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Pasión Tóxica por Noctulier

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Notas del capitulo:

Les recuerdo que esto es un borrador 737

Barry estaba muy estresado por los exámenes de la semana pasada, sus alumnos lo habían decepcionado. La prueba consistió en un simple test de conceptos que habían visto una y otra vez en clase, resultaba increíble que solo la mitad del grupo había pasado. El resto reprobó.

 

 

Empujo con su hombro la puerta del aula para evitar soltar los exámenes que llevaba en las manos, los estudiantes se pusieron pálidos al verlo, anticipando el resultado.

 

—Buenos días— los saludó serio —Les entregare sus exámenes al final de la sesión para evitar que se distraigan, si hay algún error en la calificación pueden pasar a mi oficina después de mediodía. — anotó el tema en la pizarra.

 

Por unos minutos la clase se mantuvo en completo silencio, cosa que no duró mucho, pues los adolescentes comenzaron con un enjambre de murmuraciones. Los sonidos a sus espaldas le molestaron, el punto de no entregar las notas era que ellos prestaran atención, no que se derritieran de nervios. Hastiado terminó cediendo ante los susurros desesperados, sin finalizar la clase.

 

—Eso es todo por hoy, pasare a su lugar para entregarles su prueba, una vez que la tengan pueden retirarse. — agarró el bonche de hojas mientras caminaba hacia el palco. — Carter Jon Michel.

 

Un joven de cabellera dorada levanto la mano y él le tendió el examen, al verlo el muchacho maldijo en voz baja. 

 

—Kord Theodore.

 

El chico al lado de Michel Carter se puso de pie para acercársele, se veía muy nervioso y Barry, casi podía jurar que estaba sudando.

 

—Felicidades Ted— el castaño lo miro con confusión hasta que vio la calificación. Soltó un alarido de euforia.

 

—Lance Dinah. — la joven se dirigió hacía el con seguridad, él le dio el test con la calificación perfecta a lo que ella se limitó a sonreír, levantando el pulgar para uno de sus amigos.

 

—Jordan Harold.

 

Volteó la vista hacia su espalda que era el lugar donde se sentaba Hal. Los ojos castaños lo escudriñaban con malicia. Su aparente desagrado hacia él comenzaba a mortificarlo. A lo largo de los días pudo percatarse de que Hal lo seguía con la mirada de una forma descarada junto a un toque de molestia, al inicio creyó que lo hacía por fastidiarlo por ser el “Nuevo” o el “Novato”, sin embargo con el tiempo se percató de que su interés era más profundo que eso, la pregunta era ¿Por qué?

 

De todas formas, si el muchacho no hacía nada peligroso o comprometedor podía mantenerse tranquilo. Al igual que con los anteriores jóvenes, le extendió el examen, él lo tomo de forma lenta cosa que le resulto incomoda pues le apreso los dedos por debajo de la hoja, como una especie de caricia silenciosa. Barry, por instinto retrajo la mano con rapidez.

 

Sus alumnos lo miraron con curiosidad.

 

— ¿Esta bien?

 

—Sí, están comenzando a pegarme su ansiedad— los estudiantes soltaron una risita colectiva. Él regreso la vista al muchacho. Era extraño, sus ojos que a simple vista eran de un marrón tenue parecían miel al exponerse a la luz del sol, que en ese momento le bañaba el rostro.

 

«Es atractivo» Pensó.

 

¿Pero qué cosas estaba diciendo? Con desagrado se apartó del niño y continuo entregando las pruebas. Cuando entregó todos los exámenes bajó del palco y se dirigió hasta su escritorio.

 

—Eso es todo jóvenes, nos vemos el lunes y les recuerdo que los que tengan alguna duda pasen a mi oficina— Todos asistieron y por primera vez, Barry fue el primero en salir del salón.

 

 

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—Adelante.

 

Hal abrió la puerta de la oficina justo cuando su profesor estaba con la espalda recargada en el asiento, sobándose el puente de la nariz de forma perezosa. Se veía exhausto y ¿Cómo no estarlo? Pues paso más de dos horas discutiendo con una chica que alegaba una mejor calificación cuando su desempeño en clase había dejado mucho que desear.

