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Roma por Lunita Shinigami

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Roma

 [Harry Potter]

 

 

Nota: los personajes de Harry Potter no pertenecen, este fic es sin ánimo de lucro.

 

 

Luchemos contra el plagio entre más seamos, más se escucharan nuestras voces, no dejemos que personas inescrupulosas se lleven nuestro trabajo… propuesta liderada por Katrinna Le Fay y adoptada por Luna Shinigami.

 

Si el fic no es de tu agrado, no te gusto el final, el comienzo o las notas de autor, no te gustan los personajes, ni te agrada la autora, por favor, a riesgo de ser grosera, no comentes, pero si tienes una crítica constructiva decente, soy toda oídos.

 

Atentamente Luna Shinigami

 

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HARRY POTTER AU

Capítulo 5

 

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El fuego en los ojos del gladiador era la motivación más grande de la arena.

La sangre sobre los cuerpos fornidos luchando hombro a hombro, el olor de la excitación del pueblo.

 

La pelea era fuerte, el choque de las espadas, del acero encorvado, del metal contra el filo perpetuo, los reciarios contra los sectores.

 

En las gradas, el grito enardecido de un pueblo pobre al cual sostenía la masacre y la sangre; el grito enardecido del pueblo oligarca cargado de poder, del tener y el hacer.

 

Y en lo alto del pináculo, el grandioso emperador, Tom Marvolo Riddle, que mantenía una sonrisa ladeada al ver a los cuerpos en la arena, al ver como su inmenso poderío regido por el eterno coliseo se proclamaba más allá de las fronteras romanas.

 

A su lado, estaban sus principales legisladores, regodeados de la crapulencia, en regodearse de esclavos y esclavas jóvenes, sintiendo sus priapos alzarse por la vejación del mismo pueblo, por el vino adoración a Baco, por la comida rica en contrario del hambre del pueblo.

 

La hermosa Venus del emperador no estaba, él precioso rubio de cabellos de Febo no podía estar en tan bajo evento, en un evento sanguinario de sangre, miembros y viseras, él estaba resguardado más su esclavo favorito no.

 

Aquel que ahora, miraba la escena cruel al cual fue prometido, yacer en la cama del gladiador pelirrojo, ahora vestido como un reciario o verlo perecer en la arena sin pena ni gloria en su primer combate mientras su cadáver se daba de comer a los leones, como si fuera un vil cristiano.

 

Sus ojos enfocaba a ese hombre y por primera vez deseo que no pereciera en la arena, no merecería morir aunque su sacrificio fuera en el altar preparado para recibir su premio.

 

Odiaba la crapulencia y vejación del imperio pero aún más, del de su emperador, de la vida que le deparaba a su señor.

 

Aunque algunas veces pensaba que era mejor uno que muchos, pero toda una vida era mejor muchos, que el maldito emperador.

 

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Harry vio entrar a su prisión al ver al senador Greyback, había sido extraño que no había sido convocado en la primera tanda de gladiadores.

 

Bill había salido a la arena y él solo esperaba por la misma Minerva que regresara en una pieza, aunque conocía la fortaleza de su cuñado y más, al saberle prendado de un pequeño esclavo pelirrojo.

 

-Senador- dijo viéndolo a los ojos dorados.

 

-Mi querido León- dijo haciendo que los guardias abrieran las puertas y se acercó al gladiador – pedí que te dejaron ahora a mi merced…- dijo curvando la sonrisa casi lobuna – deseo mostraste lo que conseguirás en mis manos- llevo una mano a su miembro guardado dentro del cuero de su faldillo.

 

-¿que desea mostrarme senador?- le dijo el León desafiando al senador.

 

-el mismo palacio del emperador- dijo robándole un beso al gladiador casi sádicamente, mientras era respondido con igual furia.

 

En la mente de Harry solo pasaba una cosa.

 

Venganza.

 

Y Si el senador Greyback iba a ayudarle para lograr atravesar el maldito y oscuro corazón de Riddle, aceptaría ese pacto pagano.

