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Rescatame por alexriden02

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Notas del capitulo:

 8/11/14

Hola mis lectoras.

Ha pasado tiempo. Espero que todas estén bien. Gracias por vuestras palabras mis lectoras y lectores. Para las nuevas lectoras que habéis llegado hasta este capítulo os agradezco por seguir mi fanfic.

Este capitulo vale por dos, mas de 5000 palabras wooo!!! (n_n) creo que estaba inspirado.

Este es un capitulo que mostrara las  diferentes caras del amor.  Nos acercamos a la parte culminante de la historia, donde estallaran varios  secretos que desencadenara la caída de varias mascaras. Me gusto el titulo de este capítulo porque tuve la suerte de ver esos cerezos en flor una vez y son muy hermosos.


 Pd. No olviden pasarse por la pagina de facebook. Nos leemos en notas finales.

 

 

Him Chan ingreso a la cafetería con mucha prisa, tanto que casi  se tropezó, pero unas manos le rodearon la cintura para evitar su caída.

 

 

– Debes tener más cuidado – dijo con voz grave sin quitarle la vista al hermoso joven que tenía entre sus brazos.

– Yong Guk-ah – dijo Him Chan mientras sentía el palpitar de su corazón al tener tan cerca de su rostro al moreno. Trago saliva e inmediatamente desvió la mirada hacia el lugar, los clientes los miraban fijamente como si de una puesta en escena se tratase.

 

Him Chan se repuso inmediatamente haciendo una reverencia ante el moreno que no paraba de sonreír al ver las sonrojadas mejillas del pelinegro.

 

– Llegas tarde – dijo Bang cruzándose los brazos esperando alguna palabra del pelinegro, el silencio le era ya incomodo y no divertido – ¿Te comieron la lengua los ratones?

– No – respondió Him Chan tomando lugar en una de las mesas de la cafetería – Ahora, toma asiento – índico a Bang para sentarse en la silla que estaba enfrente de él. Bang obedeció – No tengo intención de perder mucho tiempo – aclaro él mientras la mesera se le acercaba para tomar el pedido – Un expreso americano.

– Lo mismo – dijo Bang a la mujer que apuntaba el pedido en su pequeña libreta.

 

Cuando la mujer se marcho, Bang cruzo su mirada con la de Him Chan. Demonios, realmente extrañaba al pelinegro. Era su culpa que ahora ellos estuvieran separados. Desde que se separaron en el orfanato Yong Guk no sentía aquella sensación de soledad y melancolía que ahora estaba experimentado.

 

 

–  Ahora dime, ¿De qué quieres hablar? – aclaró su garganta mientras tamborileaba sus dedos contra la mesa.

– ¿Continuas  enfadado conmigo? – preguntó Bang al escuchar un eco de fastidio en el tono de voz del pelinegro.

– ¿Eh? – frunció el entrecejo – ¿Debo sonreír como si nada ha pasado? Después de las cosas tan horribles que me dijiste y la forma en que me trataste.

– Sé que fui algo duro – se excusó  Bang – Pero debes entenderme.

– ¿Qué es lo que debo entender? – preguntó Him Chan controlándose para no elevar el tono de su voz y asustar a la mesera que depositaba el café en la mesa – Querías que desapareciera de tu vista, bien, lo hice. ¿Ahora qué demonios quieres?

 

Bang tomó una bocanada de aire, no quería pelear, no otra vez.

 

– Me mentiste, nunca me habías mentido y fue muy doloroso para mí descubrir que mi mejor amigo me mentía – suspiro pesadamente. Ante el silencio de Him Chan continuo hablando – Deje pasar por alto el hecho de  que trajiste a Park a nuestras casa. Porque me dije, tal vez es la primera vez – Him Chan abrió ojos y esquivo la mirada del moreno – Cuando encontré ese dinero y la identificación con el rostro de Park, me enfurecí tanto… en verdad quería golpearte.

– ¿Eso es todo? – preguntó Him Chan alzando una ceja como si ninguna palabra de Bang le interesara.

– Him Chan-ah, tan efímera fue nuestra amistad que nada de lo que diga parece interesarte.

