Con elegancia evadió a varios diplomáticos que ansiaban saludarlo, sin darles importancia a ninguno de los políticos y lejos de querer detenerse a hablar con algunos de ellos. A firmes zancadas atravesó toda la habitación. Su mirada estaba hipnotizada con esa puerta por cual había desaparecido Jaejoong. A cada nuevo paso que él daba en su interior había una lucha entre su corazón y su mente racional. Una parte le ordenaba desistir, detenerse y seguir con su monótona vida, pero la parte latiente y viva le clamaba que no desistiera, que siguiese. En esta guerra en su interior había ganado un solo sentimiento.
La hermosa joven de ojos saltones y sonrisa animada cogió unas pequeñas cajas de la mesa.
– Bajare con estas cajas – sonrió Ji Yeon con ambas cajas en sus manos – Te esperamos en el aparcamiento – camina hacia el ascensor, pero se detiene al ver que Jaejoong lucia mas distraído que de costumbre.
Ella odiaba ver esa sombra lúgubre en los ojos Jaejoong.
– Oppa, en tus ojos veo tristeza y a pesar de todo continuas sonriendo – ella lo miro con compasión – Si solo pudiera ayudarte – se encogió de hombros – Dime que es lo que puedo hacer.
– Gracias – sonríe conmovido por el cariño de Ji Yeon – Tenerte como mi amiga es todo lo que pido – en el tono de su voz y sus expresiones había gratitud con la hermosa joven. Ella últimamente había sido la única amiga que había hecho y que lo comprendía – No quiero que te preocupes. Soy alguien muy fuerte. Puedo sacar fuerzas de la desgracia – Jaejoong movió los labios para sonreír.
Ella sabía que esa risa era falsa, aun así valoraba el esfuerzo que hacia Jaejoong para sonreír, por fingir que todo estaba bien cuando no lo estaba.
– Oppa, es alguien muy fuerte – en sus labios se forma y dulce y cálida sonrisa – Nunca olvides de sonreír, porque el día que no sonrías será un día perdido.
Jaejoong tan solo asintió mientras ella caminaba hasta el ascensor.
Sorprendentemente las palabras de la muchacha alegraron a Jaejoong. Él lo sabía, debía seguir sonriendo, no podía seguir pensando en el pasado… en Yunho, no podía seguir pensando en él. En esas hirientes palabras, en ese “adiós” que se dijeron la última vez que se vieron. Olvidar. Esta vez Jaejoong se prometió olvidarlo o al menos intentarlo.
Finalmente su corazón había ganado. Ahí estaba él dentro de esa habitación donde nada quedaba del preparativo previo a la comida, salvo una mesa y unas cajas. Frente a esa mesa dándole la espalada estaba Jaejoong.
Yunho estaba a uno pocos metros de Jaejoong. ¿Qué decir? Su garganta era un nudo sin fin, esa agitación en su pecho se aceleraba, sus manos le temblaban, esa inseguridad no era propia de él ¿Nervioso? Han-Jung Yunho por primera vez en su vida estaba nervioso. Él no supo cuanto tiempo estuvo ahí parado, sin poder mover un musculo.
Jaejoong sin mucha prisa guardo la comida sobrante en las cajas, estaba tan absorto en sus deberes que no sintió la presencia del más alto.
Yunho tomó aire, lo soltó o al menos intento respirar. Su estomago se revolvía y el corazón subía a la garganta. Bum, Bum, Bum. Era el sonido que brotaba del fondo de su corazón, sonido que aumentaba a medida que los segundos pasaban. Ahora no le parecía tan buena idea volver a tener a Jaejoong tan cerca. <<¿Qué hago aquí?>> Froto sus temblorosas manos al ver que Jaejoong estaba volteando con una caja entre sus manos.
El rostro de Jaejoong palideció, su cuerpo quedo paralizado al ver a Yunho parado en medio de la habitación. <<¡Tengo que huir! Esto no puede ser verdad>> Pestañeo un par de veces. Tal vez era un sueño o un espejismo. Al abrir los ojos Yunho seguía ahí. No. No era un sueño y menos un espejismo. Sus ojos se abrieron al igual que su boca. Su rostro era digno de toda sorpresa. <<¡Tengo que salir de aquí!¡ !Vamos¡ ¡Piernas reaccionen!>> Sus piernas no obedecían, seguían estáticas. Muy diferente de su corazón que era un latir sin fin.
