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¿Quién eres realmente? por SunaLove51

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Notas del capitulo:

Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a Masashi Kishimoto que no se cansa de hacer sentir mal a Sakura (creo que la odia) XP

Bueno espero que disfruten el cap.

 La velocidad de sus pasos había aumentado de manera inconsciente y sin darse cuenta comenzó a correr.

 —"Maldición... —Se repetía mentalmente— ¿Qué estoy haciendo?"

 Se detuvo al llegar al bar del hotel y de manera disimulada se dirigió al baño al darse cuenta que el lugar estaba lleno de personas. Entró en la primera puerta que vio y debió retroceder sobre sus pasos al caer en la cuenta que estaba en el baño de damas.

 —Kuso... —Salió antes de que la única mujer que se encontraba retocando su maquillaje lo expulsara a los gritos. Se dio vuelta y cruzó el pasillo para entrar en el baño de hombres y colocarse frente al espejo.

 Su reflejo le devolvió la mirada y todos los recuerdos de lo recién vivido se agolparon en su cabeza. Obito robándole un beso sin darle tiempo a protestar. Itachi sorprendiéndolos y echándoles una mirada de desprecio...

 — ¿Por qué debe importarme lo que piense? —Murmuró reprochándose— ¿Por qué? —Arrastró los dedos por la superficie del lavado con impotencia. Seguramente las lágrimas traicioneras que asomaban a sus ojos hubieran caído si un sonido ahogado no lo hubiera sacado de sus deprimentes pensamientos.

 —Mmmm... —Agudizó su oído—Así... Ahhh —Un sonrojo de vergüenza se apoderó de su rostro.

 Trató de largarse del lugar sin alertar a la pareja que estaba teniendo un encuentro apasionado.

 — ¡Más, dame más fuerte hijo de puta! —Aulló una voz desesperada.

 —Cierra... la boca... —Contestó otra, entrecortada por la excitación.

 — ¡Cierra tú la puta boca y cógeme más duro! —Ordenó la primera.

 Deidara abrió los ojos a más no poder y no supo que fue lo que guió a su cuerpo a ir hasta el cubículo del que salían los gemidos y protestas. Quizá la incredulidad.

 De un tirón abrió la puerta que estaba sin seguro y lo recibió un cuadro desconcertante.

 Kakuzu tenía a Hidan contra la pared, de cara a ella y ambos estaban de pie con los pantalones a medio muslo. El castaño penetraba al albino sin descanso y con fuerza.

 Al verse descubiertos, sus movimientos cesaron.

 — ¿Vas a cerrar o a quedarte mirando? —Preguntó Hidan con total descaro.

 — ¡Yo! Yo no... —El rubio se atragantó con sus palabras y dio un paso atrás.

 — Quizás quieres que te demos una exhibición de como tener buen sexo —Sonrió cínico.

 — ¡Perdón! —Contestó Deidara como un tomate y huyó despavorido.

 — ¿Tenías que decir eso? Idiota... —Reclamó Kakuzu.

 — ¡Cállate carajo, y termina con lo que empezaste! —Y sus reclamos fueron acallados con una dura penetración— ¡AH!

 —Eres un puto goloso... —Bisbiseó el castaño, mientras seguía embistiéndolo.

 —Ah... Y te encanta... Ah... ¡AH!

 

 El blondo caminó apresurado y frenó en uno de los tantos pasillos del hotel para tratar de sosegar su agitada respiración. No se había recuperado de un shock y tenía otro. Su corazón, a pesar de ser joven, no estaba para esos sustos.

 Al cabo de un tiempo, regresó para reunirse con el resto de sus compañeros y al primero que divisó fue a Hidan, que le lanzó una sonrisa de complicidad y le guiñó un ojo descarado. El rubio apartó la mirada con un leve sonrojo.

 —Te ves radiante —Deidara se sobresaltó al oír tan cerca al pelinegro y recordó porque se había apartado en un comienzo de él.

 —Obito...

 —Quería pedirte perdón por mi tonto impulso —Habló solemne—. Pero no mentí en nada de lo que dije.

 —Te creo. Sin embargo, en este momento no puedo —El rubio cerró los ojos.

 — ¿Y cuándo será? —Preguntó Obito con un leve tono de resentimiento y al darse cuenta que el blondo lo miraba serio lo cambió por uno más afable— Deidara, ¿Hasta cuándo vas a esperarlo?

 — ¡Yo no espero a nadie! —Se alteró.

 —Tu reacción me dice lo opuesto —Obito comentó afligido—. Solo salgamos un par de veces más y decides si vale la pena, ¿Si?

 

 —Itachi, por favor deja de tomar así —Nagato suplicaba a su amigo—. Eso no te hará bien —El moreno que comenzaba a ver doble, respondió con dificultad.

 —Deja de con... comportarte como mi madre —Lo contradijo.

 —Y tú deja de portarte como un imbécil —Konan lo golpeó ligeramente en la cabeza—. Así solo lograras que Obito obtenga lo que quiere.

 La sola mención de ese nombre hizo a su sangre bullir. Apretó tanto su mano al rededor del vaso con whisky que sostenía que lo quebró entre sus dedos, haciendo que sangraran copiosamente.

 — ¡Por Kami, Itachi! —Se agitó Konan, llamando la atención de los demás que se encontraban repartidos por el salón.

 El pelinegro apenas sintió las puntadas de dolor que provocaban los minúsculos trozos de vidrio incrustados en su carne. Se levantó impulsado por el alcohol y decidido se encaminó hacia su primo.

 Obito detuvo a Deidara, que amagó con acercarse a Itachi y le pidió que lo dejara hacerse cargo del problema. De manera altiva y algo prepotente, se aproximó al otro.

 —Primo... Qué raro verte así —Le sonrió de medio lado— ¿Necesitas que te acerque a tu departamento? —Expresó en tono bonachón.

 — ¡¡No me jodas!! — Itachi elevó la voz— Siempre te metes en mi camino.

 — ¿Yo? —Obito se hizo el desentendido— Si apenas cruzamos palabras.

 — ¡Siempre tratas de arruinarme en mis negocios! —Siguió— Pero lo que más me enfada es que trates de robarte lo que en mío... —Le gritó— ¡¡DEIDARA ES MÍO!! —Obito sonrió con sorna.

