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De Santa Falso a Príncipe por Dolche

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Notas del capitulo:

Aqui esta mi baby <3 Especialmente dedicado para Monse y Menta, que me esperaron mucho jaja XD y para mi esposa, por darme su hermosa opinon! =D

   Jonghyun llegó a esa cosa donde cada navidad pasaba más tiempo del necesario.

   Hiso su trabajo. Dejó los regalos bajo el árbol, llenó tres de las cuatro medias que habían colgadas, comió su par de barras energéticas y bebió su café. Aún seguía sin gustarle esa combinación, pero no existía opción.

   Luego de beber el último sorbo de café, subió al desconocido segundo piso. Nunca antes tuvo la necesidad de hacerlo, pero esta noche nadie le esperaba sentado en el sofá.

   “Segunda puerta a la derecha”, repetía su mente. Inseguro, abrió la puerta sólo un poco, para luego abrirla por completo.

   Kibum había transformado su habitación para esa ocasión tan especial. Se encontraba recostado finamente, sujetando un ramo sobre el pecho, con la luz de muchas velas iluminándolo. Del dosel colgaba una fina sabana traslucida que rodeaba la cama.

   Él se acercó, haciendo a un lado la manta para darse acceso hasta Kibum; lo despertaría con un beso. Jonghyun se inclinó sobre él y justo cuando faltaba poco, los labios de Kibum se abalanzaron sobre él, asaltándolo en un beso desenfrenado. Tuvo que recargar las manos sobre el colchón para no caer de la sorpresa.

   —Se supone que debías estar dormido —le recordó cuando Kibum lo liberó.

—    ¿Pero qué cosas dices? —preguntó con una risilla nerviosa—. Yo acabo de despertar. —mintió, y rápidamente, Kibum desvió la mirada a otro lado.

Sonrió divertido por la actitud del chico, todo un encanto.

   La cadena plateada alrededor de su cuello brilló llamando su atención. Entonces se acercó a Kibum desatando la cadena y sacando el anillo en ella. Se arrodilló frente a la figura en la cama, complacido de como el otro ni sabía lo que él estaba a punto de hacer.

   Le ofreció el anillo y dijo: —Kim Kibum, ¿te casarías conmigo para vivir en mi castillo felices por siempre?

   Kibum le miraba con emoción, sus ojos incluso brillaban un poco.  Se cubría la boca con la mano cuando dijo “Sí” y le tendió la otra mano donde puso el anillo.

   ¡Al fin! Ahora ese pequeño y bello chico era todo suyo; había dicho “Sí”.  Con toda la euforia, jaló de Kibum hasta que sus labios se tocaron, sentía como eso brazos y piernas lo abrazaban. En un arranque de posesión, abrazó la cadera de Kibum y se puso de pie, denostando su fuerza mientras lo pegaba más a él.

   Se separaron lo suficiente para mirarse a los ojos. —Creo que es hora de irnos —le susurró Kibum dándole un último beso. Él lo soltó dejándolo en suelo—. Mis maletas están en el armario. Llévalas abajo mientras yo les dejo una nota a mis padres.

   Abrió las puertas del armario, donde comenzaba a sacar todas las pesadas maletas. —Y… ¿crees que será suficiente con una nota? No debería hablar con ellos, no sé, ¿conocerlos?

   Kibum se encogió de hombros. —No lo creo. Yo ya les había dicho que cuando mi príncipe viniera por mí, me iría con él.

   Sonaba tan seguro que Jonghyun decidió hacerle caso. Y en dos viajes bajó todas las maletas. “Lo bueno es que no dejé el trineo en el techo”, pensó al verlas todas en la estancia. “Y que el saco está vacío”.

   Volvió a entrar en la casa después de acomodar las maletas en el trineo y encontró a un muy abrigado Kibum con su negro y gordo gato en brazos, listo para partir.

   — ¿Qué escribiste en la nota? —preguntó al salir; la curiosidad lo mataba.

   —Que les mandaría invitaciones a la boda. —A punto estaba de decir algo cuando Kibum corrió hasta los renos con una sonrisa que mostraba todos sus dientes—. Es la primera vez que no los veo desde la ventana. Wow.

