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EL SOLDADO PERFECTO por Polaris

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Notas del capitulo:

Y llegamos al final de esta corta historia.

gracias por leerme.

            Heero soporto el tener que hacer equipo con Hilde para la prueba de español, y eso ya era decir mucho. Detestaba a Hilde por ser una parlanchina, por criticar a media clase sin fijarse  en sus errores y el que se fijara en el espejo portátil de su polvero cada diez  minutos.

            Soporto comer solo, cuando odiaba hacerlo... Desde que conociera a Trowa, le gustaba comer acompañado en el recreo.

            Soporto tener que tomar apuntes extra, literalmente estaba escribiendo cada palabra que el maestro decía, cuando era excelente recordando las clases. Su memoria ejercitada, le permitía ser un escucha y aprender de ello sin necesidad de un tumba burros.

            Para al último, terminar en casa de Trowa para bien o mal... Lo que fuera que resultara de su improvisada visita..... Después de todo, Trowa  no estaba yendo a la escuela desde hacía una semana y no tenía noticias suyas.

            Estaba cansado de no saber de Trowa.

            Y no seguiría quedándose con las ganas de verle.

 

-¡Basura, apúrate! - Grito Barton padre echado en una silla. Le gritaba a Trowa desde la ventana el traerle unas cervezas, las más frías que en la tienda pudieran darle - No vas a cenar como no me las consigas. ¡Frías! ¡Bien frías, que te quemen las manos! ¡Ó te las quemo! - Terminó por amenazarle.

 

            Trowa se topo de frente con Heero, le miro a los ojos y fingió no conocerlo, pasó a su lado con la distancia que cualquier extraño tomaría con verle. Trowa había aprendido que ningún adulto se le acercaba cuando goteaba o rengueaba, preferían cambiarse de acera y fingir no verlo, antes que preguntarle lo que fuera.

            Llevaban cinco años conociéndose y Trowa nunca le compartió ese detalle de su vida, por más que saltaba a la vista y Heero, cumplió su palabra, jamás le pregunto algo, sólo estaba allí para él.

            Heero sin asombrarse por la indiferencia de Trowa, le dejó ir sin intentos de retenerle, le vio renguear y perderse en una de las tantas esquinas que el modesto barrio tenía. Incluso los perros callejeros se hacían a un lado cuando Trowa pasaba.

            Heero tampoco se dejo asombrar por la roja tez de Trowa... Un rubor de vergüenza o fiebre, sabrá realmente lo que era... Obligándose a calmarlo con una fugaz mirada y pidiéndole mudamente que se fuera, que ya había conseguido lo que buscaba.... Y en cierta forma, Trowa tenía razón.

            Heero enfilo a la puerta de la casa y con otro suspiro cansado, toco el timbre.

            Escucho los pesados pasos y esperó al padre, por lo menos no estaba aún ahogado en alcohol como para perderse su visita.

            ¿Cómo era posible que ese toro, bruto, musculoso y ebrio hombre, fuera el padre de Trowa? A primera vista se veía lo desagradable que era. Su metro noventa contra la pálida sombra de Trowa... Heero no pudo evitar pensar que su pasivo y amable Trowa, era una pluma maltrecha por un gigante.

 

-Hoy no contrate a las zorras del doctor J, lárgate - Le berreo sin tapujos y le hubiera cerrado la puerta en la cara, si Heero no pasará sin importarle algo - ¡Oye! ¡No pienso pagarte el taxi! ¡Ni pagarte! Si vienes es porque te gusta que te partan el culo. ¡Oye!

 

            Heero le ignoro, fue a buscar directamente el cuarto de Trowa.

            Subió las escaleras asquerosamente empinadas y angostas que le obligaron a caminarlas de costado... ¿Cómo le hacia ese bruto para no matarse en ellas?

            Heero terminó por entrar en un diminuto cuarto, su padre decía que esas casas tan pequeñas habían sido dejadas de vender por el gobierno cuando se les considero insanas y ahora entendía el porqué. Era imposible vivir en ellas.

            Dejando de criticar a las pichoneras, Heero  contuvo el aire en los pulmones al entrar en el cuarto de Trowa, lo hizo al ver el colchón tirado en una esquina, al ver las manchas de sangre que la decoraban y las mantas delgadas que dobladas, se disponían en una de las esquinas del lecho.

            Ahora entendía el porqué la piel de Trowa siempre era fría... Y también, el porqué, Trowa parecía aguantar mejor que él mismo las heladas en la escuela cuando la calefacción se averiaba.

            Heero agarro la mochila de su amigo, doblo con cuidado unas prendas, las guardó.... Después fue por los libros, hizo lo mismo... En algún momento, Heero no pudo dejar de ver el colchón.... Mejor dicho, no pudo dejar de imaginar a Trowa echo ovillo sobre este.... Manchándolo de ilusiones, de vida y tristeza... Apretó los puños con odio, odió por primera vez en su vida... Incluso los terroristas chinos que asesinaron a su padre, quedaron relegados en su mente... A comparativa, el sentimiento que esos infelices le despertaban, no eran nada.

