Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

[Reviews - 149]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Ya estamos en el capítulo 10! *-*

 

Espero que les guste y comenten, siempre me hacen feliz con sus comentarios

-Quizás a finales de año podramos vernos, creo que ahí tengo vacaciones aunque no lo sé, está todo muy incierto en este momento -Riri miraba al horizonte-. Espera, tengo una idea. Conozco a alguien que podría hacernos el favor -sonrió para si misma, sabía a quien se lo podría pedir.

 

 

 

* * *

 

 

 

¿Qué hacía aquí? Era una cama grande, esponjosa, era tan rica que era inevitable removerme sobre ella, intentando sentirme más cómodo aún si era posible. ¿Dónde estaba mi ropa? Solo me quedaban mis bóxers puestos.

 

-Ya estoy listo -giré a ver quien salía del baño, y...¿Bill? Salía al igual que yo, solo con unos ajustados bóxers negros que no dejaban mucho a la imaginación-. Hoy estoy muy cansado, ¿me lo podría recompensar mi amor? -preguntó acostándose a mi lado, apoyando su cara en su codo, recolzado en la cama.

 

-Claro, ¿como negarme? -no era mi cabeza quien estaba diciendo eso, era mi lujuria que estaba siendo seducida por aquél cuerpo escultural que tenía ante mis ojos, eran su miraza zafiro calculadora la que me atraía, sus labios carnosos, su pectoral definido el cual quería lamer completo, era eso lo que hablaba y no mi cordura. Mis labios, timidamente se posaron sobre los suyos, noté como introducía con ganas su lengua en mi boca, intentando hacerse un espacio que intentaba complacer.

 

 

 

Su mano rodeó mi cintura, sobando cariñosamente mi trasero y apretándolo con fuerza mientras me acercaba a su cuerpo. Noté su erección que hacía contacto con la mía, las dos luchaban por escapar de nuestra ropa ropa interior.

 

Pasó su pierna por encima de la mía, quitando sus labios de los míos para posarlos en mi cuello, dando pequeños mordiscos que seguramente dejarían una pequeña marca, la cual no me esforzaría por tapar. Me sentía tremendamente pequeño a su lado, su cuerpo era mucho más grande que el mío, pero me hacía sentir seguro, me gustaba sentirme dominado de esa manera.

 

-He estado en la oficina todo el día pensando en llegar aquí y devorarte, me tienes loco y todo es tu culpa -gruñó, añadiendo su otra mano a mi trasero, posicionándose encima mío.

 

No sabía exactamente qué decir, así que solo pasé mis manos por su cuello, obligándole a que lamiera más mi torso. Arqué un poco mi espalda, para que pudiera introducir sus dedos por mi boxer y acariciar mis nalgas. Estaba seduciéndolo.

 

-Y yo estaba ansioso por volver a ver esto -¿por qué estaba hablando de manera tan lasciva? Mi cuerpo y mi cabeza no se estaban cordinando bien. Mis manos automáticamente se posicionaron sobre la tela del boxer, masajeando su miembro lentamente.

 

-¿Me quieres provocar? No me enciendas zorrito -rió levemente, levantando su mirada para toparse con la mía. Me gustaba su sonrisa.

 

-No te enciendo, solo demando lo que quiero -respondí con aquella misma sonrisa picarona que él había puesto, sintiéndome un poco extraño.

 

-Entonces comienza, ven -con sus manos en mi cadera, nos dimos vuelta. Quedando ahora encima suyo, sentado justo encima de su miembro palpitate, rozando contra mi trasero-. Caliéntame.

 

Solo con decir aquello, me lancé directamente a sus labios, besándolo lo más ferozmente que podía, mientras comenzaba a mover mis caderas, simulando que me estaba penetrando. Me gustaba sentirlo, pero más me gustaba sentirlo dentro de mí.

 

Fui depositando besos por todo su torso, combinándolo con lamidas mientras le miraba bastante excitado a los ojos, unos ojos que desprendían “sex appeal”, llegué hasta la tela, bajé y subí mi lengua por la tela, arrancándole un par de gemidos secos que solo lograron calentarme más.

 

-¿Así? -pregunté inocentemente.

 

-Chúpala ya Sam -ordenó con los ojos entrecerrados, fui a bajar aquél bóxer apretado para poder ver finalmente su...