 — ¡Dei no es de nadie! —Dijo fuerte y claro para quedar bien con el mencionado y se divirtió internamente al ver el rostro furioso del rubio ante la declaración de propiedad— Aunque pensándolo bien... —Susurró para que solo Itachi lo escuchara— Ya se me entregó —Eso terminó de sacar de sus casillas a Itachi, que se abalanzó sobre él y lo golpeó con toda su fuerza haciendo que Obito terminara en el suelo, bajo una lluvia de puñetazos.

 — ¡SUÉLTALO, ANIMAL! —Deidara tomó de los hombros a Itachi y trató de apartarlo, pero el moreno estaba tan embravecido que no podía separarlos— ¡ALGUIEN AYÚDEME! —Y por fin los demás reaccionaron.

 Luego de un minuto y con la ayuda de Nagato, Sasori y Yahiko, pudieron despegar a Itachi de un Obito inconsciente.

 — ¡¿PERO QUÉ MIERDA TE PASA?! —Reclamaba el rubio al pelinegro que se sostenía de la pared con la ayuda de Hidan— ¡¡ESTÁS TOTALMENTE LOCO!! —Deidara lo acusó, mientras tenía entre sus brazos a un Obito sangrante aún en el suelo.

 Zetsu y Kisame ayudaron al blondo a llevar al moreno herido hasta su auto y lo acompañaron al hospital.

 Por su parte, Itachi se había sentado en uno de los sillones sujetándose la cabeza con ambas manos y reprochándose internamente el haber caído en la provocación.

 —Sí que la cagaste —Opinó Hidan y Kakuzu a su lado le pegó un codazo— ¡Oye!

 —Usa tu boca para decir algo que sea útil —Masculló la peliazul mirándolo mal.

 —Será mejor que te quedes en el hotel por esta noche, Itachi —Recomendó Nagato—. Te acompaño.

 —Yo también.

 —Con Nagato es suficiente —Agregó Yahiko.

 —Tú... —Konan estaba por escupir una blasfemia cuando fue detenida.

 — ¡Basta! Yo los acompañaré —Sentenció Sasori que se había mantenido en silencio hasta el momento— Y no hay discusión —Konan aceptó, el ambiente estaba tenso para empeorarlo con peleas sin sentido— ¿Estás de acuerdo? —Le preguntó al Uchiha y este apenas asintió.

 Todos comenzaron a irse, dejando atrás solo a Kakuzu y Hidan.

 —Y yo que creí que esta sería una aburrida y estirada reunión de mierda —El albino rió con ganas—. Esto sí que fue divertido JAJAJAJA

 —Eres un morboso sádico sin remedio —El castaño elevó los ojos al cielo.

 

 

 

 

=*=*=*=*=*=*=*=

 

 

 

 El domingo se la había pasado divagando, totalmente desganado y el que sus compañeros se encontraran fuera no lo había ayudado a distraerse ni un poco. Cada uno había salido por su lado, dejándolo completamente solo.

 Sai había viajado a Konoha, para ocuparse de unos asuntos pendientes y eso lo hizo pensar en que debía ir a visitar a sus padres, pero con un ánimo como el que arrastraba no estaba para enfrentarse a ellos y engañarlos con una sonrisa. Ellos se merecían toda su atención.

 —"Y Haku que no aparece" —Pensó.

 No se entendía ni a él mismo.

 Después que la noche anterior todo saliera conforme a lo planeado, creyó que lo que sentiría sería algo similar a la tranquilidad al sacarse de encima al teme. O algo parecido a la satisfacción por haberlo hecho pasar una de las peores noches de su prepotente vida. No obstante, la imagen de Sasuke pidiéndole con la mirada que no se vaya no lo dejaba en paz.

 Lo podía ver con claridad, con su postura recta, como si un palo le atravesara el trasero. Cualquiera hubiera dicho que su pose no había variado en nada de la típica arrogante de siempre. Pero al detenerse en sus ojos, logró ver como si una pared invisible se desmoronara. Una de la que no se había percatado hasta ese instante, tan distraído con los modales pretenciosos del Uchiha y su aire de niño rico caprichoso. Bastaron solo unos segundos para percibir el cúmulo de sentimientos que atravesaron esos ojos, de gamas tan dispares que lo sorprendieron. Enojo, desesperación, consternación y luego, como era usual, la apatía.

 Y como olvidar ese agarre, que fue capaz de transmitirle una suave electricidad, muy diferente a aquella correntada de incomodidad, vergüenza y miedo que lo había sacudido cuando Sasuke, semanas atrás, lo acorraló contra una de las paredes del Izanami.

 Era algo difuso y profundo, tanto que Naruto no era capaz de distinguir la diferencia y no dejaba de rondar por su cabeza.

 — Kuso... ¿Qué me pasa? —Se reprendió a sí mismo— Debería estar feliz de no tener que soportarlo más... —Gimoteó— Hoy no es mi día...

 Caminó hasta su cuarto  y se arrojó a la cama rebotando en el colchón. Abrió uno de los cajones de su mesa de noche y sacó su colorido mp4 de color azul eléctrico y al encenderlo (luego de colocarse los auriculares), se dejó relajar por la música que inundaba sus oídos. Meditó seriamente en la posibilidad de ponerse a componer alguna nueva letra para el próximo disco, aunque sea escribir unos párrafos, ya que con seguridad Yahiko ayudaría a terminarla luego. Por eso, tomo también del cajón del mueble, un anotador y un bolígrafo. Intentó escribir algo, pero solo llegaba a garabatear unas palabras para inmediatamente tachar lo antes escrito. Así siguió a lo largo de 10 minutos hasta que se dio cuenta que más que contener la letra de una canción, la hoja parecía ser cruzada por líneas rectas y onduladas, creando casi un dibujo abstracto. Dejó de lado lo que estaba haciendo al aceptar que su mente estaba en blanco, o mejor dicho, ocupada por unos penetrantes ojos negros.

 — ¡Maldición! —Resopló sacado de quicio, arrojando el anotador por el aire.

 Se recostó bruscamente, giró quedando boca abajo y tapando su cabeza con una de las almohadas.

 

 —Oye... —Sintió a lo lejos— Naruto... —El llamado se hizo más cercano y sus ojos se fueron abriendo.