            Le echo un último vistazo al ropero destartalado y carcomido por las polillas y las vendas que en el suelo mugriento estaban, Trowa no volvería... Lo había decidido.

            Trowa no merecía vivir con ese hombre... Ese hombre no merecía tener a Trowa, mejor dicho. Él era indigno, tal como lo mostraba su hediondo aliento alcoholizado y sus piernas abiertas, que seguían insistentes con  movimientos toscos a que él lo atendiera.

 

-Esas cosas son de la puta de mi hijo - Le soltó apenas le viera. Apenas dejara de chupar la boquilla de la botella que penosamente y le regalaba las sobras de la amarillenta bebida.- No puedes llevártelas.

-No le digas así - Le advirtió... Aunque claro, fuera de su fraccionamiento, sus amenazas nunca eran tomadas en cuenta, porque aún no se conocía su alcance. Además, el hombretón le conocía de nada. Normal que pensara que mentía. Normal que le ignorará.

-¿A quién? ¿A la puta de Trowa? - Heero arrugo el ceño y Barton echó a reír - Así que eres Heero.- Heero trago duro.... Asombrado porque conociera su nombre - Lástima y yo que pensaba que uno de los chiquillos de J, venia ha mamármela de a gratis.

-¿Estuvo tan desesperado que dijo mi nombre? - Le preguntó, dejando de paso las cosas en el suelo.

-Lloró tu nombre - Se burló - Chillaba “Heero” “Heero” mientras me lo follaba. No me acuerdo cuando, pero, le dio fiebre tras pagar la apuesta que perdí con Narisotas.- Heero ni entendía quien era Narisotas, ni le importaba... Pero, ese fulano que se carcajeaba en su cara de la desesperación de Trowa: era hombre muerto en cuanto pudiera hacerlo - Estuvo en el baño lamiéndose las heridas que Narisotas le dejo y repetía tu nombre.

-Pensaba dejarlo pasar - Le dijo mientras estaba siendo consciente de cada uno de sus huesos, mientras revisaba el trabajo que le costaría.... Él era enorme, él era pesado y sobretodo, era un hombre muerto- En serio, lo iba a hacer, si es que te callabas. Si es que cerrabas la boca y no le mancillabas más. Si me dejabas ir. Ignoraría todas las veces en las que Trowa llegaba herido a la escuela, relegaría de la de veces en las que las vendas no eran suficientes y ocupaba de yeso. Dejaría pasar los moretones que Trowa cubría con la ropa de manga larga y con los suéteres del uniforme. Omitiría las muchas ocasiones en las que no podía caminar y se ponía rojo al sentarse, le convencería entonces de que no tenía porque sentir vergüenza de no poder incluso ir al retrete y de sentir su estómago lleno y adolorido. Lo hubiese hecho si hubieras callado... Ahora, prefiero ignorar mis intenciones.

-Bonitas palabras.

-Estoy lleno de ellas.

-¿Y cuáles sabes decir?

-Trowa no va a volver a esta casa. -  Sentencio con ira.

-Mira, mocoso, Trowa es mi hijo, no vas a llevártelo ninguna parte. La puta me sirve y mientras sirva, me la quedo. Además, tú vives con tus padres, mejor ve a darles lata a ellos. Si no voy a poder follarte la boquita presuntuosa que te cargas, lárgate antes de que te reviente contra la pared.

-Juro que lo hubiera hecho. - Le repitió.

 

            Trowa Barton sintió el ataque del chiquillo, se supo derribado y con el brazo roto antes de procesar que su pierna izquierda le siguió al dolor que le hacia imperventilar, que le ponía blanco y que le obligo a vomitar.

            Heero entonces, con la calma del mundo, agarro la mano derecha, vio las falanges y entonces, desde distal a central, fue dislocándolas, una por una.... Después, inutilizo la muñeca, le siguió la mano izquierda, con el respectivo codo y hombro.

            Trowa no podía desmayarse, por mucho que lo intentaba. No entendía cómo es que su hijo podía hacerlo.

            Las rotulas fueron más complicadas de zafar... Pero Heero se las ingenio. Veinte dedos en cada uno de sus niveles: fracturados; dos brazos en completa inutilidad junto con ambas piernas, en el mismo estado... Le parecía poco para lo que Trowa tuvo que soportar.

            Pero, era un comienzo.

            Heero le dejo tirado. De seguro con los gritos, alguien vendría en un par de horas para ayudarle... Aunque, por más que Trowa hubiese gritado, nadie le ayudo... Entonces, nadie auxiliaría al hombre que estaba casi ahogándose en sus fluidos.... Eso esperaba, casí estaba seguro....

