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Roma por Lunita Shinigami

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ROMA

BY LUNA SHINIGAMI





: HARRY POTTER:



Nota: los personajes de Harry Potter no pertenecen, este fic es sin ánimo de lucro.







Luchemos contra el plagio entre más seamos, más se escucharan nuestras voces, no dejemos que personas inescrupulosas se lleven nuestro trabajo… propuesta liderada por Katrinna Le Fay y adoptada por Luna Shinigami.





Si el fic no es de tu agrado, no te gusto el final, el comienzo o las notas de autor, no te gustan los personajes, ni te agrada la autora, por favor, a riesgo de ser grosera, no comentes, pero si tienes una crítica constructiva decente, soy toda oídos. Y tratare de mejorar.


Atentamente Luna Shinigami

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[Chapter 4]

 

 

Llegaron en carromatos a Roma, la ciudad que había visto nacer a Harry, mas sin embargo no a Bill ni a muchos de los inmensos y fuertes gladiadores.

 

Bill miraba por las rejas de Padua de la carroza que los transportaba, escuchaba vítores, eran recibidos como los mejores poetas y liricos de Roma.

 

-dadle pan y circo al pueblo y los tendrás felices, nuestro emperador tomo los juegos de gladiadores como un espectáculo y eso es lo que vende, la gente está feliz mientras Roma cae en la codicia, la lujuria y la degradación- escucho la voz de Harry- somos héroes del circo romano, somos su entretención- viendo como algunas mujeres los miraban con deseo y algunos hombres, también.- hasta que nos hagan morir en la arena-

 

-Tú y yo no moriremos Harry- le recordó Bill, mirando las miradas de deseo, sonriéndoles encantadoramente a aquellos que les admiraban como un jugoso trozo de carne.

 

Harry solo negó con una sonrisa viendo la actitud de su cuñado y amigo, siempre había sido así.

 

El carromato llego a las afueras de un Ludo lujoso y fueron bajados entre os vítores de la multitud, mientras les lanzaban monedas, pan, e incluso una que otra toga.

 

-somos populares- rio uno de los compañeros de lucha.

 

“Hasta que nos maten” pensó Harry entrando.

 

Era mucho más lujoso y mucho más grande que el ludo anterior, se podía ver como Albus estaba orgulloso y mostraba sus muchachos como caballos de exposición equina.

 

-son los mejores luchadores de mi Ludo, el emperador estará complacido con las nuevas adquisiciones- dijo el hombre ufanándose de ellos.

 

-eso habría que verlo- dijo una voz gruesa, la voz del senador Greyback, que iba a su lado con su hermano menor Remus, que apenas podía contener la rabia que sentía al estar frente a estos pobres muchachos dados a morir por el espectáculo.

 

Había visto sus ojos dorados cientos de ellos llegar y morir de forma despiadada y cruel, siendo nada más que un vago recuerdo o comida para los gusanos.

 

Pocos se habían salvado y pocos habían recibido la gloria efímera.

 

Pocos, contados por los dedos de su mano derecha, habían recibido la libertad del pueblo y del emperador.

 

Remus no gustaba de los gustos de su hermano y menos de sus formas de enseñanza.

 

Pero era parte de la familia de Greyback y nada podía hacer para evitar el sadismo de su hermano.

 

-soy el senador Greyback y yo decido si son dignos del emperador... desnúdense- ordeno a los gladiadores que se quitaron el faldón y la camisa que llevaban, quedando incluso sin las sandalias.

 

 

Greyback reviso sus ojos, sus cabellos, sus bocas, sus manos, sus culos, los inspecciono como si estuviera mirando ganado y no seres humanos, claro que realmente para él no eran seres humanos, solo futuras entretenciones.

 

Greyback se detuvo en Harry, era un poco más bajo que los demás gladiadores y con una cara hermosa – ¿eres un gladiador o una puta?- pregunto alzando el mentón férreo del hombre.

 

-soy un gladiador… soy apodado el león- dijo con voz grave sin bajar su rostro un poco, para él Greyback solo era un senador cruel escondido en su sadismo pero un cobarde que jamás había salido de  debajo de las togas de Roma para luchar, solo estaba escondido en su crapulencia nada más.