 Al parecer sin darse cuenta se había quedado dormido. Se volteó para ver a Yahiko que sacudía uno de sus hombros— Cámbiate la ropa y métete en la cama, si no te enfermaras.

 —No tengo 3 años —El rubio bostezó.

 —A veces parece que sí —Contradijo el pelinaranja.

 — ¿Qué hora es? —Preguntó el menor al ver todo en penumbras.

 —Pasan de las doce de la noche —Le contestó sin mucho brío.

 — ¿Te pasa algo? —Naruto trato de enfocar mejor la vista en la cara del otro.

 —Nada, solo estoy cansado...

 — ¿Cómo está Nagato-nisan? —Preguntó con curiosidad el menor.

 —No te enojes Naru, pero hablemos mañana ¿Si? —Y salió del cuarto del blondo.

 —Este está peor que yo —Pero decidió dejarlo pasar.

 Se dirigió al baño y luego de lavarse los dientes, salió y se colocó el pijama para (de una buena vez), acostarse y continuar durmiendo como correspondía.

 Un nuevo día llegó y las cosas no cambiaron mucho, se había levantado tarde, pasando las 12. Yahiko no daba señales de levantarse aún y Kiba brillaba por su ausencia. Un golpe a la puerta lo distrajo de su aburrimiento.

 — ¡Konan-neechan! —Sujetó su mano y la hizo entrar— Te extrañé.

 —No pasó tanto tiempo desde que nos vimos, Naru-chan —Lo miró con duda — ¿Algo te sucede? —Naruto se alejó nervioso y Konan se cruzó de brazos para mirarlo con detenimiento.

 — ¿Cómo crees? —Sonrió forzadamente. Konan no cambio su postura y expresión.

 — ¡Ok! Si me pasa —Cedió ante su mirada indagadora.

 Esta vez fue la chica la que tomó al menor del brazo y lo guió hasta los sillones.

 —Te escucharé, pero antes, ¿Comiste algo?

 —Solo un onigiri... —Y su estómago gruñendo confirmó que no había sido suficiente.

 —Pediremos ramen y hablaremos —Naruto asintió.

 

 Mientras esperaban la comida que habían pedido, el rubio preguntó.

 — ¿Qué pasó contigo y Nagato-nisan? ¿Por qué no se quedaron con nosotros? —Preguntó con inocencia.

 —No queríamos molestar —El chico estaba por negar, pero ella lo detuvo—. Además Itachi nos consiguió habitaciones en otro de sus hoteles.

 —Pero... ¿Por qué?

 —Era lo mejor —La peliazul utilizó una entonación apagada y Naruto se sintió mal por ella.

 —Es por Yahiko ¿No?

 —Eso no es importante ahora —Dijo—. Aquí el que tiene que contar algo eres tú —Lo apuntó con un dedo y él puso una mueca extraña. Aún así, contó todo lo referente a su cita con Sasuke y sobre la inquietud que tenía.

 Konan se quedó pasmada y luego se rió.

 —Ay Naru... Lo tuyo no tiene nombre.

 —El que me busca me encuentra —Se encogió de hombros.

 —Bueno, digamos que sí. Sin embargo, te quedó el cargo de conciencia ¿O es algo más?

 —No lo sé.

 —Tal vez... —Konan inclinó su cabeza a un lado— Te está comenzando a gust...

 — ¡Ni se te ocurra terminar esa frase! ¡Eso jamás! —Negaba desesperado— Solo es que le tuve lástima —Trataba de auto convencerse.

 Konan entrecerró los ojos con condescendencia y picardía.

 — ¡Konan-neechan, no me mires así! —Agitaba los brazos como un pequeño haciendo un berrinche.

 —Digamos que te creo... —El rubio frunció el ceño ante la duda implícita en sus palabras— Entonces todo se solucionó y seguro no volverás a verlo más ¡Alégrate! —Ante esa certeza, algo que aún no entendía lo lleno, al tiempo que Konan veía atravesar por su mirada azul una pequeña sombra de decepción.

 —"Ay Naru-chan, estás perdido" —La chica sonrió y a la vez se preocupó.

 — ¿Podríamos ir a ver a Nagato-nisan? —Naruto prefirió cambiar de tema, tratando de sonar más alegre— Tengo muchas ganas de verlo.

 —Está bien, pero primero comerás algo —Le ordenó en tono materno.

 — ¡Sí! —El menor imitó un saludo militar.

 

 El blondo almorzó y cuando ya se encontró satisfecho se dispuso a cambiarse, puesto que aún vestía su pijama.

 —Ya vengo —Y se alejó.

 Konan aprovechó para avisar al pelirrojo de la inminente visita.

 —Hola —Respondió.

 —Hola Nagato. Llamaba para decirte que voy para allá con Naru.

 — ¡Qué bien, los estaré esperando! Tengo tantas ganas de hablar con ese demonio —Aclaró cálidamente.

 —Él está igual de emocionado —Le confesó la chica. Pero el tono de la conversación cambió— Nagato... ¿Cómo se encuentra Itachi? Me quedé intranquila por lo de anoche y como hoy no pude pasar por tu habitación para que habláramos...

 —No te preocupes. Sasori me ayudo a traerlo hasta la suite que siempre ocupa en el hotel donde nos reunimos y decidimos que me quedaría a dormir aquí por el momento. No nos parecía adecuado dejarlo solo en ese estado.

 —O sea que está contigo —Ella se relajó— Eso me calma.

 —Sí, quería ir a la discográfica, pero lo convencí que se tomara el día.

 —Fue lo mejor —Exhaló—. Ayer se veía muy afectado...

 —Todo se solucionará —Trató de animarla el pelirrojo.

 —Ojalá así sea. Bueno en un rato estamos por allá.

 —Los espero. Hasta luego.

 — ¿Qué pasó con Itachi? —Oyó que preguntaba Naruto a su espalda.

 —No es educado escuchar conversaciones ajena —Lo reprendió la peliazul.

 —Vamos neechan, no lo hice a propósito —Le rogó—. Además no me contestaste.

 —No se siente muy bien —Solo dijo.

 —Quiero verlo también. Le debo mucho.

 —No es el momento indicado, Naru-chan —Recomendó Konan.

 —Está bien... —Aceptó, solo de la boca para afuera.

 Desde que había conocido al Uchiha mayor notó de inmediato lo diferente que era de su hermano.

