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Ese demonio, mi amante. por SebbyPhantomhive

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Notas del capitulo:

konnichiwa,,, espero les guste el capitulo de hoy... :D tal vez si va un poco rapido es porque como ya lo dije anteriormente seran pocos capitulos :*

Algunos sonidos se escuchaban en el interior de la habitación del conde Ciel Phantomhive, ciertamente así era, unos gemidos y jadeos placenteros provenían de allí adentro, pero parecían imperceptibles para quien pasara por fuera de esa habitación, en cambio dentro de ella el ambiente era casi asfixiante, solo se veía en medio de la casi oscuridad como en la cama las sabanas se removían sin parar, en un movimiento casi desenfrenado, los anteriores gemidos eran aún más sonoros, casi se escuchaban gritos, una que otra leve sonrisa, el sonido de besos acompañados de palabras casi murmuradas

-Sebas… tian… Ahhh… no soporto… más… Casi gritaba el conde quien debajo de esas sabanas era deliciosamente embestido por su demonio mayordomo que solo arremetía con más fuerza para llevar a su amado conde al éxtasis al que estaba por llegar.

-Estamos… iguales… Decía con la respiración agitada Sebastian moviendo sus caderas en sincronía perfecta a la de su amo, acertando placenteramente en cada embestida, diciendo esto besaba con locura a Ciel, que cerraba los ojos al sentir como su cuerpo perdía el control dándole paso al placer. Ambos desnudos bañados en sudor se volvían uno solo en esa entrega llena de amor y placer, cuando el demonio sintió como las uñas de Ciel arañaban su espalda y a la vez en su vientre sentía como era derramada la esencia de su joven amo, que extasiado gemía con fuerza y se estremecía echando su cabeza para atrás.

-Ahhh… Ciel… ¿Cómo  puedes… ser tan delicioso? Hablaba roncamente el demonio cuando sentía como su miembro era atrapado por el interior de Ciel de forma tan deleitable, nunca había experimentado tanto placer en su vida demoniaca como lo hacía ahora, gimiendo se abrazaba a su amo con fuerza mordiendo su hombro izquierdo ligeramente unos de sus colmillos se acentuaron en su delicada y blanca piel, haciéndole un punto de sangre, que Ciel no percibió el dolor pues gratamente sentía como la esencia cálida y abundante de Sebastian llenaba su interior causándole más placer, sin salir de Ciel el mayordomo solo respiraba agitado a su  cuello recostándose sobre él quien lo abrazó con dulzura tratando de recuperar el aliento. Pasaron unos minutos ya recuperando el aliento y más tranquilos se separaron recostándose en la cama, abrazados Ciel se refugiaba tiernamente en el bien formado pecho de su amado, ambos sonreían complacidos entre si regalándose unos pequeños besos y caricias, sin mencionar palabra alguna parecían decirse todo solo con la mirada.

-¿Espero no me hayas dejado marca? Eres un descuidado… Murmuraba Ciel sobándose donde había sido mordido recién ahora sentía un pequeño dolor ahí.

-No te molestes, acabamos de hacer el amor y ya me estas regañando, además tu empezaste me arañaste fuerte la espalda. Hablaba Sebastian viendo el hermoso rostro de Ciel que lo miraba con fingida indiferencia.

-Eres mío, puedo hacerte lo que quiera… Exclamaba jactancioso Ciel rozando sus labios a los de su amado que sonreía ante esa ruda declaración.

-Yo digo lo mismo entonces… Decía Sebastian sobre los labios de Ciel que lo miraba atento sonriendo ligeramente.

-Idiota… Por cierto no quiero ser amargado pero hoy tenemos asuntos que atender, son las 8 de la mañana y mira seguimos aquí acostado como si nada, levántate mayordomo ocioso…. Decía con el ceño fruncido el joven amo pero era contradictorio pues se abrazaba más a él, haciendo sonreír al demonio.

-No quiero, tomémonos el día…  Comentaba alegremente Sebastian mirando el rostro de su amado.

-No, por tomarnos tantos días antes estoy atrasado en mi trabajo, estas siendo muy irresponsable que por consiguiente me vuelve a mi tambien irresponsable, creo que te estoy consintiendo mucho. Hablaba seriamente Ciel mientras se sentaba en la cama mirando de reojo a su demonio que le acariciaba la espalda halándolo del brazo lo hizo recostarse nuevamente.

-Entonces es tu culpa, ya lo aceptaste… Hoy si deberíamos tomarnos el día hacer algo divertido como salir de viaje o algo así, te recuerdo que hoy cumplimos 2 años juntos, Susurraba dulcemente el demonio al oído de Ciel que no podía resistirse a su demonio así que lo abrazó cariñosamente mientras ambos se veían fijamente.

-Sí, lo sé… como olvidarlo, un día después de mi cumpleaños oficializamos nuestra relación. Decía Ciel en medio de un suspiro de fingida resignación.

