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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Hola, perdón por no actualizar ayer. Lo que pasó es que tuve problemas con el documento y la página. Mañana subiré otro capítulo, espero que este les guste mucho!!

A mí me gustó demasiado, porque ya se está comenzando a ver que Nicolás sí puede ser responsable!!! :) 

 

AMÉ ESTE CAPÍTULO, ESPERO QUE USTEDES VEAN ESE TOQUE QUE HACE QUE LA HISTORIA VAYA AVANZANDO. 

Capítulo 25

“Segundas oportunidades”

A la mañana siguiente todo resultó natural. Bajo el brazo de Oliver seguía durmiendo Nicolás. Sus piernas estaban entrelazadas y las enormes manos del empresario se mantenían aferrándose al cuerpecillo pecoso y blanco del chiquillo. Oliver bostezó, despertando al enano. Estaban acostados en forma de cuchara y eso tentaba bastante a Yael. Así que lo más loable era despertar de una vez por todas al pelirrojo, antes de tener sexo desenfrenado y levantarse para la hora de la comida.

—¿Dónde aprendiste a bailar así? —preguntó con su ardiente y ronca voz  de todas las mañanas, Oliver. Nico gruñó y  se cubrió el rostro con la almohada.

—¿Importa? —preguntó con carácter majadero.

—No, claro que no importa… digo, es muy normal que un adolescente de 16 años baile como si estuviera vendiendo el culo —comentó con el sarcasmo invadiéndole hasta el cuero cabelludo.

Nicolás río fuerte.

—¿Acabas de decirme puta? —Se encogió en la almohada, confundido. ¿Qué era toda esa mierda? ¿Por qué nunca podían estar sin pelear? Pero le gustaba, era masoquista.

—No. —Se negó Oliver.

Le acarició el brazo y esperó a que Noah le contara sobre sus trucos de baile.

—Lo aprendí en la calle, en el internet y en los pubs ¿Algo más, gran esposo que llama puta a su marido? 

Oliver se quedó pensativo. En ningún momento le había dicho puta a Nicolás, pero si Nicolás decía que sí le había dicho puta, entonces nadie podía sacar de esa idea al mocoso. Esas y muchas otras cosas más, llevaron a que Oliver no repusiera los daños y que contestara como Nicolás deseaba escuchar.

—No. —Se paró de la cama y se metió a darse una ducha. Tenía que ir a trabajar y lo peor de todo era que no descansaba lo suficiente y que cuando Nicolás estaba, siempre se gastaba el tiempo peleando por cosas estúpidas.

 

Una de las actividades que haría con Nicolás era esa: portarse como Nicolás se imaginaba, porque si comenzaban a pelear, entonces la relación acabaría muy rápido. Ciertamente si Oliver trataba de corregir los malos entendidos, entonces Nicolás comenzaría una pelear, sin embargo, si Oliver le  seguía la corriente a Nicolás y no le corregía los malos pensamientos, entonces el pequeño se sentiría confundido e iría junto a Oliver para tratar de solucionar los problemas. Al parecer su teoría de obediencia estaba dando buenos resultados; justo cuando se metió al chorro de agua, Nicolás fue también a bañarse.

Nico lo observó con cuidado, agarró shampoo y se lo puso en la cabeza, luego tomó las dos manos de Oliver  y las puso sobre el cabello enjabonado. Oliver entendió al instante y comenzó a lavarle el cabello. Nicolás era tan mansito por las mañanas, bueno, sólo en las actuales mañanas, porque antes… antes era un grosero.

Durante el baño se  miraron mucho. En los ojos de Nicolás había arrepentimiento, sabía que era muy expresivo y que siempre la cagaba con sus comentarios, pero también Oliver estaba algo mal con sus comentarios. Oliver era mamón cuando quería y tenía el carácter más pesado que cuando Nicolás  cargaba el horario de los miércoles: esos días le tocaba historia, matemáticas, literatura y computación. Odiaba casi todas las materias, pero más las matemáticas y lo hacía con todo su corazón, incluso podía pedirle el corazón a Oliver para agrandar más su odio, pero no podía; Oliver amaba las matemáticas…

Esa era una de las tantas diferencias más notorias que tenía con su esposo, de hecho las apuntó  como lista en su libreta de literatura, porque pensó que esa materia podía servir para escribir  sus secretos más ocultos:

  1. Edad
  2. Altura
  3. Personalidad
  4. Cultura
  5. Valores éticos
  6. Consumo de sustancias adictivas
  7. Habilidad en los cálculos

Poco después  se imaginó cosas. Si Oliver fuera su maestro de matemáticas, entonces sería el homosexual más embobado de toda la historia del estudio de las matemáticas. Ni las ecuaciones se aprendería, incluso no serviría para estudiar las tablas y las raíces cuadradas. ¿Se podía elevar Oliver al cuadrado? ¿Podía dividirse simétricamente? Lo único que sabía era que utilizaba bastante los cálculos cuando tenía sexo con él. Eran tantas cuentas que hasta terminaba exhausto.