Los ojos enormes de Jaejoong no parecían quitarle la vista de encima. Volviendo a recuperar el control de su cuerpo Yunho se movió con lentitud y Jaejoong retrocedió quedando boquiabierto. Él también había recuperado el control sobre su cuerpo.
En el rostro de Yunho había un asombro que no era propio de él.
Nadie se movía. Ambos se sostienen por un instante las miradas.
Ese corazón que Yunho creyó muerto ahora latía con solo ver el hermoso rostro de Jaejoong.
– ¿Qué haces aquí? – preguntó juntando todo el valor que albergaba en su ya triste corazón. Él estaba enfadado. Con que derecho Yunho se aparecía. Esperaba no verlo otra vez. Su corazón dolía a rabiar. Jaejoong no quería llorar frente a Yunho, no otra vez.
Yunho abrió la boca y la cerró, formar una respuesta coherente le era difícil.
– Estas estorbando mi camino – Jaejoong no sonaba seguro solo decidido a no dejar que la presencia de Yunho alterara su ya frágil corazón – ¡Apártate! – arrugó la frente.
La voz casi ronca penetró en la poca alegría que tenia Yunho de ver al más joven.
– ¡¿Eres sordo?! – preguntó frunciendo el ceño – ¡Apártate de mi camino! – gruño.
Él parece desconcertado en verdad. Las palabras de Jaejoong eran tan duras que dolían, dolían en el fondo de su corazón. Yunho se alarma ante la oscura mirada de Jaejoong. En otras ocasiones lo habían mirado de esa forma, con tanto desprecio, pero él nunca espero que viniendo de Jaejoong esa mirada doliese tanto.
Con el corazón latiendo con fuerza, aun así Jaejoong tenía una mirada frívola. Ante el silencio de Yunho, Jaejoong dio un paso adelante dispuesto a caminar hasta el ascensor. Hace su mejor esfuerzo ignorando la presencia de Yunho en medio de su camino. Levemente roza su brazo con el de Yunho al cruzarse.
Yunho volvió a moverse con lentitud para enfrentar a Jaejoong, pero éste le estaba dando la espalda. Entonces Yunho estiro su brazo para detener a Jaejoong. Su mano estaba aferrándose al antebrazo de Jaejoong. <<No te vayas>>
Jaejoong se detuvo al sentir una mano presionando la blanda carne de su antebrazo. Él mordió sus labios, cerros los ojos en éxtasis, dudaba de mantener su teatral actuación y seguir ignorando a Yunho. Mordió fuerte sus labios temiendo no controlarse. Sus mejillas ardían ante ese simple contacto superficial. La viril mano de Yunho estaba sujetándolo con fuerza. ¿Tan débil era ante la un simple contacto superficial de Yunho? ¿Gritarle o correr a sus brazos? Jaejoong estaba en ese dilema.
– Yunho – se escucha su voz femenina pero fuerte – Yunho, tu madre esta… – al entrar por la puerta ella queda en una especie de shock al ver a Yunho y ese muchacho de pelo negro.
Jaejoong levantó las pestañas oscuras para verla a ella parada cerca de la puerta. La mujer lo miró con la boca entreabierta y lo ojos redondos no sabiendo que decir o que pensar al ver a Yunho sujetando el antebrazo de un muchacho con posesión como si reclamara que era suyo.
Durante ese cruce de miradas, Jaejoong la observa como quien ve una cucaracha. La mujer ante sus ojos es hermosa, elegante y brillante como un diamante. Él sabía quién era esa mujer, como olvidarla si horas antes, la vio prendada del brazo de Yunho sonriendo coquetamente.
So Ae le sostiene la mirada a Jaejoong intentando descubrir que estaba sucediendo ahí, entre ese muchacho y Yunho.