 

-el león romano- le miro de arriba a bajo y puso su inmensa mano en los potentes genitales del gladiador- con este Príapo has de satisfacer a muchas doncellas y hombres- le aseguro tanteándolo con brusquedad – tienes un Príapo excelente- el senador Greyback se arrodillo y chupo la extensión del miembro que le mostraba, este se erguía con rapidez ante las atenciones bucales del hombre mayor.

 

Harry agarro con fuerza los cabellos oscuros del Senador y lo obligo a meterse su pene hasta el fondo de su cavernosa boca, no era más que un puto vicioso.

 

Y siguió penetrando su boca hasta que su Príapo se descargó, aun así fue Harry quien miro con superioridad al senador.

 

-eres delicioso- le aseguro Fenrir limpiándose los rastros de semen de sus labios con la lengua, cual vil gato montés- son perfectos… dadle mujeres a los chicos Albus… que no serán presentados hasta dentro de un mes-

 

Bill se acercó a Harry – ¿Qué demonios paso?-

 

-el senador me estaba probando muy literalmente y al parecer pase su examen riguroso- dijo burlón, mientras todos se vestían y ese día, fue comida y vino, prostitutas y ero menos. Todo fue un bacanal.

 

Bill solo sonrió disfrutando esa noche de las atenciones de las doncellas y varones que fueron enviados para sus placeres.

 

 

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Luego de los placeres carnales que les fueron ofrecidos en bandeja de plata.

 

Harry recostó su cabeza sobre aquel catre de piedra, apenas si se podría cubrir con los mantos dejados allí por los esclavos, cerró los ojos, preparado para soñar con su familia fallecida, preparado para soñar con su dulce esposa.

 

En su sueño estaba caminando despacio sobre un gran campo de trigo, podía oler el grano en su nariz, podría sentir la libertad del viendo en su rostro.

 

Sonrió en su sueño pensando que estaba a escasos metros de su hogar, pensando en alzar a sus hermosos hijos y pedir besos nuevos a su esposa, pero en su lugar encontró a alguien.

 

Su primavera.             

 

Se quedó quieto mirándole, era una hermosa alegoría a la belleza, jamás había visto alguien tan etéreo y hermoso, aunque fuera penado en su corazón, el cabello rubio platinado y los rasgos aristocráticos lo o la hacían perfecta, pero había algo que más allá de la apariencia lo dejaban sin aliento y eso eran sus bellos ojos.

 

Ojos como las tormentas en altamar cerca del océano.

 

Ojos como las escamas de un dragón.

 

Pero ante todo ojos con una gran tristeza más allá de ellos mismos.

 

Aquellos ojos grises como penumbras de la borrasca, como la inclemencia, como el dolor.

 

-¿Quién eres?-  le pregunto Harry acercándose a su sueño, a su primavera.

 

Aquel ser etéreo y lejano solo lo miro con la misma tristeza y alzo su mano, mostrando la sangre de su muñeca, desintegrándose ante sus ojos.

 

-¡!NOOOO!!- grito tratando de alcanzarle, tratando de salvarle.

 

--Harry, Harry levántate fue un mal sueño, Harry- le movió Bill  con rudeza, los gritos de Harry eran espeluznantes y dolorosos- Harry-

 

El moreno abrió sus ojos y de estos salieron lagrimas fuertes, y escondió su cabeza en el pecho de su cuñado –los… destinos me torturan… con… algo que aun no entiendo- dijo entre cortado.

 

Bill supo de inmediato que no había soñado con su hermana – si los destinos están llenándote de sueños, están colocando una misión en tus manos, los dioses confían en la fuerza de tu espada Harry- le aseguro y el gran león solo pudo asentir y pensar que pronto conocería  el deseo de los destinos y el como buen romano lo haría cumplir a costa de su vida.

 

Pero nadie le había preparado a que tal vez, solo tal vez debería dejar su venganza a un lado.

 

O tal vez modificarla para honrar a los destinos.

 

 

 

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Sonaron las espadas con fuerza, el acero desnudo lanzado con fuerza contra los escudos forjados.

