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Placeres del Melocotón Mordido... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 9: El beso

 

Y te presumen esa hermosura en su vuelo, su libertad, libélulas

Y te restriegan, el aroma al florecer y sus colores deslumbrantes, jazmines

Y te insinúan, un toque que no darán, su amor inquebrantable, los amantes

Amantes marchitos que resplandecen, entregándose al amor

 

.*.

 

El sol a medio día con su ternura y abrigo, todo alrededor del palacio, estridente señal de vida, aves silbando y los peces contoneándose en el agua, todo aquello que él imaginaba, el emperador detrás de la puerta, fuera de la habitación destinada a la emperatriz, la que en algún momento ocupó su madre… esperaba al súbdito. Ya bastante desesperado, con todas aquellas muestras del amanecer y Wei permanecía aún entre las sabanas, imaginó; y no lo quiso más. Después de pensarlo demasiado entró a la habitación y admiró en silencio el rostro apacible de Wei Tzu, ese rostro tranquilo y tan melancólico que le tenía enamorado. Sus pies descalzos en el suelo frío, hechizado, quedó a nivel de los cojines, sus rodillas palpando la seda, cobijó su sombra el cuerpo del castaño.

 

— Wei — Murmuró bajito, levantando una de sus manos para tocar la mejilla suave del súbdito, el sonrojo simulado recorría ya su rostro. — Despierta, Wei.  

 

— Em…perador. — Yi despertó, porque todo lo que Ling decía, era una orden para él, miró a su emperador afligido en sonrojo, cuanto le enamoraba ese hombre.

 

— Discúlpame que te haya despertado — Fue una quimera siendo disculpa porque para ellas el emperador no había sido educado, porque los dioses no le enviaron a este mundo para pedir perdón. — Wei, hoy ocurrirá algo y si duermes tanto como hasta ahora, no podrás acompañarme a ese sitio. — Sonrió y aclaró sus palabras — Hoy es el carnaval.

 

— ¿Carnaval? — Sus ojos se abrieron tanto, tanto que Ling retrocedió intentando entender su expresión. — Pero no… no puede ¿Tendrá problemas? Si alguien le mira entonces. — Recelosa la maldición, posesiva de lo que tanto había tardado en conseguir. — Mucho mejor es si no va usted

 

— ¿Por qué no? — Ling sabía, que la mayoría de los súbditos se encerrarían en sus chozas si le miraban llegar en su suntuoso carruaje.

 

— "Porque no quiero que nadie más te vea"— palabras que se quedaron encerradas en su mente, porque el sacarlas hubiese sido una tontería— Porque todos han sido tan malos con usted. — Y era cierto.

 

— No les temo más Wei, hay algo que he aprendido en este tiempo — Sonrió de una forma que Wei jamás había observado — Después de todo, soy el emperador, ¿no? — Ling había descubierto el poder detrás de ese título — No dejaré que nadie más me toque… o se atreva a tocarte a ti. — Aquella aura desapareció tan pronto como llegó, el emperador caminó sonriendo fuera de la habitación — Además, no iremos como Ling Zhou o Wei Tzu... ven para que te enseñe lo que tengo preparado.

 

Wei le siguió presuroso y entró sin pudor alguno a la habitación real después de que el emperador lo hiciera. La tela esparcida por todos lados y aquellos llamativos adornos que no gustaron a primera vista.

 

— Nadie va a reconocernos de esta forma — Tomó entre sus manos la tela — Por esto, había que levantarse temprano, no terminaremos de preparar nuestros disfraces antes del anochecer… deseo estar presente, cuando todo inicie.  

 

 — No, hermoso emperador, a mí no me gusta… — Esos espectáculos luminosos en dónde todos se mofaban de condiciones como la suya, donde los dioses eran excelsos y las maldiciones aberraciones perversas.

 

— Wei, te prometo, que será por poco tiempo, quiero ir sin que nadie me reconozca — Brillaba, todo él resplandecía al hablar — y lo juro, volveremos en cuanto lo haya visto.

 

.*.

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Wei Tzu dormía, y al tacto de su cuerpo el suelo podría ser de porcelana fría. Le fue retirada una manta de seda que cubría su cuerpo desnudo, piel de melocotón. De su sombra en el suelo se creó un ser oscuro con forma humana y sus dedos se deslizaron por aquel cuerpo desnudo mientras Wei dormía, y la sombra incrustó esos dedos, casi humanos en la piel del súbdito, ocasionando heridas en su piel.