Sin mucho esfuerzo sacude sus hombros y logra liberarse del agarre de Yunho. Con un sabor amargo aborda el ascensor sin voltear a ver a Yunho. Cuando las puertas se cierran, sus piernas tiemblan y los ojos le escuecen. <<Tranquilízate. No llores. No vale la pena>>
– Yunho – dice ella con voz suave y visiblemente angustiada – ¿Qué es lo que está sucediendo entre ustedes?
Yunho no la miró e ignoró esa pregunta. La presencia de So Ae en la habitación le era indiferente.
Impulsado por su necesidad de alcanzar a Jaejoong dio zancadas largas hasta llegar al ascensor. Pero las puertas estaban cerradas y el contador analógico marcaba los pisos bajados. Sin detenerse a pensar, Yunho corrió hasta las escaleras de emergencia.
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Ella regresó al enorme salón.
– Oh, So Ae – saludo amable – ¿Has visto a Yunho-hyung? – preguntó de forma educada y atenta. Pero So Ae parecía dispersa en sus pensamientos – ¿Sucede algo?
– Changmin – ella se percato de la presencia del más alto – Lo siento… ¿Me decías algo?
– Te pregunté si has visto a Yunho – dijo el más alto esperando que alguien viese hacia donde salió disparado Yunho
– Lo vi allí – señalo la puerta detrás de ella – Estaba con un chico.
– ¿Un chico? – enarco una ceja curioso.
– Lo estaba sujetando por el brazos, impidiendo que se fuera y el muchacho al verme salió corriendo al ascensor de servicio – confundida, pero sin omitir ningún dato So Ae siguió su relato – Y después Yunho sin escucharme salió corriendo tras el muchacho…
Changmin abrió los ojos, aquella escena le parecía tan familiar. Entonces su mente recordó la vez esa que vio a Yunho corriendo tras Jaejoong fuera del restaurante.
– ¿Cómo era ese muchacho?
– Joven, no tendría más de veinticuatro. De cabello negro lacio, ojos grandes, su rostro era realmente lindo y fascínate…
– ¿Por dónde se fue Yunho? – preguntó con la esperanza de comprobar con sus ojos lo que mente estaba hilando.
– Por la escaleras de emergencia…
So Ae nuevamente quedo con las palabras en la boca. Changmin a toda prisa corrió hasta las escaleras de emergencia.
– ¿Qué es lo que está sucediendo el día de hoy?
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Cuando las puertas del ascensor se abrieron Jaejoong junto todas sus fuerzas para no desplomarse sobre sus rodillas y llorar como un niño. Dio un paso fuera del ascensor. Caminó buscando a Ji Yeon, pero su cuerpo temblaba ante cada nuevo paso. Respiró el aire por la nariz, cerró los ojos y conto hasta diez para tranquilizarse, pero el golpe de una puerta abriéndose lo desconcentro.
– ¡Argh! – ahogó un grito al abrir la puerta de las escaleras de emergencia.
Jaejoong giró sobre sus pasos hacia atrás y sus pupilas se dilataron mientras entreabría la boca. El corazón volvía a latirle con fuerza, haciendo que la sangre se precipitara por sus venas dejándolo inmóvil.
El pecho de Yunho subía y bajaba, le era difícil respirar por la nariz. Respiraba por la boca ante la falta de aire. Aun así sus labios parecían sonreír, pero su boca se torció en una mueca al ver como Jaejoong daba un paso hacia atrás.
– Espera – logra decir tomando aire por la boca. Hacía tiempo que él no bajaba las escaleras de esa forma.
– ¿Por qué? – susurro con los ojos lagrimosos.
– No vuelvas a permitir que otro hombre se te acerque.
– Ese no es tu problema – cerró los ojos con fuerza tragándose las ganas de llorar – No tiene porque importarte quien se me acerca o no. No fuiste tú quien dijo que me borraría, que me olvidarías.
¿Por qué su camino se cruzaba otra vez con el de Yunho? Las palabras de Yunho aun permanecían en sus recuerdos. “Adiós” ¿Por qué si Yunho se despidió ahora estaba con esa expresión de suplica?
– No puedo… No puedo olvidar a una persona como tu – respondió arrepentido – No creo en el destino, pero…
Jaejoong rodo los ojos, ahora su expresión es tan dolida que Yunho se queda sin voz.
