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Valorame como persona. *En edición* por TrancyAlois

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Kagami terminó su jornada laboral, se despidió de Hyuga y caminó a su coche con cierta decepción, pues no le animaba en absoluto llegar a casa y encontrar a su pareja en un mar de lágrimas.

Subió al auto y suspiró profundo para prepararse a lo anterior comentado. Condujo con demasiada calma a casa e hizo una breve pero tranquilizante parada para admirar el inmenso mar que tenía frente a sus ojos. Continuó su camino y pronto abrió el garaje y estacionó el coche al  lado del de su marido; sacó su maletín y un pequeño obsequio que Hyuga le había mandado a Kuroko. Kagami sabía que ese presente terminaría en la basura como todos los anteriores, pero aun así se esforzaría  para que lo aceptara.

Volvió a suspirar dejando salir el aire de golpe, abrió la puerta  para su sorpresa encontró la mesa acomodada para dos personas, su cuerpo siguió el aroma percatado por la nariz, y fue inevitable que no se escapara una ligera risa al ver lo que alguien había cocinado.

Dejó su abrigo, maletín y el regalo en la mesa de la sala y técnicamente subió corriendo al cuarto donde dormía Kuroko. Forcejeó con la cerradura, pero según él estaba cerrada por dentro.

-¡Maldición!- gritó furioso, pues creyó que lo que había visto en el piso inferior había sido una mera ilusión. Caminó con la mirada baja a su habitación, miró su anillo en el dedo anular y se le escaparon un par de lágrimas.

Colocó su mano temblorosa en la cerradura de la puerta, pues desde el momento en que Kuroko se había ido a otro cuarto, odiaba sobremanera esa habitación. Justo cuando iba a abrirla, la cerradura se giró y la puerta se abrió por dentro.

Era el peli celeste que se reacomodaba el saco del traje.

-K-Kuroko- dijo Kagami sorprendido, quedando petrificado ante la apariencia de su esposo.

-Kagami-kun, llegas tarde- dijo inexpresivo el otro.

El pelirojo se pellizco la mejilla para despertar de la ilusión frente a él, parpadeo rápidamente para que desapareciera de sus ojos; pero eso no sucedió, el más bajo seguía frente a él, extrañado por las acciones de su esposo.

-Mmm… Creo que me equivoqué de casa- dijo dudoso dando media vuelta y empezó a caminar hacia las escaleras.

-Espera- lo tomó del brazo –No creo que te hayas equivocado, Kagami-kun-

-Pero mi Kuroko está deprimido en esa habitación- señalo la puerta de enfrente.

-Ah! Así que es eso- entró de nuevo al cuarto y sacó un manojo de llaves, buscó la de la puerta indicada y la abrió.

Kagami entró dudoso, el cuarto oscuro, sin embargo estaba vacío. El ojiazul estaba parado afuera mirando la cara de su marido.

-¿Y bien?- preguntó haciendo que Kagami volviera en sí.

-Eh… Pues…- lo miró con atención; sus parpados estaban irritados y sus ojos seguían rojos. Aunque se hubiese peinado, sus cabellos eran del mismo largo que en la mañana; su rostro y cuerpo delgados eran inconfundibles. Definitivamente era su Kuroko.

-Quizá no sea el mismo de antes y es posible que me confundas, pero hay algo que no podrás olvidar-  aseguró el de piel nívea acercando sus manos al cuerpo ajeno, se paró de puntitas y con un poco de esfuerzo alcanzó los labios de su esposo; depositando un suave y tierno beso.

Kagami lo abrazó con fuerza, pues como bien había dicho el otro, esos besos era algo que recordaba todas las noches de soledad que había sufrido; lo besó con profundidad sintiendo la calidez de la saliva de Kuroko, y luego de un rato despegaron sus rostros.

-Bienvenido a casa, Kagami-kun- dijo con certeza, intentando olvidar el más de un año que se habían distanciado.

-¡¡Idiota!!- dijo el más grande entre feliz y enojado, triste y animado; eran un sin número de emociones encontradas que fue lo mejor que pudo mencionar. Lo abrazó con fuerza escondiendo el rostro en el pequeño hombro, por sus mejillas rodaban las lágrimas, y el sitio se llenaba con los sollozos de Kagami.

Kuroko correspondió el abrazo, acarició el cabello de su esposo y mantuvo esa posición hasta que el otro se tranquilizó. Él no intentó entender esos sentimientos, solo deseaba recuperar todo el tiempo perdido. Kagami se limpió el rosto, depositó otro beso a su marido y lo tomó de las manos; sorpresivamente encontró la sortija con la que se habían jurado amor eterno. […] 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el nuevo capítulo.

 

Como aviso importante, quiero decirles que no hasta cuando actualice nuevamente. Regresaré a la universidad pronto y veo un poco dificil poder escribir como es debido... Sin embargo prometo poner el cap. 4 antes de entrar y si me siento inspirada quizá hasta el 5... 


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