Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El amor nace del recuerdo por Nami Takashima

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Saludos a todos!!

Aquí les dejo el mini capítulo 11... No esperaba que fuera tan corto, pero de seguir escribiendo iba a llevarme varios días más actualizar, así que opté por dejarlo hasta aquí y comenzar a trabajar el capítulo 12.

Me he retrasado un poco con la fecha de actualización puesto que las festividades no me dejaron avanzar mucho, pero bueno, espero tener el siguiente capítulo muy pronto y evitar extenderme más con los tiempos. 

En fin, espero que no haya muchos errores, de ser así habrán de perdonarlos XD y sin más les dejo leer.

Sin perder un momento más me puse en marcha para encontrar a Allen,  hallándolo pocos minutos después, descansando en una de las estancias. El pelirrojo levantó la vista ante mi escandalosa entrada y como si el par de esmeraldas que poseía por ojos me llamaran, me lancé sobre él sin pensarlo.

 

Allen tardó en reaccionar, como sorprendido por mi precipitado actuar; sin embargo, sin pronunciar un sola palabra me abrazó de forma comprensiva y me dejó permanecer así…

—Te amo —susurré aún acurrucado contra el pecho del pelirrojo.

—Sabes que también te amo —dijo estrechándome más contra su cuerpo—. Eres lo más importante en mi vida y es por eso que no puedo evitar preocuparme por ti, así que dime, ¿pasa algo malo? —preguntó Allen en tanto acariciaba suavemente mi espalda.

—Hablé con Carlota —confesé y al momento el pelirrojo me tomó de los hombros, separándome de él, reprochándome severamente con la mirada—. No te enfades por favor, simplemente no quiero secretos entre nosotros. —Allen enarcó una ceja no muy convencido, suspiró con resignación y como si como si hubiera acertado al apelar a lo que era mejor para nuestra relación, por fin el semblante del pelirrojo volvió a la normalidad.

—De acuerdo Emi, te escucho… —dijo cruzándose de brazos.

—Me habló sobre su juventud… tal parece que la vida no fue muy justa con ella —Allen me miraba confuso, como si no atinara a lo que  pretendía explicarle y ciertamente no podía culparlo puesto que yo mismo no tenía la certeza de lo que hacía diciendo algo como esto.

—Por favor no me digas que planeas seguir cubriéndola —en su rostro ya comenzaba a asomar la frustración y en su voz pude percibir un dejo de desesperación.

—Desde luego que no… yo sé de todo lo que ha intentado contra ti y jamás protegería a alguien que tenga intenciones de hacerte daño…

—¿Entonces Emi, qué es lo que te aflige? —preguntó luciendo más confundido que antes, colocando sus manos sobre mis mejillas, en tanto posaba sus preciosos ojos verdes sobre mí, como buscando la verdad que mi boca se negaba a dejar salir.

—No estoy seguro —concluí con un suspiro—. Carlota… insinuó tantas cosas… ni siquiera sé con exactitud qué es lo que me ha preocupado tanto. —Allen negaba con la cabeza abrazándose a mí nuevamente.

 

¿Pero era cierto?

 

 ¿Realmente yo no sabía qué era eso que me preocupaba? ¿Por qué a pesar de no ser capaz de ponerlo en palabras había algo en mi interior que me hacía sentir tan inquieto?

 

—No dejes que esa bruja te intimide Emi, ella ya no puede hacernos daño —dijo a manera de consuelo—. Ahora, ¿qué te parece si nos olvidamos de esto y vamos a cenar?

—Me parece una excelente idea —afirmé aún cuando me negaba a separarme de él.

 

Me sentía cómodo y extrañamente seguro, tenía la impresión de que si permanecíamos uno al lado del otro, nada ni nadie sería capaz de causarnos perjuicio alguno…

 

Poco después tuve una cena realmente agradable en compañía de los mellizos y de Allen; si bien en un inicio había temido que Albert Midford estuviera presente, más tarde el pelirrojo tuvo la bondad de decirme que había planeado la cena específicamente para nosotros cuatro.

