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EL SOLDADO PERFECTO por Polaris

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Notas del capitulo:

hola!!!

aqui con un nuevo capitulo, que espero sea de su agrado.

sé que me leen... asi que, ¡¡saludos a todos por allá!!!

Heero subió al autobús que le llevaría a la escuela, en esas raras ocasiones en las que su papá no podía llevarlo por tener que trabajar, optaba por subir y compartir su camino a la escuela, con un chofer supuestamente confiable y compañeros a los cuales, todavía no conocía.

            Después de todo, no era el señorito social.

            Heero opto por revisar el almuerzo que su papá le hiciera esta vez. Viendo con deleite las salchichas dulces y cortadas en forma de pulpo, adornadas con una ensalada que rebosaba con cosas verdes, amarillas y rojas... Lo que importaba eran las salchichas. Amaba las salchichas.

            Y sus papá sólo se las cocinaba cuando era un día especial, lo que le llevo a pensar en la fecha, en el mes, en cualquier cosa que le diera una pista sobre lo que fuera que olvidara y no encontró nada.

            El camión escolar hizo una parada más, en las tantas que hacia. A ninguno de sus compañeros les llamo la atención y francamente, Heero no se hubiera dado cuenta, si el niño que subía, no trajera la mochila arrastrando y un hombro caído... Un claro hombro dislocado, pero al parecer, nada más de eso... Creía.

            Tenia que ser.

            El niño era de sus misma estatura, alcanzo a calcular Heero. No del mismo peso... A lo mejor de la misma anchura, no podría decirlo con la ropa tan floja. Tenía demasiado de su cabello castaño rojizo en la cara, cubriéndole medio rostro y tan invisible cómo subió, se sentó en uno de los lugares de enfrente, el más cercano.

            Nadie habló con él.

            Nadie le ayudo a bajar, aun cuando se notaba que le costaba un poco.

            Y Heero tuvo que pasar de largo, no quería involucrarse en algo que claramente no era asunto suyo.

            Heero entonces vio su caja de almuerzo, una vez que estaba ya sentado. Ocupando el mismo pupitre desde que ingresara a la primaria.

            La palabra “especial” resonaba en su cabeza. Con una insistencia que era molesta.

            Y Heero tuvo que volver a “ignorar” al niño, cuando el profesor lo presento cómo Trowa Barton, su nuevo compañero de clases.

            Apenas le miro cuando mandaron a Trowa a sentarse en frente suyo, a dos lugares de distancia en la fila contigua, la que estaba pegada a la ventana y dejaba una vista hermosa, pues estaban en el cuarto piso.

            Heero noto el cómo Trowa se acomodaba para poder escribir con su izquierda, evitando en todo momento el mover o tocar el brazo derecho.

 

            En el receso, Trowa salio pronto del salón.

            Busco un sitio alejado de todos, encontrándolo bajo la sombra de un árbol. Se dispuso a recostarse un poco, con suerte, podría conciliar quince  minutos de sueño.

            Para su sorpresa, Heero le habló, advirtiéndole de lo que haría y dejándole ver que no aceptaba resistencia.

 

-Compondré, vendaré e inmovilizaré tu hombro, tomaras dos analgésicos y comerás de las salchichas que papá me dio.

 

            Trowa  no pudo decir nada, sintió a Heero levantándolo, sujetándole con violencia y cuidado, comprimiendo su brazo y haciendo un feo sonido que le acompaño a su voz adolorida.

            Trowa sudo copiosamente, sintiendo a Heero trabajar con unas vendas que de seguro tomará de la enfermería.

            Pasado unos segundos, Trowa casi se atraganta con las dos pastillas que Heero le metiera a la fuerza en la boca y le obligara a tragar con un chorro de agua.

            ¿Qué rayos pasaba? pensó Trowa.

            Ninguna de las personas que conocía hicieron algo, dijeron algo, preguntaron o siquiera le miraron... Y ahora, un niño venia a imponérsele.

 

-Listo. Esto debe de bastar hasta que veas a un médico de verdad. - Dijo muy seguro. Heero se enorgullecía de sus conocimientos en primeros auxilios, hierbas, algunos datos de medicinas producidas en laboratorio y sus cantidades adecuadas para administrar las dosis... Y se sentía aun mas feliz cuando podía emplearlas. Cuando ayudaba a alguien como Trowa, aunque Trowa era la primera persona en su vida a la que inmediatamente ayudaba, Heero supo que aquella era la sensación por la que trabajaba todos los días y era la primera vez que la experimentaba. - Soy Heero Yui. Seremos compañeros, llevémonos bien.

-Trowa Barton. - Alcanzó a decir, sin prisas, sin miedo. Gratamente asombrado por la gracia con la que Heero habría la tapadera del toper que sostenía en las piernas, dejándole oler las salchichas acarameladas. Su tripa chillo de inmediato, resintiendo el estimulo y recordándole que no pudo comer nada desde el día de ayer.

-No preguntaré nada - Aviso al notar el colorete en Trowa. No quería apenar a Trowa, ni tampoco intimidarlo, Heero quería que se sintiera seguro- Jamás lo haré, no importa cuantos golpes o huesos rotos tengas, tampoco cuando vea que triste estas, menos aún cuando te sientes a mi lado y me digas que quieres comer conmigo... Estaré siempre para ti, vendándote y cuidando tu sueño lleno de ilusiones, cada día traeré comida para dos... Te ayudaré. Puedo abrazarte o quedare en silencio, Trowa.

 

            Trowa apretó los puñitos.

 

-No quiero la lástima de nadie... Menos la tuya. Eres la primera persona que me trata así, no quiero que la única razón por la que me veas sea esa. No me gusta.

-Tú también eres mi primero, Trowa - Trowa se sonrojo de nuevo.- Esta es una promesa, Trowa y quiero que sepas, nunca antes lo había echo. - Heero agarro el meñique de Trowa y lo engarzo con el suyo - No miento, no hago nada que no quiera y juro, que estaremos juntos, Trowa.

 

            Trowa se quedo un largo rato viéndolo.

            Y lloró.

            Comió y lloró.

            Extrañamente, la comida con sal, sabia bien.

 

-Gracias, Heero.

-Hoy es un buen día, Trowa, siempre lo es.

Notas finales:

y bien?

creen que meresco tomatazos?

aqui los espero...

hablando en serio: muchas gracias por su tiempo.

nos leemos luego!


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