 

— Eres el remplazo de “la maldición” — No había un rostro que Wei pudiese ver, sus ojos negros nublados por las lágrimas que el sufrimiento ocasionaba, pero no hubo nunca dolor. — ¿Cómo has sido capaz de apartarle de mí lado? Eres un…

 

— No me importa ser… — Interrumpió Wei — Sólo deseo lo que más me agrada, yo me agrado y me repudio al mismo tiempo, hay un vapor que me penetra, ingresa en mi cuerpo, en mi carne que cubre ese, tu sol falso. La fatalidad nunca se ha detenido, sólo esos falsos sentimientos que me exponían, a través del espejo intento evitarlos — Las voces de aquellos dos seres vagaba en los pensamientos de Wei, eran por lapsos prolongados cuando no dejaba de escuchar aquel llamado a un emperador y a un súbdito — Pero están siempre atravesando mis parpados, sus voces no han dejado que duerma, no hay recompensa en la vida que dejé, no hay recompensa por la vida que dejé ir…

 

.*.

 

— Es más que maravilloso, nadie lo notará ¿Me crees? Nadie lo notará — Se miraba el emperador en el espejo, asombrado, magnifico y todo había valido la pena.

 

— Por supuesto que nadie — El atardecer se acercaba, sol a media muerte. Ling seguía acomodando sus prendas desde hacía ya bastante tiempo, el falso Wei desvió la vista lejos del emperador para tomar la máscara de carnaval que Ling le había obsequiado para resguardar su rostro, miró detenidamente el objeto, esas mascaras eran casi iguales a las que "esos hombres" ocupaban, cuando atormentaban al emperador en la casa del padre del Wei. ¿Por qué podía estar tan tranquilo después de todo lo que ocurrió? El mal sabor en sus labios impidió que una sonrisa se asomase. — “Wei…, Maldito seas Wei”

 

.*.

 

— Aún estás vivo, lo estarás por mucho tiempo pero… — Ambas manos se dirigieron a los hombros de Wei Tzu, presionaban con fuerza, las uñas se enterraban en la piel pero aquel tormento no trajo nunca un gemido de dolor, ninguna reacción. — Debí imaginarlo, no puedes sentir nada de lo que hago.

 

— No deseo hacerlo. — Una bofetada giró su rostro fino e hizo azotar su cabeza contra el suelo.

 

— Es lo que dices ahora, no has conocido nada que te haga arrepentirte del intercambio, pero no es nada nuevo, lo he vivido antes, con Yi. Cuando recién fue encerrado, cuando le confinaron como maldición de la familia Tzu decía las mismas tonterías que tú, después, sus demonios fueron dándome mayor poder, sus tormentos fueron tan grandes que ofrecí más que un sol falso en su tortura.

 

— ¿Qué tipo de tormentos sería? Yi no tenía sensación alguna. — El discurso de sus labios salía sin estar interesando en la respuesta.

 

— Fuiste tú el culpable, cuando tuviste la edad suficiente y nos despertaste de ese sueño Yi se puso en contacto contigo, todo fue diferente, se interesó por ti, como jamás lo hizo por nadie, tú tenías tantas cosas que él nunca podría siquiera imaginar, mirabas el mundo, cuando otros sólo se habían recluido en una habitación oscura para librarse de él, no odiaste a tus antepasados y escuchaste sus historias tantas veces como él quiso. Le abriste la existencia en tu cuerpo y sus tormentos formaron a ser parte de los suyos. — Los ojos de Wei se abrieron para mirar como aquel falso sol iba cayendo en trozos enormes que fundían la tela al instante. — Si están unidos de alguna manera… sus tormentos aún pueden darme aquel poder del que carezco contigo. — Sombras y más sombras se formaron alrededor de Wei Tzu.  

 

Las veía, pero no sentía nada…

 

.*.

