! --dijo con la voz más elevada de lo que debía-- ya me voy a casa, voy a cambiarme de ropa y... oh, hola Peggy --menciona al reparar en la presencia de la mujer para luego abrazarla y plantarle un beso en la mejilla.

--¿Qué no respetas nunca el espacio personal, la distancia social? --preguntó Steve en un tono reprobatorio.

--¿También quieres un abrazo?

--No ¿por qué tanto apuro para irte?

--Saldré a pasear con Matt --dijo provocando que el rostro de su tío se endureciera como piedra, quien podría jurar que el corazón se le detuvo por un microsegundo --Estamos muy aburridos y hoy no hace tanto calor como días atrás --comentó la muchacha.

Peggy no pudo evitar reis mientras Magui los miraba extrañada.

--En fin --dijo la joven un segundo después-- nos vemos en casa. Adiós Peggy --saludó con un gesto de la mano para luego retirarse.

 

La Madre Superiora vio salir a la muchacha y volvió su mirada hacia Steve con una sonrisa burlona.

--Debiste ver tu cara, quedaste pálido.

--Es una niña, no debería pasar tanto tiempo con ese muchacho.

--Por favor, Steve --dijo Peggy en un tono de regaño-- son jóvenes y solo quieren pasar una tarde agradable de verano, además --continuó la mujer-- deberías prepararte para que cualquier día te presente un novio.

--No está lista para tener no vio --Peggy solo lo miró-- yo no estoy listo para que tenga novio --dijo con la voz un poco más baja en un intento inútil de no ser oído.

Peggy solo volvió a reír

Steve se paró de su asiento y se dirigió a la biblioteca en búsqueda del libro que precisaba. Sintió un malestar cuando reparó en que una vez fuera de la iglesia no tendría acceso ilimitado a esos libros que tanto le gustaban, pero estaba seguro de que no le tomaría tanto trabajo recrearla, aunque había libros antiguos que seguro no encontraría jamás.

Tomó lo que necesitaba de aquel estante polvoriento y se dirigió hacia Peggy sin quitar la vista de las paginas amarillentas.

--¿Fue al doctor por la molestia que sentía en el pecho?

Peggy, que hasta ese tiempo no había hablado con nadie de su consulta solo se limitó a asentir. Steve la miró esperando que le dijera que había diagnosticado el doctor, pero parecía que la mujer no quería hablar de eso.

--Es mi débil corazón, ya sabes --dijo entre broma y verdad-- no es nada preocupante. Solo me recomendó lo de siempre, hacer ejercicio, comer sano y sin sal, pero no es nada --repitió.

--¿no es nada? --Peggy asintió-- de todas formas, me encargaré de que cumpla con los mandatos del doctor, usted es una mujer muy terca a veces.

Peggy solo rió y se retiró de la sala.

 

…..

 

Magui regresó de su paseo pasada la media tarde, Steve ya había regresado y la esperaba para merendar juntos. Había preparo un licuado acompañado con fruta cortada en cubos para aliviar el intenso calor de finales de julio. Le tendió un vaso a Magui quien buscaba un sorbete en los cajones del mueble principal. Encontró una bolsa con sombrillitas decorativas de tragos y se peguntó hace cuanto estaban escondidas allí. Colocó ambas cosas en su vaso y se dispuso a tomarle una foto.

--No sabia que eras de las que compartían hasta lo que comen en las redes.

--No suelo hacerlo --confesó ella-- pero es que la presentación te quedó bellísima.

--Falta el toque final --Steve se acercó a la heladera y del freezer retiró un pote de helado. Con una cuchara en forma de bocha retiró un poco de la crema sabor chocolate y lo colocó encima de la copa de Magui.

--Creo que moriré de felicidad --dijo la joven al ver el postre en frente suyo y se dispuso a probarlo.

 

El sonido de alguien llamando a la puerta rompió la momentánea sensación de paraíso que sentía Magui al ver el postre. Steve se lavó las manos y se dirigió a responder el llamado. Al abrir se encontró con la sonrisa de la señorita Potts siendo seguida por un Tony Stark en un traje al cuerpo que a juicio de Steve le quedaba perfecto.