 

 

 

* * *

 

-¡Sam arriba, venga en pie ya! -oí como gritaba Christian, moviéndome como si fuese un saco de patatas en la cama. Desperté mentalmente, ¿qué demonios acababa de soñar?

 

-Ya...ya me despierto -bostecé-. Estoy cansadísimo, creo que podría dormir unas ocho horas más sin problemas -intenté ocultar mi nerviosismo, acababa de tener un sueño húmedo, y nada más ni nada menos que con Bill Flanagan, el hombre que menos me podía atraer de la tierra.

 

-Menudo vago – seguramente si supiera todo lo que pasaba por mi cabeza, no me llamaría vago. De repente oí como comenzaba a sonar mi teléfono móvil, como un correcaminos me levanté hasta coger el aparato y ver que era él, Chad. Sonreí automáticamente y contesté.

 

-Hola Chad -saludé como un tonto, sacudí la cabeza rápidamente intentando que todos aquellos pensamientos de quinceañera se me fueran de la cabeza.

 

-¿Como estás pequeñín? -oía mucho ruido de fondo, tanto que casi ni se le escuchaba, pero no importaba.

 

-Bien, un poco cansado pero bien, ¿y tú? ¿sabes cuando podrás venir? -pregunté con poca esperanza, pues sabía que hasta dentro de meses no acabaría allí, pero estaba en un trance en el cual quería ilusionarme. O quizás era el sueño.

 

-Un poco ajetreado, estoy en una especie de conferencia. Podré ir dentro de poco un par de días, te iré contando por Whatsapp porque no lo sé seguro, te tengo que dejar...hablamos por chat, ¿si? -antes de poderle contestar la llamada se colgó. Siempre me parecía poco, quería hablar más con él. Más, mucho más.

 

Me acerqué hasta el armario, cogí unos bóxers blancos, un pantalón rojo y una camiseta de color cielo para entrar a ducharme, y así poder salir a dar una vuelta, me vendría bien el agua para calmar una zona que había desatendido bastante en el último tiempo.

 

-Ahora salgo Christian -avisé.

 

-¿Ese era tu amorcito? -rió- ¡No tardes, te espero aquí! -exclamó tirándose en la cama.

 

-Blah blah blah -sonreí, cerrando la puerta del lavabo.

 

Necesitaba una ducha, sobretodo para despejarme. Al desvestirme por completo, miré mi cuerpo en el gran espejo que había pegado a la pared. La verdad es que mi cuerpo era bastante delgado, y últimamente había gastado mucha energía. Mi pelo lo notaba un poco más claro de lo normal, y mis ojos un poco apagados, pero me gustaba aquél tono verde que tomaba a veces.

 

Si echaba un poco la vista atrás, mi vida había cambiado demasiado en muy poco tiempo. Todo gracias a Nueva York. Por lo menos para mí, vivir aquí hasta el momento había sido revitalizante, me había dado esperanzas de poder seguir avanzando en mi sueño, y aunque no era fácil, valía la pena.

 

Gracias a Bill, tendría oportunidad de estar en los mayores eventos del año, y tener una vida bastante cómoda mientras trabajara para él. Tenía a Christian a mi lado, con problemas...pero solucionados, o eso espero...¿qué más podía pedir?

 

 

 

* * *

 

 

 

-Señorita por favor, ¿no cree que deberíamos volver? -preguntaba una mujer con varias carpetas en la mano, vestida de falda ajustada y chaqueta naranja que combinaba con su pelo cortado con flequillo de color negro.

 

-Cállate Consuela -respondió bastante seca, una morena despanpanante con una cabellera de color azabache, ondulada, que le llegaba hasta las caderas. Iba vestida con un mini top rojo y un pareo ajustado a su cadera, de colores vivos que translucían un poco sus piernas, y finalmente unos tacones de color negro.

 

-Pero usted es una estrella pop, ¡No puede estar pidiendo nombres así como así en un hotel! Y no cualquier hotel, ¡si no el Hotel Palace! La prensa se va a enterar, y me van a despedir por no cuidarla -intentaba pararla, pero era apartada por la caribeña que avanzaba sin piedad, quien se apoyó en el mostrador de recepción, tocando repetidas veces el timbre.