 

Los gladiadores estaban siendo entrenados desde antes del alba, usando Yelmos que protegía sus cabezas, pero nada en sus pechos desnudos, dejando ver en cada movimiento como sus músculos se tensaban y como las gotas de sudor caían lentamente por sus trabajados cuerpos.

 

Muchos esclavos miraban con deseo a los gladiadores más después de la noche con la que fueron usados por placer por los hombres que estaban en el Ludo.

 

Muchos esclavos no podían dejar de admirar sus trabajados cuerpos y como estos chocaban con anticipación contra el adversario.

 

Claro que el murmullo se silenció cuando el gran senador Rufus Scrimgeour, venia ataviado con sus ropas blancas y el cinto rojo, con el cual fue ungido por el emperador.

 

A su lado venían varios esclavos, sobre todo su preferido, propiedad del mismo emperador, Percival Ignatius.

 

El pelirrojo caminaba con la frente en alto a pesar de ser un simple esclavo, las ropas eran completamente rojas como sus cabellos hasta los pequeños laureles de sus bucles.

 

Albus sonrió  acariciándose la barba cuando vio allí a otro de sus senadores.

 

-mi honorable senador- le saludo con una venia.

 

-Greyback me comento que sus  gladiadores eran los mejores, al parecer algo aquí le llamo la atención a nuestro buen Fenrir-

 

El anciano sonrió y se hizo a su lado para hacerle ir a la arena de entrenamientos – mis gladiadores dan todo por la arena mi señor, son los mejores que pueda encontrar y no importa morir por Roma- le aseguro.

 

 

Rufus sonrió viendo a los jóvenes, los trabajados cuerpos, la fortaleza de sus priapos, el olor a hombre.

 

-detenlos…- le ordeno a Albus – quiero ver a quien puedo yo auspiciar…. – dijo viéndoles.

 

Los reviso como había hecho el mismo Fenrir, pero con la sensación de sentirse superior, hasta que le vio, alto, pelirrojo con un collar con colmillos de lobo en su cuello, con grandes piernas y manos capaces de estrangular al enemigo.

 

-pelirrojo- dijo acariciando el largo cabello del gladiador, la obsesión de Rufus era el rojo, no por nada a su lado estaba su mayor obsesión, desde que le fue dado desde niño – Tu nombre gladiador-

 

-Bill- casi gruño salvajemente y eso le busto al senador.

 

Percy le miro contrito, era un hombre alto, a duras penas Percy le llegaría a los hombros, fuerte y se veía poderoso, era hermoso en el sentido varonil de la palabra, exudaba poder y espera que no fuera muerto tan rápido, había visto más grandes caer y morir en la arena.

 

-Dumbledore, me gusta- le aseguro acariciando su pecho, mas no sexualmente, sino tactando al semental y de reojo miro a Percy y lo jalo empujándolo contra el hombre – si ganas tu primera contienda en la arena, si sobrevives a los soldados del emperador… él será tu recompensa- le aseguro, iba a verlos, se le hacía excitante verlos copular.

 

Bill quedo con los ojos abiertos, cuando aquel joven muchacho cayó en sus brazos, tan delicado que posiblemente lo mataría al penetrarlo.

 

Los ojos azules y los ojos marrones se encontraron.

 

Percy jamás había sido entregado a un gladiador y dudaba que a su amo Draco le fuera gustar que le entregaran por un lustro.

 

Mas solo se quedó quieto, esperando ver la respuesta del gladiador, claro que ambos eran esclavos y el gladiador si ganaba debía tomarlo o morir por traición.

-él será tu premio, claro si sobrevives- dijo arrebatándole al esclavo que hoy le acompañaba.

 

Bill miro al chiquillo de nuevo y asintió, era hermoso y no habría mejor premio que estar entre las piernas de tan hermoso ejemplar de esclavo.

 

Rufus sonrió burlón y camino un poco más, viendo al hombre de ojos verdes, y entre cerro sus ojos.

 

¿Lo había visto de algún lugar?

 

¿Por qué se le hacía conocido?

