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Mi psicópata ASESINO por Alice_alii

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Notas del capitulo:

HOLAAAA n.n

lo se¬¬ deberia estar haciendo otro fic pero fueron tantas las ganas de hacerlo que no pude resistir mas ;)

Espero continuarlo pronto, si les gusta dejen un review n.n si no... ¡pues tambien! xD, aqui se acepta de todo :)

El inicio, si es un tanto aburridon pero solo esperen que todavia tengo mas n.n

Perdonen si tiene faltas de ortografias u.u es que voy a salir y quien sabe cuando o si regresare.

No soy muy buena que digan a si "a que bruto, que bruto que buena narracion" pero hago mi mejor esfuerzo, ojala les guste el fic al igual que el tipo de papel que le dare a cada uno de los personajes de The gazette, creo que me agarre de perica u.u sorry. Nos vemos

Bye bye~

Un cuarto color rosado, millones de fotos pegadas en una de las paredes.

Diversión hasta el cansancio con tu sonrisa tan impúdica en cada fotografía.

Tus amigas muy bellas, incluyéndote a ti.

Sin embargo la belleza no es tanta que deseo verte aun mejor. 

Tu cuerpo pequeño y desnudo, retorciéndose en el suelo.

Tu alfombra de peluche rosada se ensuciaba con tu hermoso color rojo.

Atada de pies y manos.

Tus gritos ahogados pedían soltar tu sufrimiento ¡¿pero cuál sufrimiento?! Si bien se dice que para ser bella debe doler: “la belleza duele” así que  aguanta que te hare tan bella que pedirás una segunda ronda.

Me miro al espejo acomodando mis cabellos, no soy vanidoso pero quiero verme bello antes de tu muerte.

-¿te gusta?- mi sonrisa y mi voz muy juguetona como siempre. 

Comienzas a gritar más pero el pañuelo las calla.

-¿te asustaste por esto? – dije incrédulo mostrando el cuchillo tan filoso y grande de tu cocina.

Te desesperas, buscar quitarte la mordaza pero es imposible, la apreté tanto que ni me dan ganas de quitarla.

Mi mano jugaba con el cuchillo. Haciendo movimientos circulares teniendo cuidado a no soltarlo.

Me pateas y me enfado, si bien quieres jugar debes de hacerlo bien. -Así no se juega.- te regañe con una voz amable como las madres suelen hacerlo para no provocar el llanto de sus pequeños.

Cojo tus cabellos negros y largos. Oscuros como mi ropa de piel para quitar fácilmente la sangre de mis victimas.

Te acerco a mi rostro.

Tus musitadas de suplicas se me hacen bellas.

El rostro empapado en lágrimas agrias me hace temblar.

-¿ya quieres jugar? –pregunto y tu tensas.

Te revuelvas esperanzada a que te suelte de mi agarre mas eso es imposible “Cuando tengo a mi victima en mis manos, nada ni nadie se escapa”

Aprieto mas mi mano, un grito ahogado, me desespera el no escucharte.

Tus vecinos escucharan los sonoros gritos de tu casa. Interrumpirán la diversión, hubiera preferido llevarte a mi casa y jugar a gusto, pero cierta personita no lo quiso así que jugaremos con tus “juguetes”.

Deslizo el cuchillo por tu rostro.

Tu voz desaparece.

Aprietas tus parpados aguantando el dolor.

 Pataleas lentamente.

Tus manos atadas golpean mi pecho no obstante, son tan débiles que cosquillas me hacen.

Me detengo y un suspiro escapa de tus labios.

-esto apenas va comenzado.- te digo al oído sonriente.

-¡No! –Te quitaste el pedazo de tela ¿Cómo fue posible?

-no, no, no, muy mal hecho, no debiste quitártelo.- tomo tu rostro sangrante de un costado.

Estrujo tus mejillas con una de mis manos, por mi gran fuerza la abres.

Introduzco el objeto punzante en tu boca.

Pataleas, me dices de cosas que mis oídos no alcanzan a escuchar bien.

Quito mi mano, deslizando tu “juguete” por tu mejilla.

-¡AHHhh!- tapo tu boca. Gritaste como nunca.

La sangre resbalaba por tu cuello, la vista era hermosa, simplemente erótica.

Lloras desconsolada pidiéndome misericordia.

Beso tu frente, detienes tus lágrimas.

Te recuesto en el suelo.

Abro tus cajones.

 Me miras atenta a lo que hacía.

Encuentro un diario color rosa como tu cuarto.

Me recuesto en tu cama, leo de tu diario escuchando los sonoros gritillos de suplica.

-¿deseas morir? –le interrogo sin dejar de ver al cuaderno.

-N-no-o – ¡podías hablar!, partir tu mejilla en dos no te afecto, eso me alegraba.

-¿entonces porque aquí dice lo contrario? –avente el cuaderno al suelo.

Cayó en la hoja donde decía, en letras grandes y rojizas: ¡Quiero morir!

-y…yo..no…yo….- tartamudeabas, estabas nerviosa.

-¿hace cuanto que escribiste eso?  -me senté en el colchón, abriendo los cajones de tu mesita de noche. No encontré nada.