– Me das asco – dijo Him Chan sin filtro, con una mirada tan neutra, sin expresión. Bang quedo sorprendido, sintió como algo dentro de él se rompía y su estomago se comprimía – ¿Ahora eres tu el sorprendido? – se cruzo de piernas bebiendo un sorbo de café. Bang aún parecía no encontrar las palabras para responder ante el pelinegro – Cuando regrese no quiero ver tu asquerosa cara… ¿Crees que oír eso de tu boca no me dolió? – su fingida frialdad desaprecio al citar las hirientes palabras que Bang Yong Guk dijo aquel triste día – Intente explicarte, pero tu sacaste tus propias conclusiones. Te suplique que me escucharas, pero tú te negaste. ¿Qué, ahora quieres escucharlas?

– Lo siento – dijo Bang haciendo una reverencia casi tocando con su frente la taza de café que no se animaba a tomar. Su estomago estaba cerrado y no admitía bocado o bebida alguna.

 

Him Chan estaba asombrado. Bang era alguien que nunca agachaba la cabeza, salvo por Han-Jung Yunho. Y ahora estaba pidiendo disculpas. Era difícil de asimilar para el pelinegro la actitud tan sumisa de Bang Yong Guk.

 

– Tu amistad fue lo único bueno que encontré en mi fallida vida – dijo Him Chan e inmediatamente Bang elevó la vista hacia él – Mi vida fue un asco desde que abandone el orfanato. Todo lo bueno que recuerdo se reduce a ti, Bang Yong Guk. Te admiraba tanto, incluso me decía a mi mismo que no merecía tu amistad, tu protección, tu cariño…

– Mi vida a tu lado Him Chan también ha sido maravillosa, ese día que te fuiste del orfanato me enoje tanto que no me despedí de ti y me sentí muy mal. Te fuiste y me sentía tan solo y perdido. Pero milagrosamente años después te encontré y ese fue el día más feliz de mi vida. Desde ese día jure no volver a perderte, siempre estar a tu lado y protegerte, pero fui un idiota y sigo siendo el mismo idiota que no pudo mantener una promesa. En verdad lamento todo lo que dije.

– Te odio – dijo Him Chan evitando las lagrimas que amenazaban con salir – Tienes la maldita capacidad de impedir que me enoje contigo por mucho tiempo – hizo un puchero con los labios.

– Eso significa que me perdonas por ser el idiota más grande del universo – sonrió esperanzado de que Him Chan lo perdonase.

– No lo sé – cerro los ojos mientras se cruzaba de brazos – Tal vez.

–  Eso me alegra. Me alegra que no me odies – sonrió más animado.

 

¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*

 

Yunho fregó sus parpados con ambas manos. Ella le devolvió la misma cálida sonrisa. Yunho adoraba aquella risa, como esos labios se curvaban y dejaban ver esos perfectos dientes cual perlas.

 

 

– Yunnie, no seas perezoso – reprocho ella curvando su sonrisa en un puchero infantil. Yunho aún no salía de su asombro, ¿Qué clase de broma era esa? ¿Cómo podía estar ella frente a sus ojos? Hermosa, Yunho solo podía ver la belleza de la muchacha frente a sus ojos.

 

Ella se llevo la mano a la cintura y frunció el entrecejo haciendo más infantil su puchero.

 

– Yunnie, lo prometiste – dijo ella esperando una respuesta de Yunho. Éste parecía haber enmudecido, las palabras no salían de sus labios – ¡Yunho! – dijo ella preocupada al ver como el color huía del rostro de Yunho – ¿Estás bien?

– Tu… eres tu – logro decir Yunho con un fino hilo de voz. Su corazón tembló con la alegría de sólo ver a aquella mujer otra vez.

– Sí, soy yo – dijo ella preocupada por el pálido semblante en Yunho – ¿Estás bien?

 

Yunho asintió con algo de pesadez. Reviso los alrededores y descubrió asombrado que por la ventana no se veía el mar sino un cielo celeste y arboles a los alrededores. ¿Dónde se encontraba? Si ese era un sueño, era el más real que había tenido en años. Ella le agarro la mano. Yunho tembló porque ahora podía sentir el calor a través de esas manos tan suaves.

 

– ¿Dónde estoy? – preguntó Yunho asustado de la respuesta. Pero ella nuevamente curvo sus hermosos labios en una sonrisa calmando ese temor en él.

– Yunho, ¿no me digas que lo olvidaste? – dijo ella levemente enfadada mientras apretaba la mano de Yunho  – Estamos en Jin An.

