Capítulo Décimo
-¿Pero qué dices? – La propuesta de Miyaji se salía de sus expectativas.
-Esa es la condición, ¿Estás dispuesto?
Una sola condición y este juego retorcido acabaría antes de haber empezado. Era todo o nada.
-Hecho.
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Midorima no podía dejar de pensar en Takao. Sus acciones del día lo dejaban completamente confundido. Y pensamientos como “¿Se habrá dado cuenta de mis sentimientos por él?” le rondaban la cabeza con más frecuencia de lo que le gustaría.
Harto de sus inseguridades, decidió ir en contra de todo pronóstico y marcó en su teléfono celular “1” y pulsó llamar. Ese era el número predeterminado que le había dado a Takao en su agenda, aunque no lo llamaba con regular frecuencia, antes que su propia familia, el número 1 lo ocupaba Takao.
Tres timbradas y la voz del menor se escucharon al otro lado de la línea.
-Shin-chan?
-Media hora.
-Eh?
-En media hora, en el Parque Infantil.
-Oy! Shin-chan, porque tan de repente…
Midorima le había colgado. Ya había reunido suficiente coraje como para llamarlo a una hora tan tarde, tomaría valor en 15 minutos mirándose al espejo y los otros 15 los usaría para ir a pie hasta el Parque que no quedaba a más de unas 9 cuadras.
Shintarou esperaba en una de las bancas del parque. Había pensado que tal vez sería más “romántico” esperarlo sentado en uno de los columpios, para que así Takao compartiera el de su costado, pero inmediatamente se quiso sentar supo que sus caderas no entrarían. Terminó de confirmarlo cuando se quedó atorado, tuvo que poner la pelota de básquet a un costado, y desatorarse con ayuda de sus dos manos.
La experiencia había sido vergonzosa y esperaba que nadie que pasara cerca al parque lo haya visto.
-¿Shin-chan ocurrió algo?
No estaba preparado para responder a esa pregunta, sobre todo por el hecho que esta vez debía de hablar claro, como para dejarse entender.
-Takao, dijiste que podía contar de cualquier cosa ¿verdad?
Al muchacho que ya le habían pasado cosas muy extrañas en la mañana, el comentario de su compañero no le pareció muy impresionante.
-Si
-Quiero contarte lo que pasó el otro día con Akashi…
Midorima relató su pasado con Akashi, pero evitando sus sentimientos y la que verdaderamente desencadenó la separación. Takao escuchaba atentamente y no quiso preguntar nada que su compañero no comentara
-Así que él era tu mejor amigo.
-Si…
-¿Porque me cuentas esto exactamente?
-Porque cometí un error – el rostro de Midorima se giró para mirar directamente al menor – no quiero cometer errores contigo.
Takao se sonrojó sin proponérselo
-¿Q-que quieres decir Shin-chan?
Midorima estaba que no se lo creía, el rostro de Takao sonrojado, con esa luz tenue del parque se veía completamente apetecible. Pero intentó pensar frio, los impulsos como esos ya le habían traído la peor de las suertes, así que carraspeando un poco continuó.
-Que no quiero perderte…
Shintarou empezó a acercarse de manera lenta a Takao, este último se había quedado completamente inmóvil, no tenía idea de lo que iba a pasar, pero si era lo que él pensaba no debía quedase atrás.
Sus manos temblaban y la expectativa por acercarse más al otro era alta. Midorima poso una mano en la mejilla de Takao haciéndola bajar tortuosamente por su cuello hasta su hombro, al hacer esto jaló un poco el cuello de la camiseta de Takao. Midorima en la tenue luz del parque pudo vislumbrar algo oscuro en su cuello. Tocó aquella mancha oscura, pero en la luz del parque a la que ya había podido acostumbrar sus ojos, se dio cuenta que eran chupetones.
-Yo… lo siento. – dijo alejándose del cuerpo del menor.
-Shin-chan no… esto es… - no pudo decir nada más y Midorima entendió. O mejor dicho mal entendió la situación.
-Yo, solo vine a darte esto antes que acabe el día. – aventó un objeto brilloso, Takao lo atrapó con las dos manos.
-No faltes mañana
Takao supo que se refería acerca “de ir a recogerlo”. Ninguno de los dos dijo alguna palabra más. Takao vio como la espalda de Midorima se perdía entre las sombras de la noche cuanto más se alejaba. Por fin cuando el otro hubo desaparecido, miró lo que tenía en sus manos, era una cadena con dije de diseño masculino cuyo diseño asemejaba a una flor.
No pudo reprimir una sonrisa, no sabía qué diablos había pasado hace un instante, Shin-chan iba a besarlo o solo eso quería creer. Aun para Takao consideraba imposible que Shintarou se pueda fijar en otro chico. “Pero aun así Shin-chan al contrario de lo que pudiera uno imaginar iba y hacia cosas lindas como esta.”- pensó Takao.
Muy temprano él había escuchado el horóscopo también, tener un amigo fanático a estas cosas hacía que se te pegaran ciertos hábitos, no podía estar más de acuerdo cuando escucho la mala suerte de escorpio y su objeto de la suerte una Flor.
Ese día en la mañana secretamente pasó por el jardín de su vecino el cual tenía hermosas flores, arrancó una que era bonita y también accesible, para no ser pillado robando. La guardó en su cuaderno y salió corriendo. Pero de todas las posibilidades nunca imagino que Midorima le diera una cadena con un patrón de flor. Se dio cuenta que si venia entregándole una flor fresca, iba a ser demasiado vergonzoso para los dos. Aquella flor fresca de la mañana realmente le había traído suerte.
Aun parado en el parque mientras la noche se pone más fría con la cadena de flor en las manos, juró no darse por vencido, al menos no todavía. Quedaba pendiente la apuesta con Miyaji, Takao aún tenía todas las de perder aceptó, era apostar o dejar que Shin-chan se enterara a las malas de sus sentimientos o peor, dejar que Miyaji hable a sus anchas de una relación que no existe.
Esta última conversación con Midorima lo hizo hacer comprender 2 cosas. La primera era que no iba a perder y la segunda era que ya no iba a ser la presa, sino el depredador.