 

Al final, sin encontrar algún argumento que pudiera rebatir la opinión del mayor, se bajó el escote exponiendo una porción considerable de sus pechos.

 

Grave error.

 

Barry sintió repulsión y la rechazó, bajo la amenaza de mandarla a servicios escolares, su oficina tenía cámaras instaladas en las esquinas del techo, cosa que horrorizo a la pelirroja.

 

Sabía de casos donde los profesores eran provocados por sus estudiantes, sin embargo, jamás imagino que pasaría por eso alguna vez. Él era un hombre honrado y con el suficiente valor moral para no dejarse caer ante tales tentaciones.

 

Por lo menos hasta ahora.

 

—Tengo mal unos reactivos. — la voz demandante con la que le hablo a su maestro hizo que Barry quitara su mano del rostro para mirarlo a la cara. Arqueo una ceja, no estaba de humor para los comportamientos altaneros.

 

— ¿Perdón?

 

—Que me califico mal, traje el examen de mi compañera Dinah para verificar con usted. — Allen tomó los test que le extendió el castaño.

 

Efectivamente, había cometido unos errores al momento de revisar la prueba, tomo un marcador que tenía a un lado y procedió a rayonear los taches para sustituirlos por líneas que indicaban aciertos. Hal se quedó parado en medio de la habitación admirando el paisaje, la oficina tenía una decoración sobria, apenas había unos cuantos adornos probablemente instrumentos de medicina, un cuadro de una tormenta torrencial con un rayo en medio y una única fotografía de una mujer en el escritorio. ¿Quién era? ¿Su esposa?, gruño inconscientemente.

 

—Uhm— musitó el mayor — ¿Pasa algo?

 

—No.

 

Se mordió el labio. Rayos.

 

No le gustaba entrometerse en relaciones ajenas pues sabía lo molesto y doloroso que eso llegaba a ser, pero… joder. Nunca se había obsesionado tanto con alguien como lo estaba ahora con el profesor Allen.

 

Había intentado llamar su atención durante las semanas anteriores pero el maestro parecía hacerse el desentendido. No importaba la clase de miradas insinuantes que hiciera o que usará ropa más reveladora de lo usual.

 

Barry Allen ni siquiera lo miraba.

  

¿De verdad era tan ingenuo? ¿O solo fingía demencia ante los intentos de acercamiento?

 

¿Cómo declararle sus intenciones? ¿Seduciéndolo?

 

No podía simplemente acercarse así, como si nada. Barry no era un simple estudiante ni ninguno de las decenas de pretendientes, tanto hombres como mujeres, que lo acosaban a diario. Hacer que un compañero cayera ante sus encantos era demasiado fácil, pues pocos eran los que podían resistir su porte arrogante y confianzudo.

 

No obstante, ahora se sentía un inútil.

 

Suspiró.

 

Barry no le prestaba la más mínima atención, estaba mordiendo la punta de su lapicero, su rosada lengua pasó por encima de la comisura de su boca, buscando rehidratar sus labios resecos. Hal sintió un cosquilleo en la entrepierna.

 

—Ya está listo— dijo Barry interrumpiendo la línea de sus pecaminosos pensamientos. —Su calificación sube de –A a +A.

 

—Gracias. —el rubio le extendió el examen, Hal no lo acepto.

 

— ¿No tiene que pasar mi calificación a la lista?

 

— ¡Oh! Es verdad — giró la silla hacia un lado para alcanzar las listas, pero el dolor en la columna le impidió estirarse. Hizo una mueca.

 

— ¿Se encuentra bien?

 

—Sí, es solo que al parecer he pasado demasiado tiempo sentado — rió —O quizás la edad ya me está pasando factura.

 

—No creo que sea tan viejo— comentó Hal, eliminado la distancia entre ellos. Barry se echó hacia atrás al ver como el joven se le acercaba de forma exagerada admirando todo el contorno de su rostro. —Tiene a lo mucho ¿30, 35 años?