 

Negó, no conocía a nadie con los ojos así, ni con la fiereza de su mirada, aunque, había algo que tenía ese hombre.

 

Posiblemente la cicatriz con el trueno de Júpiter en sus manos.

 

Negó caminando e ignorándolo, el único hombre que tenía esa marca había fallecido años atrás.

 

Y en el fondo de la mente del senador Rufus quedo el rostro y la marca de aquel gladiador, ahora tenía cosas más importantes que hacer, como patrocinar a Bill, ya que su lujuria obnubilo su cordura y su memoria.

 

 

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Los hermosos jardines engalanados de la mansión, eran ahora testigos de la hermosa dama que estaba allí, sembrando algunas de sus flores.

 

Los cabellos rubios la hacían ver casi celestial de alguna manera, y esta levanto su mirada al poder enfocar la figura vestida de negro que estaba recostada  a un lado de un frondoso pino.

 

Camino limpiándose las manos y quedando cerca de aquella sombra.

 

-Gracias- le dijo dulcemente.

 

-no hay de que Narcissa, yo solo cumplia ordenes- le aseguro quitándose la capucha oscura que cubria su rostro palido – Tu espos es un idiota-

 

Narcissa sonrio, pero en sus ojos se veía el peso del dolor y la perdida – lo se, Sirius es incontroalble, pero hace las cosas como bien puede-

 

Severus suspiro y se acerco a la hermosa mujer -¿Cómo puedes aguantarlo? ¿Cómo pudiste olvdiar a Lucius?-

 

Narcissa suspiro y miro los inmensos ojos negros de Severus – No lo olvide, pero debo sobrevivir, debo hacer lo suficiente para poder rescatar a mi hijo, es  realmente lo que mas nos importa a Lucius y a mi, y a ti- le acaricio el rostro – lloro cada noche por la perdida de Lucius y me siento una vulgar prostituta cuando debo responder en la cama ante mi primo, lloro amargamente el pobre destino de mi hijo y desearía ponerme en su lugar y sufrir yo al solo pensar que el emperador lo lastima, pero Severus muerta de dolor, no lo ayudare a salir- se acerco mas y beso con suavidad sus labios – Severus muerta no le sirvo a mi hijo, cuando lo sepa lejos de la crapulecnia de Rima y lejos de las malditas cadenas que cierne el emperador sobre su cuerpo, ese dia podre irme con los hados y esperar mi condena por faltarle al amor de Lucius-

 

El de cabellos negros se arrodillo abrazándola por la cintura – perdóname desconfiar, perdomae Narcissa pero es que estoy al punto del desespero, no puedo hacer nada por Draco, no encuentro a Lucius… y estoy de niñera de ese can de Srius Mayor-

 

La mujer sonrió pasando sus manos por los cabellos largos- los rescataremos… o al menos a mi hijo- le aseguro – lo haremos libres, porque si todos pagamos la omisión de la ayuda, todos le liberaremos, su destino jamás fue ser la venus del emperador, en las estrellas, la constelación de Draco siempre le había pertenecido a la constelación del león y el emperador trunco las estrellas del cielo y del tiempo, desafiando a los dioses mismos…- le aseguro – Draco será libre aunque nosotros seamos condenados a Tártaro-

 

Severus suspiro y asintió respirando el suave olor de la esposa de Lucius, su amiga, su confidente y su amante, como lo había sido su esposo rubio.

 

El amante perpetuo de los Malfoy.

 

El amante más fiel debido a que ellos le habían salvado de la esclavitud al ser hijo de una hija de un senador poderoso y un simple y vulgar esclavo.

 

El amante más devoto desde que le habían nombrado el padrino de su único hijo.

 

Y un amante capaz de dar todo por la única familia que conoció.

 

 

Lo que ninguno de ellos vio, fue que desde la hermosa mansión, alguien maldijo, el mismo Sirius Black.

 

Por no poder obtener lo que hace años deseaba.

 

El cuerpo y el corazón de Severus Snape.

 

 

Continuara!!!

 

En el próximo sale Draquis!!!! Jajaja espero que les haya gustado y que haya valido la pena la espera.

 

Besos y gracias a todos por sus mensajes de apoyo!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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