-Hace dos años en tu cumpleaños confesamos nuestro sentir, a la medianoche decidimos oficializar lo nuestro, y después de una semana hicimos el amor por primera vez, eso fue rápido… Comentaba con una pequeña sonrisa el demonio viendo como arqueaba una ceja el joven a quien amaba, aunque había crecido un poco en estos dos años para él seguía siendo su dulce niño.

-Cállate siempre tienes que analizar todo, las cosas se dieron y ya, además casi que fui violado esa noche… Dijo Ciel con un pequeño sonrojo desviando la mirada haciendo sonreír al mayor al ver como a pesar de los años Ciel seguía siendo un poco vergonzoso con respecto a esos temas pero a la vez era sonreía con sarcasmo, esas expresiones era la que adoraba ver.

-Ahora vas a decir que no querías… el punto es que debemos celebrar el día de hoy, como lo hicimos el año pasado. Dijo Sebastian tratando de convencerlo mientras le besaba el rostro dulcemente.

-Sí, pero tengo trabajo acumulado como ayer fue mi cumpleaños no hice nada por Lizzy  que estuvo todo el día pegada a mi ¡Que fastidio! … Hago mi trabajo y después veremos qué hacer. ¿De acuerdo? Trataba de encontrar una solución el joven conde aunque tuviera a su demonio a él le gustaba hacer su trabajo por su cuenta, era cuestión de orgullo.

-Esa idea no me convence, pero si te dijera que cierto demonio mientras tú dormías anoche hizo tu trabajo y no tienes nada que hacer.  Decía Sebastian en un murmullo con gesto de inocencia viendo como Ciel lo miraba un poco mal.

-¿En serio? Exclamó el conde con algo de intriga la verdad es que no quería trabajar tampoco ese día se sentía cansado, y no era para menos pues celebraron su cumpleaños hasta altas horas en la madrugada, y sin hablar de que a primera hora ya estaban otra vez en sus labores placenteras, el conde no podía quejarse de su relación con Sebastian él le complacía en todos los aspectos posibles.

-Sí, lo hice en cinco minutos lo que a ti te lleva horas… Respondió Sebastian con algo de sarcasmo en su voz aquel comentario hizo fruncir el ceño a Ciel.

-Debería sentirme ofendido ante esa aclaración… Exclamo algo resentido Ciel dándose media vuelta le daba la espalda a su demonio.

-Oh vamos Ciel, salgamos… me lo debes, me porté bien el día de ayer con Elizabeth y no mostré mis celos. Fui bueno… Casi rogaba el demonio abrazando por la cintura a Ciel mientras le murmuraba rozando su nariz en la espalda percibiendo su cuerpo con olor a sudor y otros fluidos que hacían una mezcla deliciosa al olfato del demonio, mientras Ciel se estremecía sintiendo el aliento y la nariz de él rozarlo con delicia, ese demonio sabia como convencerlo.

-Solo por eso, porque es verdad… Respondió Ciel quien no podía decir que no ante alguna petición de su amado cuando se ponía cariñoso de esa manera, mordiéndose el labio se dejaba acariciar lascivamente por otras partes de su varonil cuerpo.

-Sebastian… No… Sebastian… Decía extasiado Ciel cuando Sebastian lo obligó a verlo tomando sus manos las echaba para atrás, besándolo con intensidad en los labios, casi con desespero, ocultándose de nuevo bajo las sabanas decidieron amarse una vez más. Cerca de las 10 de la mañana bajaban mayordomo y amo por las escaleras, Ciel era unos centímetros más bajo que su demonio pero los dos se veían hermosos y galantes , definitivamente con la juventud a flor piel, hacían una buena pareja aunque frente a todos fingían indiferencia pero era algo que parecía más difícil cada día pues sus gestos y miradas los delataba a veces, mientras bajaban veían a los sirvientes trabajar sacando los adornos de la fiesta de su fiesta del día anterior, todos sospechaban que había algo entre ellos, pero no tenían el derecho de recriminar nada, si su joven amo y Sebastian eran felices así,  ellos no se opondrían, se saludaron y la pareja salió tranquilamente para disfrutar de su aniversario fuera de la ciudad.

-¿Quién es? Acertó a decir con curiosidad el conde cuando veía un carruaje estacionarse frente a la mansión cuando ellos estaban por subir a su carruaje.

-Tenían que arruinarnos el día, Dijo entre dientes el mayordomo que estaba molesto al sentir de quienes se trataban.

-Cieeelllll… Exclamaba emocionada Elizabeth bajando del carruaje acercándose a Ciel para abrazarlo aunque era más discreta que antes, pues ya no era una niña era toda una señorita ahora.

-¿Qué haces aquí? Preguntó con fingida amabilidad pues ya había pasado con ella el día anterior y otra vez estaba ahí, y lo peor arruinaba su salida con Sebastian, eso lo tenía enojado aunque fingía lo contrario.

-Queremos hablar contigo. Respondió con un pequeño sonrojo la joven cuando Ciel veía bajar del carruaje a su tía Frances y a su esposo, entonces sabía que aquella visita no sería para nada agradable, miró de reojo a su mayordomo este parecía indiferente ambos sospechaban lo que era.

-Buenos días tía Frances, tío… Saludaba cordialmente el joven.