– ¡Esto realmente debe divertirte! – alzo el tono de su temblorosa voz para liberarse del peso que lo oprimía, le hubiera gustado llorar, pero estaba siendo fuerte para no hacerlo – ¡No te basto con todo lo que me dijiste!
Otra vez las palabras de Jaejoong fueron un disparo directo al corazón de Yunho. Su imagen estoica y arrogante se desvanecía ante aquel joven de pelo negro.
– Mi vida era simple… pero maravillosa – la melancolía se había apoderado de él – Hasta el día en que te conocí. Desde ese día mis sentimientos están enredados, confundido. Nunca en mi vida sentí tanto dolor. ¿Es tan divertido verme así? ¿Viniste a seguir atormentándome?
Yunho no contestó. ¿Atormentar? Yunho no quería nada de eso, todo lo contrario. Pero en esos ojos negros, que lo veían, él podía ver todo el rencor a través de esas pupilas. Yunho frente a esos ojos era tan débil, se odiaba así mismo. Él lo sabía. Sabía cuánto daño le había causado al más joven. Un hombre criado para ser frio, insensible, calculador, oscuro y hasta diabólico. Pero no lo podía ser con Jaejoong. Un simple cocinero, un simple muchacho lo estaba cambiando.
– ¿Crees que estoy bien sin ti? No sabes cómo me siento… yo no puedo olvidarte – dijo Yunho hablando por primera vez en su vida con el corazón al descubierto. Esa coraza que el mismo había creado estaba siendo destruida por Jaejoong.
– ¡Deja de decir esas mentiras! – grito temblando.
Yunho bajó la vista y se miró las manos, que retorcía en el regazo. Se sentía como un niño perdido. ¿Qué podía hacer para reparar su error? ¿Qué hacer para que Jaejoong le creyese?
– ¡Nunca debimos conocernos! ¡Maldigo el día que nos conocimos! – dice Jaejoong con el corazón latiéndole y al mismo tiempo quebrándose en mil pedazos – ¡Soy un estúpido! – alza la caja y la lanza contra Yunho. Pero éste logra esquivarlo – Fui tan estúpido al escuchar tus mentiras – dijo con la voz temblorosa – En esa casa en la playa… en ella me dijiste tantas mentiras – las lagrimas se hacían presente en sus ojos.
El corazón de Yunho tembló al ver descender las lágrimas de los enormes ojos de Jaejoong.
– ¿“Que me querías”? ¿“Que no me harías daño”? – sollozó recordando ese día. Su primera noche con Yunho – En las noches lloro con el corazón destrozado. Me mentiste – las lagrimas inundaba sus ojos y ya no las podía detener – Dijiste que quien estaba frente a mi era el verdadero Yunho, que solo yo podía ver a ese Yunho. Me estrechaste en tus brazos y me mentiste. ¡¿Por qué me usaste?!
Yunho recordaba aquel momento. Le era imposible olvidar cuan feliz estaba en brazos de Jaejoong como nunca lo había sido con nadie. Ahora ver a Jaejoong llorando con la respiración entrecortada y sin consuelo lo hacía sentir el ser más miserable del mundo.
– Te odio… te odio – sollozo mordiéndose el labio para no gritar. Dolía. El corazón dolía tanto que ya no era capaz de soportarlo.
El corazón de Yunho se rompió con las últimas palabras de Jaejoong. Con ambas manos cubrió su boca. Sus ojos lagrimosos amenazaban con el llanto.
– Yo nunca te he usado – susurro lo suficientemente fuerte para que Jaejoong lo escuchara.
– ¡Basta! ¡Deja de mentirme! – suplicó entre lágrimas – Mi corazón está lleno de cicatrices y cuando recuerdo… solo hay lágrimas. Vivo cada día dolorosamente a causa de tus palabras. Verte solo me trae recuerdos tristes. Por favor vete… déjame – dijo Jaejoong llorando sin poder disimular mas su herido corazón. Maldecía ese amor que había estado creciendo dentro de sí y ahora dolía tanto.
Yunho siente una presión en su pecho. Culpa. Sus ojos brillan con aquella culpa. Aprieta sus labios antes de formar una respuesta.
