Capítulo 2
Estaba vigilando como siempre a ese lindo peli-rojo que le tenía la mente robada, y la cámara búho que solo lo enfocaba a él, vio que estaban preparados para intentar encontrar como poner en práctica el plan. No era muy difícil, en verdad lo único que debían hacer era encontrar el traje “especial” de su talla y salir de allí, y eso hacían en ese momento. En su interior rezaba para que pudieran completar el plan sin que nadie les pillara, porque entonces estarían muertos en nada. La gente no soportaba a los “nadies” porque según ellos eran un gasto del que se podía prescindir tranquilamente.
—¡Vamos! —dijo en un susurro deseando que todo fuera bien.
El búho le mostró como los niños, cogidos de la mano, se acercaban al lugar donde había los trajes. Allí él había hecho entrar dos trajes de pequeño tamaño –no le interesaba el gemelo del peli-rojo de ojos verdes, pero no tenía más remedio si quería que el otro saliera de allí− para que pudieran salir al exterior. Estaba preparado para hacer él su plan y llevar a ese chiquitín con él, pero antes debían de conseguir que ellos salieran, y también que todo fuera bien para poder entrarlos en el recinto especial.
—¡Rápido! Que os pillaran —seguía susurrando exaltado por lo que veía.
Estaba viendo como su pequeño, porque para él era suyo, estaba corriendo hacia el lugar donde estaban los trajes. Allí el hermano de ojos-marrones ya se había dado cuenta de que había esos dos trajes. Y habían ido a buscarlos con rapidez, pero el búho también le mostraba que no quedaba mucho tiempo para escapar antes de que les pillaran. Ninguno de los dos hermanos sabía cómo se ponía el traje, así que tardaron bastante en conseguir ponérselo. En cuanto acabaron de ello se fueron directo a la puerta y salieron a la calle para escapar.
—¡Bien! Lo consiguieron —gritó un poco, pero no mucho.
Los pequeños corrieron por la calle hasta estar lo suficientemente lejos para poder escapar, antes de que les pillasen, porque la alerta había sonado ya. El búho mostraba como la gente de dentro se ponía las ropas para salir, justo antes de que la cámara siguiera a ese par. Maho se levantó un poco asustado por si pillaban a su niño, pero Taki se encargó de que eso no pasara. Cogiéndolo de la mano, se lo llevó rápido por entre las callejuelas que daban a un sitio abandonado.
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Jadeaban, cansados por la corrida que habían tenido hasta llegar a ese lugar. Estaba con ganas de dejarlo así pero sabía que no podía dejar de correr y menos soltar la mano de su hermano para conseguir que no los pillaran los de seguridad que de seguro ya les estaban intentando encontrar. Forzando a su lindo hermano se fue hacia las calles de la ciudad. Quería camuflarse entre la gente para no ser tan fácil de encontrar para esos tios que los tenían encerrados como leprosos.
—Taki, n-no pu… e… do… más… —dijo jadeando sin parar.
—Aguanta un poco más hermanito, pronto llegaremos a algún lugar donde podamos descansar. Te lo juro.
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Un lindo peli-verde, entraba en la habitación donde estaba su hermano viendo a ese par de gemelos corriendo. Sus azules ojos se fijaron en la televisión que había allí. Se sorprendió de que su hermano viera a dos chicos corriendo y que estuviera tan afectado, por ello. Volvió a mirar otra vez la cámara y se fijó en que uno de ellos parecía realmente agotado pero el otro se veía un poco más en forma.
—¿Qué miras Maho?
—Eh… —respondió este girándose para encontrarse con su hermanito— ¿Qué haces aquí Koga?
—Vine a pasar un poco de tiempo con mi hermano… ¿estás ocupado?
—Ahora sí, un poco, pero puede que pronto pueda jugar contigo.
—Jo…. Espero que sea así —dijo con un pequeño puchero.
—Prometo que sí, pero tú prometerás que no le dirás nada a padre ¿Está bien?
—No sé el porqué pero está bien —dijo sonriendo— Pero… ¿puedo quedarme? —preguntó tímidamente mientras se ponía delante de su hermano, con carita de querer ser cogido y sentado en el regazo.
—Bien, puedes quedarte y mirar conmigo —dijo con un pequeño suspiro.