--¿Cómo está, Padre?

--Bienvenidos --dijo mientras les permitía el paso a ambos --¿en qué puedo ayudarlos?

--En realidad venimos por la cantante --comentó Pepper en lo que observaba la casa.

Steve miró en dirección a la cocina donde Magui se encontraba, soltó una leve risa al ver el gesto molesto que hizo la joven al entender que debía dejar su postre de lado para atender a las visitas. Tomo una cucharada grande de frutas con mucho helado y la llevó a su boca como ultima porción por el momento y luego de verificar que no había rastros de chocolate en su cara y fue a ver a quienes la reclamaban.

Magui saludó cordialmente a los adultos y esperó a que le indicaran el motivo de su visita, a ella solo le preocupaba su postre.

--Stephen quiere que cantes en la fiesta --dijo Tony de una vez por todas-- ¿qué te parece?

Magui miró a Steve esperando la desaprobación que no llegó, esperaba que su tío le de la excusa perfecta para no tener que cantar en ese compromiso del cual no estaba nada de acuerdo. Al ver que no tenía escapatoria respondió de manera afirmativa.

--¿Ya sabes que vas a ponerte? --preguntó Pepper con un hilo de emoción en su voz

--Creo que… si --contestó Magui

--Olvídalo, entonces --sentenció la mujer-- nos vamos de compras.

Magui rió ante el comentario, pero notó que nadie más lo hizo.

--Oh, ¿es enserio?

--Sí --respondió Pepper tomando a la joven para sacarla de allí --me llevo el auto --dijo dirigiéndose a Tony esta vez.

--¿Me vas a dejar aquí?

La pelirroja asintió con la cabeza en un gesto desinteresado

--Sí --respondió al final-- nos vemos más tarde.

Pepper lanzó un beso al aire y arrastro a Magui fuera de la casa. Steve, que no había dicho nada en ningún momento a pesar de que habían tomado posesión de su casa y de su sobrina sin si aprobación solo rió ante la salida de la CEO de Industrias Stark.

--Perdón por todo eso --comenzó diciendo Tony-- puedo pedir un taxi si quieres, no tengo problema.

Steve solo negó con la cabeza haciendo que Stark se sintiera un poco más cómodo a pesar del silencio que se había generado entre ambos.

--¿Quieres helado?

 

 

Se encontraban en la mesa de cocina comiendo helado desde el pote mientras hablaban de temas carentes de interés alguno como si fuera la conversación más importante de la historia. Y tal vez sí la era, o al menos de su historia, porque Steve no podía recordar la última vez que había tenido un momento tan agradablemente cotidiano con Tony sin sentir que estaba traicionándose a sí mismo.

--Y así es como conocí a Pepper --dijo Tony tomando un poco de helado de frutilla-- y luego de eso se volvió mi persona de confianza y mi mejor amiga.

--Parece una persona excelente, me alegra que estés rodeado de gente que te quiere.

Tony sonrió más para sí que para ser visto, pero eso no impidió que Steve lo notara y sonriera con él.

--Perdón --dijo Steve recibiendo los orbes oscuros del castaño directo en su cara-- perdón por haberte hecho daño, por haber sido quien borró esa hermosa sonrisa.

Tony miró sus manos sin saber bien que responder, pareció dudar un segundo, pero habló:

--Ya pasó tanto tiempo, Steve --dijo con fingido desinterés-- no es necesario revivir momentos feos.

--No quiero revivir el dolor que te cause --mencionó para luego tomar las manos de Stark-- solo quiero que me dejes curarlo.

Tony volvió a sonreír, sus ojos amenazaban con inundarse, pero no lo permitió. Tomo el rostro del sacerdote entre sus manos y le dio un beso lento y cálido que el otro correspondió sin duda alguna. Esa era la respuesta de Stark, perdonaría todo con tal de tenerlo para siempre entre sus manos, no quería volver a perderlo. Tony se paró sin cortar el beso quedando mas alto que Steve y obligando a este a elevar el rostro. Steve rodó la cintura del contrario acercándolo más a sí y profundizando más aquel beso que los dos estaban amando. Estaban solos y la pasión les recorría cada rincón del cuerpo, nada podía impedir en ese momento que llegaran más lejos, pero a veces el destino simplemente no esta de tu lado.