—¿Estás bien? —Oliver le preguntó al ver que lo estaba mirando con un rostro totalmente atontado.

Nicolás se negó. No estaba bien, claro que no. Estaba alucinando con cosas sucias y eso no podía ser posible.

—Estaba pensando en nuestras peleas y ciertamente en que siempre peleamos por nuestras diferencias, incluso llegué a compararte con mi horario de los miércoles ¿sabes que ese día cargo bastantes libros, no es así? Bueno, mi libro más pesado es el de matemáticas, entonces recordé que esa era también una diferencia entre nosotros, porque tú amas las matemáticas y yo las odio. Entonces me la pasé imaginando que sería muy pervertido si fueras mi maestro de matemáticas, también supuse que no aprendería nada contigo como entrenador de esa materia de puta. —Suspiró cansado, estaba agitado, había hablado muy rápido y eso no era común en él—. No aprendería nada contigo, incluso si estudiamos durante el sexo, ya sabes… podríamos intentar  estudiar las tablas mientras follamos, pero me perdería en la cuenta —añadió con la cara horrorizada.

Oliver se quedó callado ¿qué era toda esa mierda de historia? Nicolás estaba volviéndose loco…

—Te imaginas si estudiáramos la fórmula general mientras estemos en la posición 69, ¿Crees que pueda aprendérmela? —Elevó la mano como si el foco se le hubiese prendido. Era mala idea, Oliver lo supo de inmediato ¿Quién coños se ponía a estudiar la fórmula general en medio de una felación? Nadie… ni los más nerds adictos a la posición 69 lo harían.

—¿Estás realmente bien? —Le tocó la frente para saber si tenía fiebre o no, pero Nico estaba con temperatura natural—. ¿Acaso estás proponiéndome tener sexo y ser tu maestro al mismo tiempo?

—Sólo lo imaginaba, sería muy loco —sonrió insatisfecho y avergonzado por su tonta historia erótica. 

Oliver se tensó. Nicolás sí que era muy imaginativo… demasiado imaginativo. Sabía que todos tenían rasgos perversos, pero Nicolás traspasaba la línea de la perversión, inclusive había añadido a sus ideas perversas la materia de matemáticas para ejercitarla también. ¿Quién hacía eso? Sin poderlo evitar, Oliver se burló en alto.

Nicolás abrió los ojos como platos. Esa era la primera vez que su esposo se burlaba de él y no le gustaba que nadie se burlara, sólo permitía que Tomás se burlara de él. La furia se le subió hasta la cabeza, dejando al chiquillo completamente rojo de coraje. No debió de haberle contado todos sus pensamientos a Oliver, debió haberlo supuesto antes… Oliver era un mamón…un malo.

Se terminó de bañar lo más rápido que pudo y salió inmediatamente de la regadera. Oliver lo observó irse enojadísimo y lo sentía, pero no podía evitar reírse. Todo eso había sido bastante gracioso…

Ya en la habitación, Nico se vistió a como pudo. Se encontró unos pantalones de licra negros, entubados y de estilo cagado, y lo combinó con una playera de cuello V color blanca con negro. Se puso unos convers negros con blanco y salió de la habitación lo antes posible. Necesitaba comprar piercings nuevos y ahora se le estaba metiendo una idea enorme en la cabeza. Deseaba perforarse la nariz y la oreja izquierda, para quitarse los aretes de los labios. Si a Oliver le molestaban los piercings en los labios, entonces se quitaría ambos y se perforaría la nariz y la oreja izquierda.  

Se sirvió un vaso de agua helada, pero se atragantó con el líquido al sentir que Oliver lo abrazaba con fuerzas por la espalda. Pataleó y tosió fuerte. Lo había asustado y eso no tenía perdón de Nicolás.

—No me toques —musitó cabreadísimo. Tenía el corazón exaltado, aparte todavía se encontraba molesto por la burla que antes le hizo.

Quitando las manos  del cuerpo de Nico, Oliver lo obedeció. Suspiró ruidosamente y se cruzó de brazos, esperando a que Nicolás dijera algo más.

