Capítulo 6
Después de varios días, Kuroko al fin asistiría con el psicólogo recomendado. Esta vez sería su marido el que lo llevaría pues luego de un terrible regaño por parte de Kagami, entendió que aún no estaba en condiciones para manejar distancias tan largas.
El de ojos rojos, cocinaba a diario lo que la dieta decía, pero Kuroko no ponía mucho de su parte. Había recaído ligeramente en el estado de depresión que se había encontrado mucho tiempo, pero sabía que necesitaba reponerse por completo.
Kagami esperaba impaciente a su esposo en el sofá de la sala, hacía quince minutos que él se había terminado de vestir para ir al trabajo, pero Kuroko era un poco más lento. Luego de otros diez minutos el ojiazul bajo son prisas, ambos caminaron al auto de Kagami, y éste lo llevó al hospital indicado.
-¿Quieres que te espere?- sugirió el de traje al de menor estatura.
-Estaré bien- sonrió suave y luego se despidió.
Kuroko caminó en dirección a la recepción, y luego de confirmar la cita, la chica le indicó el consultorio en una pequeña tarjeta.
-Piso 9… Consultorio 11- repitió bajito cuando subía al ascensor. Llegó al cuarto y antes de entrar observó a detalle el piso. –Como lo esperaba de Midorima-kun- volvió a sonreír y tocó la puerta para entrar.
-Buenos días- lo saludó una voz muy bien conocida por él.
-Buenos días- devolvió el saludo.
-No te quedes ahí- se acercó el castaño claro y lo abrazó con fuerza.
-Teppei-san… Duele…- se quejó con dificultad.
Luego del afectuoso saludo Teppei lo invitó a sentarse en el gran sofá del cuarto. Charlaron un poco de sus matrimonios y luego de un rato el psicólogo se puso serio.
Escuchó con atención la vida de Kuroko durante el último año, anotó en un expediente el caso he intentó valorar la situación. Sin embargo, Teppei veía difícil y lejana una recuperación completa; pero nada era imposible para él. Terminó la primera sesión y mientras Kuroko se intentaba reponer de esos recuerdos abrumadores, el castaño le hacía una receta con antidepresivos.
-Sería bueno que sigas las recomendaciones de Midorima- sonrió tierno el más alto.
-Sinceramente es un poco difícil… Además Kagami me exige demasiado- se quejó el peli celeste.
-Si deseas formar una familia debes hacer ese gran esfuerzo… No pido, ni tampoco digo que sea de inmediato y es por eso que vamos a programar las próximas ocho terapias en un solo mes. Teppei se mantuvo calmado y abrió su agenda electrónica. Revisó rápidamente los pendientes y empezó a interrogar a Kuroko.
Luego de una breve discusión, acordaron que el ojiazul lo visitaría dos veces por semana. El psicólogo igual le sugirió que no buscara trabajo, pues era muy pronto luego de haber recaído tanto. Kuroko agradeció la consulta y prometió visitarlo pronto a él junto con su esposo Hyuga.
Pasada la mañana en el consultorio y después de regresar a casa, el pequeño decidió hacer nuevamente la comida, pero era demasiado complicado para su poca habilidad y lo termino dejando a medias.
Se cambió de ropa y se dispuso a ir a la playa. Creyó que el calor le haría bien, así que se recostó en la cálida arena después de ponerse el bloqueador.
Pero de eso nada bueno saldría…
Kuroko se empezó a sentir mareado y débil, a su alrededor no había nadie y su teléfono lo había dejado en casa. Sus piernas y su cuerpo entero lo traicionaron y no le permitían ponerse en pie, así que optó por recostarse de nuevo hasta recuperar un poco las fuerzas.
***
Pasó un largo rato, Kagami llegó a casa y lo primero que hizo fue buscar a su marido; al no encontrarlo entró en desesperación. Llamó al consultorio de Teppei, pero éste le confirmó que Kuroko ya no estaba con él. El pelirojo se preocupó aún más, empezó a abrir todas las habitaciones y luego subió a la terraza en el último piso.
Desde ahí se podía ver todo y fue por eso que se percató que su marido estaba tirado en la arena. Bajo sin prisas al sitio donde lo había visto y sonrió al mirarlo tan indefenso.
-¡Hey! Kuroko- lo llamó faltando algunos pasos para su encuentro, peo el de cabellos celestes no respondió. Kagami ingenuamente creyó que estaba dormido, pero al tocar el rostro de su amado y que no reaccionará, así que le tomó el pulso y cuando notó lo débil que era lo cargo entre sus brazos y lo subió a su auto.
Pasadas algunas horas, Kuroko despertó del profundo sueño. Aun se sentía mareado y desconoció el cuarto completamente blanco.
-Mmmm… ¿Dónde estoy?- murmuró medio inconsciente.
-Es conveniente que no te muevas- le dijo una voz suave y calmada que se acercaba a él.
-¡¡¿¿T-Takao-kun??!! Talló un poco sus ojos para reconocerlo. En el cuarto estaba él acostado en una cama y conectado con algunas manguerillas y tubos; el enfermero que su apariencia estaba más que desvelado y en un rincón alejado pudo ver a su marido durmiendo en un sillón de piel.
-Lo siento mucho- se disculpó el de cabellos celestes con Takao, que revisaba su presión arterial y después procedió a tomar una muestra sanguínea. […]