 

Era una cena familiar…

No pude evitar regocijarme de alegría cuando me di cuenta de que luego de tanta desgracia; una vez más me encontraba entre personas a las que quería y que me querían. Podía sentarme sin mayor preocupación que disfrutar de la comida más deliciosa, entre risas y caras alegres, sin tener que fingir ser alguien que no era y todo ello me hacía feliz.

 

Luego de la cena, tuvimos una breve conversación, llena de comentarios banales, pero que de alguna manera nos dejaron a todos un buen sabor de boca. Así, más que satisfechos, los mellizos se despidieron disponiéndose a retirarse a sus habitaciones.

 

Una vez que Allen y yo nos habíamos quedado solos, no dude para acercarme a él, poniendo fin a la posibilidad de que el encantador pelirrojo escapara de mí.

—No quiero dormir solo —dije en tanto tomaba su mano y entrelazaba nuestros dedos.

—¿Y creíste que yo lo iba a permitir? —respondió volviéndose con una mirada sugerente—. Ya deberías saber que no estoy dispuesto a permitir que pases tanto tiempo lejos de mí y menos aún por las noches —murmuró con su profunda voz, en un gesto que me pareció por demás provocativo. Era más de lo que podía soportar, sentí que mis mejillas se encendían y avergonzado me vi obligado a desviar la mirada.

—No puedo creer que después de todo lo que hemos hecho te sigas sonrojando sólo con mis palabras… —afirmó el pelirrojo entre risas—. Pero sabes… creo que eso es realmente encantador —dijo presionando mis mejillas juguetonamente.

—¿E- entonces… nos vamos? —pregunté buscando desesperadamente salir de aquella embarazosa situación.

—Lo siento mi amor, pero debo atender un asunto antes, ve a tu habitación y te alcanzaré en un momento, ¿de acuerdo?

—Oh… de acuerdo —respondí sintiéndome un tanto decepcionado en el fondo. ¿Qué era eso tan importante que podía lograr que Allen me enviara a la cama solo?

 

¿Y por qué demonios me estaba inquietando algo tan carente de sentido?

 

Después de todo confiaba en él, ¿no?

 

Con una sonrisa fingida y un beso me despedí de Allen, y siguiendo sus indicaciones caminé a través de los oscuros pasillos que llevaban hasta mi habitación, poniendo especial atención a cada paso puesto que recién estaba comenzando a memorizar el camino.

 

De pronto me encontré siendo asaltado por una extraña ansiedad… La penumbra bajo la que caminaba me hacía sentir bastante incómodo, puesto que el palacio por las noches tenía un aspecto bastante macabro. Al permanecer entre las sombras me daba la impresión de que alguien más estaba ahí, observándome, aún cuando sabía de antemano que no era así; entonces, con el nerviosismo a flor de piel, apresuré el paso queriendo refugiarme en la seguridad de mi habitación.

 

Me llevé una enorme sorpresa al visualizar una sombra frente a mi puerta…

Mi corazón se aceleró e inevitablemente quedé inmóvil, sin saber cómo reaccionar. Barajaba la posibilidad de dar la vuelta y correr en busca de Allen, pero ya que lo más probable sería que terminaría perdido, me armé de valor para acercarme un poco más.

 

Cuán grande fue mi sorpresa cuando al llegar encontré delante de mi puerta a Helena, que a hurtadillas parecía dispuesta a colarse dentro de mi habitación.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —llamé para atraer su atención, provocando que la castaña se sobresaltaba exageradamente al verse descubierta.

—E- Emile… ¡pero qué susto me has dado! —dijo exhalando escandalosamente, luciendo aliviada al ver que era yo que la había pillado.

—Con este tipo de comportamiento sólo conseguirás que te tomen por ladrona y quizá termines nuevamente en las mazmorras —reproché en tanto ya comenzaba a preguntarme cómo iba  a hacer esta vez para deshacerme de ella, antes de que el pelirrojo apareciera.

—Eso es porque no quiero que Brandom o Albert se enteren de que te hice esta pequeña visita —confesó sin el menor reparo.

