Capítulo 14
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Kuroko permaneció en silencio ante el evidente engaño de su pareja; en buena parte por su hijo y la otra porque aún lo amaba. Hyuga constantemente lo regañaba y le sugería que era mejor que se separaran, pero el oji azul se negó rotundamente.
Hoy era el último día de trabajo de Kuroko, pues con siete meses de embarazo no podía seguir atendiendo a los niños así que solicitaría su incapacidad. Llegó temprano a casa, decidió salir y platicar con alguien sobre su actual situación; y que mejor que ir con su sabio consejero. Pronto llegó al consultorio y Teppei lo recibió con gusto. Ahora no lo trato como paciente, si no como uno de sus más queridos amigos.
Al final de la historia, el psicólogo se quedó completamente mudo; no supo que decirle a Kuroko y un sentimiento de impotencia lo invadió. Kuroko lloró por un buen rato, (quizá hasta quedarse sin lágrimas) y solo como sugerencia, Teppei le dijo que platicara con su esposo y que si él encontraba irremediable la situación le pidiera a Hyuga que tramitara el divorcio por común acuerdo.
El más grande lo abrazo con fuerza, pronunció algunas palabras de aliento y se despidieron con una amplia sonrisa.
Sin embargo, el peli celeste decidió no tratar el tema con su esposo, pero a cambio regresó a la habitación donde permaneció mucho tiempo recluido por la pérdida de sus amigos.
Ha pasado un mes más, ahora el vientre de Kuroko ha crecido con mayor rapidez impidiendo que se mueva con facilidad; y aun así él prefiere salir de comprar que quedarse deprimido en su casa. Evidentemente éste ha sido el peor mes de Kuroko, pues lo ha tenido que sufrir solo, ya su esposo definitivamente lo abandonó para irse con Himuro.
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Hoy Kuroko recibió una visita por parte de sus amigos. Todos le han llevado un regalo para su bebé. Midorima habló sobre la fecha de parto y al parecer al peli celeste le falta poco menos de una semana.
Todos están muy contentos, Akashi y Takao se ofrecieron a cuidar al bebé después del parto; Hyuga le prometió hacer la comida adecuada para los dos. Midorima dijo que les daría la atención médica hasta que fuera necesario sin cobrarle un solo peso. Murasakibara y Teppei cuidarían a Kuroko durante la cuarentena y hasta que todo estuviera bien, decidirían quienes serían los padrinos del nuevo miembro familiar.
Discutieron sobre el nombre que llevaría el bebé. La familia Midorima propuso el nombre de Sora, Akashi y su esposo dijeron que lo nombrara Naoki, mientras que Kiyoshi y compañía decidieron no opinar al respecto. Kuroko se negó ante todos los nombres sugeridos, pues insistió que ya tenía un nombre especial y no lo pondrían a discusión.
Siguieron la reunión entre risas y bromas. Todo iba bien hasta que Kuroko cayó desmayado a lado de la mesa. Al instante el mundo todo corrió, Midorima lo atendió y en media hora recupero la conciencia, Takao le tomó una muestra de sangre y con un aparato especial le diagnosticaron una crisis de hipoglucemia. No era nada grave, pero era mejor que el enfermo descansara un poco bajo la supervisión de alguien. Ese alguien fue Kazunari, así que se despidieron del Kuroko y se quedaron ellos solos en su gran casa.
Ya era de madrugada y Kuroko tocó la puerta de la habitación de su acompañante; cuando el otro abrió medio adormilado, vio a si amigo sentado en el suelo con las manos en su vientre y supo así que había entrado en trabajo de parto. Le ayudo a caminar hasta el auto, en el transcurso al hospital le llamó a Midorima para avisarle de la actual situación.