 

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Draco estaba en el precioso jardín solo reservado para la beldad del emperador, aquel lugar rodeado como si se tratarse de los mismos elíseos aunque él lo viese como el mismo tártaro.

 

Sus pies descalzos sentían la hierba bajo ellas, miraba los árboles frondosos de varios colores solo para él.

 

Sobre todo el violeta y el rojo.

 

Los colores de la realeza.

 

Los colores del encierro y de su jaula de oro.

 

Suspiro agachándose lentamente para oler una preciosa rosa, tal vez como ella estaría en el cruel encierro y perecería cuando su belleza no fuese la causa de la lujuria para el emperador de Roma, o a causa de sus incontables luchas en la cama, o posiblemente envenenado por algún amante que desee ocupar su lugar.

 

¿Pero quién sería tan masoquista de desear el lugar?

 

Pero dementes había en todas partes y lo entendía, entendía que pensaran que las joyas que usaba eran más que suficiente para rebajar su humanidad y compartir el lecho con un ser enfermo y oscuro, cuyo deseo expansionista estaba destruyendo lo que alguna vez construyo el grandioso Cesar.

 

Escucho un ruido que sobre salto su humanidad, haciendo que abriera sus ojos como un cervatillo a punto de ser cazado por la excelsa Diana y se sorprendió, allí en la mitad de su jardín estaba un hombre, como pocos, de contextura fuerte, moreno, de increíble cabello oscuro como la boca de Cerberos y con los ojos verdes como la misma Minerva en su egida.

 

Llevaba un escaso taparrabos que cubría su lánguida  masculinidad y unas sandalias de cuero remarcando los músculos de sus piernas, la piel llevaba muchas cicatrices.

 

-Un gladiador- dijo acortando su voz y dando dos pasos atrás.

 

El Gladiador no hablaba, solo lo miraba como quien mira un vaso de agua en el desierto, como quien mira un espejismo enfundando con túnica plateada, realzando mas sus ojos y su cuerpo, entallándolo como si fuera un dios pecaminoso o angelical caído del cielo.

 

Ojos como las tormentas en altamar cerca del océano.

Ojos como las escamas de un dragón.

Pero ante todo ojos con una gran tristeza más allá de ellos mismos.

 

 

El gladiador lo miraba como quien anhela un sueño, y lo ve ahora, allí de frente, allí con él.

 

-Por Júpiter- dijo acercándose hipnotizado por los increíbles ojos grises de esa preciosa muchacha, pero detallándolo bien, distaba de ser una muchacha, sorprendido se da cuenta que donde deberían haber montañas hay valles y viceversa.

 

 

-¿Qué hace usted en mi jardín?- dijo con voz sacada del fondo de su garganta aquel espejismo, mostrando por la tonalidad que distaba de ser una dama romana.

 

Los ojos del gladiador le miraron lentamente – venía con Fenrir Greyback, el legislador- Draco se puso más nervioso, odiaba a ese hombre – me perdí entrando al palacio-

 

-no debería estar aquí, la pena es la muerte- le aseguro – retírese y busque su camino-

 

Mas el gladiador se negó acercándose más y con un suave toco tomo la mano delicada de aquel que al parecer no había llegado a las 16 primaveras, escucho el gritito que profirió su alucinación, su sueño enviado por los dioses – Soy Harry, el León, gladiador a las órdenes de Greyback y el emperador- le aseguro.

 

Y a pesar de sus fuertes maneras, la mano tocada era reverencia y delicada, a pesar de los callos de sus manos, tomaba la ajena como si fuera ambrosia y era la primera vez que Draco, era reverenciado de esa manera, había sido obligado a ser adorado, con palabras disonantes en la cama, con actos más sucios, pero jamás había sido tratado de esa manera, por un bruto  según las tradiciones romanas.

 

-Draco… - susurro mirando embelesado por segundos por los ojos de aquel hombre, - Draco-

 

 

El hombre sonrió, con una sonrisa pura a pesar de ese envoltorio magno y dio un delicado beso en el dorso de la mano del sueño.

 

-Draco como los dragones tracios- susurro y sonrió, esperando que la comparación no lo enojara, para luego salir de allí como había entrado, fugaz, rápido y fantasmal.

