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Perfumes y Armas por ItaDei_SasuNaru fan

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Diálogos.

 

 

—Yo te gusto, Uchiha.

—No, no es cierto.

—¿Por qué?

—Solo piénsalo, es ridículo… ¿Cómo podría gustarme alguien tan ruidoso y desorganizado y molesto y… rubio, hm? Dime.

—¿Rubio?

—Sí, eres demasiado rubio… para mi gusto.

—Nunca se es demasiado rubio.

—Pues tú sí, Minato.

—Mmm… Estás mintiendo, Fuga-kun~.

—¿Y ahora por qué lo dices?

—Porque justo en este momento estás mirando de reojo mi rubio cabello con esos tus curiosos ojos negros.

—¡¿Q-Qué?! ¡Claro que no!

—Claro que sí. Y seguro que estás imaginándote como será de suave al tacto, ¿o me equivoco? Quieres tenerlo entre tus dedos y jalarlo, para dominarme con él, ¿verdad? No es que me esté quejando.

—Tienes mucha imaginación, rubio. Ya que tienes eso y tanto tiempo libre, ¿por qué no te bajas de mi escritorio?

—¿Por qué?

—Porque no puedo concentrarme en mi trabajo que, vale la pena mencionar, también es tuyo.

—Solo entendí que no puedes trabajar porque te distraigo con mi fabulosa presencia.

—No, eres muy molesto y- No, no importa, solo cállate.

—¡Eso es bueno, estamos progresando! A ver, ¿qué es lo que más te distrae?

—Cállate, Namikaze.

—No hasta que aceptes que te gusto.

—No me gustas y bájate de mi escritorio.

—Sí te gusto y quieres abrazarme…

—No.

—… y quieres besarme…

—No.

—… y quieres casarte conmigo…

—No.

—… y quieres llevarme a una mansión enorme con habitaciones enormes, con una cama enorme, para hacerme cosas muy malas.

—¡No! ¿De dónde sacas todo eso?

—De tu pequeño y orgulloso cerebro que no conecta con tu corazón.

—Eso es ridículo, el corazón ni siquiera-

—“Y así el día y la noche se hicieron uno con el ocaso…”

—¿Qué?

—Tú eres como mi marca personal de heroína.

—…

—…

—¿Estás drogado?

—No, mi locura es natural.

—Estás loco, Minato.

—Pero solo por ti, Fugaku. Apuesto que las mujeres se mueren por ti.

—Y por ti.

—Tal vez, pero…

—¿No te gustan las mujeres?

—Al contrario, me encantan. Pero encontrar la chica ideal para mí es difícil: tendría que ser fogosa, linda, bonita, inteligente, me gusta que sean hiperactivas para que puedan seguirme el ritmo… Y me gustan las pelirrojas.

—Me alegro por ti.

—Y en cuanto a los hombres… solo me gustas tú.

—Mierda.

—Así que ya admite que estás loco por mí.

—No.

—Sí. Además, para que veas lo serio que voy te lo voy a plantear así: para mí, tú eres el número uno y ni siquiera hay número dos.

—…

—¡Por los calzones de mi abuela, te sonrojaste! ¡Eres adorable~!

—¡Ni se te ocurra acercarte! ¡Y no me he sonrojado!

—No tienes de qué avergonzarte, aquí solo estamos tú y yo, cariño.

—Cállate y no me llames así.

—¿Ya vas a admitir que te gusto?

—¡Eresunhijodelareput-! ¡Grrrr! Solo cállate o te mataré.

—Aquí no hay nada con lo que puedas matarme.

—Si tengo que usar una cuchara lo haré, no soy quisquilloso.

—Sé que no lo eres. Lo que sí eres es mentiroso.

—¿Por qué dices eso?

—Porque te mientes a ti mismo.

—¿Y cómo hago eso?

—Niegas que te gusto.

—¡A la… perica! ¡Eres demasiado-!

—¿Guapo?

—Tonto y necio.

—Y guapo.

—No.

—¿Ya ves? Otra mentira, aunque tú no estás nada mal.

—Basta.

—Eres la mezcla perfecta entre ébano y marfil.

—Detente.

—Estoy halagándote, ¿cuál es el problema?

—No me gusta.

—Fugaku, ¿cuándo fue la última vez que te enamoraste?

—…

—¿Adónde-?¡No te vayas! ¡Contéstame!

—…

—¿Tienes miedo de que te vuelvan a lastimar?

—…

—Es normal enamorarse y sentir miedo; de que el amor se acabe, de que el otro se vaya, o que se lo lleven.

—…

—Yo no puedo prometerte más de lo que soy, pero… Te he dicho más de una vez que te quiero, que te quiero mucho. Y yo jamás digo algo en lo que no creo.

—…

—Te quiero a ti, conmigo, abrazándome toda la noche… ¿me crees?

—…

—Fugaku, mírame y dime que me crees.

—…

—…

—…

—…

—… Te creo.

—¿Qué?

—Dije que te creo.

—…

—No es el momento para que te quedes en silencio, Minato.

—…

—Genial. Bueno, tengo que admitir que esperaba otra reacción de ti porq- ¡Mph!

—¡Mua~! Yo sabía, te lo dije, siempre lo supe~… Ahora, dime que me amas.

—Te amo.

—Di que me deseas.

—No.

—¿Por qué~?

—Porque pienso torturarte mucho de ahora en adelante, así que prepárate. Ya te abracé y te besé, ¿qué dices de seguir adelante?

—Digo que será todo un placer.

 

Notas finales:

 

Sí, yo no sé lo sensual que es que escriba... pero usted no entiende lo sensual que es que me lea.

 


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