-Te ves un poco ojeroso, ¿Acaso estas enfermo? Decía su tía interrumpiendo el saludo de Ciel.

-No, no estoy enfermo… Solo que no dormí bien es todo. ¿A que debo su visita? Respondía Ciel sin darle mayor importancia, pero siempre con una fingida sonrisa cordial era algo que había aprendido de Sebastian, quien hacia una reverencia a manera de saludo ya que no le dieron oportunidad de saludar.

-Queremos hablar contigo, espero no estés ocupado, hay algo que nos preocupa y te prometo que no retrasaremos por mucho tiempo. Hablemos adentro. Decía la mujer dirigiéndose a Ciel, a lo que Ciel solo caminaba regresando a su mansión todos lo seguían por su mente solo pasaba algo, ahora tendría que cumplir con su compromiso pues el día anterior Lizzy había sacado el tema algunas veces pero Ciel no le prestaba atención y ya un poco harto de que siguiera con el misma tema le había respondido que faltaban unos años para casarse.

-Vamos a mi despacho… Hablaba Ciel dirigiéndose al despacho una vez dentro Sebastian salió para traer algo de comer y beber para servir a los invitados. Sebastian en la cocina sabia de que hablarían y era el momento que de algún modo había temido, él no quería que su amo se casara no podría compartirlo con nadie, ese coraje y celos lo hicieron apretar una fina taza que hizo añicos en su enguantada mano, los otros sirvientes notaron aquello y se acercaron a verificar que el perfecto mayordomo estuviera bien, era raro que el rompiera algo, pero al ver su mirada enojada y a la vez perdida decidieron alejarse, pero se sintieron mal pues nunca habían visto con semblante triste a Sebastian mucho menos ahora que siempre estaba de buen humor.

-Con permiso… Advertía el mayordomo entrando luego de unos minutos de lo sucedido en la cocina, trayendo el carrito con té y bocadillos, aunque trataba de aparentar su molestia, Ciel que lo conocía demasiado bien sabía que su demonio estaba más que molesto parecía triste también, eso lo hizo desconcentrarse agachando la mirada no se dignaba a  mirar a su mayordomo.

-Bueno Ciel, está decidido en tres meses celebraremos su boda. Decía casi emocionada la tía de Ciel tomando uno de los bocadillos todo parecían contentos menos Ciel que estaba pensativo aparentando arreglar unos papeles, el mayordomo se paralizó ante esa inesperada noticia, y un gran frio desolador lo invadió por completo y un gran enojo acompañó su frio ser.

-Sebastian deberías felicitar a tu amo. Exclamaba con una enorme sonrisa el padre de Elizabeth acercándose a su hija quien parecía llorar de alegría después de todo era su sueño llegar a ser la esposa de Ciel desde niña, era su motivación de cada día y ahora por fin lo realizaría.

-Felicidades joven amo, sabe que puede contar conmigo para su boda. Dijo Sebastian con un nudo en la garganta, Ciel no se atrevía a mirarlo solo con escuchar su voz así le estremecía su ser.

-Gracias… Respondió con fingida amabilidad el joven conde.

-Creo que debemos retirarnos, tenías asuntos que atender y nosotros tenemos que comenzar con los preparativos, tenemos solo tres meses… Despídete Lizzy… Hablaba seriamente Frances, Elizabeth se acercó a Ciel y lo abrazó fuertemente, despidiéndose de él, viendo lo serio que estaba aunque le molestaba que no mostrara entusiasmo alguno por su boda, pero entendía que así era el carácter de Ciel, o por lo menos pensar que eso era así le hacía estar tranquila, como futura esposa del perro guardián de la reina debía acostumbrarse a ignorar o hacerse la desatendida a ciertas actitudes de él. Salieron de la mansión la familia Midleford, amo y mayordomo los despidieron en la entrada. Una vez que se fueron un silencio se formó entre ambos la fría brisa de diciembre pasaba por sus figuras, el mayordomo dio media vuelta y entraba a la mansión sin decir palabra alguna.

-Sebastian… espera… Exclamaba Ciel casi como un ruego más que una orden, el no solía mostrarse tan sumiso pero ahora no podía comportarse como el de siempre, además era su Sebastian quien se alejaba dolido, lo amaba con todas sus fuerzas y su dolor era suyo también.

-No quiero hablar ahora, deja que me tranquilice hablamos luego. Respondía Sebastian dándole la espalda a su amo, quien solo sintió una gran tristeza, ¿acaso  él no estaba sufriendo también? ¿Fue obligado a cumplir con ese compromiso? ¿Casarse con alguien a quien no amas? Ese era también su sufrimiento ahora.

-Lo siento mucho Sebastian… No tuve opción… Hablaba el joven con la voz quebrada. Sebastian cerró los ojos lanzando un fuerte suspiro siguió su camino hacia el interior de la mansión, Ciel solo limpió una traviesa lagrima que corría por su delicada mejilla entrando a la mansión se dirigía triste a su habitación.

 

Notas finales:

espero les haya gustado, estare esperando sus opiniones :D

besos :*


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