# Capítulo 6: Entre dulce y amargo. #
Habían pasado meses desde que Sheba y Aladdin se habían mudado a su nuevo hogar.
-Te toca bañarte- entra Judal a la habitación con una toalla en la cabeza.
-¡Si!
La amabilidad de el hermano mayor podría ser inexistente para muchos, pero a los ojos de Aladdin era muy clara. Desde que llegaron allí Judal siempre fue lindo, tierno, cálido y aunque no lo pareciera a simple vista, él siempre lo escuchaba. Y al poco tiempo logró llenar el vacío de su corazón, curar todo miedo y preocupación. Para él, Judal era un héroe.
-¿Te vas a quedar ahí?
-No -sonríe- ya me voy, Judal-onisan.
Y como suele suceder en algunos casos, de la admiración logró nacer también otro sentimiento. Uno que no lograba entender del todo. Era algo entre alegría y nerviosismo que a su vez lo hacían sentir aún más cosas. Cosas que no se sentía listo para contar con su hermano y quizá con nadie, al menos hasta que aclarara sus pensamientos.
Por otra parte, Judal lograba sentir la misma atracción que Aladdin hacia él. Pero a diferencia de el niño, para Judal estos sentimientos eran más claros, aunque no por ello más sencillos. En su cabeza algo le decía que era incorrecto. Después de todo la madre de Aladdin estaba enferma y lo que menos necesitaba era preocuparse de que el hermano mayor le saliera abusivo-mano larga. Y esa preocupación le hacía pensar en su madre, que no pudo conocer, con la cual siempre soñó. Cada que tenía un logro, cuando tenía problemas, al tomar una decisión, también cuando necesitaba un abrazo o que lo consolaran. Pero era más frustrante saber que no estaría allí. Para su fortuna, todo cambió desde que conoció a Aladdin. Apartir de ese día, todo fue mejor. Su relación con su papá, su estabilidad mental, incluso dejó de hacer esas salidas donde solo perdía el tiempo, ahora lo invertía en el cuidado de Aladdin. Ya no sentía tristeza, tampoco dolor. Por fin podía sentirse en familia, por fin podía hablar con su padre sin sentirse culpable de la muerte de su madre. Y con mayor razón no iba a arruinar aquella felicidad.
...
Aladdin había salido de bañarse y al regresar a la habitación Judal ya no estaba allí, así que decidió ir a buscarlo. Ya se había hecho una necesidad el estar con su hermano todo el tiempo. Al bajar por las escaleras se sorprendió de verlo con la foto de la boda de sus padres.
-¿Qué haces Judal-kun?
-¿Ya no soy oniisan? -baja la foto que tenía entre sus manos y voltea la vista hacia su hermanito. Y sin esperar respuesta continuó- Estaba pensando en lo sencillo que fue su boda. Pero dada las circunstancias tenía que ser.
-¿No te agradan que estén casados? -pregunta temiendo a la respuesta.
-No es eso...
-¿Es... porque no parecen como los otros papás?
-¿De qué hablas?
-Ya sabes, se tienen mucho respeto, pero no se abrazan, ni se dicen que se quieren. Además... tampoco... se besan como los enamorados -se sonroja y desvía la vista al piso.
-¿No se supone que eres un mocoso? ¿Cómo sabes de cosas de enamorados? -le encara dando unos pasos hacia él-.
-Yo... bueno...
-¿Alguien te habló de amor? ¿O es que tu sientes eso por alguien?
Finalmente Aladdin alzó la vista y se encontró con el rostro de Judal, el cual se veía lleno de tristeza. Tanto así que a él le dieron ganas de llorar.
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