 

— Auh..— Su tobillo se ladeó al saltar por una de las barreras, él bajo entrenamientos de guerrero erró al caer, aun así, la sonrisa no se borraba de sus labios, Wei le llevaba algo más de distancia pues se había empeñado en ir adelante para cerciorarse de que no era peligroso y de que no serían descubiertos. — «Claro que puedo hacerlo» — Sería bastante vergonzoso si Wei tuviese que volver por él, suficiente fue permitir que él tomase el mayor riesgo, bufó al escalar por uno de los monumentos en memoria de su padre y pensaba, que estaba mucho más a gusto, cuando era él quién protegía de algún modo a sus súbdito.  

 

Yi al no escuchar los pasos del emperador detrás de él, decidió esperarlo junto a un árbol adornado con ternura, miraba las estrellas y a pesar de que veía sus cabellos cubriendo su rostro, no pudo sentir aquella briza. Algún tiempo después, Ling dio alcance al súbdito, próximos a llegar estaba por eso el falso Wei ofreció su mano al emperador, el resto del camino continuaron tomados de la mano, sin hablar, con pasos suaves, sin delatar su presencia.

 

Uno de los senderos solitarios les llevó hasta la plaza de la ciudad, el demonio blanco y el demonio rojo quedaron maravillados con la imagen ante sus ojos, los niños corrían, las mujeres hablando y la gente mayor empezaban con los juegos de acertijos, los hombres de edad similar a ellos miraban anonadados las danzas de las féminas, ambos sonreían detrás de aquella espesa capa de pintura, cada cual con su propio recuerdo de aquella noche.

 

Poco a poco fueron incorporándose a la celebración, el demonio blanco con mucho más recelo que el real demonio rojo, pero al fin, ambos levantaban sus brazos para imitar la danza de los presentes, compartieron bolas de arroz glutinoso y la disidencia de los rellenos se volvió motivo de risa, cuando el real demonio rojo comentó que el relleno de dulce era sólo para niños y jovencitas.

 

Un demonio blanco ofendido que retó al emperador en los columpios y la danza Yangge. Aquel pequeño momento que había prometido el emperador había sobrepasado sus expectativas, ambos, como dos niños pequeños admiraron sonrientes la exhibición de faroles y el desfile de zancos que les hizo sentir tan pequeños y la danza de leones, cada uno más maravilloso que otro.

 

— Que maravilloso — Susurró Ling al odio de su súbdito, cuando a lo lejos, el enorme dragón se contoneó con sus doce segmentos especiales, los faroles se agitaban, un contoneo tan singular, deseó el emperador por un segundo, ser como aquel gran dragón, ser admirado por su pueblo, reverenciado… amado.

 

La danza terminó y los bailarines se despidieron con una última danza, lo mejor de la noche estaba por comenzar, Yi recordó que el antiguo Wei acostumbraba el lugar más hermoso de todos; aquel lugar especial de Wei, ahora lo sería para Yi y Ling, el súbdito tomó la mano del emperador y se apresuró a guiarlo por sobre las bardas para visitar aquel lugar, que año tras año escalaba para observar con Wei…  "las luces en el cielo".

 

.*.

 

— Yi te ha quitado muchas cosas, su existencia no permitió que nadie te amara —

 

— No me arrebató nada

 

— Deberías odiarle — Hecha puño su mano, jaló de la piel del pecho del verdadero Wei. — Yo lo haría en tu lugar

 

— Pero no puedes estar en mi lugar. Digas lo que digas o hagas lo que hagas, no puedes estar en mi lugar.

 

— Eres diferente…— Un risa de dejó escuchar. — Será un honor pasar una eternidad a tu lado, atormentándote hasta desmoronarte, reconstruirte y volverte a destrozar pero… sabes, no puedo empezar algo contigo mientras todavía piense en Yi.

 

— Hablas demasiado…

 

— Wei Tzu, regrésame— la sombra ignoró por completo las palabras que el castaño le había dedicado — por uno rato a Yi… ahora.

 

Dos ojos rojos brillaron en la oscura habitación, Wei cayó inconsciente, y las cinco sombras que tocaban el cuerpo del súbdito se inclinaron en el suelo, hicieron una reverencia para la rápida visita que Yi les haría, tal vez sería la última.

 

.*.

 

— No creí que pudiese observar algo tan hermoso — Ling con la mirada al cielo — Jamás lo hubiese podido hacer en el palacio

 

— Me alegra que le guste…— Tan tímido el súbdito, que Ling sintió por unos segundos que aquello era lo correcto.