 

—Treinta, tengo treinta. Aunque a veces siento como si fuese un anciano de 85. — Jordan sonrió sin humor.

 

—Lo que necesita es un masaje, está muy tenso— Barry iba a replicar, argumentando que no necesitaba nada pero cuando las firmes manos se posaron en sus hombros decidió que era mejor guardar silencio.  

 

Hal pasó las palmas por los trapecios palpando toda la extensión, los músculos estaban demasiado rígidos como si hubiera estando cargado un gran peso. Barry se inclinó hacia adelante dispuesto a darle un mejor acceso, Hal aprovecho eso para apresar su cintura y marcar movimientos circulares con sus pulgares.

 

Allen soltó un suspiro, él contuvo la respiración. No quería soltar un gemido pues las formas marcadas por la delgada camisa de algodón estaban comenzando a llenar su mente de ideas perversas.

 

Se imaginó a sí mismo frente a un espejo con la cabellera amarilla clavada entre sus muslos dándole placer, mientras el sudor bajaba por la piel de ambos, en especial por la espalda que estaba tocando en ese instante.

 

—Eres bueno en esto.

 

—Lo sé, no es la primera vez que lo hago.

 

Subió masajeando la zona dorsal, que era la parte más tensa de toda su espalda. Barry no quería admitirlo, pero estaba disfrutando de aquel contacto más de lo que debería. No estaba bien que un alumno lo tocara de esa manera, sin embargo, el chico lo hacía de una manera tan relajante que simplemente se dejo hacer.

 

El calor producido por las manos del chico le era terapéutico, los dolores estaban diezmando. Pronto una mano cubrió su columna empujando hacia adelante.

 

— ¿Qué estás haciendo?— preguntó con voz adormilada.

 

—Estoy acomodando una de sus vertebras, parece como si se fuera a salir. —Mmm— recargo su rostro en la mesa, ante esto el castaño inclino su cuerpo aplicando más fuerza en sus movimientos.

 

Desde ese ángulo, la estrecha cintura de Barry resaltaba la redondez de su trasero. La figura del docente era un perfecto triangulo invertido, los anchos hombros y las caderas rectas adornadas con largas piernas no hacían otra cosa más que enloquecerlo. Se acercó más al cuerpo del contrario pasando sus manos desde lo más alto de su cuello hasta el inicio de su trasero.

 

La sangre estaba acumulándose impidiéndole concentrarse, aunque no precisamente en la cabeza sino en la parte baja de su anatomía, su entrepierna estaba poniéndose dura, la suavidad de la camisa no impedía sentir la templada temperatura del adulto, que soltaba discretos sonidos de complacencia al sentir como las manos del adolescente subían a su cuello hasta su espalda baja, apresándolo con delicadeza para posteriormente utilizar los dedos y frotar ligeros movimientos a los lados.

 

Cuando Barry soltó una especie de gemido ronco, Hal dejo de tocarlo, temiendo que la pequeña carpa en sus pantalones se hiciera evidente.

 

 

—Creo que así está bien— Barry no respondió —Profesor…

 

Movió su hombro de un lado al otro, el rubio soltó un quejido. Cuando volteo la cara, Hal vio que estaba dormido.

 

¿Qué diablos?

 

¡El casi tenía una erección y él estaba durmiendo!

 

Nadie lo había excitado y humillado de esa forma. Furioso pateo la pata de la silla, que se corrió hacia un lado haciendo que Barry casi cayera al suelo.

 

«Maldito Allen» pensó Hal.

 

—Me quede dormido, lo siento— le dijo el mayor levantándose para tomar las listas en la mesa contigua.

 

—Ya me di cuenta. —Barry decidió ignorar el tono ácido del niño. Jordan, sin duda alguna, era bipolar o sufría de algún tipo de trastorno de personalidad, pues no se explicaba como pasaba de la amabilidad al desprecio tan rápido. Agitó la cabeza para despertar y pasó la saliva que tenía acumulada en la boca, estuvo a punto de babear su escritorio.

