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Quemado por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Aquí vengo con el segundo capítulo, espero que os guste ^^

Capítulo 2

Ace gimió, levantando un brazo en un vano intento por bloquear la luz asaltando sus ojos, y se dio la vuelta solo para acabar con la cara llena de arena.

Eso lo despertó de inmediato.

Se sentó, abriendo los ojos y cerrándolos de nueva por la intensa luz del sol, cubriéndolos de nuevo con el brazo.

Ace dejó escapar otro sonido de protesta.

Usando la mano libre para palpar el suelo sobre el que estaba sentado, y a juzgar por el olor a sal que lo rodeaba, era fácil suponer que estaba en una playa.

Supuso que era de esperar después de caer al mar, siempre que las dos opciones más probables de ser rescatado o ahogarse no sucedieran.

-¿Estás despierto?

Ace dio un respingo ante la desconocida voz y se dio la vuelta, apañándoselas para abrir los ojos tal pronto como el sol dejó de darle directamente en la cara.

Ahí, en pie a escasos metros de distancia con expresión seria y cargando lo que parecía ser un grueso rollo de cable en una mano, estaba nada más y nada menos que Marco el Fénix.

La boca de Ace se abrió.

Marco sonrió ligeramente.

Ace cerró la boca y lo fulminó con la mirada.

-¿Qué coño haces tú aquí? –Espetó.

El pirata no tuvo ni la decencia de dejar de sonreír al responder.

-Lo mismo que tú: casi ahogarme.

Ace no sabría decir si fue el shock finalmente desvaneciéndose, alguna emoción restante de la batalla o simplemente esa jodida sonrisa y la actitud totalmente calmada del pirata, pero, cualquiera que fuera la razón, se puso en pie de un salto y se abalanzó sobre el hombre, el puño alzado con una clara intención. Marco dejó caer el cable, detuvo el puñetazo y le dio una patada en el estómago que mandó a Ace hacia atrás.

Gruñendo, Ace cubrió sus brazos de fuego y volvió a atacar, pero antes de que pudiera reaccionar cayó de espaldas, paste de su cuerpo sumergido en varios centímetros de agua que alcanzaba sus orejas a la altura de la cabeza, y dos manos reteniendo sus brazos, una esposa de kairoseki apretada contra su piel. El desagradable vacío acompañando tanto al mar como al metal lo llenó, y el fuego no venía por más que lo llamase.

-No seas estúpido –dijo Marco, y Ace lo fulminó con la mirada, -puede que no tenga mis poderes, pero aún te gano.

-¿Quieres apostar? –Lo desafió Ace.

Ahora el que lanzó una mirada fulminante fue Marco.

-¿De verdad quieres ponerte a pelear? Mira a tu alrededor.

El hombre se movió de encima de él, una mano aún reteniendo el brazo de Ace y apretando el kairoseki contra él.

Ace intentó soltarse, pero cuando no funcionó decidió hacer, a regañadientes, lo que le había dicho el pirata.

Tal como había supuesto, estaban en una playa. Una pequeña playa de arena casi blanca, algunas rocas cubriéndola hasta desaparecer en una cercana hilera de árboles que parecía ser el principio de un bosque.

Había objetos esparcidos por la arena, muchos de ellos trozos rotos de madera o de metal, pero de vez en cuando podían verse otras cosas, como el rollo de cable que Marco había tenido en la mano, una caja de madera o una bala de cañón. Muchos de esos objetos estaban apilados junto a la roca más grande y, un poco más adentro en la arena, había otros tres hombres tumbados: dos marines y un pirata.

-¿También están inconscientes?

-No.

Ace se quedó en silencio, las palabrotas que le venían a la mente demasiado superficiales para pronunciarlas.

Era estúpido, estaba acostumbrado a ver gente morir en batalla constantemente, no le cabía duda de que decenas de ellos, sino más, habían muerto en la batalla entre sus barcos, pero aún así ver esos tres cuerpos, tumbados tan apaciblemente en un lugar como ese, sin sangre, armas o quemaduras marcando el suelo como prueba de la batalla, lo hacía observarlos bajo una nueva luz, y no una precisamente agradable.

Si algo hubiese sido diferente, él podría ser uno de ellos ahora mismo.

Después de lo que parecieron ser horas pero no podía haber sido más que un par de minutos, Ace finalmente habló.

-Es irónico que los dos usuarios de frutas del diablo hayamos sobrevivido.

-Sí –dijo Marco, su agarre en el brazo de Ace soltándose ligeramente.

De repente el marine no quería pelear.

-¿No deberíamos… enterrarlos? –Preguntó Ace, girando la cabeza para mirar a Marco, quien asintió.

-He encontrado un claro aquí cerca en el bosque.

-Bien.

Marco lo soltó, probablemente notando que Ace no iba a atacarlo, y ambos hombres se levantaron, una tregua silenciosa entre ellos mientras se dirigían hacia los tres hombres muertos que deberían haber tenido más posibilidades que ellos de sobrevivir, ninguno de ellos siendo un peso muerto en el océano como ellos lo eran.