– En este camino que me fue destinado – habló con dificultad mientras sus lagrimas caen una tras otra – Pensé que mi amor se consumió por completo y lo único que quedaba era un corazón congelado… que mi amor se desvaneció y me hizo incapaz de amar. Pero apareciste tú…
Yunho caminó despacio hasta Jaejoong. Las manos le temblaban. Su pecho subía y bajaba en rápidos jadeos.
Jaejoong no se movía, sollozaba sin ver la culpa de Yunho y su arrepentimiento.
A Yunho el propio aliento le lastimaba la garganta. Con dedos temblorosos, él acuna el rostro de Jaejoong entre sus manos.
– Después de mucho tiempo ahogado en esta soledad apareciste tú y me rescataste. Y ahora mismo estoy aquí para decirte como me siento… Te extraño, no puedo vivir sin ti. Me llena de arrepentimiento hacerte llorar otra vez.
Jaejoong alza la mirada y la centró en los ojos lagrimosos y temblorosos de Yunho. ¿Yunho estaba por llorar? En esos tristes ojos amenazando con llorar Jaejoong ya no sabía distinguir si Yunho mentía o no.
– Ahora puedo decir que anhelo estar contigo porque tú… tú lograste entrar a mi corazón. Estas dentro de mi corazón.
– Eres muy cruel Han-Jung Yunho – sollozo mientras los dedos de Yunho se movían por sus mejillas dándole suaves caricias.
La perfección. Yunho jamás espero encontrar algo tan hermoso y perfecto como Jaejoong. Quería protegerlo, tenerlo siempre a su lado, amarlo… Yunho quería amar a Jaejoong y ser amado.
Los dedos de Yunho eran tan cálidos y reconfortantes que Jaejoong fue moviéndose buscando más contacto. Jaejoong extrañaba aquel contacto con el hombre fascinante al que ya conocía y al que había besado y deseaba besar de nuevo, pero no podía porque tarde o temprano Yunho lo lastimaría.
– A pesar de que sé que no debo estará a tu lado. Sigo pensando en ti y tú tenias que saberlo – su voz temblaba como si lo que fuera a ocurrir cambiara su vida. Y lo haría. Una simple confesión cambiaria su vida – No puedo alejarme de ti. Por más que lo intente no puedo… Porque eres la persona a la que quiero, más que a cualquier otra cosa es a ti, solo a ti.
Las lágrimas de Jaejoong se detienen. Sus pupilas se dilatan. Algo estaba mal. Jaejoong no creía haber escuchado esa casi confesión de amor de Yunho. Mentira. ¿Era mentira? Observó a Yunho que estaba haciendo un gran esfuerzo para no llorar. El más alto se fue acercando, cortando la distancia que los separaba. Sus manos eran tan cálidas que Jaejoong se dejo guiar. Volver a besar al embriagador e irritante Yunho no era buena idea. Jaejoong entrecerró los ojos. Su cuerpo ya no respondía.
– ¡Jaejoong! – exclamo aturdido Yunho al ver como Jaejoong se desvanecía frente a sus ojos. Lo sujeto con fuerza por la cintura así evitar que Jaejoong cayera al suelo – ¡Jaejoong! ¡Despierta! – suplico acariciando la mejilla del menor – ¿Qué hare?
– ¡Jaejoong-oppa! – corrió a toda prisa al ver a dos hombres en el suelo y reconocer a ambos – Atsuji… ¿Por qué se desmayo Jaejoong? – Ji Yeon parpadeo sorprendida al ver a Jaejoong en brazos de Yunho.
Yunho dejo escapar un suspiro.
– Aun respira – dijo cotejando el pulso de Jaejoong.
– Desde que salió del hospital, es la primera vez que vuelve a desmayarse – murmuro ella.
Esa respuesta no sonaba reconfortante para Yunho.
– Debo llamar a una ambulancia.
– No – Yunho la detuvo obligándola a volver sobre sus pasos – Toma las llaves de mi auto – entrego su llave a Ji Yeon – Es el Audi negro – señalo al auto negro con los cuatro círculos delanteros, señal clara de un Audi.