—¡Tonta! No deberías estar aquí, lo único que harás será causarnos problemas a ambos —dije mientras ponía mis manos sobre ella, sacudiéndola en un intento por hacer que entrara en razón.

—¡Es suficiente! —dijo alejándose para que la soltara y aún en la penumbra pude ver que fruncía el ceño molesta—. ¿Cuál es el problema si eres mi prometido? No entiendo porque tengo que compartirte con un hombre, ¡eso es asqueroso Emile!

 

Al escuchar sus palabras me pareció que por un momento mi respiración se detenía. No podía evitar que ese comentario cruel doliera en lo más profundo de mi corazón, porque me seguía recordando que el amor que Allen y yo nos teníamos era algo prohibido.

—Vete de aquí —concluí la conversación tajante al verme incapaz de replicar algo en su contra. Entré en la habitación y aseguré la puerta con el pestillo, tumbándome en la cama confundido.

 

¡Qué duro era ir y estrellarse de frente con la realidad!

 

Porque después de pensarlo Helena era eso, la cruel realidad, una parte de mi pasado que no paraba de perseguirme y de recordarme que siempre estaría ahí, para cuando despertara del dulce ensueño en el que Allen me mantenía.

 

No había escapatoria… y a pesar de ello mi futuro seguía siendo incierto.

 

La puerta  comenzó a moverse y me sacó de mis cavilaciones; anticipándome a que sería Allen que venía a quedarse conmigo, me levanté de un salto y corrí para dejar entrar a mi amado pelirrojo.

—Qué demonios Emile, ¿por qué has cerrado la puerta si sabías que vendría? —preguntó Allen irritado, tan pronto consiguió poner un pie dentro de la habitación.

—Helena Lowell vino a verme —solté de golpe. Un segundo después reaccioné y aún cuando me arrepentí de haberlo dicho no me quedó más que volverme en busca de Allen para comprobar su respuesta, temeroso de lo que podrían provocar mis palabras en él—. Ella sigue aferrada a esa propuesta de matrimonio que nunca debí haber hecho… —El semblante del pelirrojo se descompuso de un momento a otro, lucía molesto y apretaba sus labios como si no quisiera dejar salir sus palabras.

—¿Y tú… que piensas de ello? —preguntó después de un preocupante silencio. Sus ojos se clavaron en los míos y esperó atentamente por mi respuesta.

—¡Es una molestia! ¡Porque yo sólo te amo a ti! —aseveré sin titubeos y el pelirrojo suspiró luciendo aliviado—. Pero ella se niega a entenderlo… no sé porque sigue aquí.

 

Allen dio un paso acortando la distancia entre nosotros, colocó suavemente sus dedos sobre mis labios y en un delicado roce los deslizó en tanto él me rodeaba a paso lento. Su mano bajó por mi cuello, siguió por mi pecho y se detuvo aferrándose con fuerza a mi cadera; estrechándome contra su cuerpo.

 

Pude sentir su respiración contra mi cuello e involuntariamente incliné la cabeza, dándole más espacio a los sutiles besos que ya se encargaban de hacerme perder el piso. Sus labios se pegaron a mi piel y una insistente succión me robó un vergonzoso gemido que me hizo llevar mis manos hasta mi boca en un intento por silenciarme.

 

Mientras tanto Allen que parecía ajeno a la situación se ocupaba de desatar el cordel que mantenía el corsé sujeto a mí, deslizando el vestido hasta que éste cayó a mis pies. Me di la vuelta buscando su mirada y aún cuando sus ojos se detuvieron dulcemente sobre los míos, sus manos impasibles seguían en su tarea de desnudarme.

 

—¿Allen? —llamé haciendo un gran esfuerzo para controlar mi voz que se deshacía entre jadeos.

—Ahora no Emi —dijo haciendo girar mi rostro para callarme con un beso—. Todo el día ha rondado por mi mente la idea hacerte el amor, ¿no quieres complacerme?—mis ojos se abrieron con sorpresa por lo que escuchaba.