 Se podría decir que su semblante era serio y calmado, incluso podría pasar por frío y soberbio. Pero bastaba tratarlo solo un poco para ver que solo era una fachada que ocultaba a un hombre generoso y amable.

 Por un fugaz instante cruzó por su mente (como venía repitiéndose en las últimas horas), la mirada de Sasuke y se preguntó si el teme no se parecería a su hermano más de lo que creía.

 —Imposible... —Murmuró y descartó la idea. Incómodo al darse cuenta adonde habían volado sus pensamientos.

 — ¿Dijiste algo? —Pregunto Konan.

 Naruto negó rápidamente.

 —Es mejor que nos vayamos —Y de esta manera partieron rumbo a otro de los hoteles de la afamada cadena Sharingan.

 No les llevó mucho tiempo llegar y al Konan ser una de las huéspedes del lugar ingresaron sin problemas.

 —Se siente bien poder vestirme con mi propia ropa —Naruto se relajó—. Odio tener que disfrazarme.

 —Eso le da más valor a lo que haces por tu familia —La chica le sonrió, revolviendo su cabello—. Eres un amor.

 —Así como los padres darían todo por sus hijos, los hijos deben de hacer cualquier sacrificio por sus padres —Aseguró el rubio.

 —No siempre, Naru... —Lo corrigió— Pero desearía que más personas pensaran de ese modo —El rubio al recordar cosas que le había contado ero-sennin se sintió mal. Era la segunda vez que hablaba de más y deprimía a su neechan.

 El ruido del elevador les indicó que habían llegado al piso deseado y avanzaron por un corto pasillo hasta una puerta blanca.

 —Se parece mucho al lugar donde nos estamos hospedando —Dijo el rubio analizando el lugar.

 —Esta suite le pertenece a Itachi y es la equivalente a la que Uds. ocupan en el otro hotel.

 —Sí que tienen dinero los Uchihas —Naruto silbó— Eso prueba lo bueno que es Itachi.

 —Siempre lo fue —Konan estuvo de acuerdo.

 Fueron interrumpidos por la puerta abriéndose y dejando ver a la persona que buscaban.

 — ¡Nagato-nisan! —El menor se colgó del pelirrojo mientras Konan reía.

 —Te extrañé, pequeño escandaloso —Lo abrazó con fuerza.

 — ¡No soy pequeño! ¡Ya soy todo un hombre! —Se golpeo el pecho en signo de virilidad.

 —Y toda una mujer, por lo que me han contado —Bromeó Nagato.

 — Tú también no... —El rubio lloraba deprimido.

 —Perdona, no lo pude resistir —Siguió riendo y dándole palmaditas en la cabeza. El blondo hizo un puchero.

 Nagato saludo a Konan y los invito a entrar.

 Ya dentro Naruto empezó con su parloteo, contándole todo lo sucedido hasta el momento. Y Konan acotaba cosas sobre el admirador del rubio.

 — ¿Quién diría que sería el pequeño Sasuke? —Nagato lo conocía gracias a ser muy cercano a Itachi.

 Naruto solo refunfuñaba, hasta que el tenor de la charla cambió.

 —Naru, perdón por no estar cuando supiste lo de Kushina-san.

 —No debes disculparte, Okâsan saldrá adelante. Sabes mejor que nadie lo fuertes que son las mujeres Uzumaki —Contestó con seguridad.

 —Sí —Respondió el pelirrojo con la misma seguridad, recordando a su propia madre que era pariente lejana de la madre del más chico.

  Ella había fallecido en un accidente cuando él estaba acabando la preparatoria. Pero hasta ese fatal día demostró ser una mujer de temple que salió adelante solo con un niño a cuestas cuando el hombre que se hacía llamar su prometido la abandonó al enterarse de su embarazo. Podría haber optado  por el camino fácil, pero decidió tenerlo. Lo crió con amor, lo protegió y le inculcó buenos valores.

 Fue la mejor de las madres y que él aún la recordara con amor y un poco de dolor lo demostraba.

 Konan al ver que su amigo se perdía en la nostalgia y tristeza, lo atacó con preguntas de su estadía en Europa, desviando la conversación a temas más ligeros. Y por supuesto, Naruto contribuyó con preguntas propias, maravillándose con los lugares que el pelirrojo describía.

 De esta forma los minutos se desvanecieron hasta que Konan recibió un mensaje del Izanami.

 —Nagato, necesito consultar algo contigo en privado —Le pidió—. Naru, ¿Nos esperarías? —El rubio puso mala cara

 —Pero quiero saber.

 —A su debido tiempo —Y siguió al pelirrojo, saliendo de la suite.

 Naruto bufó, no soportaba que le ocultaran cosas.

 Su actitud cambió cuando entendió que era su oportunidad para ver a Itachi.

 Se paró y empezó a buscarlo en los cuartos. Luego de fallar en dos oportunidades lo encontró.

 El pelinegro abrió la puerta medio adormilado, hasta que lo reconoció.

 —Naruto, ¿Qué haces aquí? —Le preguntó atónito.

 —Vine a visitar a Nagato-nisan y de paso a saber cómo estabas —Le contestó seriamente.

 — ¿Cómo sabías? —No necesitó completar la pregunta para que el otro lo entendiera.

 —Escuché una conversación —Dijo adentrándose al cuarto—. Quiero que sepas que si necesitas mi apoyo, te lo daré sin dudar —Juró.

 —Te lo agradezco —El tono del moreno era sincero—. Sin embargo, no es algo en lo que otra persona pueda ayudarme.

 El teléfono de la habitación timbró e Itachi le ofreció una silla donde sentarse.

 —Diga...

 —Itachi, ¿Por qué demonios no contestas el celular? —Un Kisame molesto y agitado le reprendía del otro lado— Si no fuera por Nagato no te hubiera podido contactar.

 La voz del mayor le retumbó en los oídos causando migraña.

 —Kisame —Arrastró las palabras—, si es algo de la compañía lo resolveré mañana.

 —No se trata de eso, sino de Mikoto-sama —Le comunicó.

 — ¿Qué? —Su voz tembló un poco— ¿Qué pasó con mi madre? —Naruto prestó atención al percibir el cambió en su voz— ¡¡Kisame contesta!!

 —Ella... Está en la clínica central —Respondió.

