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Las hormigas y la magia [EXO fanfic] por remx2

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Notas del capitulo:

weno, here we go again!!!

disfruteeenn! :D

Otra vez. Otra vez. Otra vez. Y una más. Decidió que lo mejor sería parar para descansar unos minutos, después de todo, el resto del camino podía realizarlo a pie. Con la caza del día colgada de una bolsa al hombro terminó el corto viaje hasta su lugar de residencia. No era necesario que se preocupara por esquivar los árboles o las lianas. Su cuerpo estaba acostumbrado a la selva desde siempre. Incluso desde antes de nacer.

 

Comenzó a silbar alegremente las melodías entonadas por los pájaros entre los árboles mientras su mente se divertía pensando en cosas irreales. Jongin era un joven solitario, los demás habitantes de la zona lo evitaban constantemente en la medida de lo posible. Por esa razón no le gustaba acercarse al mercado del pueblo a comprar alimentos, prefería conseguirlos por su propia mano. La selva es un lugar muy vasto de todo lo necesario. Además sabía bien que no era que no lo quisieran, ya que era muy amigable y divertido. En realidad le tenían algo de miedo al poder que se encontraba en su interior. Jongin tenía la habilidad de teletransportarse de un lugar a otro con solo pensarlo.

 

Era una habilidad muy útil, aunque un poco limitada, ya que era necesario tener una mínima referencia visual de a donde debía dirigirse para poder llegar correctamente. Le había tomado pocos meses dominar su poder, después de todo, no tenía nada más que hacer que practicar. Y debía admitir que era realmente divertido poseer esta habilidad.

 

Ya a sus 18 años era todo un maestro de la teletransportación y la caza. Se había criado en la selva, prácticamente solo, desde muy pequeño. Con el tiempo había aprendido a comunicarse con los animales, seleccionar las plantas comestibles y crear refugios en los árboles. Hubo un tiempo en el cual se propuso conocer mejor el lugar donde vivía. Para esto emprendió una pequeña expedición por la interminable selva en la que se encontraba. Estuvo tres años recorriendo el lugar, visitando sus pueblos y conociendo a sus habitantes. Sin embargo, su naturaleza era más solitaria, razón por la cual, una vez satisfecho con la investigación realizada, optó por establecerse en una pequeña región donde los arboles eran relativamente más abundantes y le permitían la construcción de una pequeña vivienda. Le gustaba eso de vivir en lo alto, ya que era más seguro y la vista mucho más hermosa que en la tierra.

 

Luego de trepar con la carne a cuestas, se deshizo de ésta colocándola en una habitación preparada para albergar sus alimentos y mantenerlos lejos de posibles depredadores.   Sus pies lo guiaron por el pequeño puente de lianas y madera para así llegar hasta el otro árbol más grande, donde estaba el resto de su hogar. Lo había construido él mismo con las plantas y maderas del lugar. Estaba tan bien hecho que era difícil distinguirlo de la propia copa de los árboles. También estaba lo suficientemente alto como para librarlo de sorpresas indeseadas por parte de cualquier animal que no tuviera nada mejor que hacer que molestarlo. Y la vista era excelente.

 

El sol ya se había puesto cuando decidió irse a la cama. Había sido un día agitado ya que tuvo que viajar un poco más lejos con su poder, ya que los animales habían decidido alejarse y probar suerte en otra zona de la selva. Antes de acostarse revisó la herida que se había hecho luchando contra un puma que había decidido que quería robarle su presa. Retiró las vendas soltando un gruñido de molestia ya que ardía, y mucho. La herida no era profunda, apenas unos zarpazos, nada de lo que no pudiera ocuparse, pero ardían como mil demonios, eso sí. Con un suspiro cansado se dio cuenta de que no podría dormir a menos que las curara de vuelta. Asique se levantó y tomó algunas de las plantas medicinales que guardaba por la casita mientras se dirigía a la cocina que se encontraba en otra rama más pequeña que esa.

 

Una hora de machacar hojas y vendarse con el ungüento más tarde, finalmente pudo acostarse y relajarse para dormir. Sin embargo no podía apoyarse en su lado izquierdo, porque las vendas se correrían y tendría que arreglarlas. Los ojos se le cerraron dejándolo en la inconciencia.