—¡Allen! No digas eso —reproché avergonzado intentando liberarme de sus brazos.

—¿Entonces prefieres que sólo te salte encima? —sonrió nuevamente con el deseo asomando a sus bellos orbes esmeralda. Debía admitir que me resultaba inquietante ver a Allen actuando así, sin embargo antes de que tuviera tiempo para alegar cualquier otra cosa, me giró por completo, sellando nuestras bocas en un nuevo beso.

 

El pelirrojo introdujo su lengua en mi boca y exploró cada espacio, igual que si fuera la primera vez. Embebido en sus labios no tarde en seguir su juego, ansioso por saborear completamente al pelirrojo, dejándome hacer con las insistentes caricias que repartía por todo mi cuerpo. El beso se detuvo y el pelirrojo me miró luciendo complacido por la respuesta que había obtenido, pero él no era el único que lo había disfrutado y para entonces ya podía sentir como el calor me recorría de pies a cabeza…

 

En mi mente ya sólo había un pensamiento, quería hacer el amor con Allen y sin perder un momento más crucé mis brazos por detrás de su cuello, pegándome a éste, inhalando el aroma del pelirrojo y comenzando a besarlo, dejando varias marcar en toda la zona.

 

Y mientras que yo me entretenía por mi cuenta las inquietas manos de Allen se las arreglaban para deshacerse de las pocas prendas que me restaban. De forma torpe debido a la ansiedad me ocupe de despojar a Allen de su camisa, apoyando mis manos sobre su pecho y deslizándolas para delinear su perfecto abdomen. Un tanto más desesperado que yo, el pelirrojo me había levantado bruscamente para llevarme hasta la cama en donde se había sentado, colocándome sobre su regazo y lanzándose sobre mis erguidos pezones, estimulándome con su lengua, humedeciéndolos por completo y succionando de cuando en cuando.

 

Sus manos se aferraban a mis glúteos masajeándolos bruscamente y dejando sentir en cada movimiento la erección que comenzaba a hacerse más notoria bajo sus pantalones… El pelirrojo causaba enormes estragos en mi cuerpo, su sólo toque hacía que mi corazón se acelerara y que un obstinado cosquilleo se intensificara cada vez más en mi entrepierna.

 

Agobiado por mi propia ansiedad, obligué a Allen a levantar el rostro, reclamando esos besos que para este punto se habían vuelto tan necesarios como el aire que respiraba. El pelirrojo colocó sus manos sobre mis mejillas, forzándome a ladear el rostro para profundizar el beso y en tanto lo dejaba guiarme, decidí acelerar un poco más las cosas; pues de seguir así probablemente mi cuerpo terminaría antes de dejar satisfecho al pelirrojo… y aventurándome dentro de sus pantalones comencé a frotar suavemente su turgente erección que parecía suplicar por un poco de atención.

 

En respuesta Allen también tomó mi miembro entre sus manos y se ocupó de regresarme cada movimiento, provocando que me deshiciera entre gemidos y jadeos…  

—Ya… no puedo… —anuncié rendido y apoyando mi frente contra la de Allen, suplicando para que terminara conmigo de una vez por todas.

—Sólo un poco más amor —pedía jugueteando con el lóbulo de mi oreja, dejando escapar su cálido aliento y haciendo que me estremeciera al contacto de éste. Allen me levantó cuidadosamente y me abracé a su cuello en un intento por sostenerme, entonces sentí como llevaba su miembro hasta mi entrada y por fin se internaba dentro de mí con tortuosa parsimonia.

 

Gemía lastimosamente, apretando los ojos y aferrándome con fuerza al pelirrojo, intentando soportar mientras que Allen lograba adentrarse completamente. El movimiento se detuvo y los besos del pelirrojo se repartieron sobre mi cuello, llegando hasta mi hombro; mis dedos se enredaron en sus rojos cabellos y las caricias se reanudaron a la vez que nuestras caderas iniciaban un rítmico movimiento que aún cuando había comenzado como algo apenas notorio fue cobrando intensidad rápidamente, tal cual nuestros cuerpos lo exigían.