Cuando llegaron al hospital, lo metieron al quirófano de inmediato; los dolores aumentaban con impaciencia pero aun no era tiempo. Afuera estaban Akashi y Hyuga, los dos intentando comunicarse con Kagami, pero éste no contestaba. Hyuga que era el que conocía la residencia de Himuro partió en dirección a ella y solo de ese modo pudieron darle aviso de que Kuroko estaba a punto de dar a luz.
Cuando llegaron, Akashi se encontraba llorando afuera del quirófano. Nunca en la vida lo habían visto tan frágil como ahora y entre llantos no pudo explicar nada. Kagami entró al quirófano; ahí estaba Kuroko, Midorima y Takao; el último con el bebé en brazos y al igual que el de ojos bicolor hecho un mal de lágrimas. El peli verde intentaba guarda la postura de médico mientras sostenía la mano blanquecina de su amigo Kuroko.
Nadie entendía nada, Kagami se acercó a la camilla donde estaba recostado su marido; sonrió al ver su rostro lleno de felicidad; pero algo no anda bien. El rubor y los labios rosados de su Kuroko se habían desvanecido, y al tocar su cara notó que estaba completamente helada y sin señas de vida.
Solo así entendió que Kuroko había fallecido, cayó de rodillas a su lado mientras le escurrían un sin número de lágrimas por las mejillas y apretaba con su fuerza su mano llenándola de besos intentando evadir la realidad. Pero nada de eso sirvió; el de cabello celeste murió al momento del parto, su frágil y delicado cuerpo no soportó tanto esfuerzo y como última voluntad fue que el niño se llama Kagetsu.
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Han pasado ya cinco años. El hijo que procrearon Kagami y Kuroko asiste al kínder donde su padre trabajó. Ciertamente sacó muchos rasgos de él; sus ojos celestes, su piel clara, su voz suave y su cuerpo delgado; pero sobre todo esa paciencia y carácter para controlar a su papá Kagami.
El peli rojo decidió mudarse a una casa más pequeña, donde viviría solo con su hijo y sin las molestias que le pudieran generar sus amigos. Cuando hizo el traslado se llevó algunas pertenencias de su fallecido esposo, así como su sortija de matrimonio.
Después de haber jugado y hecho los deberes con Kagetsu, se ha encerrado en su habitación; cada noche desde ese día se dedica a llorar en silencio mirando las viejas fotos de su boda y lamentándose el haber engañado y abandonado a su único y primer amor.
Sacó del buro una cajita que le perteneció a su marido; en ella había cartas y otras cosas donde Kuroko expresaba sus sentimientos. Pero hoy, al abrirla descubrió un nuevo sobre que ni si quiera estaba abierto. El peli rojo quedó perplejo, pues como era que en cinco años y jamás la había visto.
La abrió con cuidado y se dispuso a leerla.
“Kagami-kun, me alegra mucho ver que nuestro bebé ha crecido demasiado, en eso se parece a ti. No es necesario que llores, ni que me pidas perdón por haberme engañado; yo te perdone desde que nació el pequeño Kagetsu.
Quiero contarte que me encontré con Aomine-kun y Kise-kun, ambos están bien e igual me perdonaron por ser el conductor que provocó su muerte.
Donde me encuentro estoy bien, no tienes que llorar más.
Te amaré por siempre y también a nuestro hijo.
-Kuroko- “
Al leerla sintió como un aura lo llenaba de tranquilidad y amor y cuando terminó, dobló cuidadosamente la carta y la guardo en la cajita, se secó las lágrimas que inevitablemente brotaban como agua de un manantial y fue por su hijo para conducir hasta su antigua casa.
Caminaron juntos hasta la orilla del mar, el papá del pequeño le explicó por qué su otro papá los había dejado, quizá era muy pequeño para entenderlo pero le mostró una carta de cuando el apenas estaba en su vientre y le expresaba todo su amor aún sin conocerlo…
Ambos se despidieron de Kuroko y con los pies descalzos se adentraron al mar y lanzaron lejos la pequeña caja diciendo entre susurros “Yo también te amo”.