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Perfumes y Armas por ItaDei_SasuNaru fan

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Trampa.

 

 

Cuando la pregunta salió de los labios de Minato, Fugaku sudó frío, le temblaron las piernas, se le paró el corazón, sonó una música macabra en su cabeza y su rubio se convirtió en ese instante, en un ser altamente peligroso.

Se sintió como en una de esas películas de acción donde el tipo está frente a una bomba y tiene que decidir qué cable cortar para poder salir sano y salvo.

Para aclarar la situación, hay que decir que el Uchiha estaba descansando plácidamente en la cama, esperando a que su esposo saliera del baño para dormir cuando se vio en esa tremenda situación.

Minato salió del baño con una camisa que le llegaba a medio muslo, rodeado de vapor y con gotas de agua en el cabello. Salió tocando su pequeña pancita, girando sobre sí mismo, de un lado a otro, midiendo con sus manos la curva que comenzaba a marcarse en su vientre. Ladeó la cabeza y entrecerró los ojos también.

—¿Crees que estoy gordo? —le preguntó, mirándole directamente sin dejar de tocar su vientre ni la criatura dentro de sí.

Su rubio no era tonto, no podía insultar toda su inteligencia diciéndole que no lo estaba, cuando era más que evidente que el embarazo comenzaba a marcar su cuerpo.

Pero tampoco podía ser maleducado, y hacer que Minato -su precioso y embarazado Minato- se sintiera mal. Dependiendo de su respuesta, dormiría en la cama o en el sofá.

Fugaku pensó que debería haber un manual sobre cómo tratar con tu esposo embarazado de cuatro meses. El Uchiha creía que siendo quien era, debería estar preparado para todo a estar alturas de la vida y la existencia. Pero no existía ser en el mundo que se enfrentara a la ira de Minato… y viviera para contarlo.

—¿Y bien? ¿Tú qué dices?

«Es una trampa, es una trampa…» le susurró su subconsciente con desesperación.

Fuera la respuesta que fuera, tenía que decir algo pronto o igual terminaría rebanado en pedacitos, pequeños y míseros. Además, Minato aguardaba la respuesta con entusiasmo y eso era una buena señal.

Tomó aire y…

—Minato, esa es una pregunta muy difícil y su respuesta es complicada, ya que si digo que “no”, es imposible que me creas y me acusarás de ser adulador y deshonesto. Y si yo, por algún impulso de idiotez, te digo que “sí” aun cuando eso tampoco es cierto, me sacudirás con todas tus fuerzas. ¿Cuál es la verdadera pregunta aquí? ¿Alguien dijo algo que te molestó? ¿Tengo que matar a ese alguien? ¿Acaso te gustaría saber cuánto y cómo te deseo? Si estás inseguro, no deberías. Porque en realidad creo que estás incluso demasiado guapo y hermoso; no puedo lidiar con todas las miradas lujuriosas que las personas te lanzan en la calle. No quiero ir a la cárcel por convertirme en un asesino serial, tengo que cuidarte. ¿Y sabes? Si fuera por mí, me gustaría hacerte el amor a todas horas. Eres jodidamente sexy, con o sin embarazo. Voy a dejar de hablar… Ahora.

Para ese punto de la retahíla, Fugaku ya había llegado hasta el otro y lo había rodeado con sus brazos, esperando cualquier reacción por parte de su rubio.

—¿De verdad? —susurró Minato en su oído, devolviéndole el abrazo.

—Solo mírate, haces que tenga que contenerme todo el tiempo —contestó el moreno, llenando al otro de besos y caricias, haciendo ruiditos graciosos contra su piel.

—Eso es maravilloso —dijo Minato sonriendo mientras juntaba sus frentes—. Solo para que sepas, estaba molestándote pero eso de que hagamos el amor todo el día no suena nada mal.

Y se relamió los labios, gustoso. Fugaku pensaba disfrutar de su apetito hasta el último segundo.

 

Notas finales:

Mi V.I.P~~~


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