 

Draco cayó al suelo de rodillas, realmente jamás pensó  en ver una figura tan imponente con solo su mirada, tan decidía en aquel destello fugaz de sus ojos verdes.

 

Y pensó, que si Minerva quería un verdadero emperador, él seria, ya que sus ojos representaban a la diosa de ojos de lechuza y el poderío de un verdadero emperador.

 

 

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Harry volvió a la senda del camino, realmente había salido para ver la entrada a las habitaciones del emperador.

 

Fue llevado por Greyback a ese lugar con el solo deseo de hacerlo yacer con él en la cama, más Harry tenía otros planes, aunque su plan no fue encontrar al sueño enviado por los dioses, un sueño casi etéreo pero a la vez humano.

 

El sueño enviado por los dioses, en medio de aquel lugar.

 

Un sueño que ahora sabia debía alcanzar.

 

Se acercó a la naveta de agua y metió la cabeza mojando sus mechones negros – Draco- susurro su nombre como un pecado, era lo más hermoso que habían visto sus ojos y que perdonara su preciosa Ginny pero aquella hermosa primavera, superaba la belleza que había imaginado en el mundo.

 

Aunque ¿Por qué estaba ese hermoso dragón en las habitaciones del emperador?

 

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Y la arena salto en gritos, los cuatro gladiadores del laudo de Dumbledore habían sobrevivido y Percy no pudo más que sentirse cohibido al ver el cuerpo robusto del gladiador victorioso, y más al saber que debajo del yelmo, este clavaba su mirada en él.

Todos se levantaron y Percy casi tuvo que ser arrastrado por Scrimgeour, que no soltaba el delicado brazo del emperador.

 

-espero Rufus que valga la pena la cena- dijo el emperador con pose hedonista.

 

-lo mejor viene después mi señor – aseguro el hombre mayor, sin soltar aquel muchacho que había prometido al gladiador.

 

Pronto los senadores fueron atendidos en la base del coliseo romano, con el olor pútrido de la sangre derramada, con los rugidos de los animales feroces encadenados, felinos africanos e inclusive cocodrilos peligrosos que eran alimentados como a los mejores romanos.

 

Los esclavos se movían con miedo repartiendo la comida y el vino, llenando las ociosas barrigas de los senadores, que lanzaban palabras obscenas a las esclavas y esclavos, acariciando soezmente sus cuerpos, con el derecho que da el poder.

 

-Mi señor- dijo Rufus levantándose y alzando una copa – señores senadores…. La entretención del circo más allá- dijo sonriendo y traque los dedos; dos esclavos llevaron a el inmenso ganador del Ludo.

 

Tom alzo una ceja y presto más atención, el cuerpo de aquel sucio gladiador era fuerte, supuso que Rufus se lo cogería en mitad de la comida, pero vio llegar al otro lado al esclavo de su Venus.

 

-Mi venus se enojara mucho- dijo a Rufus – Percival es su favorito entre los esclavos-

 

-su venus mi señor no tiene por qué enterarse y yo le prometí a William, el honor de tener un esclavo imperial entre sus piernas- le aseguro Rufus y los senadores rápidamente ordenaron limpiar la mesa, casi todo fue lanzado al suelo menos el vino.

 

Tom sonrió – entonces… mi venus no se enterara- viendo a Percy – empiecen- ordeno y moviendo su mano Bill acepto.

 

Odiaba obviamente ver los ojos de los decrépitos y decadentes hombres, pero ese joven le llamaba.

 

Agarro la pequeña cintura y lo subió encima de la mesa para besarlo fuertemente, quitando el pasador de la preciosa toga roja que cubría su cuerpo y acariciándole con deseo. Los músculos de su cuerpo se tensaron, mostrando cada pliegue mientras sentía el cuerpo más pequeño estremecerse.

 

Empezó a escuchar las frases sueltas insultantes pero solo pudo acercarse al oído del hermoso esclavo de rubí.

 

-Olvida sus palabras, entrégate a mí y te hare llegar a los elíseos- susurro.

