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Perfumes y Armas por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

Nuestras cartas de amor.


20/01/2016

 

Blue.

 

 

Todo lo que Fugaku quería para terminar la tarde era regresar a casa y dormir un promedio de catorce horas, porque el trabajo en la oficina estaba cada día más pesado, conforme se acercaba el fin de mes y el papeleo en su escritorio se edificaba como los rascacielos de Tokio. Quien dijera que el trabajo de un contador no era exhaustivo, merecía un lugar especial en el infierno. Definitivamente no quería que Kushina y el resto del grupo lo arrastraran para ver el acuario que recién abría sus puertas al público.

El acuario había capturado la atención del público con voracidad cuando explicaba en su publicidad que no cazaba animales acuáticos para mantenerlos en cautiverio, sino que rescataba a aquellos que habían resultado heridos o perdidos en la costa japonesa, para rehabilitarlos y luego liberarlos nuevamente al océano, o bien, darles un hogar que procuraba ser lo más sano y amigable posible.

Mikoto lo había amenazado con una sonrisa dulce y una palmada amistosa en el hombro, recordándole que era bueno ir a divertirse de vez en cuando y socializar con las personas con que trabajaba. El moreno se lo pensó dos veces y accedió al entender, que siendo ella la jefa de planta, podía saturarlo de visitas al campo y más papeleo. La mujer era una sádica.

Así que, todos juntos, salieron del trabajo y fueron caminando hasta el acuario. Al comprar los tickets, desanudar corbatas o deshacerse de los sacos, el ambiente de todo el mundo se animó gradualmente y se adentraron con entusiasmo en el establecimiento. Sin embargo, con el sueño insistente y el cansancio molestándole, Fugaku no se sentía con ganas de participar en el barullo general. En un bostezo ridículamente largo en el que cerró los ojos, el Uchiha se dio cuenta de que se había separado de los otros y estaba perdido.

Lo cual era simplemente espléndido. ¿Ahora cómo carajos iba a encontrar la salida? Tendría que preguntar a uno de los guías que dirigía los grupos de turistas.

Pero probablemente eso sería más tarde. En ese momento, por fin había encontrado un poco de paz y silencio. Caminó solitario por varios pasillos hasta dar con los enormes y famosos ventanales donde podía ver a los animales muy de cerca. Se entretuvo un rato mirando un par de mantarrayas y muchos pececillos diminutos y coloridos, casi esperó ver un tiburón. Lo que no esperó ver fue a un inmenso y exótico pez mirándole desde el otro lado del cristal, saludándole con una mano y un par de burbujas escapando de su boca.

Fugaku dejó escapar un sonido, que bien podría haber sido una risa, cargado de incredulidad. La larga y elegante cola del tono de los zafiros combinaba con el color de los ojos de la criatura. Cómo lo hacía, probablemente era un misterio. El supuesto tritón nadó alrededor de los otros peces sin apartarse demasiado de la mirada del moreno; parecía feliz en su elemento, ágil y elegante en medio de todas aquellas especies marinas que conformaban un espectáculo sobrecogedor.

—Con que aquí estabas —susurró Mikoto con malicia, que había reptado en absoluto silencio hasta su lado.

—HIJA DE- ¿Cómo hiciste eso? No lo hagas, me voy a infartar —gruñó el aludido, conteniendo las ganas de palparse el pecho con la mano.

—Él es un biólogo marino, nos lo dijo una de las guías. Su nombre es Minato, es uno de los principales artífices de este proyecto y parece que le gusta nadar con aquellos peces que se comportan demasiado cautelosos al nuevo ambiente. Para relajarlos, se pone esa cola sintética en la cintura. Se mira precioso~

—¿Y por qué me dices eso?

—Porque siempre creí que no te gustaba el pescado, pero mírate… ahora parece que quieres devorar uno.

Fugaku, por dignidad, no respondió.

—Pronto tendrá que salir del tanque a saludar a los turistas que están en el otro nivel del acuario. ¿Quieres ir a saludar?

—Haz lo que quieras.

La morena se sonrió con arrogancia y se llevó a Fugaku consigo a conocer al pececito

 

Notas finales:

 

Llamémosle exilio, porque es mejor tener piel herida por valiente que intacta por cobarde.
Jhorman Acosta


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