 

El contacto de su estudiante resultó ser un medio muy efectivo para relajarse, tanto así que sucumbió ante los brazos de Morfeo. Necesitaba algo dulce para evitar ceder de nuevo ante el cansancio, por lo que se agachó, agarrando el frasco de golosinas que tenía debajo del escrito.

 

 

Desde que estaba en el departamento de criminología, pasó de ser una persona común y corriente con una alimentación saludable a un comedor compulsivo de Snacks. Los turnos de trabajo eran largos por lo que sus comidas se fueron distanciando cada vez más hasta llevarlo al punto de consumir solamente dulces y comida chatarra para sobrevivir, ahora intentaba dejar su adicción por las golosinas, pero el asunto estaba resultando más difícil de lo que creyó.

 

Saco dos lollipops, le ofreció una a Hal.

 

— ¿Gustas?— él miro despectivamente al dulce, aun enojado por la indiferencia del otro. Lo meditó un momento antes de darle una sonrisa malévola y aceptarlo.

 

Hal le quitó la envoltura con algo parecido a la desesperación, misma con la que se llevó la paleta a la boca haciendo gestos y expresiones raras que a Barry solo le provocaron risa. Movió la cabeza de un lado a otro, negando.

 

¿Qué era lo que estaba haciendo?

 

Le restó importancia, no era de su incumbencia los fetiches que tuviera aquel niño con las golosinas. Retiro la envoltura, introduciendo el dulce rojo a sus labios. Regreso a lo que estaba haciendo y tacho el –A, sustituyéndolo por la nueva calificación.

 

—Efo ef fofo fe feo ef funes.

 

— ¿Qué?

 

—Fe efo efs…— Allen se dio cuenta de que estaba hablando con la boca llena, rodo los ojos y se sacó la paleta de la boca.

 

—Perdón, todavía sigo un poco dormido— sonrió —Eso es todo, te veo el lunes.

 

Hal tendió la mano, Barry lo miro curioso.

 

— ¿Qué es lo que quieres?

 

—Mi examen, aún no me lo ha entregado.

 

—Cierto— giró la silla para regresar al otro escrito, no obstante tenía las dos manos ocupadas, una por el marcador y otra por el dulce, por lo que dejó la paleta recargada en su envoltura. Tomó el test y se lo entendió.

 

—Ahora sí, eso es todo, nos vemos el lunes— el castaño asintió dedicándole una mirada divertida y le guiñó un ojo antes de salir por la puerta de la oficina.

 

Barry arrugó la cara con desagrado ¿Otra vez esos cambios de humor tan repentinos? chasqueo la lengua.

 

Tenía cosas más importantes que hacer como para preocuparse por la inestabilidad emocional de un puberto. Bajo la vista recordando la lollipop que había abandonado, contento se la metió a la boca.

 

No era muy buena idea dejar los dulces a la intemperie, pues por algún motivo la paleta cambio un poco de sabor. Se encogió de hombros, igual no era algo que le impediría terminarse la golosina. Siguió ojeando algunos documentos antes de salir de su despacho con dirección hacia intendencia, tenía que reportar sus horas de entrada y salida.

 

—Buenas tardes— saludó al conserje.

 

—Buenas tardes, profesor. Creí que estaba intentando dejar los dulces.

 

—Eso hago— contestó riendo —Pero de poco en poco.

 

—Ya veo. Bueno, es un progreso que haya dejado los dulces de cereza.

 

Él iba a rebatir, ¿De que hablaba? Si la lollipop que estaba consumiendo era de...

 

¿Limón?

 

¿Cómo diantres es que...?

 

De pronto recordó la mirada burlona y altanera que le había dedicado su alumno antes de irse, junto a la lollipop abandonada en el escritorio. Ese niño había…

 

« ¡Hal Jordan!» 

 

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Por su lado, Hal estaba caminando feliz hacia su auto, saboreando con morbo la lollipop de cereza que momentos antes había estado en la boca de su maestro.


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