 

— Wei, muchas gracias por... — El falso Wei colocó su dedo índice sobre los labios rosas del emperador, le silencio y rogó que continuara observando las hermosas luces en el cielo, algún tiempo después, el cielo volvía a la normalidad, las luces que se habían apagado daban como concluido el carnaval, se habían terminado, permanecieron sentados en la terraza de la habitación perteneciente al primogénito de los Tzu, aquel lugar especial para Wei, fue siempre la terraza desde la cual podía observar todo lo que no fue suyo.

 

Yi recargó su cabeza en el hombro del emperador que seguía viendo el cielo, ya las únicas luces que se veían eran el resplandor de las estrellas. El súbdito decidió que era el momento, se arriesgaría a romper el momento de encanto para poder probar esos labios rosas, miró fijamente al emperador… este extrañado, hizo lo mismo, el acercamiento del rostro de Yi hacia el propio le hizo sonrojarse, trató de virar su mirada, el súbdito se lo impidió, y en el momento en el que se juntaron los labios, un resplandor imperceptible para el pelinegro se hizo presente, el pecho de la maldición ardió de dolor, ese beso no le había provocado ni placer ni maravilla ¿Por qué? cerró los ojos, todo fue tan rápido, un pequeño mareo y al abrirlo se encontró, desnudo entre sus sabanas de seda negra, a su lado, la sombra de Qin~he, y a sus pies, las cinco sombras del Cuò.

 

.*.

 

Lo último que recordó fue la voz de la sombra, y al abrir los ojos, se encontraba muy junto de Ling, Ling, Ling, sus labios unidos a los del emperador, en un arranque de pánico, por no comprender lo que ocurría, Wei se apartó bruscamente al emperador, este le miró sorprendido, no entendía por qué de la repentina reacción del castaño, ¿por qué se comportaba tan extraño si él había provocado el beso?

 

— Wei…— Dijo el emperador aún contrariado.

 

— No te acerques, no me toques— Wei aún no comprendía. Ling estuvo a punto de decir algo pero lo notó… la mirada melancólica en el rostro de Wei era la mirada que había hechizado y la actitud que le hacía desear protegerlo habían vuelto a él.

 

.*.

 

— Fuiste malo Yi— Sentencio la voz…— Sin despedidas, ni presentes por tu abandono

 

— Idiota ¿Cómo te atreviste a hacerme esto?— Le desquiciaba el miedo, el dolor — Te exijo que me regreses a mi cuerpo.

 

— ¿Tu cuerpo? No te engañes, por mucho que te esfuerces, jamás podrás ser Wei.

 

— No quiero ser él, sólo necesitaba su cuerpo. — Porque el sí tenía un sentido para vivir, algo que inspirase su existencia.

 

— Un cuerpo sin sentido, Yi tú mismo lo notaste… aunque tengas su cuerpo, aunque percibas olores, sabores, texturas… aunque seas casi humano, aunque con engaños le hayas despojado de su cuerpo, aun así, te hace falta algo muy importante…

 

— ¿De qué hablas? No le he engañado, le dije como serían las cosas y él acepto, no me falta nada para ser un humano— Su corazón palpitaba tan fuerte, que si en ese momento la rabia no le inundara, seguramente se pondría a llorar.

 

— Yi, aunque te esfuerces… jamás podrás sentir P L A C E R…

 

— Regrésame a mi cuerpo — Susurró ignorando el comentario de la sombra Qin~he

 

—Tú mismo se lo dijiste a Wei… — la sombra, de forma melosa repitió exactamente las palabras de Yi— "es tu cuerpo… y el cuerpo ofrece placer, sensaciones, tacto que sólo puede ser digno de sentir el dueño del cuerpo…, yo soy una maldición en ti… no tengo ningún derecho a sentir" Yi… jamás, podrás sentir las caricias de tu "hermoso emperador" ni sus besos…

 

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» D. Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤ ♥

 

 

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«.·°·.*.' Inicio parte tres ‘.*.·°·. »
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Notas finales:

Dedicadisimo el capi a A-chan & Gina. Gracias por sus comentarios.

Una disculpa por el retraso, pero aquí está el capitulo 9. 


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