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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Capítulo 8

 

“Una felación no basta”

 

Acarició los pómulos de su pequeño con suaves besos, pero se detuvo. No era momento para caer ante sus encantos —. Todo lo que hago, es porque te quiero.

—No me gusta que me quieras, gracias… pero no lo necesito —le dijo y como pudo se zafó de sus garras,  se miró las muñecas doloridas por el  violento agarre y se dio la media vuelta para meter la lleve en la cerradura de la gran casa, deseaba entrar ya. Anhelaba que el puto de Oliver jamás lo volviera a tocar.

—Mañana te llevaré a comer, cuando salgas de la escuela pasaré a recogerte y platicaremos. ¿De acuerdo? —Le preguntó mientras aún le miraba las espaldas.

—Mañana estaré muy ocupado ¿Qué tal si cancelamos? —Habló con sarcasmo —. No tengo ganas de salir mañana. —Gruñó con altanería.

 

Oliver enarcó las cejas, y después volvió a comportarse como era en realidad, un hombre muy duro y posesivo.

—Mañana comeremos. No te largues a otro lugar, porque te juro que no lo soportaré. 

— ¿Te gusta mucho amenazar a la gente?

—No te estoy amenazando, sólo te exijo que cooperes —dijo. El menor rodó los ojos y jaló el pomo para poder entrar a su casa.

 

Estando dentro, cerró la puerta sin siquiera darse la media vuelta por el gran miedo que tenia de verlo a la cara.

 

 

*

 

 

Al día siguiente todo parecía alegre, ya que Tomás estaba haciendo bromas muy pesadas. Aunque era jueves, Nicolás no sentía mucho la presión de su boda, pero todo eso cambió cuando su mejor amigo comenzó a hablar de más.

—Ya mañana es viernes ¿Sabes lo que significa?

— ¿Tenías que recordarlo?

Tomás se burló al escuchar el rugido de su mejor amigo.

—Te la meterán…—Le advirtió.

—Cállate por favor, cállate… no sé qué haré cuando ese semental me la meta por el culo.

—Tranquilo, te he traído un poco de porno homosexual, he visto en mi casa y en verdad no te puedo ver a ti en acción. —Se burló al mencionarlo.

 

Noah entrecerró los ojos y esperó a que su amigo le mostrara los vídeos. Al principio le dio mucho miedo sentirse marica, pero después se tranquilizó cuando Tomás le puso un vídeo que era obviamente pornográfico, pero a diferencia de otros, era muy romántico.

—Es amateur —le contó mientras le ponía pausa—. Tal vez para no quedar mal tienes que imitar algunas posiciones o algo así…

—No imitaré nada, no pienso cooperar con él. No pienso dejar que me toque —dijo muy seguro. Tomás se echó a reír.  Ni él se la creía.

—Cálmate Nico, mira, yo tampoco quiero que seas marica, pero pues es mejor disfrutar… ¿No?

— ¿Disfrutar? ¿Disfrutar mientras me la mete? Claro que no disfrutaría.

—Dicen que el ano es muy receptivo —susurró mientras le volvía a poner play al video.

 

En el celular de Tomás se podía apreciar  muy bien el vídeo  y al observar como dos hombres excitados comenzaban a besarse, a tocarse y a chuparse todo el cuerpo, Nicolás se estremeció. No le parecía ni muy malo, ni muy bueno; sólo le parecía algo que el simplemente no podía hacer.

 

Abrió la boca cuando observó con tranquilidad la serie de besos  que el activo le depositaba al homosexual pasivo, captaba sus miradas, el deseo, la piel y toda esa humedad que emanaba de sus cuerpos desnudos y ansiosos. Joder, lo más grave era que por ideas extrañas se le estaba antojando un beso de Oliver en esos momentos.

 

No, no y no… Oliver no le gustaba, sólo le parecía una persona atractiva y que le hacía daño de alguna manera. Para Nicolás, su futuro esposo solamente podía catalogarse como un hombre con instintos bestiales, buen rostro, gentleman, y lo último y todavía más intimidante era que Oliver también podía verse como  un desconsiderado y grosero humano.

— ¿Qué te está pareciendo el sexo entre Homosexuales? —Tomás se atrevió a preguntarle exactamente cuando el vídeo estaba proyectándose en la mejor escena: el coito.

