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Perfumes y Armas por ItaDei_SasuNaru fan

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Tren.

 

 

De noche, en el último viaje nocturno del transporte público, iban los dos nuevamente en el tren, apretados y sin incomodidad de por medio.

—Así que, ¿qué dices?

Él desvió la mirada e hizo como que se lo pensaba. Habían estado saliendo como pareja ya por un año, y lo habían hecho algunas (¡muchasmuchasmuchas!) veces en su relación. Al trabajar como detectives privados no les quedaba mucho tiempo para disfrutar de su vida personal pero siempre sacaban tiempo para estar juntos.

—Mmm… yo digo que sí, siempre y cuando…

—Minato, es hora de que hagamos algo más aparte de…

—¿Y por qué no?

—Porque es lo único que hacemos en nuestro tiempo libre.

—¿Vas a negar que te gusta, Fuga-kun~? —ronroneó el rubio tironeando de la corbata de su compañero.

—Te voy a recoger a las ocho e iremos a cenar como gente civilizada. Terminaremos de cenar, te iré a dejar a tu casa, te despediré en la puerta y me iré —sentenció el moreno.

—Claro, Fugaku. Lo que tú digas —dijo Minato sonriendo radiante y con picardía.

—Hablo en serio, rubio.

—Por supuesto, pero te recuerdo que si quieres quedarte a dormir no tienes que preguntar.

Fugaku asintió con los ojos cerrados, luchando porque el rubor huyera de su rostro.

Minato se inclinó sobre la punta de los pies, posando un beso en una de sus mejillas sonrosadas.

Fugaku miró hacia abajo y lo vio a los ojos con seriedad. Minato sonrió. El moreno tomó su barbilla y levantó su rostro, acercándose hasta presionar un beso en sus labios.

Sin embargo, fueron interrumpidos por el sonido de risas femeninas que justo en ese momento subían en la parada. Los ojos de Minato se abrieron de golpe y puso la cara de Fugaku lejos de la suya.

Fugaku resopló molesto por la interrupción y volteó a ver a las recién llegadas.

Ellas reaccionaron a fuerza de tener encima un par de miradas. Una castaña volteó a verlos e hizo una “O” perfecta con su boca de la impresión. Cruzó el vagón, recto hacia ellos y preguntó:

—Oh por Dios… ¿ustedes dos están saliendo?

Fugaku torció los labios en una mueca antes de decir nada, viendo como las otras dos mujercitas se acercaban a ellos con curiosidad.

—Pues sí… es que… verán… —balbuceó el rubio tratando, adorablemente, de explicarse.

—Sí, él es mi pareja —respondió el Uchiha casual.

Las tres chicas chillaron de la emoción.

—¡Yo sabía! ¡Es que hacen una pareja tan linda que aunque no estuvieran juntos me habrían encantado por igual!

—Sí, por un lado hay un moreno guapo, serio y celoso —comentó la chica de cabello negro y largo.

—Y por el otro, hay un hermoso, adorable y sexy rubio —exclamó la otra chica de cabello negro y corto.

Fugaku y Minato se miraron nerviosos. Era una forma… interesante de definirlos.

—¿Gracias? —dijeron ellos al unísono.

Ellas asintieron fervorosamente, viéndolos con ojos brillantes. La castaña de pronto iluminó su rostro y sacó un celular de su cartera.

—¿Qué está haciendo? —Fugaku tuvo que preguntar.

—Estoy grabando, así que si no les importa, ¿podrían besarse otra vez?

—¡¿Qué?! —saltó Minato.

Fugaku, que quería que todo el espectáculo terminara de una vez, tomó el rostro de su pareja y lo atrajo al suyo. Susurró algo en los labios entreabiertos de Minato, algo que las chicas no pudieron escuchar. Al recibir gustoso el beso, el rubio cerró los ojos y enrolló un brazo en los hombros del moreno. Se besaron con paciencia y sensualidad, olvidando a las pobres mujeres que los seguían grabando.

Cuando se separaron, Fugaku miró a las chicas y preguntó:

—¿Todo bien?

Ellas asintieron débilmente, tratando con todas fuerzas de no desmayarse.

Las tres se despidieron rápidamente al escuchar que el tren hacía la próxima parada y salieron despavoridas, dejando a Fugaku y a Minato un poco sorprendidos.

 

Las tres tomaron aire cuando vieron que el tren seguía su curso. Comenzaron a caminar con normalidad directo a sus casas, casi disimuladamente. Con lentitud se miraron entre ellas, hasta que la castaña comenzó a reír como loca.

—¡Eran tan lindos que podría morir! —exclamó con los brazos al aire.

—Seeh, ¡por Dios, qué beso! Te deja pensando en muchas cosas —anotó la otra abanicándose el rostro.

—Debimos haberlos seguido hasta el final, averiguar donde viven y espiarlos por la noche, seguro que hacen cosas muy buenas —comentó la tercera con hilito de sangre bajándole por la nariz.

—¡Pervertida! —gritaron las otras dos.

Ella solo se encogió de hombros, sonriendo sin tapujos, a sabiendas de que las otras pensaban igual.

 

Notas finales:

 


"Te quiero en todos los tiempos y modos del verbo." —Conde Drácula.


 


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