 

Un agitado Allen me hizo girar hasta dejarme debajo suyo y sin demora abrí las piernas buscando que él pudiera acomodarse y retomar las embestidas por las que a estas alturas ambos estábamos desesperados. Una vez más el miembro de Allen se hundió con una profunda estocada arrancándome nuevos gemidos que terminaron por morir entre sus labios y así entre frenéticos movimientos él pelirrojo me llenó, haciéndome terminar entre un delirante placer.

 

Completamente exhaustos y por demás extasiados, quedamos uno al lado del otro, mirándonos embelesados y terminando por buscar los brazos ajenos en un intento por mantener esa cercanía que con tanta urgencia nos apremiaba.

—Fue maravilloso —murmuré acariciando el pecho de Allen cuya tersa piel me encantaba sentir bajo mis dedos.

—Lo sé… creí que iba enloquecer de placer mi amor—decía con una bella sonrisa adornando sus labios.

 

Únicamente pude reír, felizmente complacido por lo que escuchaba, entrelacé mi mano con la suya y reanudamos nuestros melosos besos. Cerré los ojos y me dediqué a sentir los húmedos y suaves labios del rubio que entre breves y deliciosos contactos conseguían enfrascarme en el más exquisito gozo.

 

Pasó un buen rato antes de que ambos termináramos de deleitarnos a costa del otro y negándome a separarme un centímetro siquiera, conseguimos caer en un dulce sueño, que para desgracia mía no duro tanto como hubiera deseado. Mis ojos se abrieron aún cuando en medio de la completa oscuridad no alcanzaba a ver nada, no obstante, a mi lado podía sentir el cálido cuerpo del pelirrojo que abrazado a mí dormía plácidamente.

 

Cerré los ojos intentando conciliar el sueño nuevamente y entonces escuché un ruido que me resultaba familiar, más allá de nuestras respiraciones, a lo lejos y a través de los pasillos se escuchaba… ¿un llanto?

 

Debía ser el hijo de Carlota.

 

Compadecí al pequeño por la falta de atención de su desconsiderada madre y tratando de no darle demasiada importancia intenté volver a dormir, pero el ruido no cesaba y sintiendo el cargo de consciencia por mi obvia “indiferencia” decidí que era hora de tomar cartas en el asunto.

 

Suavemente conseguí quitarme de encima el brazo de Allen y deslizándome lentamente pretendía salir de la cama cuando una mano me detuvo.

—¿Qué haces mi amor? —pronunció Allen todavía medio adormilado.

—El bebé de Carlota está llorando, iré para ayudarla a dormirlo —respondí con un tono de voz bajo, como pretendiendo mantener a Allen bajo el delgado manto del sueño.

—Ese bebé es problema de Carlota, deja que ella se las arregle sola —decía el pelirrojo negándose a soltar mi mano.

—Lo sé, pero ella no parece entenderlo así y siento pena por el pequeño, él no tiene la culpa de nada —insistí tratando de soltarme sin ejercer demasiada presión.

—No irás solo por ahí… y menos a estas horas —mencionó con mayor lucidez, incorporándose sobre su antebrazo.

—Entonces acompáñame, anda, levántate —esta vez en lugar de intentar soltarme comencé a tirar del brazo de Allen hasta que conseguí moverlo un poco.

—¡Ah! No puedo creerlo—refunfuñaba mientras se levantaba y a oscuras comenzaba a buscar su bata.

—Sólo será un momento —afirmé besándolo satisfecho, pues una vez  más estaba cediendo ante mis caprichos.

 

Me tomó de la mano y me condujo a través de los oscuros pasillos, escuchando como el llanto parecía hacerse más fuerte conforme avanzábamos, pero extrañamente el ruido desapareció de un momento a otro.

 

¿Por fin se había decidido a atender a su bebé?

 

Llegamos delante de la habitación de Carlota y los guardias nos abrieron paso al instante, la puerta se abrió y completamente atónito observé como la desesperada mujer empujaba una almohada contra el bebé intentando asfixiarlo.