 

Una enorme erección rojiza que salía y entraba en el ano, otro pene revotando mientras el culo del pasivo recibía las embestidas profundas y rápidas. Los testículos golpeando las nalgas con fuerza y la pegostiosidad, los gemidos… los malditos gemidos de placer que de ahí salían, eran, eran exactamente repelentes para Noah.

 

— ¿Cómo puede verse tan simple? Esa verga es realmente enorme y penetra con brusquedad.

— ¿Qué querías, Nico? Así es el sexo, al igual que cuando te follas a una mujer las penetraciones tienen que ser rápidas, duras y poderosas ¿Comprendes?

—Esto es tan… tan…

—Es extraño, lo es… pero se ve rico ¿No te gustaría probarlo al menos una vez?

—Trato de imaginármelo, pero no puedo… no creo cooperar bien hablando del sexo.

—Pues Oliver se ve muy enojón, y te aseguro que si no lo aceptas por las buenas, entonces será por las malas.

—Lo sé… sé que él es así. —Concluyó el pequeño pelirrojo.

Tragó saliva ruidosamente y se encogió de hombros al pensar que sólo faltaba un día, si no es que algunas horas para poder vivir el acto sexual homosexual en carne propia, pero ¿Qué más podía hacer? ¿Podía pedirle a Oliver que no se lo cogiera? ¿Qué no tratara de tocarle ni siquiera la punta del dedo gordo del pie?

 

 

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

La mañana parecía no acabarse, Oliver por su cuenta debía ir al médico para poder verificar su estado de salud. De hecho no había tenido sexo con muchas personas o eso creía él. Como todo hombre caliente y de buenos gustos, tuvo sexo, por cierta obviedad lo disfruto y lo mejor, o tal vez peor para algunos, fue que siempre se divirtió sexualmente sin hacerse responsable de nada, sólo de usar condón de látex para no contraer ninguna infección de una que otra puta que se tiraba a las afueras de la ciudad.

 

Lo que también hizo por la mañana fue depositar dinero en una tarjeta de débito para la puta aquella, la tal Marce… La mujercilla tenía que desaparecer lo más pronto posible. Ya más tarde le mandaría la tarjeta con algún trabajador privado o quizás personalmente…

**

Por fortuna todo salió como esperaba. Los exámenes marcaban un buen estado de salud. Oliver no sólo lucía saludable de pies a cabeza, también en el interior todo se encontraba perfectamente limpio. Sonrió coquetamente y preparó una cita para más tarde, ya que Nicolás también debía hacerse esos exámenes que no solamente eran costosos, sino importantes también.

 

Al salir del ambiente hospitalario, se dirigió hacia el banco de nuevo, pero esta vez para poder crear la cuenta de Nicolás, depositar la primera cantidad fuerte de dinero y así estar al cien por ciento con el contrato que Salomón le puso como condición.  La primera cuota fue hecha por 20 mil euros para sus primeros tres meses de matrimonio, Oliver realmente esperaba que Nicolás tomara ese dinero, pero también deseaba que hiciera buenos actos con él.

 

Al salir del banco ya después de estar dos horas tramitando y moviendo papelería de la empresa, miró su reloj y al ver que éste marcaba la hora para ir a recoger a Nicolás, su nerviosismo comenzó.

 

La noche anterior si es que recordaba todo a la perfección, le había dicho muchas tonterías, lo había hecho llorar y hasta enojar, las incógnitas que tenía ahora eran: ¿El pequeño se encontraba ya repuesto del mal trato de ayer? ¿Estaría dispuesto a verlo a los ojos, hablarle? ¿Lo rechazaría?

 

Sin una respuesta, detuvo la Audi, y se bajó de ella para poder dirigirse hasta la escuela donde aún Nicolás se encontraba supuestamente tomando notas y aprendiendo. Su puntualidad marcaba diez minutos de anticipación, todavía quedaba poco tiempo para que la  campara tocara y todos salieran del salón.

 

El pelinegro respiró profundo, se arregló el cabello y el traje. Se remojó los labios con peligrosidad y  comenzó a sudar frio. El estúpido de Nicolás lo hacía pensar y arrepentirse demasiado de las cosas que para él podían significar cotidianidad. Más sin embargo, también se encontraba molesto y lo suficiente como para volver a gritarle, hacerlo ver la realidad de las cosas a su manera y aconsejarle diariamente para que Noah pudiera salir adelante.