—Me asustaste —espetó por fin el chiquillo. El mayor se encogió de hombros —. Puedo soportar solamente una pendejada tuya a la vez, pero que ya sumaste otra. Son dos, Oliver. —Se lo confirmó levantando los dedos de la mano derecha, contando.

—Pensé que odiabas contar —espetó, recordándole su odio por las matemáticas.

—¡Van tres! Primero en la bañera: te burlaste de mí ¡Te burlaste!

—¿Nunca lo podrás superar? Créeme que si hubiera más gente, entonces ellos también se burlarían de tus tonterías.

—No respetas mis tonterías —farfulló enojado —. La número dos fue el susto. ¡Me asustaste! Casi me muero del susto, mi corazón estaba palpitando fuerte, hacía:  Bum boom, bum boom, bum boom —se quejó haciendo el sonido del corazón lo más creíble posible —. Y la tercera: te has burlado de mis pésimas habilidades para las matemáticas. ¡Sí sé contar, Oliver! No soy tan estúpido.

—Es que no estoy acostumbrado al actual Nicolás —agregó el pelinegro. Nico se estremeció—. Antes ni siquiera me contabas tus tonterías de pensamiento, ahora  hablas y sacas tu lado infantil, tu lado dramático. Es nuevo para mí, Nicolás. No me molesta en lo absoluto, sólo quiero que entiendas que apenas estoy percibiendo eso de ti.

Los hermosos ojos de Nicolás rodaron. Joder, era verdad. Nicolás apenas se estaba comportando infantil con Oliver y es que joder… parecía mariquita. Ahora se le estaba saliendo más lo gay. Odiaba ser tan gay con Oliver.

¡Era tan gay con Oliver!

—Te odio —terció el chiquillo, cruzándose de brazos.

No lo odiaba, pero lo sacaba de quiso.

—Te odio mucho —siguió hablando el Gatito. Oliver sonrió. Sabía que esas declaraciones de odio significaban amor. Nicolás era un adolescente demasiado infantil y hermoso. Pese a todo, Nico tenía de todo un poco: algunas veces se comportaba malhumorado, otras feliz, enojado, más enojado, enojadísimo, celoso, dramático, tierno, y esta vez sacó su lado infantil.

—¿Ya se te quitó lo enojado? —Oliver levantó la mano para mirar su reloj, detectó la hora y chasqueó los labios. Habían pasado cinco minutos y eso era pérdida de tiempo, sí que sí—. Dilo ahora o calla para siempre. —Sonrió de lado al decirlo. Había usado un tono serio, y al igual que su esposo, él también estaba sacando su lado infantil pero con pinta autoritaria.

Noah asentó con la cabeza, se metió las manos en los bolsillos de la licra y agachó la cabeza. No importaba si se veía gay, ya le estaba gustando sacar su lado afeminado con Oliver. Oliver se le quedó viendo un poco más, buscando que su reconciliación tuviera un toque más salvaje. Ya fresco del rostro y sin ninguna vergüenza recorriéndole las venas, Nicolás se sentó en la cocina integran que estaba topando con su espalda, agarró la corbata de Oliver y lo estiró para tenerlo cerca. Levantó la barbilla y le dio un corto beso en los labios. El choque fue un poco ruidoso, pero poseía ese toque suave.

Oliver no se dio cuenta, pero cuando terminó de besar al pequeño, éste ya estaba colgado de su cuerpo. Nicolás era muy ágil para ese tipo de cosas que alarmaban a Oliver. Su traje estaba limpio y sin ninguna arruga, no quería ir a trabajar con la ropa desaliñada. Odiaba eso. Así que para evitar que su ropa se ensuciara, separó a Nicolás de él.

—La ropa se ensuciará —musitó el ojigris en defensa propia.

—Mi ropa está limpia, Oliver —dijo el chiquillo, defendiéndose. Se sintió ofendido al instante. Ni que fuera un pordiosero…

—Pero la suela de tus tenis no y enredaste las piernas en mi cadera. —Se sacudió los pantalones para evitar que el polvo se impregnara en ellos.

Nicolás torció la boca. Odioso Oliver, siempre la cagaba cuando menos se lo esperaba. Se suponía que apenas estaban reconciliándose, pero la estúpida ropa de Oliver Yael Wolff Rudel estaba jodiéndole la maldita mañana. Odiaba que Oliver fuera un enfermo de la limpieza y de la responsabilidad. ¿Por qué nunca se ponían de acuerdo para nada? Ni para reconciliarse se ponían de acuerdo…

—Estúpida suela, estúpidos tenis, estúpida ropa elegante. Eres un estúpido…

—¡Hey! —Oliver sujetó el puño que pararía en su nuevo traje negro sacado del Gucci —. Es Gucci y es nuevo —se lo dejó en claro antes de que el ojiazul pusiera sus pequeñas manos en su nueva ropa. Ese traje estaba ya incluido en su closet de trajes favoritos.