El teléfono de Stark sonó sobre la mesa anunciando una llamada. Tony tuvo que hacer un esfuerzo para llegar al aparato ya que Steve no pretendía desamarrarse de su cintura. Alcanzó el móvil y resopló fuerte al ver el nombre en la pantalla. Un malestar le recorrió el cuerpo y se soltó del sacerdote para responder lejos de él.

Steve entendió perfectamente de quien se trataba sin necesidad de escuchar la conversación, no esperaba que Tony cortara de manera tan tajante con la persona que había estado a su lado todo su tiempo, pero a veces temía dejar en vano y que la sombra de Strange no se fuera nunca.

Tony volvió a la concina jugando con el teléfono en sus manos.

--Su vuelo se atrasó --dijo ante la mirada de Steve-- llega mañana en la tarde.

Rogers solo asintió con la cabeza viendo el conflicto en los ojos del contrario.

--¿Qué te preocupa?

--No quiero lastimarlo, Steve --dijo Tony-- él es un buen hombre.

 Steve solo se limitó a dirigirse al castaño y envolverlo en un abrazo en intento de tranquilizarlo.

--Lo sé.

 

 

La noche de la fiesta llegó sin complicación alguna. Magui terminaba de arreglarse el cabello en su habitación, decidió llevarlo suelto con dos trenzas a los costados uniéndose en el medio de un tocado color dorado. Llevaba un vestido largo hasta sus rodillas, era de color blanco con bordados en negro. Pepper había insistido en comprarlo a pesar de que ella le había dicho a la mujer que no era necesario gastar tanto, pues era una prenda cara. La pelirroja argumentó que no dejaría pasar aquel vestido que hacía ver la joven como una princesa. A Magui le pareció algo tonto, pero no pudo pelear contra la señorita Potts.

Vio su reflejo una vez más en el espejo, le gustaba lo que veía, pero lograba entusiasmarse por la fiesta, no quería ver a Tony comprometerse con alguien más que no fuera su tío. Supo que no había más remedio, las cartas estaban echadas, ahora solo quedaba jugar. Bajó las escaleras y se dirigió al living; vio a Steve sentado frente al piano observándolo como si fuera algo sumamente valioso. Supuso que estaba ensimismado en sus pensamientos y no se atrevía a molestarlo, pero se les hacía tarde.

--Steve, ya es hora --dijo acercándose a él.

El mayor prestó atención a su sobrina y le regaló una sonrisa melancólica, no dijo nada y solo se dispuso a salir. Si bien sabía que aquello era para las cámaras, le dolía. Le dolía fingir que no amaba a Tony con locura, se había estado engañando tanto tiempo que ya no quería hacerlo más.

Llegaron al lugar indicado, era un predio a las afueras del pueblo que permitía recibir a muchas personas. Todos los conocidos de Tony y Strange estaban presentes sin contar gente de negocio y los medios. A Steve le pareció que todo se asemejaba a una entrega de premios, solo les faltaba la alfombra roja.

Vieron a Tony acercarse junto con Stephen

--Bienvenidos --habló primero el doctor-- estoy muy contento de que aceptaras cantar Magui --dijo con una sonrisa en su rostro.

--Todo sea por festejar este… magnifico momento.

La pareja pasó a mostrarles el predio a los recién llegados, donde conseguir bebidas, donde se encontraba la pista de baile y el escenario; les enseñaron la edificación antigua prolijamente restaurada que aun conservaba la fachada del siglo XIX, les dijeron que allí se encontraban los baños, la cocina y algunas habitaciones por si alguien lo precisaba. Los guiaron hasta su mesa y ambos se sentaron.

La pareja apenas se había alejado cuando un fotógrafo posicionó su cámara frente a ellos. Tomó alrededor de diez fotos antes de hacer su petición.

--Bien, ahora una del beso ¿sí?

Stephen se acercó a Stark pero fue rechazado con discreción. Tony disimuló el momento con una risa fingida.

--Me salió una llaga en la boca, ¿recuerdas?, te lo dije esta mañana --Mencionó Tony a su prometido mientras se lo llevaba lejos de aquel fotógrafo.