 —Voy para allá —Cortó sin esperar replica y tomó del armario un abrigo, junto con su billetera y celular. Fue en ese momento en que fue consciente del chico que lo observaba de pie—. Lo siento, tengo que irme.

 Naruto lo siguió y el pelinegro iba tan angustiado que no le prestó ni la más mínima atención.

 El viaje en ascensor se le hizo interminable y cuando sus puestas se abrieron, cruzó la recepción en pocos pasos. Afuera ya lo esperaba un auto que había pedido.

 —A la clínica central —Ordenó, sintiendo como la puerta opuesta se abría y cerraba en un segundo.

 — ¿Cómo llegaste? —Preguntó a Naruto.

 —Tome el otro ascensor que llegó junto al tuyo. Voy contigo —Acotó decidido.

 —Esto no es un juego —Dijo Itachi enojado.

 — ¡Lo sé muy bien! Y creo que no podemos perder tiempo —El otro estuvo de acuerdo con eso.

 —Haz lo que quieras —Suspiró irritado—. ¡Vamos, es urgente! —Se dirigió al chofer.

 Llegaron en menos de diez minutos, en parte porque el tráfico era poco y en parte porque el auto había corrido a toda velocidad.

 Sin mediar palabra, ingresaron al nosocomio y caminaron hasta el mostrador de información.

 —Señorita, necesito saber en qué habitación está interna...

 —Un momento por favor —Pidió la enfermera sin mirarlo, tecleando en su computadora.

 — ¡Es urgente! —Dijo Itachi.

 —Esto también —Replicó sin educación y con un deje de irritación.

 — ¡Oiga! —Naruto intervino— ¿Acaso lo que hace es de vida o muerte? ¡Porque esto lo es! —La mujer a regañadientes abrió una nueva ventana en la pantalla y preguntó.

 — ¿Cuál es el nombre?

 —Uchiha Mikoto —La enfermera se puso lívida—. Soy su hijo.

 — ¡Cuanto lo siento, Uchiha-sama! —El blondo bufó al ver el cambio de actitud ante la mención del apellido— Habitación 216, 3°piso.

 — "Gracias" —le agradeció con ironía.

 En el camino el rubio comento.

 —Pueden tener todo lo que deseen, pero no envidio lo rodeados de gente hipócrita que están los ricos.

 —Es verdad —Admitió Itachi— Mi apellido me ha traído más dolor que satisfacción. Antes no era capaz de identificar cuando alguien se acercaba a mí porque le agradaba o porque quería sacar provecho de mí familia —Respiró profundo—. Con el tiempo he aprendido a dudar de todos y te puedo decir que pocas personas valen la pena —Le dio una larga mirada al menor y sonrió un poco.

 Al estar frente a la habitación, un médico salió de la misma y el moreno se presentó para luego interrogarlo sobre el diagnóstico de su madre.

 —Fue una sobredosis de sedantes. Por fortuna una de las empleadas de su madre la encontró desvanecida  y llamó a emergencia de inmediato —Le informó—. Hicimos un lavaje de estómago y acordamos tenerla en observación por un par de días El moreno sintió que el alma le volvía al cuerpo—. No debe preocuparse, está muy bien. En este momento solo está descansando.

 Comenzaron a caminar alejándose del lugar, a la vez que el doctor le preguntaba si Mikoto era una persona depresiva y recomendándole que debiera hacer un tratamiento psicológico. Itachi escuchaba en silencio. Por último el hombre le pidió que lo acompañara para llenar unos papeles.

 Naruto se quedo solo en el pasillo, frente a la habitación 216. Movió su cabeza de un lado a otro, asegurándose de que nadie lo viera y entró.

 El lugar era bastante lujoso, digno de un sitio donde (por lo que sabía), se atendía a famosos y empresarios entre otros.

 Sobre la cama, dormía la mujer que reconocía de la foto que su jefe tenía sobre su escritorio. Su rostro se veía pálido, casi amarillento. Lo único que lo tranquilizaba era que solo un catéter se conectaba a su brazo y su respiración era tranquila.

 Su curiosidad lo tentó a inclinarse un poco.

 —Sí que se parecen... —Susurró y se sorprendió al imaginar a Sasuke en esa cama—. Aunque creo que Ud. es mucho más linda que ese teme —Se rió.

 

 Un suave aroma llenó sus fosas nasales y la arrebató poco a poco de la negrura de la inconsciencia. Entreabrió muy lentamente los ojos y su visión se llenó de azul y amarillo.

 —Dei... dara...

 —Eto... No, soy Naruto —El chico se rascaba una mejilla al verse descubierto.

 —Na... Naruto.

 —Sí, ese soy yo —Su sonrisa fue resplandeciente.

 Mikoto giró un poco su cabeza, capto el color azul suave de las paredes y el mobiliario minimalísta del lugar. Una clínica privada, concluyó. Prueba de ello era el moderno LED que estaba sujeto de la pared frente a ella. Fue sacada de sus conclusiones.

 —Vine con su hijo, Itachi —Aclaró y la mujer agrandó un poco los ojos, que se llenaron de lágrimas— ¡No, por favor no llore!

 —Siempre, siempre le causo sufrimiento —Siguió sollozando—. Debería estar muerta...

 — ¡No vuelva a decir eso! —El llanto de la morena se detuvo en seco— ¿Se imagina lo que sentirían sus hijos si eso pasa?

 —Solo les causo dolor... —Mikoto no era de hablar de sus problemas, pero la situación la desbordaba y ese chico junto a ella le infundía confianza— Soy tan inútil...

 — ¡Eso no es cierto! —Contradijo el menor— Si se equivocó en algo, solo tiene que reparar el error.

 — ¿Y si es irreparable? —Preguntó con tristeza.

 — Siempre hay esperanza. Quizá algo no pueda ser perfecto, pero siempre hay que intentar que las cosas mejoren —Le acarició el cabello con dulzura— Por eso no desperdicie su vida, es demasiado valiosa para tirarla a la basura —La voz de Mikoto se normalizó gracias a la caricia que le provocaba calidez.

 — ¿Conoces a una persona que haya pasado por lo mismo?

 —Lo sé por experiencia propia —Le confesó—. Además hay alguien que se está aferrando a la vida por las personas que ama.

 — ¿Quién?