—Hui —se burló el pequeño con mucho sarcasmo —. Pues quédate con tu estúpido y elegante traje sacado del Gucci —gritó con autoridad y trató de bajarse de la cocineta, pero Oliver puso sus enormes manos en ella y se inclinó hacia él, impidiéndole la huida cobarde —. ¿Qué quieres? ¡Quítate! —ordenó encogiéndose más de hombros. Oliver alzó una ceja.

—Me iré a trabajar en menos de diez minutos y tengo que cuidar mi aspecto físico. Soy el presidente, Nicolás. Al igual que tú tienes que usar tu uniforme escolar, estar fajado y bien peinado, yo también tengo esa responsabilidad.

—Eres el presidente ¿entonces por qué vas? Puedes tener tus días libres cuando quieras, ¿no? Pero prefieres dejar a tu esposo a la buena de la ciudad. Además yo no voy bien vestido a la escuela aunque me lo pidan.

—La responsabilidad es nuestra diferencia más grande. Yo sí cumplo mis obligaciones y tú no lo haces. Debes cumplir los reglamentos, tienes que seguir las reglas, porque si no las sigues ahora, el día de mañana no podrás quebrarlas.

—Me explicas lo último, es que no entendí —murmuró con mucha vergüenza. No quería verse estúpido ante Oliver, pero la verdad no lo estaba entendiendo.

Oliver sonrió de lado, luego se expresó con libertad, diciendo:

—Mira, cuando una persona sigue siempre las reglas y es responsable en todo lo que hace, claro en su etapa estudiantil, entonces cuando sea grande  podrá ser dueño de sus propias reglas, incluso podrá hacer su propio reglamento. Cuando una persona es aplicada, podrá aplicar a los demás en un futuro. Pero si eres un bueno para nada, entonces inclusive de grande seguirás siéndolo. ¿No quieres ser un inútil, verdad Nicolás? El señor Wolff Rudel no puede tener a un esposo inútil.

Oliver a como pudo quiso hacerlo entender el valor de la responsabilidad. Nicolás entre cerró los ojos, asustado, luego asentó y se negó con la cabeza al mismo tiempo, confundido.

—No soy inútil, yo seré responsable… responsable…

—¿Verdad que sí? Entonces trabaja para ser responsable. Haz tus tareas, trabaja y no dejes materias en segundas oportunidades —pronunció con más altives la parte final.

Nicolás tragó saliva al escuchar  lo último. No estaba seguro de cumplir con eso en este semestre…este semestre había sido muy duro para él ¿Cómo se suponía que le iría bien si se casó y pasó muchos días en Francia? Además faltaba poco para terminar las clases del semestre y era imposible, muy inalcanzable prometer ese último punto.

—Oye, tranquilo viejo…estamos yendo demasiado rápido con el tema de la responsabilidad —con una sonrisa temerosa, Nicolás  musitó, golpeando al mismo tiempo  el hombro de Oliver.

Sobó su saco después de darle el último golpecito en el hombro y se bajó de la cocineta. Estaba más que perdido, estaba realmente jodido ¿Cómo se suponía que saldría librado de las materias si este semestre no hizo nada en clase? Entonces se encargaría de sobornar a las maestras para que lo pasaran con un 70 y de panzazo. Tenía que hablar con Tomás, de seguro ya estaban las listas de los promedios y él era su única salvación para verificar si estaba o no en segundas oportunidades.

—No dejes en segundas, Nicolás —espetó el más alto—. Y si las dejas, entonces tendrás que trabajar muy duro ¿lo sabes, verdad?

Nicolás asentó, diciendo que sí. Claro que sabía…estaba seguro que si dejaba en segundas oportunidades entonces tendría que trabajar muy duro para pasar las materias.

Después de pelearse y reconciliarse, Oliver se despidió de Nico con un simple beso en los labios para poder irse a trabajar. Era muy temprano y lo primero que Nicolás tenía que hacer era llamar a su mejor amigo. Tomás tenía que decirle si estaba en peligro o no de dejar  materias en segundas oportunidades.

Con miedo, agarró su celular y llamó al rubio. Al toque, Tomás le contestó con una risilla de a principio.