Ji Yeon presiono un boto para desactivar la alarma y las puerta del conductor se abrió.
– Abre la puerta trasera – dijo Yunho cogiendo a Jaejoong entre sus brazos. Yunho apretó la mandíbula. Él había escondido su lado oscuro.
Ji Yeon abrió la puerta. Yunho deposito a Jaejoong con cuidado sobre todo el asiento trasero. Yunho la sorprendió secando con ternura las lágrimas de Jaejoong con el pulgar. Cuando terminó, hubo silencio.
– Ji Yeon-shi – Yunho rompió el silencio pidiendo la llave de su auto y ella no dudo en entregarle aquel aparato negro – Desde ahora yo me encargare de Jaejoong. No tienes de que preocuparte.
Yunho se coloca el cinturón de seguridad dando arranque al motor. Piso el acelerador saliendo de ese aparcamiento con un Jaejoong desmayado en la parte trasera. Toma su celular y marca el número de Yong Guk.
– Señor, las cámaras fueron desconectadas y tenemos las memorias de las grabaciones. La salida del aparcamiento esta libre.
– Perfecto. Ejecuta el protocolo 6 – dijo Yunho respirando aliviado y colgando la llamada.
En el camino de salida del aparcamiento, Yunho respiró profundamente. A pesar de lo sucedió, de las palabras ásperas de Jaejoong, él tenía una sonrisa en sus labios. Estaba aliviado de por primera vez confesar sus verdaderos sentimientos. Ese agujero negro dentro de su corazón, aquel que se tragaba todo sus sentimientos había desaparecido.
– ¿Es demasiado tarde para nosotros? ¿Me odiaras por no ser capaz de dejarte ir al final?
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No importaba las horas de viaje en auto. Bien valieron la pena pues habían compartido horas a solas, solo ellos dos. Junsu no podía borra la sonrisa de sus labios al bajar del BMW negro de Yoochun. Un hermoso parque a mitad del sendero llamaba la atención de Junsu. Él reconocía ese lugar. Camino Dalmaji de Haeundae, Busan. Estaban en Busan. Aun recordaba cuando intento que Yoochun lo acompañara al camino Dalmaji cuando apenas eran unos cadetes. Era irónico que Yoochun lo trajese a ese lugar. Sin saberlo tarareo una canción de amor.
– Esa canción la conozco – dijo Yoochun estirando su mano para invitar a Junsu a caminar.
– ¿Eh? – abrió la boca dándose cuenta que estaba tarareando – Lo siento, no me di cuenta.
– Tu voz es hermosa – Yoochun estrecho la mano de Junsu contra la suya – Tu eres hermoso.
Junsu sonrió tímidamente sintiendo un cosquilleo en sus mejillas. No necesitaba ver se en un espejo, él sabía que sus mejillas estaban rojas de la vergüenza. A pesar de ese día, un día triste, él estaba sonriendo.
– Hay muchas cafeterías.
– Hay muchas cafeterías, pero no te traje para eso – apretó con suavidad la mano de Junsu – Quiero que me acompañes a un lugar, esta al final de este camino
Junsu sonrió de forma inocente, algo que Yoochun adoraba.
– Cuando niño, mis padres me trajeron a este lugar – señalo el camino Dalmaji que llevaba a la cima – Ellos se conocieron en este camino.
– Eso suena muy romántico – dijo caminando de la mano de Yoochun. Sus mejillas ardían, aun no podía creer estar cogiendo la mano de Yoochun y subiendo el camino Dalmaji.
– Cuando te conocí fui un idiota – hablo subiendo el pequeño sendero antes de que la tarde cayese. Junsu lo miró – Miles de veces me preguntó si podre hacerte feliz, si podría al menos devolverte un poco de la gran felicidad que tú me das.
– Estar a tu lado me hace muy feliz.
– No sabes cuánto deseo mantener esa hermosa sonrisa en tus labios, hacerte feliz.
– Si tú me amas siempre sonreiré – dijo con la esperanza de que Yoochun le dijera que la amaba.
– Eres tan inocente Junsu. A tu lado me siento como un niño y solo puedo mirarte a ti.