            ¿Por qué ayudarían a un mal hombre si jamás lo hicieron con una criatura inocente?

 

-Tampoco te preocupaste por Trowa.... De seguro que él tenía que arrastrarse hasta su cuarto para dormir. Nunca debiste tener la delicadeza de dejarlo después de usarlo, de torturarlo... Tampoco yo tendré el cuidado de llamar una ambulancia. Arréglatelas cómo puedas.

-Te pudrirás en la cárcel. - Logro decirle con la voz rota, con lo último de orgullo que le quedaba. Heero no supo que era lo que le motivaba a amenazarlo, pero alguien tenía que decirle que con baba escurriéndole hasta por las fosas de la nariz, sus palabras carecían de efecto.

-No tengo miedo de pasar un rato en la correccional de menores. - Barton tuvo miedo por primera vez en lo que iba de conocer a Heero... No cualquier niño podría romperle los huesos con esa facilidad, pero existían las posibilidades.... Lo que le dio terror, fue la falta de emoción en la voz. - Si a ti no te da miedo, estar en prisión por cargos de abuso infantil, de violación, venta de drogas y consumo de las mismas... ¿Hacemos un trato?

 

            Heero sabía que no le iba a contestar, por lo que se fue con rapidez.

            Alcanzo a ver a Trowa, que regresaba con una calma propia de él. De seguro que nunca creyó encontrarle.

            No le culpaba, cualquier otro, se hubiera ido.

            ¿Cuán dañado estaba realmente Trowa?

            Tomo la caja de cervezas de esas manos tan pequeñas cómo las suyas propias, que ahora mismo estaban heridas y quemadas... Heero se arrepintió de no prenderle fuego al Toro que estaba agonizando a sus espaldas.

             Las rompió contra una de las mugrientas paredes de la calle, demostrándose que Trowa no volvería. Tratando de convencerse que las botellas rotas eran Trowa, pero que Trowa, si tenía arreglo... Que él no era un objeto que podía ser comprado y tirado, que él valía y podía pegarlo con tiempo y esmero...

            ¡Diablos! Trowa estaba demasiado roto.... Pensó al ver los muchos cristales.

 

-Papá ya hizo la cena, si no nos apuramos, nos regañará.

 

            Trowa apretó los labios.

 

-Estará feliz. - Le aseguro Heero, tomándole de la mano.

-Heero... No, yo no... Treize... no pude.- Tartamudeo, incapaz de aceptar.

-Papá estará feliz.

 

            Lo que se dijera feliz, Treize no lo estaba precisamente... Pero, él usaría la palabra “alivio” Trowa ya no trataría de ocultar sus dolores, sus heridas, ya no inventaría torpezas que le rompían los huesos, que le abrían el alma... Podría crecer de mejor manera.

            Tras la cena, Treize se llevó a Trowa a la ducha.

           

-Quiero entablar un lazo más fuerte con Trowa, Heero, así que, por favor no nos espíes.

 

            A mala leche, Heero, le hizo caso. Prefirió entretenerse en la televisión.

            Trowa se dejó desvestir. Recordándose que Treize jamás le vio de manera incomoda, que no le haría daño... Que no lo juzgaría.

            No tenía que sentir vergüenza con Treize.

           

-Si quieres llorar, puedes hacerlo.- Le dijo con ternura. Abrazándole. Mordiéndose la lengua para controlar la furia que le subía desde el estómago. Nadie se merecía aquello.

-Heero es muy valiente.... Es, quisiera poder ser como él.

 

            Treize le entendió.

            Trowa era valiente, de una forma distinta... Pero, Trowa tenía que darse cuenta de eso.

 

-Mi hijo me a demostrado lo audaz que puede ser, la responsabilidad que cree poder cargar.- Y es que si Heero no lo tuviera cómo Ada, difícilmente Trowa hubiera podido salir del hoyo. Si ese fuera el caso, Heero trataría de resolverlo, sin lograrlo, claro. Pocos padres estaban dispuestos a adoptar a alguien en las circunstancias de Trowa y mucho más a consentir de tan mala manera a un hijo, cómo él hacía con Heero- Me a hecho feliz, Trowa. Heero es la persona más valiente que conozco.

-Espero que haya más gente que piense lo mismo.

 

            Treize dejo de enjabonarle el cabello y le jiro, para que le viera directamente a los ojos.

 

-También lo espero, Trowa.

-Heero es el Doncel más valiente que conoceré en la vida, Treize. El soldado que más merece ser uno.

-Esperemos que el ejército lo vea igual. Aún es un sitio en donde el machismo impera.

 

            Treize supo que Heero jamás estaría solo.

            Trowa siempre estaría allí para él.

 

Notas finales:

besos a todos por leer.

buenos deseos este año.


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