Me llamo la atención tu bello cofre de hello kitty. Lo abrí y me sorprendí por lo que mis ojos miraban en aquella cajita.- ¿no vas a responder? –volví a interrogarte al no recibir respuesta.

-una semana.-te hiciste bolita en el suelo.

-entonces tus heridas en los brazos fueron desde hace una semana ¿o me equivoco? –levantaste tu rostro, me miraste con esos ojos azules más que abiertos.

Mi mano jugaba con la pequeña navajita en forma de trapecio, pasándola por cada uno de mis largos dedos como si tuviera una moneda.

-yo…yo….yo lo siento, no me mates….ahhh –te ardían las heridas por las lagrimas que derramabas pero no me importaba al contrario me gustaba ¿soy un loco? ¿Enfermo? Claro que lo soy.

-pi…Ah! –me queje. La navaja callo acompañada de unas cuantas gotas de sangre. Me corto una de mis dedos dolía, se sentía bien. Lamí la sangre y me levante yendo con la chica.

-los humanos viven en una cámara de tortura… nadie… absolutamente nadie sobrevive…

-Ahh! –sollozo.

-tranquila seré dulce…- acaricio su frente quitando los cabellos pegados a ella por su sudor.

-Ahhh! –volvió a sollozar.

Cogí del cuchillo, me senté en la pelvis de la mujer, apretando para que no se moviera tanto.

Poco a poco fui recorriendo el vientre de la mujer.

Su sangre chorreaba.

Sus gritos aumentaban.

Corte lo suficiente, me levante fui al computador de la chica y lo prendí. Examine hasta encontrar su música ¿Qué persona no escucha? Subí todo el volumen, no era suficiente pero ocultaba los gritos desgarradores de la mujer.

La chica gritaba pidiendo piedad.

Dividí su piel, metiendo mi mano en su delicado estomago.

Mis manos jugaban con sus intestinos.

Su textura tan suave y palpitante.

La sangre escurría manchando parte de mis botas, pero que importaba si se sentía tan bien.

-AHHHH!! –abrías a más no poder tu boca y tus ojos. Una vista muy excitante.

-oye tus ojos son hermosos, como dos diamantes.- sus ojos azules, no debía de ser japonesa, era insignificante saber si era o no de nacionalidad japonesa, el punto era matarla lentamente con mis pequeñas torturas.

Saque mi mano, lamí uno de mis dedos, succionando súbitamente el liquido, deleitándome con su sabor agrio.

Con dos de mis dedos sangrantes, los introduje lentamente donde al sentir el nervio óptico lo saque. Su ojo magníficamente no se daño. Ella gritaba, su cuerpo temblaba, comenzaba a agonizar…

Los gritos resonaban en la casa.

La música agresiva los callaba.

Tus intestinos dejaron de palpitar.

La sangre seca en tu boca acompañada de tu saliva se perdía en tu cuello bronceado.

Examine mis manos.

Tan rojizas como su interior.

Una sonrisa se curvea en mis labios.

Amo de este color tan fresco.

Me incorporo, saco de mi bolsillo del pantalón unos guantes de látex.

Limpio del lugar, ninguna  “mancha” debe quedar.

Todo lo que toque borre con un líquido especial.

Al final mire el lugar. Todo color rosa, es asfixiante.

Palmeo el charco de sangre.

Con mi mano más que ensangrentada me dirijo a tu pared llena de fotos.

Inicio, escribiendo mi nombre lo suficientemente claro para que mis “amigos” lo vieran

Sonriente y cámpate dejo el muro, guiándome esta vez a donde deje tu ojo.

Lo ensucie, se tiño de rojo  además de que por la fuerza que use enterré un poco mis dedos en el, dejando unas pequeñas marcas.

Ya no me sirve.

Lo tire y patee, creo que termino debajo de tu cama.

Arranque una hoja de tu cuaderno y escribi uno nota dejando al lado de tu ojo, o donde creo que quedo.

Tome la bolsa negra con los juguetes que utilice.

Tenía todavía los guantes así que no me preocupe en si deje huella en el muro, la nota, la pluma o el cuaderno.

Cogí el pomo de la puerta y me marche, abandonandote en esa “cámara de tortura”.

La gente pide morir

Yo cumplo sus deseos

Pues soy su nuevo verdugo.

 

Yo decido como morirán

Nadie me detendrá

Soy único y nadie me reemplazara.

 

REITA

 

Así me gusta que me llamen.

 

Me miraba en el espejo del baño. Acariciaba con mi mano mi rostro, manchándome de esa esencia tan espesa llamada sangre.

 Escuche algo caer me fui  a ver, el hombre acostado en esa mesa de metal pataleaba por soltarse.

Sonriente me le acerco y me dirijo a su oído.

-Yo soy reita..- Murmulle y tu al escucharme te tensaste. Me conocías, y ¿Quién no sabría de mi existencia?

me aleje de ti, perdiéndome de tu vista.

Oprimí un botón rojo y del techo se acercaba a tu estomago una sierra eléctrica.

Te quite la mordaza.

Gritabas, suplicabas, pedias perdón, decías tener familia pero NADIE llegara a tocar este corazón tan podrido.

 

Yo soy reita y tu juicio ha comenzado.


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