   Lo vio tímido, conteniendo las ganas de tocarlos. Le tomó la mano y la puso sobre la nariz de Cupido. El reno se dejó acariciar dócilmente.

   —Bien. Creo que es hora de las presentaciones. —Jaló a Kibum hasta el reno líder y empezó a decir sus nombres—. Rodolfo, Vondín, Danzarín, Pompón, Juguetón, Cometa, Cupido, Trueno y Relámpago. Chicos, él es Kibum.

   Kibum miraba a todos los renos sin saber muy bien qué hacer. Dijo un quedo “Hola” antes de susurrarle con emoción: —Jong, ¡tiene la nariz roja!

   El camino fue difícil para Kibum, todo el tiempo estuvo bajo su brazo con la cara escondida en su pecho. Pero aun así, su fobia a las alturas no le impidió subir al trineo. Estaba complacido por eso.

   Las compuertas se abrieron para recibir al trineo. Cuando se detuvo, los duendes desataban los renos para alimentarlos y llevarlos a su lugar. Jonghyun tendió su mano para ayudar a Kibum a bajar, pero el chico estaba tan embobado con los duendes que lo ignoraba.

    —Vamos, princesita. Ven aquí —le dijo con los brazos extendidos. Kibum sujetó bien a su gatito Lucifer, y con una sonrisa en el rostro, saltó a sus brazos.

   Para él, Kibum era tan ligero como una caja de bombones, no necesitaba de esfuerzo para maniobrarlo, su fuerza era suficiente para cargar con el enorme saco llego de regalos. Con Kibum en brazos, se adentró en la casa. Los duendes caminaban de un lado a otro con tranquilidad, llevaban con ellos materiales que emplearían o simplemente, jugueteaban por ahí.

   Kibum admiraba todo el lujoso lugar, era como el departamento navideño de las tiendas. Él se imagina una cabaña protegida del frio con un pequeño taller.

   —Me mentiste. Esto no es un castillo —le dijo mientras miraba todo—, esto en una mansión.

   Jonghyun se encogió de hombros. —Sí, bueno, no quería desilusionarte.

   — ¿Estás loco? Esto es genial.

   — ¿Quieres dar una vuelta y que te enseñe el lugar? —Kibum asintió frenéticamente.

   Pasaron casi una hora paseando. Le había mostrado a Kibum la habitación de mensajería, donde llegaban todas las cartas de los niños; el cuarto de carbón, donde guardaban el carbón de recibirían los niños mal portados; el establo, donde los renos vivían; la cocina, donde los duendes preparaban todo tipo de comidas navideñas; el comedor; el taller.

   Kibum estaba encantado con el gran y enorme taller, donde los duendes fabricaban todo tipo de cosas: esferas, adornos, medias, juguetes, luces. Jonghyun aprovechó que el menor se encontraba distraído viendo cómo envolvían los regalos para alejarse un poco.

   —Stragos —llamó a uno de los duendes—. Necesito que me hagas un favor. —El duende asintió una y otra vez encantado—. Quiero que fabriques algo, tiene que estar listo esta noche, ¿de acuerdo? Sé que puedes hacerlo. —se puso en cuclillas para susurrar en la puntiaguda oreja, le indico el tamaño y la forma con sus manos y se incorporó. —Ah, y que vibre, por favor —agregó mientras se alejaba.

   Cuando llegó con Kibum, vio que sostenía una muñeca de porcelana. —Mira, le dije a esa duende que es hermosa y me la regalo. Fue muy amable —Kibum le señaló a una duende de cabellos naranjas y piel azul.

   —Sí, todos son muy buenos. Te caerán bien. —Puso una mano en la cintura de Kibum y los giró a la salida—. Aún falta un lugar por ver: nuestra habitación.