– Jin An, estamos en Jin An – repitió Yunho intentando dimitir si estaba en un sueño o la realidad. Las manos de ella era tan cálidas y suaves que difícilmente creía estar soñando. Las miles de noches que había soñado con ella, solo eran fragmentos borrosos, ella sonriendo y perdiéndose entre la bruma de la niebla o ella estrechándolo en sus brazos, pero desvaneciéndose poco a poco. Esto que él estaba viviendo era tan diferente, ella era la misma mujer que amo con todas las fuerzas de su ser y la tenia nuevamente a su lado.

 

Incluso  si cierro mis ojos, puedo verlo

Incluso si me encuentro lejos, lo sé

Que tan hermosa persona es ella

No logro verme tocándola

Yo sé que tan delicada persona es ella

Sonrió entre una multitud de personas

Ese ángel es mi amor

 

Me siento como un niño orgulloso

Y termino con una atontada expresión

 

Por favor sonríe solo por mí, oh ella, ella

 

Quiero ser tu punto final

Solo así encontrare el paraíso

 

Ella tiene un buen corazón, oh ella, ella

 

 

Yunho caminó de la mano con ella, definitivamente era Jin An, el centro turístico donde florecen los cerezos en flor. El sol brillaba en lo alto, eso indicaba que no era invierno sino primavera. Ella señalaba diferentes lugares y sonreía. Yunho aún seguía desconcertado, todo parecía tan real. El sol quemando bajo su piel, el perfume del lugar, el aroma de los cerezos en flor, todo, absolutamente todo parecía real. ¿Y si lo era? ¿Tal vez había soñado que él era aquel hombre duro y frio? Tal vez, solo tal vez  ahora estaba en la dulce realidad junto a ella.

 

– ¿Podemos entrar? – preguntó ella con una enorme sonrisa en sus labios señalando los arboles de los cerezos en flor. Yunho asintió y ella corrió hacia los arboles.

– No has cambiado, siempre rompiendo las reglas – dijo Yunho sonriendo  alegre. Si ese era o no un sueño, él no quería averiguarlo, él quería vivirlo.

– ¿Eh? – ella volteo sentándose bajo la sombra de uno de los arboles de cerezos, el más grande y frondoso. A su derecha golpeo el verde césped invitando a Yunho para que la imitara en su accionar. Yunho no tardo en obedecer.

– Siempre te han gustado estos cerezos, ¿verdad? – dijo acercándose más a ella, casi rozando sus brazos. Tímido, Yunho era tímido con ella.

– Si – respondió más  animada viendo hacia lo alto donde las flores de cerezo florecían hermosas y perfectas – Son bellas, pero cuando llega el invierno mueren. Eso me pone triste – entristeció su mirada.

– Pero en primavera siempre florecen y vuelven a ser bellas – dijo Yunho recordando lo hermosa que era ella al ponerse triste, pero más adoraba su sonrisa y sus bellos ojos verde oliva.

– Yunnie – dijo ella endulzando el tono de su voz – Gracias.

 

El corazón de Yunho saltó de su pecho ante esas débiles palabras. En su estomago volvían a revolotear un sin fin de emociones que habían sido desechadas cuando ella se marchó.

 

 

Una persona con mucho orgullo de sí misma

Una persona que nunca llora fácilmente

Sé que tan fuerte persona ella es

 

Con mi infantiles bromas

Ella siempre se divierte

A veces, dudo si estará solo fingiendo o no

 

Cuanto más la conozco menos sé

Pero esa persona es mi amor

 

Me siento como un niño orgulloso

Y termino con una atontada expresión

 

Por favor sonríe solo por mí, oh ella, ella

 

Quiero ser tu punto final

Solo así encontrare el paraíso

 

Ella tiene un buen corazón, oh ella, ella

 

 

 

– Te pusiste rojo como un tomate – señaló ella el rostro de Yunho riendo con una carcajada divertida.

– ¿Eso te parece divertido? – rió Yunho cambiando de posición para descansar su cabeza en el regazo de ella.

– Si – sus labios y ojos se curvaron en una divertida expresión – A tu lado siempre soy muy feliz.

 

 

Oh! Eso ya lo sé nena

Soy el único

Eso lo saben sus seres queridos

Incluso lo he visto en tus lágrimas

 

Me siento como un niño orgullos

Y termino con una atontada expresión

Por favor sonríe solo por mí, oh ella, ella

 

Quiero ser tu punto final

Solo así encontrare el paraíso

 

Ella tiene un buen corazón, oh ella, ella

Oh! Ella, ella

Ella, ella, ella.

