Capítulo 10
Las vacaciones habían terminado sorpresivamente, Kuroko y el resto de sus amigos estaban de regreso en Japón, pero el peli celeste se encontraba muy delicado en el hospital. La razón, él había perdido a su bebé en Estados Unidos.
Cuando Kagami se enteró, quedó hecho pedazos pues su hijo de seis meses había muerto. Su marido no aceptaba a ninguna visita en su habitación del hospital, y mucho menos a él pues ninguno de los dos sabía que decirse. Takao que lo cuidaba por más que lo intentaba no lograba sacarle ni una sola palabra al enfermo; y el único que platicaba con Kuroko, era Teppei que le daba terapias nuevamente para ayudarlo a recuperarse y que saliera de esa nueva depresión. Sin embargo, su esfuerzo era vano, pues su amigo no ponía de su parte y en cada consulta terminaba llorando y en automático dejaba de hablar.
Han pasado quince días desde la llegada de Kuroko, y hoy el doctor lo daría de alta aunque aún estuviese deprimido. Kagami lo fue a recoger, pero ahora fue su esposo quien no quiso cruzar palabra alguna con él, y cuando llegaron a su casa el oji azul se encerró en su antigua habitación donde lloro hasta quedarse dormido.
Pasó una semana más desde la alta de Kuroko, ahora Kuroko sale a comer y de nueva cuenta asiste al psicólogo junto con su esposo. Ahora ninguno de los dos se ve tan afectados por la enorme pérdida, así que el peli rojo regresó a su trabajo y Kuroko comenzó otra vez con la búsqueda de un nuevo empleo. También se han enterado de que a Akashi le falta poco por dar a luz, así que ambos intentan animar a dicho matrimonio de que las cosas saldrán bien.
Kuroko despertó en el sofá del cuarto del hospital, pues en la madruga Akashi había tenido a su hermosa bebita; se parecía bastante al enorme padre, pero sus ojitos eran dorados como el único de su “madre”, que al igual que el bebé se encontraban profundamente dormidos. Sin duda alguna, una nena hermosa con la que el de piel nívea ha quedado fascinado; y fue de esa forma que Kuroko se reanimó, pues de vez en cuando cuida a la recién nacida que es tranquila como el de ojos bicolor y comelona como Murasakibara.
Ahora también se encuentra dando clases en el jardín de niños donde asisten los dos hijos mayores del matrimonio de Akashi, y la pequeña nena de Takao. Luce realmente feliz cuando lo rodean los niños; la directora está encantada por el espléndido trabajo que hace el nuevo maestro, sin mencionar que más de una profesora ya se le ha insinuado al peli celeste. Todos los encantos de Kuroko son vistos por los pequeños que se van acostumbrando poco a poco al nuevo sensei.
Kagami nunca lo había visto tan feliz y sonriente, y secretamente se alegra de que su esposo se encuentre mejor de salud, aunque de cierta forma sentía celos de que otros pudieran ver las hermosas sonrisas de Kuroko… Que antes solo eran de él. […]