Steve sonrió para sí por la mentira de Stark a su prometido, pero no notó que alguien lo observaba.

--Siempre es bueno verlo tan alegre, joven Rogers.

--Madre Carter, que bueno verla por aquí.

Peggy saludo a Steve y a Magui y se dispuso a sentarse en su mesa. Mientras los tres conversaban dos personas más se acercaron a donde estaban.

Magui levantó la vista para ver a Pepper, la mujer llevaba un vestido rojo al cuerpo que le quedaba hermoso, su cabello rojizo estaba recogido y adornado con un tocado del color del vestido.

--Estas hermosa --le dijo a Magui una vez que esta se puso de pie y dejó ver completo su outfit --Ella es todo lo que busco en una sobrina, pero Tony no se decide a tener hijos --dijo Pepper dirigiéndose hacia la mujer rubia que la acompañaba.

Magui no pudo evitar reír ante el comentario y las dos mujeres la imitaron.

--Déjenme presentarlas --dijo la pelirroja-- ella es mi novia, Carol. Carol, ella es mi pseudo sobrina, Magui.

Ambas intercambiaron saludos y Carol le contó a Magui cuando hablaban Tony y Pepper de ella, tanto que le confesó que no podía esperar para escucharla cantar. Magui se sintió muy halagada y no dudó en hacérselos saber a las mujeres. Presentaron también a Steve y a Carol y todos permanecieron charlando hasta el momento que se sirvió la cena.

El momento de cenar fue tranquilo, la pareja les agradeció a todos por estar presentes mientras Tony seguía evitando cualquier contacto innecesario por parte del doctor. Magui no pudo evitar notar las miradas que Steve le dirigía al ingeniero, estaba segura de que la situación le dolía, pero no hablaría de ello. Lo que la joven no notó fue que esas miradas eran respuestas por la otra persona en cuestión, algo que hubiese pasado desapercibido de no ser por la observadora mujer mayor que los acompañaba. Peggy no sabía casi nada de lo que pasaba, pero comprendía todo. Ella era como aquella frase que dicta que el diablo sabe más por viejo que por diablo; claro que del lado de los ángeles y la divinidad.

Llegó el momento en el que Magi debía subir al escenario. Habían colocado un órgano eléctrico en el centro así que decidió que empezaría con una canción que lo requiera. Las luces blancas eran muy fuertes, tanto que casi la cegaban, pero no dijo nada y se dispuso a empezar.

Se acercó al micrófono, agradeció a la pareja por haberle pedido la presentación y comenzó. Cantó muchas en inglés, pues entendió que tal vez no a todos les gustara su estilo. Pero una vez que el publico se amoldó a su presentación, decidió cantar en su amado idioma.

--Bien, esta canción es una de mis favoritas, espero la disfruten --dijo para acercarse al instrumento en el centro del escenario y comenzar a tocar.

 

Deja de mirar con tanto ruido

De bailar sobre mis tejas

De decir que está prohibido

Mientras saltas por la reja

De jurar que yo no he sido

De esconder la mano, deja

 

Magui entonaba con entusiasmo la letra de la canción de ritmo agradable que la gente acompañaba con un leve movimiento de cabeza. A Steve le pareció divertida la elección de la canción, era una que su sobrina cantaba siempre, realmente era de sus favoritas. Pero lo que más le llamaba la atención era que siempre se había visto reflejado en esa letra.

 

Deja que te cuente los motivos

De sentarme entre tus piernas

De sentirme fugitivo

Cada vez que me despiertas

De la siesta por castigo

No quiero escucharte

 

“Santa libertad”, pensó al momento que buscó a Tony con la mirada. Lo vio levantarse de la mesa y caminar en dirección al edificio donde se encontraba la cocina, lo pensó dos veces, ¿qué tan raro sería que vaya tras él en ese momento? La gente no se fijaría en eso, a demás nadie sospecharía de un sacerdote.

Se levantó de su asiento disculpándose con todos en la mesa, una sonrisa se dibujó en su rostro y volvió a repetirse esa parte de la canción.