[TVXQ - She]

 

– Te amo – sentencio Yunho viéndola desde un anglo diferente. Él no podía creer que esa belleza de mujer era suya y solo suya. El tiempo había sido muy cruel al separarlos.

– Yunnie, mi amor por ti nunca cambiara. Siempre te amare, pero tal vez… debemos separarnos – dijo ella acariciando la frente de Yunho una y otra vez, intentando darle consuelo a su noticia.

 

Yunho abrió los ojos de par en par, esperando que todo fuera mentira. No. Ahora que él la tenia de vuelta tenía que separarse. Eso era algo que Yunho no estaba dispuesto a aceptar.

 

– ¡No! – dijo Yunho aún recostado en el regazo de ella – ¡Me niego!  ¡Te perdí una vez y no dejare que suceda de nuevo!

– ¿Perderme de nuevo? – preguntó ella curvando una de sus finas  cejas – ¿De qué estás hablando? Nunca nos hemos separado desde pequeños, siempre hemos estado juntos – sus bellísimos ojos cual ninfa del lago se centraron en el rostro de Yunho. Ella llevó sus manos a las mejillas de Yunho acunándolo – Tu siempre has sido mi guardián, la persona que más amo en esta vida, pero yo sólo he sido una carga para ti.

– No, eso no es cierto – dijo Yunho sintiéndose perdido – No quiero, no quiero perderte.

– Tan lindo mi Yunnie, siempre eres tan bueno y gentil – acaricio las mejillas de Yunho con delicadeza – Yunnie, no quiero que llores, las despedidas son inevitables, me gustaría que existiera la eternidad y podamos estar juntos, pero soy un estorbo a tu futuro.

 

Yunho abrió la boca, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta. Como el golpe de un rayo, los recuerdos cayeron a su mente. Recordaba Jin An, ese fue el último lugar al que fue con ella antes de la tan dolorosa despedida. Se cubrió con ambas manos las orejas, no queriendo escuchar ese discurso que había olvidado. Ella nunca fue un estorbo y Yunho sólo quería protegerla. Quería verla feliz, quería amarla hasta el final. Su amor era puro y sincero, el amor más puro que había sentido por alguien.

 

Ella con suavidad aparto una por una  las manos de Yunho de sus orejas. Yunho se repuso y la miró a los ojos. Esos ojos verde oliva que tanto amaba. Ahora recordaba que en ese tiempo ellos eran tan jóvenes, él un simple muchacho enamorado de alguien unos años mayor que él.  ¿Cuántos años Yunho soportó estar sin ella? Al perderla Yunho  había dejado de comer y beber, hasta las lagrimas se le secaron sólo esperando la muerte de su cuerpo porque su corazón había muerto cuando ella se marcho para nunca volver.

 

– Yunni, tu llegaras a ser una persona muy importante y poderosa, pero… – Yunho no la dejo seguir.

– ¡Basta! ¡No digas más! – suplico Yunho viéndose nuevamente como un indefenso niño – Te gustan los cerezos, perfecto serán tuyos. Plantare mil hectáreas de estos cerezos en la mansión, todos para ti. No sigas diciendo esas palabras. No quiero alejarme de ti. No quiero – se levantó intentando cambiar el rumbo de la conversación – Disfrutemos del día, aún hay muchos lugares que quiero ver – cogió la mano de ella arrastrándola hacia el sendero.

– Me gusta este Yunho impulsivo – dijo ella con una sonrisa en sus labios.

– Ojala esto fuera real, porque me gustaría haberlo hecho y no dejar que me digas “adiós” – dijo Yunho estrechando con más fuerzas la mano de ella.

– Yunnie, dices cosas tan extrañas – masajeo con cariño las mejillas de Yunho y éste se limito a verla con una sonrisa boba en sus labios – Aún así eres lindo.

 

Él se culpaba por no haber sido tan fuerte como para retenerla, se culpaba por haberla dejado decir esas palabras de despedidas y sólo llorar como un niño. Si tan sólo el Yunho de 28 años hubiese estado presente en el pasado, las cosas tal vez serian diferentes. Tal vez ese recuerdo ahora sería otro, pero si ese era un sueño Yunho transformaría todo para estar junto a ella.

 

 

– ¡Mira esa montaña tiene doble cima! – dijo ella visiblemente admirada – Han estado una al lado de la otra durante miles de años, eso es increíble.