 —Mi Okâsan y no quiero imaginar lo que sentiría si la perdiera —El rubio cerró los ojos—. Así que piense en lo que sentirían Itachi y el teme si Ud. se va.

 — ¿El teme?

 —Sasuke —Explicó.

 — ¿También conoces a Sasuke? —No podía creer que un amigo de Itachi tuviera tratos con su hijo menor.

 —Algo... así —Refunfuñó y eso sacó una pequeña sonrisa a la mujer.

 —Me gustas, Naruto.

 —Lo siento bella dama —El blondo simuló un tono dolido e hizo una reverencia—. Pero no puedo aceptar sus sentimientos —Fingió rechazarla con voz suntuosa.

 —Eres adorable —La pelinegra se rió un poco y Naruto sonrió abiertamente.

 Itachi ingresó dispuesto a regañar al rubio y su intento quedó truncado al ver a su madre despierta.

 — ¡Okâsan! —Su cara reflejaba ansiedad— ¿Cómo te siente?

 —Estoy bien hijo —Aunque al desviar la mirada llena de vergüenza, Itachi supo que estaba mintiendo—. Perdón por faltar a mi promesa —Le dijo refiriéndose a aquella que había hecho en el aeropuerto. La de no volver a huir—. Te volví a fallar.

 —Eso no me importa, solo que estés bien —Con alivio acariciaba su mano—. Pero quiero que me digas que te llevó a hacer esto y no admito que me ocultes nada —Exigió.

 La mujer supo que no tenía alternativa. Estaba segura que lo lastimaría con esa verdad. No obstante, al fallar en su intento de llevarse ese secreto a la tumba, sabía que no podría resistir sin sacarlo fuera de sí. Itachi, como tantas otras veces, sería su confidente y desahogo.

 —Toma asiento, cariño —Pidió y luego buscó al rubio— Se fue...

 El moreno salió al pasillo y lo encontró desierto. Volvió a entrar y acató el pedido de su madre. Algo le decía que lo que escucharía iba a ser muy duro.

 —Sí, se fue —Se irguió en su silla—. Habla.

 

 Naruto al ver como madre e hijo se reunían, los dejó para darles privacidad.

 Salió de la clínica y caminó unas calles hasta toparse con un parque y decidió sentarse en una de las hamacas.

 —Esto es lo que necesitaba —Pronunció al viento, llenando sus pulmones de oxígeno. Tomó una inspiración profunda más y sujetó su celular entre los dedos. Marcó un número y el tono de llamada lo mantuvo en espera.

 —Hola —Él sonrió.

 — ¡Hola Okâsan!

 — ¡Naru, mi vida! —Kushina se sentía contenta— ¿Estás bien?

 —Sí, solo llamaba para avisar que mañana iré a casa.

 

 

 

 

=*=*=*=*=*=*=*=

 

 

 

 

 Zabuza llegaba a la tienda y fue recibido por una Fû que iba de un lado a otro, guardando algunas cosas en su bolso.

 —Hola gruñón —Saludó animada— ¿Dónde te habías metido?

 —Por ahí —Contestó el moreno.

 — ¿Averiguaste algo más de Mizuki?

 —Como sospechaba, tiene tratos con gente de Orochimaru, sobre todo con su perro faldero personal —Frunció el ceño— Está planeando algo y no solo se trata del amigo de Haku.

 — ¿No habías dejado medio muerto a Kabuto? —Se extrañó la chica.

 —Parece que no lo suficiente —Se veía muy molesto—. No te olvides que el maldito es muy resistente e inteligente. Incluso ha diseñado drogas para Hebi.

 —Esto es un gran problema —Agregó Fû.

 —Sí, pero por hoy he tenido más que suficiente.

 —Tienes razón. Descansa, yo saldré esta noche —La peliverde se colgó el bolso al codo—Haku está descansando, su herida ha sanado a una velocidad asombrosa y Jiraiya-sensei también decidió salir —Zabuza torció el rostro al imaginar en qué clase de antro debería de estar metido el viejo.

 —Tomaré un baño para distenderme —Y la chica le devolvió una sonrisa extraña mientras se encargaba de cerrar la tienda.

 — Espero que sea placentero —Su entonación parecía guardar algún secreto—. Nos vemos luego.

 — ¿Algún amante? —Preguntó el moreno.

 —No. Y aunque lo tuviera, no te lo diría —Le sacó la lengua y se fue.

 Zabuza sonrió cansado y empezó a ascender las escaleras. A medida que lo hacía, se iba deshaciendo de su abrigo y la remera que cubrían su torso. Al llegar a la cocina solo con el calzado y los pantalones puestos, dejó las prendas sobre una silla y se sacó las que aún cubrían su cuerpo, dejando solo el bóxer.

 —"Luego las llevo al lavadero" —Pensó al verlas amontonadas sobre el asiento.

 En pocas zancadas llegó al baño y entró. Lo recibió un ambiente caldeado y espesas volutas de vapor. Estas comenzaron a ceder para dejar al descubierto al castaño que parecía recién haber salido de la ducha. El chico se encontraba de espalda y algunas gotas de agua resbalaban por ella hasta perderse en su trasero, dándole a su pálida piel una tonalidad nacarada y otorgando a sus nalgas más turgencia. Se inclinó hacía un lado para secar su largo cabello y peinarlo un poco con sus dedos, haciendo que el mayor pensara en una nereida.

 Zabuza estaba clavado al suelo, hipnotizado en esa fantástica visión. Siempre había notado lo hermoso que era Haku, eso se apreciaba  a simple vista. Pero poder observarlo en todo su esplendor lo dejó absorto.

 Un interminable minuto (según Zabuza), pasó hasta que el menor se dio cuenta del escrutinio del otro sobre su persona.

 —Zabuza-san... —Se estremeció al notar que Haku lo miraba de costado.

 — ¡No sabía que estabas aquí! —La mirada del castaño sobre su pecho le recordó que él también estaba casi desnudo.

 —Como ya podía caminar, Fû me dijo que podía refrescarme —Estiró uno de sus brazos y sujetó una bata que colgaba de la pared. Se cubrió con ella con la calma que lo caracterizaba y un pequeño sonrojo cubrió su cara cuando pasó a su lado.

 El mayor cerró la puerta de un golpe y trató de dar un par de pasos, hasta que un pequeño dolor en su entre pierna lo alertó de su creciente erección.