--

Marco se frotó la frente con la manga al levantarse una vez la última tumba había sido rellenada de nuevo con la tierra que habían sacado antes y marcada con varias piedras.

El trabajo en sí mismo no debería haber sido tan duro, pero las olas no habían arrastrado nada en absoluto similar a una pala, y eso significaba que habían tenido que cavar con trozos de madera y a veces con las manos, pero al fin estaba hecho y los tres fallecidos estaban tan bien enterrados como la situación permitía. Que era un arreglo provisional, al menos para el pobre William, a quien la tripulación enterraría como es debido una vez llegasen. Lo menos que se merecía era un ataúd.

Marco pudo sentir la inquietud de su compañero antes de que el joven hablase.

-Bueno, esto ya está, me voy –dijo el marine bruscamente, tirando el trozo de madera que había estado utilizando al suelo.

-No te molestes, esta isla está deshabitada –dijo Marco, imaginándose lo que el otro pretendía hacer.

El moreno parpadeó.

-¿Qué?

-He estado aquí antes, hace años que ningún humano vive en esta isla.

Le había costado algún tiempo, pero Marco finalmente había deducido en qué isla estaban. Era un sitio pequeño, poco más que una roca, cubierto prácticamente por completo por un bosque. Un hermoso pero nada apacible bosque habitado por no muy amigables animales. Lo bueno era que había comida de sobra y agua potable.

-Ya, y voy a creerte sin más –prácticamente le espetó el otro, cruzándose malhumoradamente de brazos.

Si no se hubiera convencido antes, esa actuación era prueba suficiente de que este marine era una de las personas más cabezotas que había conocido.

-Puedes comprobarlo por ti mismo, esta isla es lo bastante pequeña para caminar de punta a punta en menos de medio día. Estaré aquí cuando veas que tengo razón.

Ese comentario le ganó una mirada fulminante.

-Como si necesitase tu ayuda. Sé perfectamente cómo sobrevivir en un bosque. –Y, sin más, el chico se dio la vuelta y se fue.

Marco se rio, observando la figura del chico alejarse. Era interesante para tratarse de un marine, y con la fuerza que había demostrado en la playa el pirata no dudaba que el hombre podría sobrevivir perfectamente en un bosque común.

Pero Marco sabía que no podría sobrevivir en este bosque en concreto, no tal como era ahora.

Decidiendo que el crío necesitaba un buen golpe de realidad para rebajarle un poco el orgullo, Marco se dio la vuelta para ir a la playa en busca de algunas cosas que no quería abandonar para que los habitantes de la isla destrozasen.

--

Ace succionó los últimos trozos de carne del hueso que llevaba en una mano. Si hubiese sido Luffy, se habría tragado el hueso junto a todo lo demás, pero lo lanzó al suelo tal como había hecho con todos los demás.

Apenas se había detenido a cazar una comida y la había cocinado con su poder mientras comía. Si el pirata había estado en lo cierto, algo que Ace era reacio a considerar, entonces aún le quedaban un par de horas de caminata hasta alcanzar la costa de nuevo.

Ace se inclinaba a creer, por más que le doliera admitirlo, las palabras del otro acerca de la falta de habitantes de la isla, pero por desgracia aún no estaba lo bastante acostumbrado a usar Haki para estar seguro de algo en un lugar tan grande, ya que apenas podía distinguir presencias en media isla, pero se negaba a admitírselo a un pirata, y menos aún aceptar las palabras de ese pirata como ciertas sin comprobarlas.

Y no necesitaba la ayuda del hombre.

Abriendo los ojos como platos, Ace se echó a un lado justo a tiempo para esquivar una garra enorme y muy rápida que impactó con el espacio donde había estado con fuerza suficiente para crear un agujero.

¿Pero qué…?

Esta vez Ace tuvo que agacharse del camino de una pata trasera perteneciente a un oso estúpidamente grande con dientes demasiado grandes.

Molesto, Ace transformó sus brazos en fuego y arrojó dos columnas de este al oso, pero antes de que impactaran el animal desapareció del lugar y Ace habría sido aplastado de no haber sido un usuario de logia que no había sido pillado por sorpresa.

Ace intentó rodear al oso esta vez, pero el animal lo esquivó de nuevo y trató de arrancarle el brazo de un mordisco, saltando hacia atrás cuando Ace lo transformó en fuego, y el hombre frunció el ceño al darse cuenta de que el oso no se había quemado.

Entonces los ojos del oso se abrieron de par en par y cayó desplomado al suelo.

Ace se quedó mirando al pirata subió en pie detrás del oso, una mano en alto y una expresión casi perezosa en el rostro.

Ace le lanzó una mirada asesina.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Salvarte el culo, al parecer –respondió despreocupadamente el pirata, y la mirada asesina de Ace se intensificó.

-No necesitaba que me salvaras.