 

Santa libertad

Muéstrame el camino

Dame una razón

Para pensar que sigo vivo

 

Vio a Tony entrar a la cocina y decidió esperarlo junto a la puerta.

El ingeniero salió dispuesto a volver a su mesa, pero no contó con los fuertes brazos que los sujetaron con fuerza ni bien pasó el umbral. Steve posó una mano en la boca de Stark evitando que alertara a alguien del personal y siseó un poco mientras introducía el cuerpo del contrario a la habitación contigua.

--Tarado, me asustaste --dijo Ton mientras Steve le echaba llave a la puerta.

--Agradece que no vine con mi guardaespaldas, porque si no ahora serías ensalada de golpes --continuó Stark

--¿Terminaste?

--Sí --dijo para acercarse de manera desesperada al rubio que atrapó sus labios en un ardiente beso

 

Y deja que me vista la vergüenza

Que me esconda en el lavabo

Que me cure la tristeza

Que disfrute mis pecados

Que me rinda la belleza

De vivir equivocado

 

La intensidad del beso crecía con la desesperación que ambos cargaban hacia bastante tiempo. Ninguno de los dos podía contra sus impulsos, se deseaban y no iban a ocultarlo por mucho tiempo más, pero por el momento lo clandestino era todo lo que tenían.

Steve debía admitir que echo de estar escondidos le daba un sabor único al asunto, rozar lo prohibido de tantas maneras distintas le erizaba la piel de la manera más agradable, sin contar que el cuerpo que tenía entre sus brazos era lo más hermoso que un mortal podía permitirse a probar y en ese momento era suyo, solo él lo estaba saboreando.

Tony frenó el beso y encaminó sus manos hacia la camisa del contrario, la levantó un poco para poder romper la barrera que lo separaba de piel abdominal de Steve. Este pudo sentir las fías manos del castaño recorriéndole cada rincón del pecho mientras volvía a besarlo.

Steve dirigió al menor a la pequeña cama de huéspedes que había en el cuarto. Tony se recostó apoyado sobre sus codos listo para recibir el peso de Steve encima. El sacerdote trazó una larga caricia desde el muslo de Tony hasta cuello sin poder evitar que su concentración se centre en esa porción de piel descubierta del castaño y comenzó a besarlo y lamerlo con fervor, esta vez sería más cuidadoso y no dejaría marcas, aunque se moría de ganas por hacerlo.

El sonido de alguien queriendo entrar los sacó de sus pensamientos. Ambos dirigieron la mirada hacia la puerta que no dejaba de ser golpeada mientras el picaporte subía y bajaba lograr abrir.

Los dos rieron sin hacer mucho ruido y esperaron a que el misterioso intruso se rindiera.

--Si tiran la puerta abajo me escondo en el armario --dijo Steve logrando sacarle una sonrisa a Tony.

 

Santa libertad

Muéstrame el camino

Dame una razón

Para pensar que sigo vivo

 

La insistencia para entrar a la habitación cesó, pero fue de mutuo acuerdo que debían volver antes de ser descubiertos.

Verificaron que no había nadie observando antes de salir y lo hicieron de manera sigilosa, sin hacer ni el mínimo ruido.

Los alertó que la música había cesado y el fuerte murmullo de las personas que acrecentaba en volumen. Más cerca de las mesas pudieron ver el tumulto de gente que se hacía cada vez mas grande a medida que las personas se acercaban.

Tony oyó la voz de Stephen que pedía espacio en un fuerte grito y corrió en dirección a la gente. Steve lo siguió.

Al llegar solo pudieron ver un cuerpo en el piso y la voz de Stephen que le pedía a Tony que llamara una ambulancia.

--De prisa, está sufriendo un infarto --dijo el neurocirujano volviendo al cuerpo en el suelo.

Steve pudo verlo mejor y su cuerpo no respondió de manera alguna, no creía lo que estaba viendo.

--Peggy --dijo en un suspiro mientras sus ojos se inundaban en lágrimas.

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado el capitulo de hoy. El que viene va a ser algo intenso por eso quiero subirlo cuanto antes ahre. 

La canción es La libertad de Pablo López

Mantengase a salvo.

Nos leemos pronto. 


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