 

Y no sólo eso, Oliver también estaba pensando en ir al psicólogo para poder ayudar a Nico sin que él se enterara, claro, porque si lo llegara a descubrir ¿Qué pensaría? Sinceramente a Yael no le agradaba verse como el bueno del cuento, tampoco como el malo, sólo que cuando se trataba de buenos actos nunca le gustaban los créditos ni mucho menos las alabanzas de los demás.

 

Oliver no solamente donaba dinero para las casas hogares, él también se hacía cargo de alimentar a las personas con problemas mentales que no se encontraban internadas ni mucho menos medicadas. El magnate no sólo regalaba paquetes escolares para  liceos públicos, también regalaba medicamento e instrumentos para hospitales urbanos que se hacían cargo de las personas con bajos recursos.

 

Pero, ¿Alguien lo sabía? Tal vez sólo lo sabían las personas a las que les daba mejor oportunidad de vida, o a lo mejor ni ellos sabían sobre su existencia. Sin embargo, para los demás, Oliver Yael Wolff Rudel era una persona dura, extraña y sin amor.

 

Entonces de ahí se puede asegurar que no todo lo que ves es verdad…

 

El timbre sonó despertando de sus pensamientos al mayor, observó su alrededor y al ver al pelirrojo de ojos azules, el corazón comenzó a bombear más sangre, a convulsionarse, a revotar contra la piel y con brusquedad.

 

La taquicardia, la maldita taquicardia…

 

—Tenemos que ir a una cita con el médico, te he preparado un lugar con anterioridad. —Le avisó, comenzando así una plática que tal vez nunca se daría por el estado emocional del menor. Al no escuchar nada por parte de Nicolás, sonrió de lado—. Te sacarán sangre, te checarán sobre todo, sólo tienes que cooperar. —El menor asentó levemente al escuchar eso. Se metió las manos en los bolsillos delanteros del pantalón, y comenzó a caminar para poder hacer callar al más grande.

 

De alguna u otra manera tenía que castigarlo por el exceso de violencia verbal  que antes recibió por parte de él. Al verlo caminar para adelantarse, Oliver suspiró con cansancio, al parecer el pequeño sí se encontraba demasiado molesto y herido aún. 

—Después de eso, iremos a comer.

—Comí en la escuela, después de eso me quiero ir a casa ya que tengo tarea que hacer. —Se negó. Miró con el rabillo del ojo a su prometido y abrió la puerta de la camioneta para poder entrar por sí mismo.

—No he comido, he estado ocupado toda la mañana —contó mientras se acomodaba en su lugar y se abrochaba el cinturón de seguridad.

Nico sonrió de lado y se volvió a negar.

—Que mal por ti, pero yo realmente no tengo hambre.

—De acuerdo. —El mayor se dio por vencido. 

 

Arrancó el auto con miedo a no poder disfrutar con él toda la tarde como antes había preparado. Tenía miedo de no poder interactuar con él como antes lo había logrado. Demonios.

 

—Tienes una cuenta donde te deposito, te daré tu tarjeta para que puedas utilizarla —Oliver siguió hablando —. Tienes 20 mil euros dentro y puedes utilizarlos cuando quieras, sólo que no quiero que los malgastes en cosas que hacen daño, ¿Sabes a lo que me refiero, verdad? —Se detuvo en un rojo para poder mirar a Nico.

—Quiero cantar y bailar, para eso tengo que estar libre de drogas ¿Entiendes a lo que me refiero? —Por fin le contestó.

—Me da gusto que lo veas de ese modo, es buen momento para dejar de fumar y beber alcohol.

—Así es —Noah musitó con seriedad mientras observaba el hospital.

Bajó del auto y comenzó a caminar para poder entrar, antes de hablar con alguien o mejor dicho hacerse las pruebas de salud, Oliver lo detuvo. Fijó su mirada en la vista cansada  de Nicolás y lo sostuvo con fuerza de los brazos para poderlo tener más pegado a él.

 

— ¿Te encuentras molesto? Si es así preferiría que me lo dijeras.

—De acuerdo. —Apartó los brazos de Oliver y se alejó unos cuantos pasos de él—. Me encuentro muy enojado, estoy realmente molesto, y es por eso que no quiero que te acerques, que me mires, y también deseo que no me toques —admitió mientras lo esquivaba con la mirada.