 —Maldita Fû —Masculló al recordar el tono cantarín de la peliverde—Mal...dición.

 

 En la cocina el castaño se disponía a cortar unos vegetales para preparar pollo Dumburi para la cena.

 —Es tan guapo —Susurró, recordando el pecho del pelinegro y la expresión que tenía en el rostro, que le marcaba claramente cuanto le agradó verlo desnudo.

 Corrió el tiempo y después de media hora el mayor salió del baño para adentrarse rápidamente en la habitación que ocupaba.

 Haku retrocedió hasta la conversación que había mantenido el día anterior con Fû, donde le había relatado como conoció a Zabuza.

 

 —Era solo una huérfana y vagaba por las calles revolviendo en la basura para sobrevivir —Le contó—. Hasta que un día conocí a un grupo de chicos que se dedicaban a robar y me uní a ellos. Estuve sustrayendo pertenencias ajenas un buen tiempo, cuando el líder de la pandilla fue contactado por una persona que nos encargó un trabajo especial —Sonrió sin alegría—. Claro, se le olvido el pequeño detalle de aclararnos que nos mandaba a la boca del lobo y nosotros no preguntamos detalles, tan inexpertos que éramos.

 El pago era muy bueno y creí que podría abandonar ese estilo de vida por un tiempo. Jamás se nos pasó por la cabeza que nos meteríamos con peces gordos.

 — ¿Qué quieres decir? —Preguntó el castaño muy interesado y sintiendo aún más afinidad con la chica.

 —El edificio en el que debíamos entrar a robar le pertenecía al clan Kiri y fuimos recibidos por varios matones armados —Aclaró con ironía—. Mis compañeros trataron de defenderse, pero éramos solo unos mocosos. Los acabaron en un segundo —Su mirada se ensombreció—. Los únicos que quedamos fuimos Yashiro (el líder) y yo.  Él se abalanzó sobre ellos para distraerlos, ordenándome que huyera. En un comienzo me quedé paralizada, sin saber qué hacer.

 "¡¡Huye, maldita sea!!", me gritó y pude reaccionar. Corrí por un largo pasillo sin saber si me seguían y en mi desesperación me lancé por la primera ventana que vi.

 — ¿Y qué paso después?

 —Me había arrojado de un primer piso y estaba muy malherida, tirada en el suelo de un sucio callejón —Respiró profundo—. De pronto abrí los ojos y pude verlo. Estaba frente a mí, apuntando en mi dirección. Al parecer había sido enviado a terminar conmigo.

 "Tenías que ser una cría estúpida", dijo y cerré mis ojos aceptando mi final.

 — Pero no lo hizo —Aseguró Haku.

 —No —Su sonrisa cambió a una nostálgica—. Me levantó en andas y me desmayé. Cuando desperté estaba envuelta en vendas sobre una cama.

 Al principio supuse que me había llevado a ese lugar porque era una espacie de pedófilo que se divertiría torturándome o abusando de mí. Pero que equivocada estaba...

 —Lo sé por experiencia —Agregó el chico y Fû lo miró, pero siguió con su relato dejando sus propias preguntas para más tarde.

 —Me protegió, ocultándome del resto de clan hasta que el mando pasó del antiguo jefe a su hija. Fue entonces que intercedió por mí.

 Desde entonces soy informante del grupo Kiri en Tokio. Sin embargo, todo lo hago por él.

 — ¿Lo amas? —El castaño preguntó con temor al ver el lazo tan fuerte que unía a la persona que amaba con la peliverde.

 —Sí —Se apresuró a aclarar—. Pero no de la manera que crees. Es mi hermano del alma y solo quiero que encuentre la felicidad —Su forma de hablar se tornó nuevamente animada—. Ya hablé mucho de mí, es hora de que me cuentes tu historia...

 

 — Que bien huele —El menor se giró para ver a Zabuza acercarse—. Así que sabes cocinar.

 —Tuve que aprender, porque mi Otousan no sabía hacer ni un huevo frito y a mi Oneesan se le quemaba hasta el agua —Bromeó.

 —Y me sigues sorprendiendo... —Susurró.

 — ¿Qué?

 —Nada, te ayudaré a poner la mesa.

 —Gracias, solo pon dos platos. Fû me dijo que no vendrá hasta mañana.

 —Que conveniente —Farfulló al recordar la pequeña trampa que le había tendido la chica.

 Cenaron sumergidos en un silencio grato. Por primera vez, el moreno no tuvo que comportarse de manera ruda para imponer respeto o fruncir el ceño como lo hacía con su amiga para que no se metiera demasiado en sus asuntos. Ese chico lo desarmaba por completo.

 Haku se limpió la boca con ademanes educados y se levantó, logrando que Zabuza no pudiera apartar la vista de él. Lo siguió con la mirada para ver como cortaba un par de porciones de algún postre.

 —Te agradezco, pero no me gusta lo dulce —Le dijo secamente.

 —Es delicioso, al menos pruebalo —Con un tenedor pincho un poco de lemon pie y se lo ofreció al pelinegro que ya estaba a su lado.

 Zabuza aceptó por compromiso y cerró los ojos. Al abrirlos el rostro de Haku estaba muy cerca.

 — ¿Puedo probar? —Le preguntó haciendo que su aliento acariciara la cara del mayor.

 —Haku, es...esto no es correcto... —Los nervios lo hacían tartamudear.

 —No opino lo mismo —Y pegó sus labios a la boca del más alto, poniéndose en punta de pie mientras se sujetaba de los amplios y musculosos hombros de moreno.

 Con la lengua recorrió el labio superior, para luego dar un pequeño mordisco al inferior.

 Zabuza lo sujetó de la cintura, apartándolo un poco.

 —Deja de jugar conmigo...

—Esto no es un juego... —Rodeó con sus brazos su cuello y comenzó a besarlo suavemente.

 En un arrebato, el mayor lo subió a la mesa y le advirtió con pasión contenida.

 —Tú te lo buscaste —Y le dio un largo y profundo beso Francés, que le robó la respiración.

 

 

 

 

=*=*=*=*=*=*=*=

 

 

 

 

 Era martes, otra vez. Su día no era diferente a otros y transcurrió entre citas de negocios, documentos que firmar y presentaciones. No obstante, Sasuke sentía que algo había cambiado.