—Hola, Nico ¿Qué pasó? ¿Tienes las fotos  vestido de mujer? Caroline las quiere ver —río con más fuerza al terminar.

Al parecer estaban haciéndole cosquillas y poco después Nicolás aseguró su comentario mental al  escuchar la voz de Caroline y sí, le estaba haciendo cosquillas.

—¿Le contaste a Caroline? —gritó el pequeño pelirrojo—. Se suponía que nadie iba a saber.

—Ella no dice nada, entonces qué ¿tienes las fotos?

—Sí, pero te las pasaré si me sacas de algunas dudas.

—Ajam —murmuró para alentarlo a hablar.

—En primera ¿Estoy en segundas oportunidades?

—Jajaja, pero si ya estás en segundas por ley, ¿No recuerdas cuando la profesora de matemáticas y de historia te dejaron en segundas el primer día de clases? Y bueno, el de física te dejó en segundas al segundo día. Todo pasó tan rápido que planeamos vengarnos ¿no recuerdas?

—¿Tengo entonces tres materias en segundas?

—No, tienes 4. También tienes literatura en segundas oportunidades.

—¿4? ¿Me estás jodiendo? Eso es imposible. La profesora Beatriz me ama, yo… me ama, estaba seguro —tartamudeando terminó de decir su justificación.

—Sí, te amaba antes de que le picaras el ojo con un avioncito de papel ¿No recuerdas? No le pasó nada grave, pero al parecer el ojo se le puso muy rojo, se enojó, te maldijo y luego te dejó en segundas inmediatamente.

—Oliver me va a matar, soy un inútil, he dejado 4 materias en segundas y  por tonterías. —Se recargó en el refrigerador para no caer desmayado. Se sentía muy mal, estaba muy débil. Estaba perdiendo fuerzas. No quería  decepcionar a Oliver, pero ya lo estaba haciendo.

—Pero primero envía las fotos, las queremos ver —dijo Tomás, tratando de calmar ese ambiente.

—Tomás ¡Estoy en problemas! No puedo, voy a llorar en cualquier momento. Justo acabo de decirle a Oliver que seré responsable y me entero que tengo 4 materias en segundas ¿Cómo crees que me siento?

—¿Mal? —preguntó aterrado su mejor amigo.

—Me siento pésimo, Tomás. Quiero llorar…

—No, no llores. Te ayudaremos a pasarlas.

—Es muy difícil pasarlas, odio las matemáticas, y  la física también tiene cálculos. Odio los cálculos, por culpa de los malditos cálculos estoy en segundas —su voz se entrecortó. Oh no, estaba llorando y era la primera vez que Nicolás lloraba por culpa de la desesperación.

—Oye, tranquilo. Tienes que ser consciente de que era más que obvio que dejarías materias en segundas. No te pongas así, tranquilo…

Y no pudo escuchar más los lloriqueos de Nicolás, éste había cortado la línea. Le colgó a su mejor amigo y eso significaba demasiado. Noah Nicolás estaba en problemas, en muchos problemas.  Subió a la recamara y  comenzó a buscar entre los cajones una cajetilla de cigarros, pero no encontró nada. No tenía drogas en su dormitorio, quizá sólo tenía un poco de cocaína en su casillero escolar, pero la escuela hoy estaba cerrada. Los nervios se le subieron a la cabeza, permitiéndole llorar como si no se diera cuenta que las lágrimas le caían con facilidad por todo el pecho. Estaba llorando sin emitir ningún sonido, al ras que caminaba en círculos por toda la habitación. Necesitaba a Oliver, lo necesitaba, necesitaba verlo para sentirse tranquilo.

Sin pensarlo mucho,  le pidió la dirección de la empresa de su esposo a la señorita de limpieza, salió de casa, tomó el metro y fue hasta Oliver. Se secó las lágrimas y subió el ascensor, pero se detuvo al estar en el piso indicado. Había ido hasta la empresa de su esposo, pero no sabía qué decir. Agachó la cabeza y se recargó en la pared más cercana, lamentándose cruelmente. Odiaba no pensar antes de actuar, pero quería ver a Oliver, decirle que se sentía el peor estudiante y el más inútil marido del universo…

—¿Qué haces aquí, Nicolás? —preguntó la persona que en esos momentos ocupaba todos sus pensamientos. Era Oliver y esta vez no sabía si decirle que había reprobado o no…

Notas finales:

Hola de nuevo, ¿notaron que Nicolás ya comienza a necesitar narcóticos? Bueno, poco a poco la historia tomará más sentido. :) ¿Qué les pareció? 

Espero sus comentarios, ya mero son 300 comentarios go go go :)


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