 

-¿Aquí no atiende nadie o qué? -preguntaba, casi gritando la gran cantante.

 

-Por favor cálmes...-se calló al instante el recepcionista al ver quien era-. Perdóneme, no quería ser grosero, ¿qué se le ofrece?

 

-Venía para preguntar sobre un tal Sam, me han dicho que está hospedado aquí y quiero saber su habitación, ahora ¡ya! -exigió histérica.

 

-Perdone pero no le podemos proporcionar esa información, los datos de nuestros clientes son totalmente privados -dijo con una aparente tranquilidad el recepcionista.

 

-¿Te cuento lo que me importa eso? Puedo hacer que estés despedido en menos de cinco minutos, así que me das la información, o me das la información. Tú eliges -mandó nuevamente la diva, mirando inquisitivamente al señor, quien rápidamente desvió la mirada para no toparse con sus ojos, poniéndose a buscar en el ordenador del mostrador.

 

-Lamento decirle que no hay ningún Sam hospedado en nuestro hotel -respondió temeroso.

 

-¿Estás de coña? -inquirió levantando una ceja.

 

-Le juro que es cierto -contestó cabizbajo.

 

-Anda mira, no es necesario ya... -sonrió burlescamente al ver salir a aquél muchacho que le ayudaría, junto a un gran galán de su brazo, era más alto que Sam, y bastante atractivo. Los dos salían por el hall del hotel, bastante contentos, pero no más que ella, acababa de encontrar a su carta secreta.

 

 

 

* * *

 

 

 

-¿Sabes lo que significa todo esto, no? Porque si no lo sabes tú, vamos apañados -preguntaba notablemente preocupado un hombre de unos treinta años, con el pelo rubio corto, ojos azules y unas gafas de color blanco bastante grandes. Vestía un traje formal, y estaba de pie al lado del gran Bill Flanagan, quien no le ponía mucha atención.

 

-Si, lo sé. La verdad es que personalmente me gustaría que salieran estas fotos, pero no sería bueno para él -respondió llevándose una mano a la cabeza, rascándose-. Supongo que le pagaremos lo que pida y punto.

 

-El problema está en que no quiere negociar, las va a publicar mañana el New York Times en plena portada. Necesitas planear una conferencia de prensa, y explicar que todo es un intento de montaje y difamación. El viudo de la señora Madeline Hamilton no puede estar envuelto en un idilio homosexual, ¿entiendes? -intentaba explicar el hombre.

 

-Entiendo que te preocupes por mí Harold, nos conocemos desde que llegué a Nueva York con hambre de poder, y tú también me importas, pero estoy harto de estar escondiéndome. Es mi vida, Madeline es el pasado y él es mi futuro -respondió apoyándose en su escritorio-. No creo que le haga mucha gracia, pero será divertido ver como reacciona este sucio zorrito.

 

-¡Bill, despierta! No puedes permitir que tu imagen cambie a la de un cazafortunas que se casó con una octogenaria, y ahora disfruta de chavales jóvenes, ¿de verdad estás en tu sano juicio? ¡Porque no lo creo! -decía Harold perdiendo los nervios.

 

-¿A caso alguna vez me ha importado lo que ha dicho la prensa? No son más que chorradas que puedes desmentir un día u otro, no me agobies ahora con eso. Bien, decidido, no hagas nada, deja que se publique -sentenció el empresario.

 

-Vale, que a ti te de igual lo que piensen de ti me parece estupendo, ¿pero y ese chico? ¿le dará lo mismo? ¿no le importará que lo asocien con alguien tan oscuro como tú? Seguramente lo pintarán de chapero para arriba, ¿te da lo mismo lo que sienta? -inquirió, golpeando el escritorio con sus dos manos, quedando enfrente de Bill. Solo él podía decidir que pasaría con el futuro de Sam. Si seguía siendo un anónimo zorrito el cual le rechazaba, o si lo convertía de un día a otro en una estrella mediática que estaría obligada a estar a su lado para que lo defendiese y protegiese. 

 

 

 

Continuará

Notas finales:

¡Ya estamos en el capítulo 10! *-*

 

Espero que les guste y comenten, siempre me hacen feliz con sus comentarios


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).