   El cuarto de Jonghyun era grande, amplio e iluminado. Había un estante repleto de libros, un escritorio donde leía las cartas que los niños le escribían; una chimenea de piedras donde el fuego ardía; y una enorme cama de grandes almohadas y un edredón ancho. Daban ganas de tirarse en ella y dormir. Kibum se acercó al ventanal que daba al frente de la casa. Desde la ventana, pudo ver a los duendes que jugaban en la nueve, se lanzaban bolas y hacían hombres de nieve. “No les pasará nada por salir así”, preguntó al verlos vestir sólo sus medias ralladas y un camisón. Jonghyun sonrió ante la ternura de Kibum, no llevaba ni un día allí y ya se preocupaba por los duendes.

   Llegó hasta él y le abrazó por detrás. —No. No somos vulnerables al frio. Mandé encender las chimeneas para que tú estés caliente.

   Kibum se acomodó mejor entre sus cálidos brazos. — ¿Qué son aquellas luces?

   —Es la villa donde viven los duendes.

   — ¿Qué no viven aquí? —preguntó confundido.

   —No, pero si quieres, un día de estos podemos dar un paseo por la  villa, ¿te parece? —Kibum asintió en respuesta—. Claro que no podrás entrar a ningún lugar, pero es muy bella.

   — ¿Por qué? ¿No quieren que entre? ¿No les agrado? —el corazón de Jonghyun se estrujó un poco al verlo tan triste porque los duendes no lo aceptaran.

   —No amor, ellos ya te quieren —se apresuró a decir—, pero sus casa son muy pequeñas y no cabemos en ellas. ¡Aunque Lucifer podría entrar! —Kibum lo miró algo apenado de ser tan melodramático. Él lo miró un momento y reparó en sus brazos que sólo sostenían la muñeca.

   >> ¿Y Lucifer? —preguntó parpadeando con duda.

   —Am, los duendes querían jugar con él, así que lo deje con ellos. —Ambos se acomodaron para mirar de nuevo por la ventana—. Tengo una duda. ¿Por qué lo duendes se besan al pasar por las puertas?

   —Es por el muérdago. Ellos se toman la navidad muy enserio… al menos los de medias verdes. Lo de medias rojas ya tienen pareja.

   —Oh, no sabía que había muérdago en las… —el estómago que Kibum sonó interrumpiéndole en un suave gorgoreo.

   —Bueno, ¿qué tal si vamos a cenar? A esta hora debe estar lista la cena…

   Cuando llegaron al comedor, la comida estaba servida. Todos los platillos se extendían a lo largo de las mesas.

   Ellos tomaron asiento en la mesa central.

   Kibum miraba a su alrededor. Todo los duendes parecían contentos y en armonía. Ese parecía un buen lugar para vivir. Sentía que había tomado la decisión correcta. El comedor seguía llenándose de duendes, faltaba poco para que iniciara la cena cuando sintió que tiraban de su camisa. Miró hacía abajo y se encontró a los duendes con un Lucifer tan decorado como un árbol de navidad. No pudo evitar reír al ver a su gordo y renegón gato correr para quitarse todo de encima.

   —Lo siento, ellos no pueden evitar querer decorar todo lo que creen que le falta espíritu navideño —se excusó Jonghyun.

   —No hay problema —sonrió—. Fue divertido.

   Cuando terminaron la cena, Key vio como uno de los duendes se acercó a Jonghyun, entregándole una caja rectangular de un rosa suave, rodeada de un listón blanco que terminaba en un moño. Jonghyun le agradeció y el duende se marchó.

   — ¿Qué es eso? —se arrimó a preguntarle.

   Jonghyun se guardó la caja y guiñándole un ojo dijo: —Ya lo sabrás, vamos —. Lo tomó de la mano y tiró de él hasta la habitación, sentándolos a ambos en la cama.

   >> — ¿Listo para tu regalo de navidad? —sacó la caja de su escondite y se la ofreció.

   Kibum le dio una dulce sonrisa. —Me pregunto ¿qué podrá ser?

   Sus manos deshicieron el moño y abrieron la caja. Su seño se frunció al no saber qué era ese cilindro rosado. Lo acercó a su cara examinándolo y encontró un pequeño botón en la parte inferior. Lo apretó y soltó un gritillo cuando el aparato comenzó a vibrar, cayendo de sus manos a la cama.