 

Un crujido y un par de palabras lo alertaron de inmediato. Se incorporó con rapidez de su lecho y aguzó el oído con el fin de captar de donde provenían los sorpresivos sonidos. Localizó a los extraños a la derecha, por lo que en posición de defensa sobre sus cuatro extremidades se fue acercando lentamente al borde de la rama. Parecía un animal salvaje en todo su esplendor.

 

Sin embargo, no se esperaba que los extraños ya estuvieran allí arriba con él, rodeándolo. Para cuando se dio cuenta ya era tarde. Fue solo cuestión de usar su olfato para darse cuenta que estaban justo detrás de él, por lo que se volteó violentamente y se lanzó sobre el que se encontraba más cerca.

 

La cosa gritó por la sorpresa y podría jurar que su corazón se paralizó durante unos segundos.  

-Vaya, esperaba que algo así llegara a pasar – dijo una voz a sus espaldas y Jongin alzó sus rostro con la mirada más salvaje y animal que podría llegar alguien a tener. Se dispuso a saltar sobre el intruso para echarlo, pero el chico alzó sus manos en señal de que no intentaría nada en su contra. Un pequeño quejido lloroso lo distrajo y bajó su vista hacia la presa entre sus brazos. Unos realmente enormes y redondos ojos lo miraban algo temerosos, los labios del pequeño chico temblaban un poco y estaba tan paralizado que no emitía ningún sonido. Jongin, totalmente desconfiado y alerta, endureció su agarre sobre el pequeño ojón.

 

-¿Qué hacen aquí? ¿Cómo me han encontrado? – preguntó el dueño de casa con un gruñido de molestia. Lo habían despertado de su sueño. Nadie hacia eso y salía en una pieza.

 

-No hemos venido a hacerte daño. Solo queremos hablar contigo tranquilamente. Suelta a mi compañero, por favor. Es realmente asustadizo y no quiero que se me muera o algo – el chico era un poco más bajo que él, con una piel blanca y delicada que se notaba bastante suave. Su sonrisa era calmada y tranquilizadora. No había exigencias en el tono de su voz, ésta era realmente amable. Jongin observó una vez más al pequeño bajo él. Tenía unos ojos oscuros que ocupaban mucha más cara de la que se supone que debería. Sus labios eran grandes y asemejaban un rosado corazón. El moreno suspiró y se incorporó quedando sentado sobre las caderas del más pequeño quien no se movió ni intentó escapar a pesar de tener medio cuerpo liberado. Jongin no debía confiarse aunque fuera muy colaborador, ya que todo esto podía perfectamente ser una trampa. Miró al chico de sonrisa blanca que seguía en el mismo lugar que hace un momento.

 

-Hay otro más con ustedes, dile que venga. No me fio de ninguno de los tres – lo había escuchado moverse con sigilo detrás de donde se desarrollaba la escena con los tres chicos, pero nada se escapaba al gran oído de Jongin. El otro asintió con entendimiento.

 

-Luhan ya puedes salir – dijo sin apenas levantar la voz. El moreno se puso alerta nuevamente mientras otra extraña figura aparecía entre la oscuridad. La delgada figura fue definiéndose a medida que avanzaba dejando entrever la forma de otro chico. Este era más alto que el que había hablado. Su piel era también blanca, aunque un poco más tostada. Su cabello era de mechones ligeramente largos y el color era de un tono marrón con miel. Su vestimenta era de hojas frescas de bosque entremezcladas. Tenía un rostro realmente inocente y sus ojos de almendra miraban aterrado a su compañero atrapado bajo el cuerpo de Jongin.

 

-Muy bien, ya que estamos todos, podrían empezar explicándome que se supone que hacen escabulléndose así dentro de mi casa –   -¿podrías soltar al chico primero? – preguntó el intruso más bajo.

 

-De ninguna manera hasta asegurarme que no intentan nada raro – respondió Jongin. No se dejaría atrapar tan fácilmente. No sería la primera vez que envían gente a tratar de capturarlo.

 

-De acuerdo, supongo que es lo justo – dijo el chico a pesar de la silenciosa protesta del prisionero de ojos grandes –Primero deja que nos presentemos, soy Suho – dicho eso tomó asiento en el suelo e instó al chico a su lado a hacer lo mismo.

 

-Yo soy Luhan – habló por primera vez el recién llegado, sentándose también cruzando sus delicadas piernas. Su voz era suave y aterciopelada, pegando de forma excelente con su apariencia.

 

-Y ese que tienes allí abajo es Kyungsoo – Jongin le echó una ojeada rápida al asustadizo antes de volver su atención a Suho.