– Siempre debiste estar a mi lado, siempre – dijo Yunho viendo como ella sonreía y no pudiendo resistir abrazarla <<Nunca debimos separarnos, siempre debiste estar a mi lado>>

 

Ella curvo sus ojos y sus labios en una sonrisa. Era como una niña que por primera vez veía el mar, todo le asombraba y nada le disgustaba. Perfecta, Yunho solo podía describirla como la perfección que dios hizo  lanzándola al mundo de los mortales. Yunho entrelazo su mano con la de ella, esa calidez eran tan familiar, esas manos aún estaban calidas y suaves como las recordaba. Mil noches había suplicado por verla otra vez, por oírla, sus lagrimas se agotaron llamándola una y otra vez.

<<Desde el día que te fuiste, suplique por volver a vernos aunque sea en los sueños>> pensó Yunho estrechando con más fuerza la mano de ella <<Mía siempre fuiste mía, mis ojos solo te veían a ti y mi boca solo conocía tu nombre>>

 

-     Yunnie, me gusta mucho estar a tu lado – dijo ella sacando a Yunho de sus pensamientos – Me gustaría que existiera la eternidad y siempre estar juntos.

-     A mí también me gustaría que esto fuera eterno, no despertar nunca – dijo Yunho decidido a no soltarle la mano – Quiero quedarme aquí contigo, para siempre – sentencio Yunho y ella solo asintió recostando su cabeza en el hombro de él.

 

Ella sonrió con un leve puchero.

-      Yunnie, nuestro amor es como los cerezos en flor, mueren en invierno pero la planta sigue ahí lista para florecer en primavera.

 

¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*

 

Otro día más pasaba y él seguía echado en el sofá. Cualquiera mortal  estaría feliz de encontrarse donde él estaba. Una mansión lujosa, comida a su gusto y placer. Todo. En esa mansión tenía todo y más. Pero aún así Changmin se sentía sólo. Recostado boca arriba en ese comodísimo sofá, balbuceaba varios insultos a su soledad mientras a ratos se levantaba para beber un sorbo de uno de los vinos que Yunho guardaba celosamente en la vinoteca,

 

– ¡¿Cuánto tiempo más piensas estar así?! – gritó furioso KangTa entrando por la puerta principal. Como si tuviese un resorte en su trasero, Changmin se puso de pie haciendo una reverencia ante su manager – ¡Que! ¡¿Ahora eres un alcohólico?!

– Hyung – dijo Changmin con una sonrisa en sus labios al ver a alguien diferente los empleados de la mansión. Era un alivio tan grande para él ver a KangTa – Estoy tan feliz de verte.

– Escondido como un criminal y yo participando en tus mentiras – estiro una carpeta llena de papeles hacia el más alto – No tienes ideas de cuantos rumores se levantaron por tu supuesto “viaje a EE.UU” – dijo con la voz cansada de solo recordar las incesantes llamadas a su celular para confirmar la primicia de la huida de Max Changmin del país.

– Lo sé,  pero aún debo seguir aquí y que el mundo crea que estoy de viaje – dijo Changmin encogiendo los hombros mientras cogía los papeles.

– Querrás decir que seguirás aquí para que Minho-shi crea que estas de viaje – aclaro KangTa elevando una ceja – ¿Estoy equivocado?

– ¿Quieres algo de comer? – intento cambiar el tema. Minho, Minho. Escuchar su nombre le provocaba una extraña sensación a su estomago.

– No intentes cambiarme de tema y más te vale que sea la primera vez que bebes esas cosas   – regaño KangTa cansado de las actitudes tan infantiles que últimamente estaba teniendo Changmin – No eres un niño jugando a las escondidas, pero admito que necesitas unos días de vacaciones así que empaca tus cosas porque tu viaje de mentiras se hará real.

– ¿Qué? – su mandíbula casi cae al suelo al escuchar a su manager.

– Ya me oíste, yo también necesito vacaciones – bostezo cansado – ¡Vamos! ¡Ve y empaca tus cosas!

– Si – dijo Changmin ya que hacer enojar a KangTa no estaba en sus planes.

 

¨*¨*¨*¨*¨*¨*

 

Kim Dong Wan atravesó el pasillo recién pintado. Aquel lugar de  paredes blancas y aspecto lúgubre había cambiado con tan solo unas cuantas reformas como la pintura y algunos muebles. Su mirada era penetrante. Un hombre elegante y hermoso a su edad, pero ahora sus pisadas eran fuertes y llenas de su furia.

 

– Señor Kim – saludo la joven enfermera con una reverencia. Su mirada no demostraba la alegría al verlo como acostumbraba siempre.