 

Yael se estremeció con rapidez. Las palabras del pelirrojo lo hacían sentir realmente mal y molesto, pero ¿Acaso el pequeño no podía siquiera sentirse herido? Si una persona como Oliver gritaba y humillaba al mismo tiempo, ¿Uno como ser humano  sólo se quedaría como si nada hubiera sucedido? Para el ojiazul no era así, Oliver tenía que pagar por todas y cada una de sus palabras y la mejor forma era esa, evitándolo.

 

Sí, sí, el estúpido pelirrojo guardaba rencor, rabia y mucha nostalgia desde la noche de ayer. A pesar de todo este lio, lo que sí se acreditaba como real era el comportamiento infantil del ojiazul, claro que en ese aspecto Oliver tenía razón. Sin embargo, las palabras y el tono que utilizó en aquellos momentos no fue el más favorable.

 

 

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

Los exámenes de laboratorio fueron realmente rápidos y muy concisos. El pequeño gatito no portaba ninguna enfermedad ni mucho menos infección. Nicolás se encontraba sano y mucho como para poder tener sexo muchas horas seguidas y con  bestialidad. Lo que obviamente sí recibió el menor, fue una regañiza por parte del doctor, que le recomendó por petición de Oliver, que abandonara las drogas o cualquier sustancia dañina para su cuerpo.

 

El pelinegro sujetó la puerta cuando el menor la soltó para poder salir del lugar. Noah se miraba molesto aún y lo peor de todo era que tenía que soportar no hablarle y eso no era todo, Oliver también tenía que soportar no poder convivir más con el pequeño minino ya que éste con mucho tiempo de anticipación, se negó a comer con él.

 

Con un poco de temor, Oliver abrió la puerta del piloto para comenzar a manejar, pero no pudo si quiera meter la llave para arrancar la camioneta.

—No me lleves a casa, déjame en…

—Vamos a casa, aun no te la muestro por completo. —Lo interrumpió.

—Déjame en el Starbucks más cercano —Noah pidió.

— ¿No irás a hacer tarea?

— Es que no era verdad, no deseo llegar a casa, y tampoco hacer nada… sólo pasear por ahí —dijo por fin la verdad.

—Vamos a comer entonces.

— ¿Por qué debería ir a comer contigo?

—No seas berrinchudo,  sé que te hablé muy fuerte ayer por la noche, pero todo es por tu bien. —Ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos y al verlo más tranquilo, dejó caer las manos en el volante.

—Ah. —Fue lo único que pudo sacar el gatito.

—Si te pido disculpas, ¿Dejarás de estar así? —El corazón del pelinegro comenzó a alborotársele de nuevo, Yael estaba dispuesto a pedir disculpas para que todo su cuerpo diera  un respiro.

 

Por su parte, el pelirrojo sonrió de lado, sintiéndose triunfante.

—Si son sinceras… —Lo estudió con más seriedad para que el mayor comprendiera bien—, entonces sí.

—Me comporté mal. Nicolás, debes ser mejor persona, y sé que ahora no soy nadie, pero mañana todo cambiará y estarás en mis manos, así que es por eso que te pido que cambies.

—Esas no son disculpas.

—Lo son para mí. —Incrustó la llave para encender el carro y con el motor ya en pleno rugido,  fue directo hacia un restaurante lujoso.

—No lo son —renegó el chiquillo.

—Lo son.  Lo son, Nicolás. Te lo he dicho con el corazón, y si es así, entonces lo son —espetó el ojigris.

 

Noah se quedó en blanco. ¿Qué había dicho el marica de Oliver? ¿Se lo dijo con el corazón? ¿En serio? ¿De esa forma se lo dijo? Entrecerró los ojos y se mantuvo callado en todo el camino para poder pensar más a fondo en las palabras de su prometido y al sentir que la camioneta por fin se detuvo, sus manos comenzaron a temblar. Joder.

 

Odiaba sentir ese tipo de “miedo” que se podía catalogar también como “gusto”, mas sin embargo tenía que estar ya acostumbrado porque mañana, sí mañana,  sería el gran día, sería la boda, y la dichosa luna de miel…

 

— ¿Siempre sí comerás conmigo? —Oliver se atrevió a preguntar al momento de levantar la carta.