   —¿Para qué es eso?

   Jonghyun sonrió. —Te lo mostraré. Es hora de que sepas lo que pasa después de que la princesa se va a vivir con el príncipe.

   Hiso las envolturas de regalo a un lado y se recostó sobre Kibum en la cama, él lo miraba sin miedo, con confianza y algo de curiosidad. Jonghyun remojó sus labios y bajó darle un lento beso. Quería ser dulce mientras mordía sus la labios, mientras sus respiraciones se hacían profundas.

   Sus manos no se estaban quietas, recorrían todo el cuerpo de Kibum mientras este se removía en placer bajo su cuerpo. Escuchaba su fuerte respiración mientras le succionaba el cuello. Todo iba bien, así de decidió que era momento de quitar la ropa. Sintió como se calentaban sus manos al subir por las costillas retirando la camiseta.

   Kibum era hermoso. Los ojos artificialmente verdes lo miraban paciente, le decían que era todo suyo, que le entregaría todo de él.

   Dejó un beso sobre la marca rojiza que le provocó en el cuello y abrazó su pecho mientras besaba y lamia la piel de su blanco pecho. Pasó por uno de los pezones y lo mojó con su lengua, chupó cercas de las costillas, y donde su abdomen era blando, mordió.

   Kibum gemía y se agitaba en su ensoñación placentera. Sólo sintiendo la excitación.

   Jonghyun chocó con el pantalón, la tela que ya escondía un bulto a medio despertar. Sacó el botón de ojal y bajó el cierre; unos calzoncillos de un bonito morado se mostraron. Jonghyun se incorporó un poco pasa sacarle los pantalones; era difícil con lo apretados que los compraba… A diferencia de los pantalones, los calzoncillos se deslizaron fácilmente por las piernas y lanzó librándose de ellos.

   Volvió la vista al par de piernas desnudas que intentaban cubrir la intimidad frente a él, brillaban como un pañuelo de seda. Le tomó de los tobillos sintiéndolos suaves, jaló de ellos para hacer un lugar entre sus piernas. Miró las mejillas rojas de Kibum; eran hermosas, las besó probando su color.

   —Eres hermoso —declaró.

   Su mano se deslizó tomando el frasco de lubricante bajo la almohada.

   — ¿Tenías eso ahí? —preguntó un Kibum sorprendido.

   —Veras…, pienso mucho en ti —admitió, haciéndolo enrojecer más. Kibum no era tan inocente como aparentaba, sabía lo que eso quería decir.

   —También he pensado en ti. —Jonghyun se apartó entre sus piernas, pero él no tenía frio, la manta peluda a su espalda lo calentaba. Oyó una tapa abrirse y cerró los ojos aferrando las cobijas.

   Jonghyun se bañó lo dedos el lubricante lo acarició. Kibum respingaba al comienzo, pero aprendía a quedarse quieto. Adentró un dedo sin mucho problema; sólo era uno. Así comenzó a dilatarlo muy lentamente para que no doliera. Sacó sus tres dedos, y tomó el regalo.

   —Esto te va a gustar.

   Kibum abrió los ojos por un momento, pero los volvió a cerrar al sentirle introducir algo.

   Jonghyun apretó el botón y el aparato vibro. Su pequeño amante suspiraba sin poderlos creer, que un pequeño vibrador que causara todas esas emociones, no paraba de retorcerse cada vez que Jonghyun lo metía y lo sacaba. Se encontraba mecido en esa etapa donde el placer es tan fuerte que resulta insoportable, pero no lo suficientemente intenso como para liberarse, eso lo hacía sufrir.

   Jonghyun hallaba atrapado, veía como el vibrador entraba y salía de Kibum, lo miraba lloriquear del goce, pero él también quería jugar.

   Cuando Jonghyun empujó el vibrador y lo mantuvo hasta el fondo, Kibum, sintió sus genitales entumecerse y llenarlo de cosquilleos placenteros, su respiración se disparó y los músculos se contraían sin voluntad propia.

   —Ahh… Jong. —Todo él se estremeció y se corrió al fin.