– ¿Dónde está mi esposa? No la encontré en el jardín – dijo Kim Dong Wan a la enfermera con esa penetrante mirada que podía destruir todo a su paso.

– Ella está en su habitación – dijo apenas con un hilo de voz.

– Pero si cada semana vengo a verla y ella siempre está en el jardín cuidando de sus rosas – se mostro  preocupado por el repentino cambio de su esposa y ver el rostro de la enfermera confirmo sus preocupaciones – ¡¿Qué sucedió con Sung Ryung-ah?!

– Ella recibió la visita de su cuñada, la señora Mi-Ra y ha entrado en una crisis nerviosa. Tuvimos que sedarla – aclaro la joven enfermera.

– ¿Mi cuñada? – preguntó sorprendido – Hace más de dos años que ella no visita a Sung Ryung-ah. ¿Qué sucedió para que mi esposa tuviera una crisis?

 

La enfermera suspiro pesadamente, temerosa de responder. Era su culpa que la tranquilidad de Sung Ryung cayera, desde el inicio algo le decía que aquella hermosa mujer mayor no era una buena visita para su paciente.

 

– Shin Ae-shi no se quede callada – exigió Kim Dong Wan.

– Su mujer al ver a la señora Mi-Ra menciono a… -  Shin Ae no tenía valor para mencionarlo. Pero la mirada de Dong Wan le pedía explicaciones y ella se las tenía que dar – Menciono al niño.

– Eso es imposible, hace años que Sung Ryung-ah no menciona a ese niño.

– Ella empezó a grita que ese niño si existía y debía ir a buscarlo. Después de eso tuvimos que tranquilizarla y ahora está durmiendo – explicó la joven enfermera.

 

Kim Dong Wan armo un puño mientras fruncía el entrecejo.

 

– La próxima vez que mi cuñada venga a verla, sólo llámame – dijo intentando controlar su descontento con la joven enfermera.

–  En verdad quiero mucho a la señora Sung Ryung-shi, prometo esforzarme más por ella.

– No ha mencionado a mi cuñada mis visitas semanales a las instalaciones – dijo Dong Wan confiando en la inteligencia de aquella mujer que había contratado para el cuidado especial de su esposa. No era una simple enfermera, era una de las mejores psiquiatras del país.

– No, señor Kim – negó la enfermera – Solo le dije que usted la visita una vez por mes y tampoco he mencionado que usted ha estado junto a ella desde el primer día que fue internada en  este lugar. Pero déjeme decirle que le sorprendió saber que usted visitaba a su hermana, fue como si en sus ojos hubiese algo de molestia al saberlo.

– Shin Ae-shi – dijo con un tono amable – Por favor cuide a mi esposa, la amo tanto, pero la gente cree que la he abandonado y quiero que lo sigan creyendo.

 

Shin Ae asiente al pedido de Kim Dong Wan. Ella no había visto hombre más enamorado en su vida. Kim Dong Wan amaba a su esposa con tal intensidad que desde el primer día en que Sung Ryun fue internada él fue a buscarla suplicándole que ayudase a su esposa.

 

– Por favor guíeme hasta la habitación de mi esposa – pidió Kim Dong Wan a la enfermera. La enfermera asintió con más ánimos guiándolo hasta la hermosa habitación de Sung Ryun.

 

Él estuvo frente a la mujer que más amó en su vida. La belleza desbordaba de ella, un rostro tan sereno mostraba al dormir que Dong Wan quería  estrecharla en sus brazos y besarla. Pero todo había cambiado, la mujer que él había amado desde la adolescencia había cambiado. Su hermosa flor de loto se estaba perdiendo en un camino del cual no parecía tener retorno. Dong Wan aún recordaba el día de su cumpleaños. Ese día con ayuda de su sobrino Yunho había logrado que Heechul aceptara visitar a Sung Ryun. Cincuenta años él ya tenía y lo único que pedía  era que su amada esposa volviera a ser la hermosa y alegre Sung Ryun que tanto amó en el pasado.

 

– Sung Ryun-ah, porque sigues castigándote cuando yo ya te he perdonado – estrecho las manos de su esposa junto a las suyas ni bien la enfermera los dejo solos – Sung Ryun-ah, te amo tanto que duele. Realmente han pasado más de veinte años, ya es hora de que lo olvides.