 

—No… —murmuré al creer que el bebé había perdido la vida, pero no tarde en descubrir que me estaba adelantando.

—¿Qué diablos crees que haces? —escuché la voz de Allen por delante de mí, no supe en qué momento pero él ya había alejado a Carlota de la cuna y ahora reprendía a la mujer que exhibía una expresión de frustración por haber sido descubierta antes de lograr consumar su objetivo, en tanto el sonoro llanto del bebé completaba el exasperante cuadro.

 

Me acerqué hasta la cuna y tomé al niño intentando tranquilizarlo, pero lo cierto es que el primero que necesitaba calmarse era yo mismo. No podía asimilar el hecho de que Carlota hubiera atentado contra la vida de su propio hijo, un ser que había vivido dentro de ella…

 

—Quizá lo olvidaste pero ese mocoso era la única razón por la que permanecías aquí… No obstante, puesto que no parece interesarte en lo más mínimo, no hay motivo para siga teniendo más consideraciones contigo, mañana mismo me encargaré de ti —sentenció un frío Allen. La mirada de Carlota que había estado distante se posó en mí con todo su peso, parecía como si estuviera intentando atravesarme con ella, un momento después en un gesto a mi parecer bastante macabro, una sonrisa se dibujo en su rostro y una risilla se le escapo.

—Como usted diga, su majestad —respondió Carlota haciendo una reverencia frente a Allen, que molesto por la burla no titubeó al abofetearla y mandarla al suelo por la fuerza del golpe.

 

Carlota no se levantó. Cabizbaja mantenía una mano sobre su rostro, como intentando apaciguar el dolor y muy por lo bajo alcancé a escuchar sus sollozos.

 

—¡Vámonos! —dijo Allen en lo que me sonó igual que una orden. Consternado por todo lo ocurrido caminé sin atreverme a mencionar nada y siendo seguido de cerca por el pelirrojo recorrimos los pasillos de regreso a mi habitación.

 

Gracias a los dioses el pequeño bebé había detenido su llanto y sin más me recosté con él a mi lado. Un momento después sentí que el cuerpo de Allen se acomodaba por detrás de mí y sin cruzar comentario pasamos un rato más antes de volver a caer rendidos ante el sueño.

 

Por la mañana desperté, encontrándome con que el otro lado de la cama estaba vacía; alarmado me giré buscando a Allen y recuperé la calma cuando visualicé que se hallaba frente a la ventana, luciendo perdido en sus pensamientos.

 

—¿Allen? —llamé en voz baja intentando no despertar al bebé que yacía a mi lado.

—Buenos días, mi amor —respondió con una sonrisa que me pareció bastante forzada.

—¿Qué ocurre? —pregunté preocupado, ignorando el saludo por completo. El pelirrojo torció la boca con molestia al verse descubierto y luego se acercó para sentarse nuevamente en la cama.

—¿Qué hay con ese bebé? —preguntó dejando al fin al descubierto lo que meditaba.

—No podemos regresarlo a Carlota, correría peligro —dije ante lo que me pareció obvio, pero algo no andaba bien. Allen no estaba respondiendo con su habitual alegría y tampoco parecía estar considerando mis palabras como usualmente hacía antes de cumplir mis caprichos.

—No podemos quedarnos con él —agregó desviando la mirada, aún cuando su voz se mantenía firme. El pelirrojo se levantó y dio un vistazo al pequeño; siendo que en su mirada pude percibir el desprecio—. Ese niño debe irse junto con su madre…

 

Notas finales:

Bien, eso fue XD se que el capítulo fue bastante lento y ni que decir del avance de la historia en general, pero que les ha parecido?

Ojalá puedan dejarme algún review con sus opiniones n_n 

Me hace muy feliz ver que a pesar del tiempo que dejé esto en pausa, el fic se sigue leyendo ( o al menos así lo marcan las cifras ._.)

Igual que siempre, les agradezco a todos por regalarme un poco de su tiempo y sin más por el momento me retiro.

Nos leemos la próxima semana!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).