 

-¿Y…? – Preguntó con impaciencia – No tengo toda la noche –

 

- ¿Sabes algo acerca de la leyenda de los doce magos?- las palabras le tomaron totalmente desprevenido. Negó con la cabeza. Suho suspiró como sabiendo que esto pasaría – entonces ponte cómodo, porque tenemos para rato –      

 

 

 

 

El sol brillaba en lo más alto cuando decidió sentarse entre las raíces de su árbol favorito, fruta en mano. Su cuerpo se escurría a la luz de la mañana y la humedad de su cabellera lo coronaban con una diadema de gotas de rocío que cambiaban constantemente de posición a medida que resbalaban para posarse sobre sus hombros y brazos. La palidez de su cuerpo acentuaba la belleza de sus ojitos de venado tierno color almendra.

 

Comía sin preocupaciones la fruta que extrajo de su bolsa en la que recolectaba sus comestibles. Era temprano cuando salió de su escondite a buscar alimentos para reabastecerse. Fue cuando llegó al rio que no pudo evitar la tentación de sentir su helada corriente correr sobre su cuerpo desnudo, por lo que optó por meterse en las calmadas aguas a tomar un descanso. Ahora se encontraba en la base de un frondoso árbol almorzando para luego salir a terminar su tarea diaria.

 

Luhan realmente amaba la vida en el bosque, era tranquila y sin preocupaciones. Los animales y humanos vivían en armonía con la naturaleza sin abusar de ella, sobreviviendo con lo necesario. El pequeño chico pertenecía a una pequeña familia de pueblo en el centro del bosque. Los habitantes se dividían las tareas y todos aportaban su ayuda para mantener el pueblo a flote. Su familia era una de las tantas que se encargaban de recolectar los alimentos que les brindaba la madre tierra. Esto sería durante los próximos tres meses, hasta que se realizara el cambio de tareas. No mataban animales, no lo creían correcto. Y a cambio, los animales no atacaban a los humanos.

 

Debió de quedarse dormido, porque cuando abrió los ojos el sol ya comenzaba a ponerse en el horizonte, y las aguas del rio y cielo se encontraban teñidas de naranja y lila. El chico se incorporó rápidamente, tenía que volver antes de medianoche o saldrían a buscarlo.

 

Llevaba un buen trecho recorrido cuando se dio cuenta de algo. Aún estaba desnudo. Quiso darse la cabeza contra un árbol por su estupidez. Rápidamente analizó sus opciones, llegar todo sudado, casi a medianoche, con una bolsa apenas llena de algo de comida y, para colmo, completamente desnudo, no era la opción más viable. Aun insultándose mentalmente comenzó el regreso hacia el rio. La luna estaba bastante alta para cuando hubo recordado donde fue exactamente que se desnudó para entrar al río. Su vista nocturna era bastante buena, por lo que pudo advertir a tiempo la presencia de otra persona a la orilla de las aguas.

 

El muchacho frenó en seco al ver que no estaba solo. Vaya vergüenza el mostrarse así ante un desconocido. Decidió observarlo en silencio y esperar a que se fuera, recién entonces saldría a recuperar su ropa. El otro estaba pensativo mientras observaba el reflejo de la luna en la corriente. El observado no pareció advertir su presencia mientras daba vueltas en círculos con las manos en la cabeza.

 

Finalmente el chico desnudo pudo divisar su ropa a unos metros de él, por lo que con todo el sigilo que era capaz se acercó hasta tomarla y enfundarse en ella nuevamente. Se había acercado bastante al desconocido, que seguía en su propio mundo. Le llamó la atención que éste se encontrara hablando solo. Una mueca de confusión se marcó en su bello rostro al escuchar las palabras sin sentido. Comenzó a acercarse lentamente.

 

Realmente le encantaba exponerse al peligro.  

-No lo entiendo – decía el muchacho con semblante preocupado – Ya debería estar aquí…-

 

-Disculpa – comentó el chico del bosque al desconocido, haciendo que este volteara violentamente al verse sorprendido - ¿Quién se supone que debería estar aquí? – la curiosidad había podido con él.

 

Al verlo, el joven desconocido sonrió triunfal a su interlocutor.

 

-Pues tú – fue su única respuesta.

Notas finales:

ok, hasta aqui llegamos hoy :3

porfass dejen reviewwsssss asi sabré si estoy haciéndolo bieenn! :D

graciaass por leer xD


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