– Dong Wan-ah – dijo ella abriendo con lentitud sus parpados – ¿Por qué lloras? ¿Heechul volvió  a lastimarse? – preguntó con una media sonrisa en sus labios – Es un niño tan propenso a los accidentes, mi pequeño y hermoso Heechul-ah.

 

Él la estrecho en sus brazos a medida que lloraba al verla así de perdida en los recuerdos del pasado. Creyendo que Heechul aún era un niño.

 

– Te amo tanto mi amor – susurro él intentando con todas sus fuerzas seguir soportando que ella estuviera perdida en su mente – Sé que algún día encontraras el camino y volverás a mí – ella no dijo nada solo correspondió a su abrazo <<Dios, se que merezco este castigo, ¿pero no han sido más de 20 años?  Por favor, por favor devuélveme a mi Sung Ryun>>

 

¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*

Él ordeno los últimos papeles que había en el escritorio. Había sido una mañana difícil desde que regreso a su puesto de trabajo. Aunque de su rostro no desaparecía esa sonrisa boba de sus labios.

 

–   Teniente – una dulce voz apareció detrás de la puerta pidiendo ingresar.

–   Adelante – ordeno Yoochun a su joven secretara Dana – ¿Qué sucede?

–   Sé que es hora del almuerzo, pero alguien ha venido a verlo – dijo ella quedándose entre la puerta y el umbral de la misma. Como si temiera abrir la puerta por completo. Eso alerto a Yoochun.

–   ¿Quién es? – preguntó Yoochun con mucha curiosidad.

–   Alguien de la Central  – dijo ella aún negándose a abrir por completo la puerta.

–   ¿Alguien de la Central? – pregunto Yoochun. le era difícil creer que alguien desde la central venia a verlo dos veces en un mismo día. Ya había sido suficiente con haber rechazado el puesto que el comandante mayor le ofrecía como para que siguieran insistiendo. Yoochun estaba por negarle la entrada al misterioso invitado cuando la puerta fue abierta de par en par dejando a Dana en un rincón de ella.

 

Al verlo los ojos de Yoochun parecían querer escapar y una sonrisa boba se planto en sus labios. ¿Cómo dejar de reír cuando un ángel atravesaba el umbral de la puerta hacia él?

<<Junsu>> pensó él sin que la sonrisa desapareciera, sin importarle o no que Dana lo viese  con esa expresión de hombre enamorado, enamorado pero de Junsu.

 

– Puedes retirarte – dijo Yoochun sin siquiera ver a Dana. Sus ojos solo eran para Junsu quien ese día  resplandecía con esa bella sonrisa en sus labios.

– Con su permiso – dijo ella haciendo una reverencia.

– Que hermosa sorpresa – dijo Yoochun tomando asiento en su escritorio e invitando a que Junsu tomara lugar en la silla frente a su escritorio.

– ¿En verdad soy tan hermoso? – pregunto con picardía sin borrar la sonrisa de sus labios.

– Eres peor que una mujer con los halagos – dijo Yoochun apoyando las manos en el teclado de su ordenador e ingresando los últimos datos que faltaban para terminar su trabajo.

– Y tú eres igual a todos los hombres, un maldito adicto al trabajo – dijo borrando su brillante sonrisa de sus labios mientras daba un puntapié a la pata del escritorio de Yoochun.

 

Yoochun sintió el golpe y alzo una ceja viendo como el más joven se cruzaba de brazos frunciendo el entrecejo.

 

– Te ves más hermoso cuando te enojas. ¿Te lo han dicho? – sonrió apartando el teclado de sus manos viendo como Junsu se sonrojaba – Pero yo prefiero verte reír porque pareces un ángel – dijo mientras su espalda chocaba con el respaldo de su silla – Aún no me has dicho a que debo el honor de tu visita.

– Tonto – dijo Junsu fingiendo seguir enfadado por la forma en que Yoochun lo había ignorado – Debe ser pecado tener frente a ti una belleza y solamente ignorarla.

 

Yoochun se rio  de sí mismo al escuchar a Junsu.

 

– ¿Cómo ignorar algo tan bello? – preguntó de manera sarcástica  viendo como Junsu parecía advertirle que tuviera cuidado con lo que estaba por decir – ¿Quién dijo que te estoy ignorando? – continuó jugando con la paciencia de Junsu – Solo estoy observando con cuidado.

– Perfecto – dijo Junsu levantándose de la silla – Entonces observa cómo me voy.