 No es que hubiera surgido algún problema realmente importante y aunque el Uchiha no supiera identificar que lo molestaba, para sus empleados las cosas estaban más claras que el agua. Su jefe se había vuelto algo más amable, si amabilidad se le podía llamar a no levantar la voz tan seguido o pedir "por favor" luego de dar una orden. Eso en el témpano Uchiha era un cambio del día a la noche sin escalas. Los trabajadores de la empresa aún se mantenían en guardia esperando que mostrara su faceta de siempre.

—Señor, aquí tiene los contratos que me pidió —Le dijo  Moegi con un tanto de recelo— ¿Necesita algo más?

 — ¿Deidara ya llegó? —Preguntó con calma, siendo que en otra ocasión se hubiera puesto furioso por el retraso del rubio.

 —Aquí estoy —Respondió el blondo entrando en el despacho.

 —Gracias Moegi, déjanos solos por favor —La chica le sonrió antes de salir.

 —Por todos los Dioses... —Dijo el rubio con perplejidad— ¿Un meteorito te golpeó en la cabeza? —Sasuke no respondió.

 — ¿Qué pasó para que llegaras tarde? Nunca lo habías hecho.

 —Tuve que pasar por el hospital —El pelinegro lo observó con algo que se acercó a la preocupación y por primera vez en todos esos años, Deidara pudo detectar con claridad una emoción en esos ojos más allá del enojo, el desdén o la burla.

 — ¿Estás bien?

 —Sí, pero ayer tu hermano y tu primo sostuvieron un enfrentamiento y Obito terminó en el hospital —Suspiró—. Recién hoy por la mañana lo dejaron ir, pues querían asegurarse que no tuviera heridas internas en la cabeza.

 —No creo que lo hubiera afectado en nada —Deidara se molestó—. Hasta que Itachi hizo algo bien —Sonrió sin pena.

 —Sasuke —Se quejó— ¿Cómo puedes alegrarte de algo como eso?

 —Se ve que en realidad no conoces a mi "querido primo" —Lo observó con seriedad—. Es todo un manipulador —Le advirtió.

 —Al que jamás llegué a conocer en verdad es a tu hermano —Se entercó—. Es un desquiciado.

 —No tiene sentido discutir, ya estás envuelto en una de las mentiras de Obito —Sasuke se recargó en el respaldo de su sillón—. Espero que no salgas lastimado —Deidara se fue sin mirarlo y el moreno sintió algo de pena por Itachi. Aunque debía admitir que no tenía valor moral para tildar a otros de manipuladores.

 —"Supongo que es algo inherente de los Uchihas" —Reflexionó y reconoció que no podía ir en contra de los impulsos de su sangre. Lo que estaba a punto de hacer lo comprobaba.

 Marcó un número desde su celular. Podría haber pedido a Deidara o Moegi que llamaran en su nombre, pero prefirió hacer las cosas lo más discretamente posible.

 —Hola, hola —Contestó una voz bromista.

 — ¿Cuándo dejarás de portarte como bufón?

 — ¡Oh, no lo puedo creeeeer! ¡Sasuke-sama me llama en persona! —Un peliplata  hablaba con voz chillona— ¡Creo que gritaré como fangirl!

 —Esta es una de las razones por las que no lo hago nunca —Aclaró el moreno con aburrimiento—. Eres insufrible.

 —Je, eso quiere decir que si lo haces es porque realmente me necesitas —Acertó Suigetsu y Sasuke no afirmó ni negó.

 —Escúchame atentamente —Pidió—. Quiero que contactes a Juugo y le pidas investigar a una persona. Su nombre es Haru.

 — ¿Sabes cuantas y cuantos Haru hay en Japón?

 —Ese no es mi problema —Se quedó callado pensando en que quizá estaba llevando las cosas demasiado lejos. Sin embargo, algo le decía que ya no podía echarse atrás—. Además quiero que invites a alguno de los programas de tu emisora a la banda Rinnegan.

 —Sasuke soy el dueño, pero no manejo la programación.

 —Eres el mandamás por encima de cualquier gerente, demonios —Se irritó—. No te olvides que me debes muchas.

 —Lo sé, pero no todos somos tiranos como tú —Le replicó.

 —Si quieres compórtate como niñita, ¡Pero haz lo que digo! —El viejo Sasuke hacía acto de presencia— Y que sea cuanto antes —Suigetsu choco una palma contra su frente.

 —Ok, lo haré —Habló el peliplata sometido.

 —Y si no aceptan, diles que harás una campaña en su contra, ¿Entendido?

 — ¡Si jefe! —Suigetsu dijo sarcástico— Por Kami Uchiha, sigues siendo todo un dictador.

 —Hump —El moreno solo utilizó su clásico monosílabo para despedirse del otro.

 Aunque aún no se diera por aludido, Haru estaba haciendo estragos en su vida y sus actos. No obstante, la costumbre de ser el que se quedara con la última palabra no cambiaría repentinamente.

 Todo lo que había llamado su atención de esa chica había sido desplazado ante su avasallante personalidad.

 —Creo que estoy obsesionado... —Ya nada le importaba más que demostrarle a esa impetuosa rubia que él era el mejor acorralando a la más difícil y salvaje de las fieras— Una adorable fierecita... —Sonrió.

 

Continuará...

 

Notas finales:

Bueno, primero gracias por leer el cap. y perdón si salió medio dramático, pero como ya respondí en uno de los comentarios, a medida que la historia avance el drama irá haciendo aparición, ya que varios de los personajes tienen problemas y traumas que aún no salen a la luz y tendrán que enfrentarse a ellos tarde o temprano para poder avanzar. Igual en el próximo capítulo pondré algo de humor pero también habrá algo de drama y quizá algo más...

 Segundo, lamento la tardanza, pero comencé un trabajo nuevo y la verdad estoy bastante agotada. Así que aviso que quizá tarde en actualizar u_u Veremos...

 Ahora sí, paso a los agradecimientos:

kaoru_himura, jasmin-56, natzumy08, DanikZigmaMisaki HeartfiliaNIR KAR, yaoi4ever816, Maria-sama y A. Mar. SasuNaru Muchas gracias por sus comentarios! <3

¡Un fuerte beso para todas/os!

Hasta pronto! (^_^)/


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