Junsu no dijo mas, no preguntaría si Yoochun lo amaba o no, pues temía la respuesta. Disfruto del paseo. A pesar de la época invernal había muchos árboles frondosos de pino y cerezos. La armonía entre el mar azul, bosques de camelia y pinos, era reconfortante. Miró su mano y aun no podía creer recorrer tan bello paisaje de la mano de Yoochun. Apretó la mano de Yoochun y éste le regalo un inocente sonrisa.
Había parejas bajando por el camino opuesto, autos, todos los observaban curiosos y hasta acusadores. Junsu no sabía que pensar. Intento soltar su mano de la de Yoochun, pero el más alto lo impidió apretándolo con más fuerza.
– No me importa lo que piensen esas personas – dijo decidido a no soltar a Junsu.
– Pero… ellos…
– No me dejes – susurro Yoochun.
Junsu tenía las mejillas rojas y su vista se desvanecía de solo ver a Yoochun suplicando no dejarlo. Y así lo hizo. No importaba nada. Junsu siguió caminando de la mano de Yoochun. Después de todo estaban caminando por el sendero Dalmaji.
Cuando los matices rojos aparecieron pintando el cielo, Yoochun supo que pronto llegarían hasta donde estaba la Torre Haewoljeong.
Cuando Junsu vio el templo situado a la ladera de la montaña su corazón latió con fuerza. La majestuosidad de la arquitectura coreana, una construcción de siglos, un monumento a la ciudad marina de Busan para el mundo.
– Subamos – Yoochun jalo inquieto a Junsu. Él quería llegar cuando el atardecer pintara todo el cielo de matices naranjas y rojos.
Con el corazón latiéndole, Junsu no supo qué hacer. Era arrastrado por Yoochun hasta el interior del templo. Era una suerte que no hubiera muchas personas. Solo ellos dos. Subieron por las escaleras y en ningún momento Yoochun suelta su mano. El atardecer se hacía presente, el sol estaba desapreciando para darle paso a la luna llena.
<<Se dice que si las parejas suben el sendero Dalmaji a rezar en el Templo su amor se fortalecerá>> Yoochun recordaba las palabras de su padre. Él también deseaba que su amor con Junsu se fortaleciera.
– ¡Es hermoso! – vislumbro emocionado desde el Templo el hermosos paisaje lleno de arboles, y a lo lejos el mar. Poco a poco el cielo estaba dando paso a la noche.
– Te amo
Junsu volteo rápidamente a ver a Yoochun que seguía sosteniendo su mano mientras la luna resplandecía su rostro. Su boca se entreabrió descreyendo escuchar esas dos palabras de la boca del más alto.
– Yoochun… ¿Qué es lo que acabas de decir? – preguntó con voz temblorosa.
Yoochun estrecho por la cintura a Junsu sin soltarle la mano. Sus pechos chocaron uno con el otro. Ambos lo sintieron, sus corazones latían al mismo tiempo, al mismo ritmo. Con la luna llena de testigo Yoochun junto sus labios con los de Junsu. Un casto beso que desato miles de emociones en ambos hombre.
– Han-Jung Junsu – dijo Yoochun separando sus labios de los de Junsu para verlo a los ojos – Te amo. Te amo tanto.
Junsu abrió la boca sin nada que decir, solo rogando porque sus oídos no lo traicionaran ante tal confesión. Pronto las lágrimas recorren sus mejillas.
– ¿Dije algo malo? – preguntó Yoochun alarmado al ver a Junsu llorando.
– Dilo otra vez – pidió Junsu sollozando frente a Yoochun.
– Te amo – dijo Yoochun con un suave tono de voz tan reconfortante que Junsu sonrió de felicidad.
– Dime que esto no es un sueño – suplico Junsu con lágrimas en sus ojos.
– Tu eres un sueño hecho realidad – acaricio la mejilla de Junsu y con el pulgar limpio las lagrimas – Mi sueño hecho realidad. Te amo.
Junsu escuchó el sonido más perfecto del mundo, las más hermosas palabras del hombre que amaba. Con una sonrisa en sus labios estiró sus manos para rodear el cuello de Yoochun y demostrarle con hechos que él también lo amaba y había esperado tanto por esas palabras.