– ¿Quieres ir a almorzar? – pregunto Yoochun tecleando unas palabras sin sentido en el teclado sabiendo que Junsu no se iría negándose a  su invitación. Pero cuando la puerta se cerró con fuerza se preocupo y levanto la vista. Respiro aliviado al ver que Junsu estaba frente a la puerta, tal vez enojado, así que Yoochun se acercó hasta él y rodeo su cintura con sus brazos. Estrechándolo con suavidad. El perfume que destilaba Junsu en verdad le gustaba a Yoochun y hasta se sintió embriagado por ese místico aroma  –  Mi amor, no te dije que te ves más hermoso si sonríes.

– ¿Cómo me llamaste? – preguntó Junsu  con un fino hilo de voz. Aún no creía haber escuchado aquello de la boca de  Yoochun.

– No volveré a repetirlo – dijo Yoochun tosiendo un poco mientras soltaba a Junsu  obligándolo a verlo frente a frente – ¿Quieres ir a almorzar conmigo?

– ¡Yoochun-ah! – hizo un puchero inflando sus mejillas – Vamos dilo otra vez.

– ¿Eh? – Yoochun por primera vez en la vida se sonrojo ante la actitud tan infantil de Junsu – Ya te dije que no lo repetiré.

– Perfecto – se cruzo de brazos frunciendo el entrecejo – Me iré entonces – dio media vuelta pero no pudo dar ni un paso fuera de aquella oficina porque las hábiles manos de Yoochun lo acorralaron. Junsu sintió a su corazón latir a mil revoluciones por minuto.

– Junsu-ah – Yoochun no pudo ni empezar su discurso porque sus ojos se posaron en los labios de Junsu. Saboreando en su imaginación lo dulce que sería volver a probarlos – Esto es nuevo para mí,  aún no comprendo muchas de mis acciones.

– Lo sé – dijo Junsu entristeciendo la mirada– Créeme que lo sé, pero…

– Hermoso, Junsu-ah eres hermoso y no puedo dejar de pensar en ti – dijo Yoochun mientras cogía el rostro de Junsu con ambas manos. Ambos se miraron y Yoochun supo que decir para que Junsu borrara esa tristeza. Ya él no quería seguir dañando a quien amaba  – Cuando te vi ingresar por la puerta sentí que mi corazón saldría de mi pecho y  saltaría a tu brazos… – Yoochun fue silenciado con los labios de Junsu que lo aprisionaron en un beso suave y gentil.

–  Soy tan feliz al escucharte – sonrió más  animado.

– Déjame verte – dijo Yoochun viendo con detenimiento el rostro de Junsu – Yo también soy muy feliz.

 

Yoochun se quedo viendo al más joven con una sonrisa boba  y Junsu no resistía más. Con el impulso de su corazón devoró los labios de Yoochun como si no hubiese un mañana. Él necesitaba tanto sentir el toque de aquellos labios, de aquella lengua, probar una y otra vez la esencia de la boca del otro como si fuera el aire para vivir. Definitivamente Junsu amaría estar junto Yoochun y beber de esa boca una y otra vez.

 

– Te amo tanto Yoochun-ah – susurro Junsu con todo el amor que había en su corazón. Amor que solo era para Park Yoochun.

 

Esas palabras bastaron  para que Yoochun estrechara con pasión  a Junsu y sus cuerpos se pegaran más, besando los labios del menor que pedían por él. Que importaba lo que sucediera después, ahora quería estar con su hermoso ángel y no se negaría a ese placer. Ya era suficiente el tiempo perdido haciendo lo correcto. Ahora él rompería las reglas y dejaría de pensar en estupideces y solo centrarse en una persona, su precioso ángel Junsu.

Notas finales:

 

“Este capítulo va dedicado para mi ángel. La mujer que me amo de forma sincera y desinteresada, que me entrego su corazón sin pedir nada a cambio. Ella a partir de ahora es un ángel, una estrella, una hermosa luz que ilumina el firmamento celestial. Ella ahora y siempre tendra un lugar en mi corazon.”

Esto es algo que quise escribir,  tiene un significado muy especial. Creo que el amor es  hermoso y debemos valorarlo. Nunca me gustaron las historias de amor, pero vivir una es increíble. Mis lectoras y lectores valoren a quien aman y día a día demuéstrenle lo que esa persona significa para ustedes.

Ahora respecto a “Rescatame” gracias por ser pacientes, prometo dentro de poco seguir con los capítulos semanales, en semanas finalizare mis mesas de examen y tendre un poco más de tiempo. Saludos. Hasta pronto.


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