   Jonghyun lo miraba aun agitado, con el vientre manchado y pene palpitando erecto. Sacó el vibrador apagándolo. Quería hacerlo todo suyo. Comenzó a acariciarle el muslo, pero éste se apartó.

   —No me toques, no me toques, no me toques, no me toques —le dijo presuroso y sin aliento, pues Kibum se sentía hipersensible, uno solo toque, por más pequeño, recorría todo su estremecido cuerpo.

   Jonghyun le dio unos minutos para recuperarse antes de recostarse sobre él y acariciar su mejilla. — ¿Te gustó? —el menor asintió—. Esto te gustara más… —le susurró antes de apretarle una nalga.

   —Mmm. ¿Es que hay más? —pregunto exhausto.

   — ¡Pero claro! Falta lo mejor.

   — ¿No piensas esperar hasta la noche de bodas? —Jonghyun lo miró sorprendido y algo asustado.

   — ¿Planeas esperar hasta la boda? —no lo creía.

   — ¡Por supuesto! ¿Cuándo has visto que las princesas lo hagan antes de la boda? Es impensable…

   Jonghyun se adentró en su mente haciendo cálculos. — ¿Hasta la boda, eh? —Kibum volvió a asentir—. De acuerdo, será después de la boda—. “¿¡Cómo esperare tanto!?”, se cuestionó a sí mismo, pero observó la feliz sonrisa de Kibum y se dijo que estaba haciendo lo correcto.

   >>—Por ahora sólo tócame —los dos miraron su entrepierna aun levantada. Una torneada pierna se enredó en su cintura, y Kibum colando la mano entre sus cuerpos, los acarició a ambos.

   ¡Uff! Eso era el cielo. Su pene rozaba con el de Kibum mientras sus cuerpos se restregaban, y cuando éste chupaba su cuello… ¡Era genial!

   —Tómalo más fuerte… Ve más rápido —pidió.

   — ¿Así?

   —No, más —le dijo—. Ah, justo así.

   A ese ritmo, no faltó mucho para los dos se corrieran; el vientre de Jonghyun fue el que quedó más manchado. Kibum bajó dando besos por su torso hasta llegar a las líneas casi traslucidas que había allí. Las lamió y chupó hasta dejar muy limpio.

   Volvió a su lugar al lado de Jonghyun.

   —Pequeño sucio —lo llamó antes de besarle los labios—. Te amo Kibum.

   —Y yo a ti —dijo acurrucándose entre sus brazos, listo para dormir.

   Le tomó una semana a Kibum hacer que cada una de sus cosas tuviese su lugar en la habitación, pero a un mes de su mudanza, ya estaba más que habituado al lugar. Ya recordaba el nombre de algunos de los duendes; vivir ahí era una completa maravilla.

   —Stragos —le dijo al pequeño duende que era el mejor creando juguetes y el causar estragos por doquier—. Te lo encargo mucho. Sólo las metes por la abertura de la puesta, ¿sí?

   El pequeño duende asintió feliz una y otra vez, guardándose los sobres.

 

*****

 

   En la casa, se oyeron tres suaves golpes en la puerta.

   —Yo iré amor. —Si mujer se levantó de la mesa y salió del comedor. Habría preguntado verías veces "¿Quién es?”, pero no hubo respuesta.

   Llegó a la puerta y encontró un sobre en el suelo. Su textura era muy suave, jamás había visto un papel tan lujoso. Lo abrió y leyó en contenido de tan elegantes letras.

   — ¡No puede ser! —su hija y su esposo escucharon su exclamación desde el comedor y no dudaron en ir a ver qué sucedía.

   Ella se apresuró en abrir la puerta, pero no había rastro ni de una alma. Cerró la puerta de nuevo y le tendió el sobre a su esposo.

   — ¿Qué sucede? ¿Qué es esto? —reacomodó sus lentes y abrió el sobre:

 

“Usted está cordialmente invitado a celebrar la unión entre

Kim Kibum y Kim Jonghyun”

 

 

Continuara…

Notas finales:

Bueno, ya saben, esperen por el siguiente ;)


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