 

Los ojos marrones se centraron en los azules y suspiro asintiendo quedamente, sintiendo las manos en su pecho plano así como las manos callosas sobre ellos como si en algún momento fuera a lactar, su boca se abrió para sonar el sonido más erótico que pudo mientras la boca de Bill bajaba lentamente hasta rozar con sus labios el collar de cuero que tenía Perce como esclavo de cama.

 

Las piernas blancas y delgadas se enroscaron lentamente en la poderosa cadera ajena, mientras gemía con fuerza y Bill sonrió tomando ambas manos lanzado su cuerpo contra la mesa y apretándolas mientras rompía sus labios en un beso.

 

Los cuerpos eran diferentes, como los aceites y al misma agua, pero al mismo tiempo se complementaban de una forma única, inclusive olvidando que estaban en mitad de un circo para verles copular.

 

Le beso de nuevo Bill hasta retirar la preciosa túnica dejándole completamente desnudo y él no pudo más que jalar lanzar su faldón de cuero y mostrar su miembro erguido y orgulloso contra las prietas nalgas del precioso esclavo, rozándose entre ellas... haciendo que el líquido pre seminal mojara la entrada apretada – dolerá- susurro de nuevo y Perce abrió los ojitos marrones y asintió besándolo, dándose el placer de aceptar alguien en sus piernas sin ser obligado por ser un esclavo de cama.

Por primera vez Percy se entregaba con locura y olvidaba que estaba siendo objeto de deseo y de vejación.

 

El gladius lo hacía sentir vivo y por primera vez deseado en verdad.

 

Pego un pequeño grito cuando el hombre empezó a penetrarle, despacio y cuidado, pero el tamaño era considerable así que solo podía gemir apoyado en cada grito y luego finalmente embestido lentamente, dentro y fuera, despacio y haciéndole sentir cada centímetro del aquel miembro viril en su interior.

 

Bill comenzó a morderle de tal forma que dejaba pequeñas marcas, incluso sus largos dedos dejaban las marcas en las caderas a las que ahora se aferraba como un náufrago en medio del mar, el cuerpo ajeno de aquel hermoso esclavo, era grácil, cálido y único.

 

Unió de nuevo sus cuerpos y los sello en un pacto de un beso.

 

La saliva pasaba en la boca y el sonido excitante de ambos cuerpos siendo uno, los gritos y senadores, los demás esclavos, todo quedo fuera de ese momento en que el Inmenso gladiador reclamaba al precioso esclavo de cama.

 

Y todo termino en la pequeña muerte, en el orgasmo conjunto, en el semen derramado en el vientre de los dos, el semen que quedo en el interior del hermoso esclavo.

 

Luego Bill solo puso un suave beso en la frente húmeda del hermoso esclavo, cuando se escucharon los aplausos y el mayor saco su flácido miembro del interior de Percival y le sonrió mientras se vestía y veía como el apenado y agitado esclavo se vestía.

 

-Soy Bill- dijo el gladiador cuando fue encadenado de nuevo y escuchaba palabras de lo buen semental que era.

 

-Perce- susurro el esclavo pelirrojo que le fallaban las piernas y al caminar se veía el semen cayendo de sus piernas.

 

Rufus vio al emperador y este soltó la carcajada – fue como ver follar a un par de hermanos…- rio Tom – verdaderamente fue un espectáculo Rufus, un buen semental – le alago – prestare más seguido a Percy si ese es el fin… el premio del gladius será el esclavo de mi venus.- dijo riendo por la suciedad del acto, pero lo que no vio fue el brillo de los ojos de Bill y el pequeño sonrojo jadeante del esclavo.

 

Porque incluso en medio de la crapulencia de la Roma bastarda podría nacer el amor,  y no solo entre un gladiador y un esclavo.

 

También entre una primavera y el héroe mandado por los dioses para cuidar dicha primavera.

 

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Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.

Lucio Anneo Séneca

 

Continuara….

 

Perdón la demora, pero realmente no había tenido mucho tiempo, gracias a las chicas y chicos que aún me leen.

 

Besitos y muchísimas gracias por los mensajes y la paciencia.

Matane!

 


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