-¿En serio? Y a mí que me ha parecido que de no tener una logia estarías muerto.

-Pero tengo una logia.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Estar despierto todo el tiempo para asegurarte de que nada te pilla por sorpresa o arriesgarte cuando te duermas y esperar que nada más fuerte que tú te ataque? –preguntó el hombre en un tono claramente burlón, y Ace apretó los dientes.

No era estúpido, sabía que ese oso había sido más fuerte que él, y lo que el pirata decía era sin tener en cuenta su asuntillo con el sueño.

-Y supongo que tienes una idea mejor –dijo Ace, puños apretados ante su silenciosa admisión de derrota.

El rubio sonrió, y aunque Ace se sorprendió de que no fuese una expresión burlona no dijo nada.

Levantando la mano derecha, el pirata preguntó:

-¿Cómo se te da forzar cerrojos? No es lo mío.

-¡Como si fuera a quitarte esa cosa! –Gruñó Ace-. Te largarías volando y me dejarías tirado aquí en cuanto no estuviera.

El otro simplemente se encogió de hombros, y Ace sospechó que se había esperado esa reacción.

-¿Entonces qué tal esto? Vamos juntos, ya que te he dicho que ya he estado aquí antes, y a cambio eres mi estufa personal. –Ace se ruborizó con indignación, pero el otro lo cortó antes de que pudiera gritarle nada. –No me refiero a eso-. El hombre recorrió descaradamente su cuerpo con la mirada-. Aunque no me quejaría. –La respuesta de Ace fue cortada de nuevo-. Me refiero con tus poderes.

Ace parpadeó.

-Oh, pero se está bien aquí.

El hombre alzó una ceja.

-Eres una estufa con patas. Pero tienes razón, de día se está bastante bien, pero esta es una isla de primavera y, si no me equivoco, en su época de primavera. Las noches van a ser más frías, y sin mis poderes estoy expuesto a ellas como cualquier otro.

Ace tenía que admitir que la explicación tenía sentido.

-¿Y ahora qué? ¿Vamos a la playa e intentamos parar un barco?

Ese comentario hizo que recibiera lo que probablemente era una expresión de ‘¿eres imbécil?’ del hombre.

-Esto es el Nuevo Mundo, mocoso. ¿De verdad crees que es buena idea?

Ace lo pensó. La mayoría de barcos pirata, al ver a un marine y un famoso miembro de la tripulación de Barbablanca con esposas de kairoseki intentarían matarlos. Los marines probablemente también, declarando a Ace un traidor por no matar al criminal. Como si no lo hubiese intentado. Ace no dudaba que pudieran ganar a buena parte de esa gente, eso si el pirata no se volvía en su contra, pero cualquier barco navegando en ese océano, si sobrevivía a la batalla, no podía ser manejado por dos hombres solos.

-¿Entonces qué? –preguntó, reluctante, cruzándose de brazos.

-Yo voy a esperar a mi tripulación.

Ace parpadeó, completamente confundido.

-¿Tu tripulación?

-Ya deberían estar buscando a los desaparecidos.

Ace habría hecho algún comentario de lo absurdo de esa frase, ya que ni los marines buscaban a los hombres que se habían perdido en el mar, pero sabía de la extraña actitud que tenían los piratas de Barbablanca con respecto a su tripulación, aunque no había esperado que fuera así. Marco había sonado tan convencido que Ace no quería contradecirlo.

En vez de eso, dijo:

-Yo supongo que tendré que hacerme una balsa, entonces. –Una ceja alzada fue su única respuesta, y Ace se sintió obligado a aclarar-: Y no te creas que me fio de ti solo por acceder a esto.

El pirata sonrió.

-No lo ponía en duda.

--

Decir que Edward Newgate estaba preocupado habría sido un eufemismo. Había ordenado que sus barcos diesen la vuelta en el momento en que la llamada había llegado. Había llegado en cuando el otro barco se las había apañado para escapar la tormenta, y aún estaban contando pérdidas, pero algunas cosas estaban claras ya: había once muertos confirmados, y otros tantos desaparecidos, Marco entre ellos.

Barbablanca no era el único preocupado, toda la tripulación lo estaba, y ya estaban llamando a todos sus aliados para pedirles que estuvieran atentos por si sabían algo mientras sus barcos se dirigían a la zona aproximada donde había sucedido la batalla.

Varios metros delante de él, Thatch caminaba en círculos.

-Cálmate, hijo.

-¡No puedo calmarme! –prácticamente gritó Thatch, prueba de lo ansioso que estaba, y siguió caminando-. ¡¿Qué coño estaba pensando ese imbécil?! ¡¿Primero lo esposan y luego se cae al mar?! ¡Es una puta ancla!

Barbablanca estaba completamente de acuerdo con las palabras de su hijo, pero había conocido a Marco el suficiente tiempo para saber que el hombre no moriría tan fácilmente.

Tenía que recordárselo cada minuto.

Continuará

Notas finales:

Dejadme un review, por favor :3


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