—Ya que. —Sonrió el pequeño, haciéndose el resignado.

Nicolás aún se sentía confuso por las palabras de Yael, pero ¿Qué podía hacer?, además, al parecer el mayor había sonado demasiado sincero como para no perdonarlo por esta vez.

— ¿No quieres preguntar nada? —El semental comenzó una charla en la cual pensaba tocar puntos importantes.

— ¿Cómo qué? —Gruñó el minino.

—Sobre nuestra relación, nuestra habitación, nuestra rutina diaria.

—Supongo que iré a la escuela, almorzaremos juntos, comeremos juntos, cenaremos juntos y es posible que también durmamos juntos ¿No es así? —comentó con confusión.

—Me alegra que lo tengas presente, es precisamente lo que pensaba decirte. También lo que hay que tener en cuenta o mejor dicho lo que debes saber es que, nuestra primera vez no será con condón. —El chiquillo se sonrojó al escuchar esas palabras que tanto trataba de evitar—, y que tú sabrás si cooperas o no. Es posible que lo tomes como violación, pero si cooperas, entonces no lo será. Lo hablé hoy con tu padre y solucioné algunos problemas con él.

— ¿Problemas? —preguntó el gatito.

—Sí, tu padre me pidió que usara protección en todo momento sexual.

—Joder.

—Pero como será tu primera y mi primera vez  por el ano…

— ¿Puedes hablar más bajito?

—No. —Encorvó una mueca para reírse abiertamente. El chiquillo todavía sentía vergüenza por el tema homosexual, no lo podía negar —, como será nuestra primera vez y tal vez la más importante, entonces quiero que sea al natural.

—Ah, entonces las demás veces serán con protección...

Soltó como un sabiondo.

— ¿Las demás veces? —Nicolás se sonrojo aún más—. ¿Estarías dispuesto a dejarme seguir tocándote los siguientes días? —El pecoso  tragó saliva. La había regado en esos momentos. Se sentía tan avergonzado que no sabía qué contestar —. Bueno contestando a tu pregunta, también hablamos de eso y sí… serán con condón, pero si quieres entonces no lo usaré… —Y el mesero llegó para acomodar los platos que con anterioridad habían escogido —. Estoy dispuesto hacer lo que sea necesario para poder complacerte en todos los sentidos.

—Después de la primera vez, estoy seguro que no querré una segunda, ni tercera, mucho menos una cuarta. —Oliver alzó una ceja al escuchar eso.

—Es bueno que me lo digas, así podré aprovecharte bien mañana —musitó con picardía mientras se llevaba la comida a la boca. 

— ¿Tienes alguna fantasía sexual? —Nico preguntó para poder ir al tema que deseaba tocar.

—Tengo demasiadas. ¿Por qué?

— ¿Has tenido sexo salvaje?

—No golpeo cuando estoy follando si es a lo que te referías, no se me ha antojado azotar —expuso. Bebió un poco de vino mientras esperaba una buena explicación de su querido Nicolás.

— ¿Qué es lo que haremos nosotros? —Se encogió de hombros al preguntarlo.

El gatito no quería verse como todo un romántico ni mucho menos un chico desesperado, pero en cierta forma tenía que saber a lo que se enfrentaría.

— ¿A qué te refieres? —Los ojos grises de Oliver rodaron para poder comprender la pregunta de su pequeño pelirrojo. No estaba entendiendo como para poder contestar su duda.

—Ya sabes… ¿Cómo piensas tratarme mañana?

— ¿Hablas sobre el trato que te daré en la cama? —El ojiazul asentó—.  Ya te lo dije, Nicolás. Yo te trataré como sea debido. Si cooperas, entonces te haré el amor, si no lo haces, pues tendré que tomarte de la peor manera.

—Y si no quiero hacerlo…

—Tienes que hacerlo, casarse y no fornicar no tiene nada de divertido. —Nicolás se lamió el labio para poder pensar un poco más. Necesitaba convencer a Oliver, ansiaba cancelar esa noche, esa primera vez…

—Puedo hacerte una felación, ¿puedes conformarte con eso?

No me hagas reír, no quiero una chupada… no puedo conformarme con que me jales el prepucio con la lengua.

—Piénsalo, puedo hacerte una muy buena felación —El pelirrojo insistió.

— ¡Qué no, dije que no!


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